lunes, 30 de junio de 2014

DE EZRA BEJAR, "COBIJA DE MAR", Primer Lugar en Certamen Literario*:




* Cuento ganador del Primer Lugar por el Estado de México, en el 
Sexto Concurso Nacional Literario: “Memorias del Viejo y la Mar”. 
La obra se reproduce con autorización de la Unidad de 
Comunicación Social y Relaciones Públicas de la Secretaría de 
Marina Armada de México. 




Entrevista filmada por ENLACE JUDÍO




COBIJA DE MAR 
 Ezra Bejar R.


Soy y siempre he sido una fisgona incorregible. Qué lata, dicen muchos, pero no me arrepiento. De no
ser por mi empeño sabueso, cuándo hubiera visto bailar su propio danzón a ese par de espectros
enamorados.

Todo sucedió durante el último viaje que hice con mis dos mejores amigas a Veracruz. Las fiestas de la
independencia nacional eran buen pretexto para tomar allá unos días de vacaciones.

Comíamos en un sabroso restaurante de mariscos en Boca del Río cuando Tere propuso que por la
noche fuéramos a aquél cabaret de nombre extraño,

—Me lo recomendó mucho el gerente del hotel, dijo que nos vamos a divertir como nunca, bailaremos
danzón, chicas, al lugar no sólo van parejas, también asisten señores solos a mover los pies con quien
esté dispuesta.

Mi radar curioso se prendió al instante y de inmediato apoyé la moción. Conchita dudó un poco, pero
como había mayoría acabó concediendo,

—Bueno, pues vamos, a ver si en el dichoso cabaré alguien nos fuma, eso de que tres sesentonas, dos
bien divorciadas y una bien viuda, pretendan galanes que las danzoneen, está medio peliagudo…


Pagábamos la cuenta, cuando pregunté a Tere si sabía el porqué del nombre del cabaret. Su devolución
fue contundente,

—Ay, Charo, ya vas a empezar con tus cosas, no sé ni me importa, ¿qué más te da? Luego
complementó con malicia,

—Señoras mías, esta noche se me ponen muy guapas, porque la luna de Veracruz promete romance.

El comentario nos hizo carcajear. Se apostaría que ninguna lo había tomado en serio, pero a las ocho de
la noche, en el lobby del hotel, aparecimos las tres bien emperifolladas y oliendo cada quien a su
perfume.

Abordamos un taxi de sitio. El joven y dicharachero chofer que nos condujo hasta el lugar no dejó de
animarnos todo el trayecto,

—Ahí se la van a pasar bomba, señoritas, ese cabaré es intenso y más hoy que es fiesta nacional,

—Oiga, joven —inquirí en un momento― ¿Sabe usted por qué el lugar se llama así?,

—Uy, ‘ñorita, la verdá, no, allá de seguro le dirán.

Nos apeamos del auto y en cuanto mis ojos se posaron sobre la marquesina luminosa del cabaret, mi
intriga cobró bríos: AQUÍ BAILARON ELPIDIA Y YON.

Como habíamos hecho reservación entramos rápido. Una sensual y muy alta muchacha de piel morena y
cabello largo ensortijado nos acomodó en una mesa de pista que ya tenía dispuestos algunos silbatos,
serpentinas, bolsas de confeti y cornetas de plástico.

Antes de irse la chica informó,

—Aquí las podrán ver bien los caballeros que deseen bailar con ustedes. La orquesta empezará a tocar
en una media hora, mientras, pueden beber y comer lo que apetezcan. El grito de la capital pasará por
esa pantalla gigante a las once. Diviértanse mucho, señoras.
 

Atajé a la muchacha. La llamé a un lado, pregunté por el asunto que me traía en jaque y ella con
afabilidad repuso,

—Ahorita le traigo unas hojas con la historia del cabaret, señora, no dilato.



Mientras esperaba la información prometida, examiné el menú de bebidas y me encontré con un nuevo
desafío: Cobija de Mar, coctel secreto de la casa creado el quince de septiembre de 1914. Lleva el mismo nombre que el danzón
compuesto por el maestro Nicolás Arvizu, Director del grupo musical que ese día lo tocó en este lugar por primera vez para el público. La pieza, desde
entonces, se ejecuta en el cabaret dos veces seguidas. Advertencia: tómese su tiempo para degustarlo y si ordena más de uno, considere que el
cantinero no responde por los efectos ensoñadores que pudieran ocurrirle.

Al comedido mesero que llegó a atendernos le ordené uno de esos cocteles,

—Buena elección, señora ―informó el empleado― pero váyase con cuidado que es una pócima mágica:
buen ron veracruzano, ajenjo, un poco de bourbon, jarabe y un toque de incógnita que sólo el cantinero
sabe qué es.

Cuando minutos después llegaron a mis manos las amarillentas hojas de papel con la historia del lugar y
unas cuantas fotografías vetustas, ya me había bebido casi la totalidad del trago. Agradecí el gesto a la
recepcionista y a pesar del mareo que me acometía leí el documento con avidez.

Al poco rato llamé al mesero,

—Tráigame otro de estos cocteles, por favor.

El hombre alzó las cejas, sonrió con cinismo y sin decir palabra se fue por el trago.

Cuando la segunda la copa llegó a mis manos, el cabaret estaba a reventar. Casi enseguida la orquesta
empezó a tocar y yo sin recato a dar buenos sorbos al sabroso líquido que había ordenado.

Pronto dos caballeros otoñales invitaron a mis amigas a bailar. No quedé sola por mucho tiempo. Sin
saludar ni preguntar si podían, a la mesa llegó la pareja de enamorados y se acomodó en las sillas que
habían quedado vacantes.


Estaban casi pegados. Se tomaban de las manos y se veían a los ojos con fascinación. El Capitán John
Wilson, fumaba un grueso habano. Elpidia Torres, le mimaba el cabello al marino con sutileza.

La muchacha no rebasaba los diecisiete años. Espigada, cuerpazo, tez morena clara, rostro afilado,
cabello corto, enchinado. Portaba un vestido negro de época, entallado, sencillo, pero elegante. Su
rostro, sin maquillaje. Si acaso algo de sombra sobre sus ojazos color miel.
El marino sumaría a lo mucho treinta años. Rubio, apuesto, ojiazul, altísimo, cuerpo atlético, corte de
cabello militar y rostro enamorado. Portaba una playera color kaki de manga muy corta que dejaba al
descubierto un par de fuertes bíceps.

Saludé, pero ellos no parecieron advertirme. Incliné la cabeza y percibí el perfume de ella, sutil, delicado,
embriagador. Luego mis ojos se posaron sobre el bíceps derecho del capitán. Por buen rato contemplé el
ancla azul que exhibía el brazaso del marino y comprobé que el viejo tatuaje, en la parte superior, tenía
grabado uno más reciente, el que un maestro de Antón Lizardo, por diez dólares a cambio, le había
hecho al marino con el nombre de ella: Elpidia.

Un tanto inquieta percibí que unos ojos entrometidos me espiaban. Volteé y a mi lado encontré de pie a
un rudo cuarentón que parecía burlarse.

El intruso vestía pantalón blanco y guayabera del mismo color. Portaba gorra de marinero, pero no
parecía militar.

Su presencia me turbaba. Estatura baja, cuerpo fuerte y bien moldeado, tez morena, muy oscura, cara
redonda, orejas grandes, labios carnosos, gesto aguerrido,

—No le van a contestar nunca ―dijo el que me vigilaba― estos nomás vienen aquí a bailar su danzón y
luego se van.

—¿Y usted, quién es?

—Maurilio Flores, para servirle, señora, El mismo que hace un siglo se escabechó a este capitancito,

—¡Zas!, qué salvaje. Por qué lo hizo. Cuénteme todo desde el principio, no olvide ningún detalle.


El hombre arrimó una silla, tomó asiento a mi lado y sin reserva alguna inició el relato,

—Ésta que ve aquí se quedó huérfana a los once años, sus padres se le murieron casi al mismo tiempo,
creo que de viruelas. Su tía, la hermana de su padre y dueña de este lugar, se encargó de ella a partir de
ese momento. El local por entonces era a la vez cantina y lugar de baile. Se llamaba Salón Victoria,
Cuando la criaturita cumplió los quince años, bonitilla como era, la tía se aprovechó y la sacó de estudiar.
Le enseñó a bailar danzón y la puso a trabajar aquí. Bailaba re lindo la canija, yo danzonié con ella
muchas veces. El corazón me retumbaba cuando la tenía en mis brazos.

—Achis, ¿y luego?

—Luego la volvió loca el enemigo,

—¿Qué quiere usted decir?

—El capitancito éste, Yon Wilson, venía trepado en el SS Praire, uno de los buques gringos que el
veintiuno de abril de 1914 invadió Veracruz. Los tortolitos se conocieron entonces y dizque se
enamoraron,

—¿Y eso a usted qué le importaba?,

—Cómo lo iba yo a permitir, señora. El cañonero donde éste mandaba, castigó la plaza cuanto quiso, su
metralla mató a muchos cadetes y a un par de maestros de la naval militar, también fulminó a tres civiles
que como yo ayudábamos a soportar el embate. Eso no se podía tolerar, en la guerra no se valen
amoríos con el enemigo,

―Vaya, ¿y cómo fue que ellos se conocieron?

—Con los gringos encima, aquí se vivía en estado de sitio, señora. Fueron siete meses infames. Se
apoderaron de todo. Estaba prohibido que más de cinco individuos transitaran juntos por la calle. A las
siete de la noche, todos a sus casas. Los desobedientes, al bote y ahí, a comer golpizas. Pero pos como
la intervención se alargaba, la tropa gringa empezó a exigir diversión,


Para junio, unos oficiales de ellos investigaron. Un mes después, permitieron que cuatro cantinas
permanecieran abiertas hasta las once de la noche. Claro, atenderían sólo a marines autorizados. Para
entrar y salir de los locales permitidos había que cargar salvoconducto,

El Victoria fue uno de esos sitios. La propietaria le cayó bien al militar gringo encargado y hasta consiguió
que el conjunto musical tocara en el local los fines de semana ―Así sus marines aprenderán a
danzonear bien, mi capitán —le dijo la muy vendepatrias al traductor colaboracionista que asistía al
tipejo,

Al principio las muchachas del Victoria se negaron, pero pos el hambre aprieta y al rato unas
transigieron. A la Elpidia no le quedó de otra. El director del conjunto también resistió, pero acabó
consintiendo. Hablándoles mucho, consiguió que tres de sus cinco músicos lo siguieran.

—¿Y usted, qué hizo?,

—Pos me costó trabajo, señora, pero accedí, No había de otra. Tenía esposa y tres hijos que alimentar…
pero me la guardé, pregúntele a éste si no,

—Venganza, ¿eh?… Oiga, pero sigue sin decirme cómo se conocieron ellos,

—El capitancito llegó al Victoria un sábado por la noche, venía con otros tres oficiales. Bailó con la
Elpidia varias veces y lueguito se la quiso llevar a la cama ―ella sólo baila― enérgica le advirtió la tía al
militar cuando se dio cuenta. La criaturita entonces ya tenía diecisiete años y era todo un mango,
El güero no insistió, pero hizo trámites con sus superiores para que la danzoneada en el Victoria fuera a
diario. Ya se imaginará lo que sigue, el capitancito apareció por aquí frecuentemente. Estaba flechado a
muerte,

Con el tiempo esta burra le agarró gusto al individuo. Comenzaron a verse a escondidas y terminaron
prendados. Ilusa la Elpidia, creyó que la afrenta que los güeros nos hicieron no tendría por qué afectar su
amor ―cuando termine todo esto me voy a ir con él a Tejas, nos queremos de esposos― decía la
criaturita. Uta, no, señora. Eso no podía tolerarse.

—Qué difícil. Pobre de ella.


—Qué pobre ni que nada, señora, ella debía saberlo. Los gringos venían por más territorio. Agarraron
pretextos para justificar la invasión, pero sus intenciones eran claras, querían sacarle raja al lío
revolucionario y por poco se les hace. Afortunadamente Don Venustiano Carranza logró que el enemigo
se largara antes de que se desencadenara otra guerra generalizada, como la de 1846. A fines de
noviembre, los güeros se subieron a sus naves y se retacharon pa su tierra, pero lo que es este
capitancito ya no regresó. Se quedó aquí para siempre. Bajo el océano.

—Me deja sin palabras. ¿Cómo lo mató?

—Era quince de septiembre, como hoy. Con la ocupación, pos no iba a haber grito en el palacio de
gobierno —El que quiera, puede emborracharse en su casa― pregonaban los traidores que ayudaban al
enemigo. Infames. Ah, pero eso sí: el Yon y sus marines, bien que iban a venirse a danzonear al Victoria,

Por Carmen, una muchacha que también bailaba aquí, me enteré que esa mañana el capitancito se
había parado por una joyería del centro. “Compró un anillo muy bonito, anunció que era pa su prometida
y pidió que se lo envolvieran en una cajita de terciopelo rojo, ya luego se la echó al bolsillo del pantalón,
yo lo vide con estos ojos, Maurilio. Verdad de Dios”.

Aunque ya lo suponía, la misma chica me confirmó que el anillo era pa la Elpidia. “Se lo va a dar hoy por
la noche, cuando el maestro Arvizu toque el danzón que el Yon, le mandó componer a ella, créelo,
Maurilio, la mugrosa tía le organizó todo”.

Después supe que el maestro Arvizu se había resistido a componer la pieza, pero la arenga de la tía y
los cincuenta dólares que como pago recibió lo hicieron aceptar. Eso sí: puso una condición, nadie debía
saber que el danzón Elpidia había salido de su mente. Pero ya ve, las cosas se conocen por más que
uno quiera taparlas. Luego el maestro le cambió el nombre a su creación, la llamó Cobija de Mar. Sólo
unos pocos sabíamos que esa pieza en realidad se llamaba Elpidia.

—Qué interesante, pero aún no me dice cómo lo mató.

—No coma ansías, señora. Ahí le va. Busqué a tres maestros de la naval militar que no estaban
arrestados y entre los cuatro trazamos el plan. A Carmen le pedí que nos ayudara. Todos sabíamos que
esa noche, como siempre, el Yon vendría custodiado y que él y su escolta cargarían buenas armas,
 ”El capitancito" y sus dos comparsas salieron del navío a las nueve de la noche. Al doblar por una calle
descubrieron que Carmen era golpeada por un hombre. Éste, no era otro sino un cómplice de nosotros.
La chica recibía los estacazos y demandaba ayuda y pos como los gringos la conocían del Victoria se
tragaron el anzuelo. Persiguieron al supuesto rufián hasta una casa abandonada y allí, bien escondiditos,
les dimos la bienvenida los demás. Lo que siguió ya pa qué se lo cuento…

—¡Qué horror!, y luego, ¿qué hizo?

—Me vine pal cabaret. Mis manos no dejaban de temblar y decidí prepararme un coctel especial. A uno
que a diario hacía pa los clientes, le agregué tres hojitas de una yerbita mágica que conocía y lo batí muy
bien. Necesitaba fuerzas pa lo que seguía,

La tía me vio, preguntó qué andaba mezclando y pos se lo dije. Me empujé dos seguidos y logré
calmarme, dormité un buen rato y soñé re bonito, hasta que la mugre vieja me despertó. Luego ella se
adueñó de mi creación. Le agarró gusto al coctelito, lo hizo secreto y le puso el mismo nombre del
danzón de Arvizu, el falso, Cobija de Mar, pero en justicia, el trago también se debía llamar Elpidia.

—Mire nada más. ¿Y qué es lo que seguía, Maurilio?

—Ahí le va, nomás no se me espante, señora. Esa noche, casi a las once, la Elpidia bien que recibió su
cajita de terciopelo rojo, cómo no, si yo se la di personalmente. Cuando en el Victoria resonaba su
danzón, la saqué a bailar. Ella, como que no quería, pero acabó aceptando. Ya en la bailada le di la
cajita roja ―Ábrela ―le dije―, te la manda el Yon. Ella obedeció y pos en lugar de aillo de compromiso,
encontró bien dobladito el tatuaje que llevaba su nombre.

—¡Qué atrocidad! ¿Cómo pudo usted?

—En la guerra se vale todo, señora. Cuando llegué al Victoria con el regalito, aquí nadie sabía que el
Yon y sus escoltas ya no circulaban por el mundo. La Elpidia esperaba con ansías a su galán y los
marines que llenaban el lugar exigían conocer el nuevo danzón que la tía había anunciado. La vieja
prometió que la pieza se tocaría poco antes de la hora del grito, aunque ese año aquí no iba a haber,

—Vaya crueldad la de usted. Me imaginó la cara de la pobre.


—Se puso blanca, señora, pero pos yo no me tenté el corazón y le solté el complemento ―el resto de tu
Yon, lo puedes encontrar en el fondo del mar. Traidora.

—Qué poco sabe usted de amor ¿Imaginó siquiera cuál sería su reacción?

—Pos… Salió corriendo despavorida, se fue a la playa de aquí afuera. La seguí y como había luna llena,
pude ver cómo se sumía en el agua tal como estaba, con su vestidito negro y la cajita de terciopelo en la
mano. No se supo más de la Elpidia. Su cuerpo nunca fue hallado.

—Qué fuerte es todo lo que me cuenta. Estoy atónita. Oiga, ¿la yerbita mágica es beleño, verdad?

—¿Cómo lo supo?

—Mi padre era homeópata, el sabor me pareció conocido. Tenga cuidado, si se le pasa la mano lo va a
lamentar.

—Pos, ya qué,

Oiga, ¿qué hacen ellos y usted hoy acá?

—Es quince de septiembre, señora, pronto van a tocar el danzón de ésta. Lo harán dos veces seguidas
porque cuando esa noche la niña salió huyendo, para impedir que en el Victoria se armara más relajo la
tía pidió que se repitiera la primicia,

Dentro de poquito la orquesta anunciará que va a tocar el Cobija de Mar, pero no se vaya con la finta,
señora, ese danzón es el Elpidia. Estos dos vienen cada año acá a bailarlo y yo, pos la verdad vengo a
verlos, danzonean re bonito. Ya de paso aprovecho pa tomarme dos coctelitos como ese que trae usted
en la mano.

—Vaya cosa ¿Y usted, cómo se murió?

El dos de mayo de 1917 un infarto me mandó pal otro barrio. Desde entonces cada quince de septiembre
le caigo acá. Intento platicar con ellos, pero estos no hablan, ni conmigo ni con nadie.


—Sí, me doy cuenta. Oiga, ¿y cuándo le cambiaron el nombre al local?

—La tía se petateó en 1915. Ese mismo año llegó por acá un poeta de Tlacotalpan, se los sugirió a los
herederos y pos ellos aceptaron, ya sabe cómo somos los jarochos, pura imaginación. En México, bailar
equivale a morir y pos sí, estos dos aquí bailaron, aunque siendo justos, la verdad es que aún lo hacen.

Las notas de un exquisito danzón empezaron a sonar. La pareja de enamorados se levantó y sus
cuerpos pegados siguieron el compás de la música.

Los veía extasiada cuando unas fuertes zarandeadas me exigieron incorporar.

—Charo, Charito, ¿qué te pasa?, ¿estás bien, mana?, jijos, se te subieron las copas, tienes casi una
hora dormida sobre la mesa. No has bailado una sola pieza, nosotras no hemos parado, qué buen lugar
escogimos para venir, ándale, mujer, anímate, en un rato ya va a ser el grito.

Sonreí. En mi mano permanecían las hojas amarillas y las viejas fotos. Trastabillando logré levantarme y
fui hasta un ventanal que daba a la playa.

Había luna llena y no me fue difícil ver a Elpidia. La niña-mujer corría desaforada por la playa. En su
diestra llevaba una cajita envuelta en terciopelo rojo y mientras lloraba sangre usaba al mar de cobija.

Unos dedos masculinos no tan jóvenes tocaron mi hombro,

—¿Bailamos, señora?, este danzón es magnífico, ya lo interpretaron una vez, pero lo van a repetir, así
pasa en este lugar, cada quince de septiembre, antes del grito.

—Seguro, señor. ¿Sabe usted cómo se llama la pieza?

—Tiene un nombre muy poético, señora, Cobija de Mar, le encantará sin duda. Permítame su mano,
entrémosle al danzón a gusto.


Marzo, 2014

FRASES MEXICANO-INGLES

30 de Junio 2014
1. “¿Qué pedo?”


Literal translation: “What fart?”

What it actually means: “What’s up?”


2. “Culero.”


Literal translation: “Ass salesman.”

What it actually means: “Asshole.”


3. “¡Me vale madres!”


Literal translation: “I don’t care mothers!”

What it actually means: “I don’t give a fuck!”


4. ¿Qué onda?


Literally means: “What wave?”

What it actually means: “What’s up?”


5. “¡No mames!”


Literally means: “Don’t suck!”

What it actually means: “No fucking way!”


6. “¡Aguas!”


What it literally means in English: “Waters!”

What it actually means: “Be careful!”


7. “Estoy crudo.”


Literal translation: “I’m raw.”

What it actually means: “I’m hungover.”


8. “Te crees muy muy.”


Literal translation: “You think you’re very, very.”

What it actually means: “You think you’re a badass?”


9. “A la verga.”


Literal translation: “That penis over there.”

What it actually means: “Ahh shit.”


10. “Esta cañón.”


Literal translation: “It’s cannon.”

What it actually means: “It’s rough.”


11. “Eso que ni qué.”


Literal translation: “That that not what.”

What it actually means: “No doubt about it.”


12. “¿Dónde es la peda?”


Literal translation: “Where’s the fart?”

What it actually means: “Where’s the party?”


13. “Vales Verga.”


Literal translation: “You’re worth penis.”

What it actually means: “You’re worthless.”


14. “¿Tienes feria?”


Literal translation: “Do you have county fair?”

What it actually means: “Do you have money?”


15. “Ando bien pedo.”


Literal translation: “I am very fart.”

What it actually means: “I am very drunk.”


16. “¡Qué rollo con el hoyo!”


Literal translation: “What’s rolling with that hole?”

What it actually means: “What’s going on?”


17. “No tiene dos dedos de frente.”


Literally means: “He doesn’t have two fingers of forehead.”

What it actually means: “He’s not the sharpest tool in the shed.”


18. ¿Qué estás haciendo güey?


Literal translation: “What’s going on castrated bull?”

What it really means: “What going on bro?”


19. “Esas son mamadas.”


Literal translation: “That’s blowjobs.”

What it actually means: “That’s crazy.”


20. “¡Es un pendejo!”


Literal translation: “You’re a pubic hair.”

What it actually means: “You’re an idiot.”


21. “¡No manches!”


Literal translation: “Don’t stain!”

What it actually means: “Unbelievable!”


22. “Estoy grifo.”


Literal translation: “I am faucet.”

What it actually means: “I am high.”


23. “¡A huevo!”


Literal translation: “To egg!”

What it actually means: “Hell yeah!”


24. “¡Dale cabron!”


Literal translation: “C’mon big goat!”

What it actually means: “C’mon you bastard!”


25. “No hay pedo.”


Literal translation: “There’s no fart.”

What it actually means: “There’s no problem.”


ESPECTACULAR BODY PAINT

30 de Junio 2014

Body Art por Kim Joon

Kim Joon, uno de los más notables jóvenes del arte contemporáneo de Corea, creaimpresiones digitales que exploran los temas de la voluntad, la memoria y la juventud,usando la porcelana y los tatuajes, así como los medios digitales.

Tras haber consolidado una creciente presencia en el panorama artístico internacional, KimJoon Ha expuesto en todo el mundo, desde Pekín a Los Ángeles.


EN "LA TINTA Y LA IMAGEN", JOSÉ LUIS MARTINEZ PRESENTA A STEPHEN HAWKING

30 de Junio 2014

GATOS, GATOS EVERYWHERE

30 de Junio 2014
El fotógrafo Jason Houge lleva tiempo retratando una impresionante colonia de gatos ferales cerca de su casa rural, estas son algunas de ellas.


Muy lejos de ser las fotografías de “gatos LOL” tan viralizadas en la Red, las imágenes del fotógrafo Jason Houge, de Wisconsin, son de una realidad casi esotérica. Documentan una colonia de gatos ferales que viven cerca de la casa de campo del fotógrafo y cómo se relacionan con su entorno.

Nos hacen recordar que, por más que estemos acostumbrados a la domesticación de los gatos, estos tienen algo completamente alejado de lo “humano”. Una especie de sapiencia extra-humana, movida por instintos básicos y brujiles; baste ver a los gatos negros (que en la noche son todos pardos) en las ramas de ese árbol en la niebla.

Los gatos ferales se reproducen rampantemente, y Houge explica cómo eso se sale tanto de control: “Solo toma dos gatos y dos o tres años para llegar a un punto incontenible”, dice.

Las fotos están a la venta aquí, y las ganancias se usan para servicio médico y alimento de la colonia, que no cesa de reproducirse y enfermar. Es una buena acción si sientes empatía por los felinos.










viernes, 27 de junio de 2014

MUJERES MONSTRUOS

27 de Junio 2014
Mujeres monstruos, putas, brujas, insensibles, abortistas. Mujeres raras. Mujeres que causan extrañeza en sus círculos sociales. Mujeres que asustan. Pandoras, Liliths y Fresias, ¡uníos! Porque lo que no se conoce se teme.


Soy un monstruo, un símbolo difícil de descifrar ante los ojos que me observan desde la sociedad cartucha y cínica. Tengo más de treinta años y no tengo hijos porque no quiero, porque el objetivo de mi vida no está en ello. Me dedico a trabajar, a leer mucho, a perfeccionarme en mi profesión y a trabajar en mí crecimiento personal y mis planes para los próximos años son hacer un doctorado y vibrar mientras leo e investigo lo que me apasiona.

No tengo un vestido de novia en la cartera porque jamás me casaría. Me encanta mi sexualidad y la vivo plenamente. No me visto para atraer al sexo masculino, sino para sentirme cómoda y especialmente, evito la ropa que invite a los machistas de este país a mirarme como un bistec con patas en la calle… y si salgo con menos ropa, porque tengo mucho calor o porque simplemente me place hacerlo y alguien me dice un improperio en la calle, le respondo con un ladrido de vuelta, dejándolo en vergüenza frente a la demás gente.

Me masturbo a diestra y siniestra y descubro cada parte de mi cuerpo, porque soy la mejor amante de mí misma y en eso, nadie me supera. Cuando tengo sexo con otra persona, no dudo en pedir lo que quiero, en proponer lo que fantaseo o en pedir más. Utilizo mi sexualidad como una herramienta para auto realizarme, expresarme, conocerme y expandir mis alas sin que nada me amarre. En mí, no existe la pregunta ¿tienes condones? Porque tengo mis propios condones en mi cartera.

No dudaría en hacerme un aborto ni por un segundo, porque no voy a traer niños al mundo que no sean deseados. Me interesa más leer un libro que ponérmelo en la cabeza para caminar derecha. No ocupo zapatos con taco porque encuentro injusto deformar mis pies para que me consideren bonita. Soy un lío como pareja, principalmente porque no dudo en decir lo que no me gusta ni por un segundo y no me dejo en segundo plano por nadie. Me carga usar anticonceptivos porque lo encuentro injusto. Encuentro que la industria farmacéutica tiene cara de hombre, porque prefiere poner en riesgo los cuerpos femeninos que los masculinos.

Soy un monstruo peligroso, porque soy columnista de sexualidad y ocupo este espacio como lugar de lucha, en donde expongo mis ideas de libertad sexual femenina a toda voz, esperando contagiar a alguna que otra mujer a que se emancipe de las ideas sociales machistas de este país.

Soy un monstruo. Lo tengo claro, pero lo soy porque actúo de acuerdo a mí misma y no a lo que me enseñaron de chica. Lo soy, porque soy rara, extraña a las representaciones sociales de “ser mujer” y lo distinto es feo, asusta, da miedo… hace que los demás retrocedan, porque no lo entienden, porque es diferente, porque es nuevo y se sale de los parámetros del “debería ser” de esta sociedad.

Soy un monstruo y quiero que tú también lo seas. Quiero que quites la tela de tus ojos y que observes a tu alrededor. Que te des cuenta que vales más que tu capacidad de reproducción. Que tu objetivo debiera ser feliz, no tener hijos. Quiero que te preguntes a ti misma, ¿Qué es lo que quiero realmente?. Quiero que sepas utilizar un dildo y que no dependas de un hombre para tener un orgasmo. Quiero que conozcas tu cuerpo y tu clítoris y que seas tu mejor amante. Que no dudes mostrarte por completo en la sexualidad con otro. Que pidas y que hagas lo que desees sin miedo a ser considerada puta.

Mujeres monstruos, putas, brujas, insensibles, abortistas. Mujeres raras. Mujeres que causan extrañeza en sus círculos sociales. Mujeres que asustan. Pandoras, Liliths y Fresias, ¡uníos! Porque lo que no se conoce se teme. Es mejor causar temor o extrañeza, que un vil piropo.


'MESSI' de ALEX de la IGLESIA

27 de Junio 2014
Leo Messi es -probablemente- el mejor jugador de fútbol en activo, por lo que no cuesta entender que el mundo del cine se haya interesado en su figura. Hace ya unos meses supimos que Álex de la Iglesia iba a rodar un documental ficcionado centrado en el jugador del F.C. Barcelona y ahora, aprovechando que hoy ha marcado dos goles en el encuentro entre Argentina y Nigeria, se ha lanzado al tráiler de 'Messi'.


El extenso tráiler -tres minutazos dura- ya nos deja ver cuáles serán las señas de identidad de 'Messi', donde se mezclarán entrevistas -en el avance podemos ver a Iniesta o a Piqué, compañeros suyos en el equipo catalán-, imágenes reales y la recreación con actores de momentos clave en la vida del astro argentino. Una opción tan comprensible como peculiar, pero viendo el avance no puedo decir que tenga muy buena pinta.


Aún no se sabe cuándo se estrenará 'Messi', pero lo que sí es seguro es que llegará más tarde que el documental sobre Cristiano Ronaldo, pues quien quiera verlo ya puede hacerlo previo pago en Vimeo. Yo no podría tener menos interés, pero el hecho de estar narrado por Benedict Cumberbatch hace que al menos sienta cierta curiosidad.


DE PUTOS, EDECANES Y MACHOS ALFA

27 de Junio 2014
México sigue siendo un nutrido caldo de cultivo para la discriminación, el machismo con disfraz de "Alfa" y la cosificadora industria de las edecanes.


Ya hemos leído, escuchado, escrito y hablado suficiente sobre el tema -espero-, y no queda gran cosa que añadir -ja, not-, fuera de mi sorpresa al ver que una de las últimas grandes, masificadas y tan necesarias discusiones sobre discriminación, lenguaje y roles de género, vino de donde nunca me lo hubiera esperado: el mismísimo fútbol.

(No me odie, lector, fue inevitable)

Sí me da gusto, mucho, porque probablemente es una de las muy pocas maneras en las que, en México, estos temas se puedan profundizar de manera masiva, así es la cosa, ni modo, o se asume o se le busca una variedad de chaquetas mentales para sentirnos mejor. Siempre he preferido el dolor de la verdad a los anestésicos pasajeros; siempre he preferido, tal vez como fruto de una carrera de psicología, el dolor de la aceptación de la neurósis como único camino a mejorar que las ganancias secundarias que la neurosis misma brinda mientras va carcomiendo y destruyendo poco a poco todo alrededor.

Sí, el “puto” tiene su raíz básica en una intención de dañar al hombre homosexual o al que asociamos con comportamientos que lamentablemente llamamos “femeninos”, como eufemismo de lo no deseable en un hombre, mucho menos en lo que asumimos y representamos como un gran “Alfa”, otra tragicomedia del absurdo que vendrá más adelante en este texto. Sí, también el “puto” es contextualizado y resignificado de muchas maneras, en la sociedad mexicana, como un insulto o una expresión de enojo que nada tiene que ver con la homosexualidad. Dos realidades, de tantas que puede tener una palabra, concepto o situación al encontrarse en diferentes discursos. “Insulto al fin y al cabo”, sí. Todos insultamos, todos nos enojamos, todos despotricamos y así como hay palabras para los poetas y para nombrar lo más hermoso y fantástico del universo, también hay palabras para mandar a chingar a su reputérrima madre a quien nos tiene hasta los putos jodidos huevos. Y no está bien, no está mal, es. Las palabras son, y ya.

Será entonces que lo interesante está en nuestras representaciones mentales, en lo que está ahí, dentro de todos nosotros, eso anterior a las palabras, en lo individual y en lo colectivo, en el juego que se da entre estos dos, en su retroalimentación, en ese hacerse el uno al otro en todo momento.

Dejémonos de paliativos, entonces: la cultura y sociedad mexicana son un nutrido caldo de cultivo para la discriminación, el racismo disfrazado de clasismo, el clasismo en sí, el prejuicio contra lo “diferente”, la sociopatía de hundir al otro o pasar sobre él en vez de sobresalir por aquel lento y sano camino de los talentos o trabajo propios, el “nacionalismo” y nuestra celebrada “picardía” como justificaciones del diario andar, o para este caso, desandar.

¿Que importan las palabras en sí, esos vehículos, cuando el piloto es lo que está podrido? Desgraciadamente, para todos, homosexuales, heterosexuales, ricos, pobres, “locos”, “sanos”, delincuentes y ciudadanos honorables por igual, nuestro entorno, lo que han creado los que estuvieron antes y nos dejaron como legado, y lo que nosotros aceptamos y fomentemos como tal, es la plaga en sí. Afortunadamente, para todos también, la historia y la cultura no son estáticas: pequeños cambios, que normalmente son recibidos con fuerte resistencia del establecimiento, se pueden dar y pueden llenarse de poder.

El fan holandés mundialista que dice “no soportará los insultos de la porra mexicana”, tiene toda la razón y derecho, fueron y serán recibidos con un culturalmente estático, mexicanísimo y rezagado “pues qué putos, ni aguantan nada”. Está bien, porque eso es parte de una gran parte de la sociedad mexicana, eso es, es lo que hay. La mejor manera de atacar este rezago, esta idiotez invisible, esta nuestra burbuja en la que vivimos, es exhibirla. Que se exhiba en todo su gran absurdo con el que todavía se da el lujo de engalanar y llenar de brillos y lentejuelas, que se vea en su grotesco esplendor, que se visibilice reina y rey de un territorio anacrónico, que se empequeñece día a día, infértil. Sí, que duela, que nos deje pensando, que nos mueva de lugar, que nos deje ver nuestros propios patrones patológicos para poder hacer algo con ellos y que alguien más nos sirva como espejo, porque si algo mágico tiene la neurósis, tanto la individual como la colectiva, es hacernos creer que nuestra pequeña burbuja, nuestra pequeña cajita fuera de la que no podemos pensar, es lo único que existe, lo único que puede existir, por lo tanto natural, por lo tanto bueno, porque así debe de ser, porque no hay de otra. Sorpresa, en estos temas, siempre hay “de otra”, de hecho, “de muchas”.

Ahora, esta terrible confusión entre “usar groserías”, “ofender” e insultar al otro con la clara, explícita y manifiesta intención de violentarlo, esto ya se me hace medio de hueva ¿no? si hay gente que no le agarra, tampoco puede andar uno llevándolos de la manita pa todos lados, chingao.


Hagan sus palomitas y acompáñemonos en el gran espectáculo del grotesco cotidiano inconsciente, ahora con modalidad señalatoria visibilizadora con intenciones teleológicas de formar una cultura de aceptación, igualdad y consciencia auténtica. ¿No quiere? ¿no le gusta? ¿le ofende que se le señale mientras violenta con toda intención a otro, creyendo ser todo un “loquillo” y un “pícaro mexicano”?, pues: es lo que hay.


ALFAGEEKS ILUMINADORES Y CUERPAZOS QR

No muy alejado del tema, viene el escándalo de ayer en cierta conferencia-plática en Campus Party. Este evento siempre se había distinguido por ser una de las puntas de tecnología y pensamiento avanzado en México. Programadores, autores y celebridades de tecnología, nuevas empresas y geeks en general se reúnen para buscar nuevos caminos en un México todavía ajeno a los actuales desarrollos en otras partes del mundo. Se encuentra desde un nuevo software o revolucionaria aplicación hasta las “nuevas” maneras de entender una “empresa” o el “trabajo” mismo. Hablamos acerca de gente que está poniendo su grano de arena para revolucionar tecnológica y culturalmente a México y al mundo.

¿Qué coñazo pasó entonces con la plática “Hackeando al sexo femenino” y con una edecán con publicidad en las nalgas?

Cale usted el video, cale usted la galería que le regalo después de estar viendo, atónito, el desarrollo de esto en las redes sociales:


*El video original de Youtube fue bajado, afortunadamente, el buen @CristianViera lo tenía y lo subió a Vimeo para que todos comprendamos qué no se debe hacer en Campus Party… o en la vida.


“Hasta que se deje dar tallones”

¿Polo Polo en un show en el que ya sabes a lo que vas? ¡No, Campus Party, baby!






Yo sé que se me van las tildes de repente y que mi redacción de frases largas no es del agrado de muchos, pero después de leer lo que hay en estas fotos, no saben lo bien que me siento.

¿Escándalo? sí, ¿Sorpresa? not. Regresemos a lo anterior y los invito a corear conmigo un cansadísimo “Estamos en México”. Esto, lectores y lectoras, si recuerdan lo anteriormente escrito, no tiene que ver con un conformismo y mucho menos con un “¿Entonces qué? ¿no hacemos nada?”, no, todo lo contrario. Puede usted también interpretarlo como un condescendiente, separatista y elitista mame de mi parte, usted escoja, si quiere evitarse las ojeadas a la realidad, su anestésico de preferencia.

Tal vez esté usted pensando “¡Es una barbaridad! ¿cómo es posible?” y sí, concuerdo con usted, pero lo invito a buscar en Twitter el hashtag #CPMX5 para ver cómo reaccionan ante esto tantas presonas, sí, muchísimas indignadas, pero, fíjese bien en la otra parte, que bien podría ser mayoría, que empieza opinando que “ni que fuera para tanto”, que “se alivianen, seguro han de ser feministas” y terminan en cosas como “Pinche vaginoarenosa, ya bájale, cállate y vete a dormir”; cualquier coincidencia con el “Cállate y ponte a trabajar” por parte de nuestros ajustados, productivos y trabajadores mexicanos silenciosos, y tan criticado por mí -sí, hasta el cansancio, ya sé, no hay de otra-, no es mera coincidencia, o ya usted decidirá hasta qué altura del cogote tenemos metida como “normal”, y fomentamos, la tradición de silenciar lo inconveniente para el status quo.

Pero no se enoje, mire, tome un gran meme mundialista:


Así llegamos a este discurso tan común en la actualidad, el del macho “Alfa” dominante, penetrador, agresivo, encantador en su manipulación, competitivo, condescendiente con la “estupidez y superficialidad natural” de la mujer, un gran hombre que cree saber qué es “lo que quieren las mujeres”, que debe enseñar a los betas de su manada cómo ser como él, al mismo tiempo dejándolos en su lugar como inferiores, no vayan a querer tomar las riendas de la manada y quitarle el trono ilusorio, esa alucinación grupal.

La celebración de la competencia por la competencia, tener la razón por tenerla, mostrarse por mostrarse, creer ser “deseable” e incluso evolutivamente superior gracias a esto, todas esas y tantas más, las ilusiones con las que el cavernícola de hoy piensa estar ajustándose a la selección social y hasta a la natural. Así, Darwin se nos revuelve en la tumba mientras el “Alfa” lleva su día a día pensando que es importante para la humanidad o para la vida diaria si sus poderosos genes -según sus criterios- son los que van a perpetuarse -según su extraña interpretación de la evolución biológica estirada a huevo hacia la ética y lo sociocultural (?!)- gracias a que estuvo toda su efímera vida buscando agresivamente la confrontación de sus cotidianas banalidades o siendo parte de la lamentablemente aceptada cultura del acoso sexual o evangelizando rompebolísticamente a los demás creyendo saber qué es lo “bueno para todos” y convirtiéndose en un hitlercito o yendo al “pelódromo” para unos “privados” con los “betas” de la oficina o acumulando a lo pendejo más dinero en el banco del que tres generaciones pueden usar o dedicar la vida a ponerse mamadín y estar a la moda porque YOLO o simplemente, tristemente, lastimeramente, dar, aceptar, fomentar y hasta justificar pláticas como “Hackeando al sexo femenino”. Madre hay que tener. Geeks hackers alfas, acosadores, machos, ligadores y con tendencias a lo docente… así la cosa. Como suele pasar en este congal, a veces, lo mejor es reírse. Es otra manera de hacer visible la imbecilidad que tan premiada es hoy en día, la ajena, y en el mejor de los casos, la propia, la compartida.

Así nuestro nivelazo de análisis, reflexión, discurso y aceptación de lo “normal”, de lo que es así porque así es y así debe de ser.


Si bien concuerdo con una crítica de que es estúpido criticar la sexualización y cosificación promoviendo la foto de la edecán, también creo que ilustrar la situación es importante. No es como que haya aquí una galería de fotos de la edecán o de otras, no nos radicalicemos ni nos perdamos en falacias de supuesta incoherencia, el contenido es el contexto, que creo que es el que da la lectura correcta.

La edecán… ah, la edecán. No sólo es la idea de ponerle publicidad sobre, y exclusivamente en, nalgas y tetas, también lo que imagino debió haber sido interpretado por publicistas creadores y personas que le dieron luz verde a esto como “magnífica idea”, por lo menos, lo suficientemente maravillosa como para echarla a andar: poner un código QR, que debe ser escaneado, de cerca, con la cámara de tu celular, en las nalgas de una muy nalgona edecán con cuerpazo y entallado vestido blanco con tela que parece capa de harina.

¿Moralidades? ninguna, que ella y todas las mujeres se vistan como se les dé la gana y hagan de su cuerpo lo que se les dé la gana, pero es muy fácil y muy tentador desviarse hacia el tema de la chica, que si fue su decisión, que si fue su libertad, que no fue sometida y que es su rollo, que no necesita ni defensores, ni críticos. Sí, en efecto, es su “libertad” y es su rollo, este tema es lo de menos y hablar de personas en vez de hablar de ideas o fenómenos siempre es un error, siempre lleva a salirse de órbita y alejarse del centro de gravedad del tema: ya el hecho de que exista una industria que sexualiza un objeto o servicio de consumo a través de una mujer que cumple los parámetros comerciales estéticos de belleza, cosificándola e hipersexualizándola en el proceso, es una jodidez, esa es la jodidez. Poner un código QR en un par de bonitas y abultadas nalgas es la cereza del pastel, no puedo hacer otra cosa más que aplaudir a quien se le haya ocurrido esto, hay que tener algo especial y mexicanísimo (o gringísimo, ya no se sabe cuál es cuál) en la mente para salir con estas mamarrachadas y hacerlas realidad.


Remember?

Caigamos un poco en la tentación, la carne es débil, la mente más: Sí, la chica quiso; sí, ella aceptó ese trabajo; Sí, es su libertad. Claro, esa “libertad” que se tiene cuando vives sumido en una economía tercermundista como la mexicana, tienes buen cuerpo, estás guapa y no tienes otras oportunidades al momento o ¡sí las tienes y simplemente no las quieres! ¡Existe toda una industria que estará ahí para apoyarte incondicional y desinteresadamente, baby! y existe toda una cultura con demanda de hipersexualización -y tantas otras aspiraciones inculcadas por mamá TV- que estará ahí para tomarte fotos, verte lascivamente con justificación (“para eso está, eso quiso, eso aceptó y es su libertad”) que resultará en un cheque dos meses después, si es que te pagan, normalmente con ningún tipo de prestaciones o regulaciones por parte de la ley. A esto le llamamos “libertad” ahora, a poder escoger entre no pagar la renta, o medicinas, o mantener una familia y tener que aceptar la cosificación y la hipersexualización. “Libertad”, “democracia”, “El trabajo es el trabajo”, ah, tantas y tantas maneras de sobarnos prepucios y clítoris mentales para no voltear a ver el abismo cultural, consumista, sexista, racista, clasista, manipulador, violento y lleno de tentáculos de poder que está bajo toda esta endeble tablita de palabrerías vacías que creemos que nos soporta y soportará por siempre.

Si tienen amigas edecanes, o lo son, o lo han sido, sabrán el gustazo que da ser objeto de miradas, fotos, insinuaciones y piropos de machos “Alfa”, sobrios o borrachos, cibergeeks o ignorantes de la tecnología, para poder pagar la renta o el hospital de la mamá, papá o chamacos. Pero, en fin, podremos ver un nivel de “análisis”, de “discusión” y “argumentativo” -cheque usted mis poderes de profeta- del tipo “Eso les pasa por no estudiar”, “Que se busquen un trabajo de verdad”, “Les gusta, son exhibicionistas”, “Les gusta, son medio putonas” y otras muestras más del nivel de análisis y discusión de nuestro México mágico, picarón, buenaondita, despreocupado, de gente con sangre caliente, bailadora, chambeadora, soñadora, ensoñada, que busca ligar chicas cosificadas como edecanes mediante un curso de hackeo al sexo femenino por parte de machos “Alfa”.

Así el pedo.

Es lo que hay. Eso no significa que es lo único que hay, ni lo único que puede haber.

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