ELISEO ALBERTO: VIVAN LOS POETAS
“Dios bendiga a los poetas”
Eliseo Alberto habla como si estuviera diciendo un poema:
“De entre narradores, dramaturgos y ensayistas, los poetas son los primeros.”
Lo dice él, que ganó en 1988 el premio Alfaguara con su novela Caracol Beach.
“Los dictadores odian a los poetas porque son los seres más lúcidos que existen; ven lo que otros no ven; si miran unos zapatos, saben los caminos que han andado, hasta la vaca de donde provienen esos zapatos.”
Los treinta (o veinticinco) que somos escuchamos arrobados. Se trata de la clase “Carpintería de la narración” que nos imparte en la Escuela Dinámica de Escritores. La primera clase con él.
“Sin embargo, todos los poetas son pobres: de la poesía no vive nadie. Si los dictadores fueran inteligentes les comprarían 50 mil ejemplares de sus libros.
….Deberíamos rendir homenaje a los poetas, a los buenos y a los malos. Tendríamos todos que decir, al verlos pasar, “ahí va el mejor de nosotros”; y levantarles una estatua, de tamaño natural, y de preferencia, desnudos, para que los valoren.”
Uno lo escucha hablar y sabe, porque así es la vehemencia con que lo dice, o porque ha leído en las entrevistas que le han hecho, que cuando habla de los poetas también habla de su padre, el gran Eliseo Diego, el cubano. Uno oye sus palabras y piensa que quizás, cuando habla de dictadores se refiere a algunos de Cuba; aunque haya dicho: “Yo he sido muy crítico con Fidel y con el gobierno de mi país. Yo, además, he recibido numerosas críticas de parte del gobierno cubano, críticas hasta insultantes, pero yo no escribiré nunca nada que le haga daño a Cuba. Antes de eso, mejor me corto la lengua y los brazos... A mí me gusta decir, y estoy dispuesto a demostrarlo, que nadie ama más a Cuba que yo. La pueden amar como yo muchos, millones, no digo que no, pero más no, más no... porque eso es humanamente imposible...”[1]
“Si quieren escribir una buena novela, lean a los poetas de su generación. Léanlos. Un poeta no es más que una mirada. Lean a los poetas. Contamínense, úsenlos, ensúciense de los poetas. Los poetas van por delante: Dios los bendiga.”
“Cuando llegué a tu edad…”
Era una clase de narrativa, pero durante hora y media nos habló de poemas y de poetas, especialmente cubanos. Citó fragmentos de memoria, contó anécdotas:
“Raúl Rivero es un poeta que está preso, el escribió: “La gente que yo quiero no envejece…” / “Cuando llegué a tu edad no estabas, cuando llegues a la mía ya me habré ido…”
“Lezama Lima era gordo, enorme, en los últimos años no salía de su casa; cuando cayó enfermo y quisieron llevarlo al hospital, no cupo por la puerta: lo sacaron por la ventana como si fuera un piano…”
“Virgilio Piñeira era flaco, muy flaco. Un día mi padre y yo no lo encontramos en la playa y decidimos seguirlo para saludarlo, al ir detrás de él nos dimos cuenta que era tan flaco, que no dejaba huellas en la arena… “
Amaba mucho a su padre. “Lo admiraba”. Nos dijo, con la voz encaramada en la emoción, el epitafio de la tumba del poeta. Nos refirió la reacción de Eliseo Diego ante la primera novela del hijo. Seguíamos escuchando y entendiendo, por cada una de sus frases, las razones del libro “Informe contra mí mismo”, en el que narra cómo la Seguridad del Estado cubano le pidió que hiciera un informe contra su propia familia.
La conquista de la imaginación
Nos explicó como la narrativa actual está muy influenciada por el cine. Nos contó que había hecho guiones para películas, algunos junto con Gabriel García Márquez (Contigo en la distancia, Cartas del parque). Nos dijo que Gabo admiraba mucho a un escritor cubano de radionovelas llamado Félix B. Caignet, quien le dio al escritor colombiano algunos consejos importantes:
“En cada párrafo tiene que pasar algo, porque a la gente le gustan que le cuenten cuentos”
“El orden que hay que seguir para la redacción de una oración es: sujeto, verbo, objeto directo, objeto indirecto y objeto circunstancial. Primero los circunstanciales más cortos…”
Eliseo Alberto es también narrador oral. Nos contó la historia del concurso que las autoridades de un penal del D.F. organizaron: de poesía, al ganador se le condonarían algunos años de prisión. En el concurso estaba involucrado un secretario de gobierno, gran lector. “Sombras tras las rejas” fue la obra ganadora. Al señor secretario le gustó, decidieron publicar el libro y dar el premio al ganador. Cuando mandaron a transcribir la obra (el poemario estaba escrito a mano, pues en la cárcel se escribe así) el transcriptor (buen lector de poesía) se dio cuenta de que los poemas estaban compuestos por los mismos versos, en distinto orden, del poeta cubano Eliseo Diego.
No crean eso de que la imaginación no tiene límites. La conquista de la imaginación se encuentra con sus propios límites.
Ya para terminar les digo: no se puede contar la historia de alguien a quien no se conoce…
Terminó la clase, antes de irse nos anotó en el pizarrón su dirección de correo electrónico y hasta su teléfono. Eliseo Alberto es sencillo, es grande, es narrador… habla como si estuviera diciendo un poema, un poema de su padre:
COMIENZA UN LUNES
La eternidad por fin comienza un lunes
y el día siguiente apenas tiene nombre
y el otro es el oscuro, al abolido.
Y en él se apagan todos los murmullos
y aquel rostro que amábamos se esfuma
y en vano es ya la espera, nadie viene.
La eternidad ignora las costumbres,
le da lo mismo rojo que azul tierno,
se inclina al gris, al humo, a la ceniza.
Nombre y fecha tú grabas en un mármol,
los roza displicente con el hombro,
ni un montoncillo de amargura deja.
Y sin embargo, ves, me aferro al lunes
y al día siguiente doy el nombre tuyo
y con la punta del cigarro escribo
en plena oscuridad: aquí he vivido.
Eliseo Diego
[1] Contreras Gabriel. Nadie ama más a cuba que Eliseo Alberto. Entrevista. http://groups.msn.com/LiteraturaCubanaenelExilio/eliseoalberto.msnw
Tomado sin autorización del BLOG DE ENRIQUE LEPE
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