Querida Jennie (Regina):
Terminé de leer Espejo de mareas. No sé si hay una deliberada arquitectura poética, pero me parece que a este Espejo que nos mira hay que mirarle sus dos caras, su anverso y su reverso:
El mundo como constante incitación de los sentidos; el mundo-continente.
Las imágenes como fuente de inspiración y de reflexión: demostración de que la imaginación y el intelecto pueden converger en una unión bien avenida.
El tuteo como confesión y como interpelación exigente, imperativa.
La memoria –a veces alegre, a veces adolorida- como huella y testimonio.
Las palabras que amasas, dominas y haces tuyas y las palabras ante las cuales te rindes y te callas: voz que conquista, voz sometida.
Los ritmos que hipnotizan el oído (¿hay tal cosa?) hasta rematar en versos-acordes contundentes y que, a la vez, invitan a un nuevo recorrido.
Muchas felicidades, Jennie. Sé que recogerás los aplausos merecidos.
Sandy Bucay
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