POESÍA, ¿PARA QUÉ?
Una pregunta que cualquiera merece hacerse, sin embargo
muy pocos pueden contestar:
“La poesía no es, en sí misma, un género literario sino "un estado de gracia"
POESÍA, ¿PARA QUÉ?
Victoria Dana
Si alguien me preguntara en este momento para qué sirve la poesía, no sería capaz de ofrecer una respuesta concreta. La poesía no disminuye la violencia, no es una solución a la pobreza, no cura ninguna enfermedad… Aunque, si enseñamos a los niños a amarla, disminuiría la violencia; quizás podría curar a un alma depresiva. No sé si mitigue la carencia material pero, sin duda, disminuye la pobreza del alma. ¿Sirve la poesía? Sólo para aquél que está dispuesto a arriesgarse: rascar en las profundidades de su inconsciente hasta abrir un hueco, verse por dentro, dejarse ver, desnudarse. Escribir poesía es un reto. Cada palabra, cada signo, la forma en que están dispuestas las frases, todo tiene un sentido distinto: otro tiempo, otra dimensión que va más allá de lo cotidiano para internarse en lo más profundo como un rayo, luz de fuego. Es el espejo.
¿Y quién quiere verse reflejado en el espejo de aumento que es la poesía?
En Espejo de Mareas, Regina Kalach nos propone acompañarla en esta búsqueda de sí misma donde acabaremos por encontrarnos también nosotros. Después de disfrutar su poesía como si pudiera olerla y degustarla, me lleno de imágenes nuevas, frescas, plenas de color. Con cada palabra, Regina es capaz de conmoverme, de tocarme con sus manos-alas de ángel, de hablarme al oído. Aquí, entrecortados, algunos fragmentos:
Un mar de nada. No escuchas tu latido, ni el del cosmos.
Empiezan a ondular las voces. Suaves pulsaciones anegan en tu vientre.
Hoy no puedes, el dolor te estorba. Tus entrañas heridas. La somnolencia de sueños dentro del sueño, visiones que no se recuperan…Vuelve el mal. Viene de raíz de la enorme raíz que te ha parido, después se va. Permanece la huella y una dulce sensación. La escasa reminiscencia de la llaga, su ancestro, un anciano que vaga en torno tuyo.
Con mano suave y certera desentierras huesos, sellos, piedras, sus pulsos te dictan el nombre de lo hallado, lo que amaste, lo que alguna vez fue tuyo. Acaricias con las yemas de tus dedos, infalibles guardianes de memorias.
No eres paciente. Tendrías que saber esperar; hacer antesala como forma de vida; tu oficio, tu condena. Esperar siempre a que llegue el Mesías, a que se abran las aguas, a que llueva, a que deje de llover, a que el cielo se vuelva más azul y bajen los ángeles para poner acentos en tu vida.
Tus párpados se cierran. Te dejas llevar por el azar; inventas la plegaria; clamas al viento con fervor. Te llenas de silencio.
Has entrado a un tiempo sin tiempo.
Tiendes las palabras al sol, sobre tenso cordón de papel. Renglones con cifras erguidas, colgantes. Las palabras se orean al viento, adquieren de la brisa los aromas, las cadencias. Musitan en tu oído su secreto. Lo olvidas, como el sueño.
¿Y entonces, para qué la poesía? ¿Sirve para algo? Y Regina, desde sus adentros, nos responde:
Para expresar con palabras la intensidad y el susto, cualquier requiebro del dolor y sus alivios; lo efímero y siempre el deseo de lo eterno.
La presentación de Espejo de mareas, por su autora, Regina Kalach, será el 13 de Octubre en
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