JOSÉ EMILIO PACHECO
Dos poemas de este gran poeta mexicano. Disfruten. En las cosas más simples y en las más inusitadas se puede econtrar poesía...también en las cosas simples que se convierten en inusitadas.
Fruto de Piedra
Mudez de la ostra
en el silencio subacuático.
Arena y sal
por la boca que filtra todo.
Cerrazón a la luz, empecinamiento.
La ostra quiere ser ostra y quedarse pegada
a su congregación casi de piedra.
Pétrea se ve la grisura,
la consistencia calcárea
que la envuelve y le da sentido
-pero también la aprisiona.
La ostra vive entre sueños de agua
y cosas invisibles al ojo humano.
Medita a ciegas en el absurdo en que se encuentra
en nacer, vivir, secretar
durante muchos años su casa tumba.
Y luego ser arrancada
para durar un instante
entre las fauces del infierno,
es decir , las nuestras.
En el fondo
En los cuartos del fondo
hay algo que recuerda un viejo barco.
Puede ser el olor del combustible
o los tubos de Julio Verne.
El Nautilus
hundido en el mar muerto de la ciudad.
En sus entrañas
un sótano al que anega otro pasado
y es submarino y subterráneo.
Así, no fue tan grande la sorpresa
de ver a la sirena contemplando
su desnudez perfecta ante el espejo.
Agua era el aire o cosa parecida.
Le hablé y me contestó en su lengua de olas.
En su cara leí qué me decía.
Al abrazarla me hice mar con ella.
Ahora qeu me dejó, me hundo en el fondo.
Entre tanto naufragio me vuelvo arena.
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