Tocan rock contra violencia
Macario
grabó el CD a lo largo de cuatro días en una hacienda del siglo 17 en Dolores
Hidalgo, Guanajuato
Por Julieta Riveroll REFORMA Ciudad de México (22 octubre 2012)
No son una
banda de denuncia ni tampoco activistas, pero la realidad se impuso y permeó
las nueve rolas del primer disco de Macario y la explanada de la Estela de Luz,
el monumento erigido por el mismo Gobierno que emprendió la guerra contra el
narco con un saldo de más de 60 mil muertos, fue el escenario elegido para
interpretarlo.
"Tres
ejecuciones, dos secuestros y una violación...Estamos hartos de esta
situación", dice la letra de Don Lucio en voz del cantante Claudio
Pezzotti, acompañado en la batería por Rodrigo Vázquez, en la guitarra por Iker
Moranchel y en el bajo por Federico Quintana, los cuatro integrantes del grupo
de rock nacido hace cuatro años.
Pezzotti
asocia el surgimiento de Macario con los atentados con granadas en Morelia la
noche del 15 de septiembre de 2008 durante la ceremonia del Grito de
Independencia porque no era posible guardar silencio frente a estos hechos.
Vinculada desde su origen a la violencia que vive el País, la banda se pregunta
si de superarse este gran problema acabará sin chamba.
"Es más
sencillo voltear la cara que recordarle a la gente que estamos del carajo, que
esto se ha convertido en una carnicería", dice Moranchel consciente del
mensaje que quieren transmitir, un mensaje en el que también tiene cabida la
esperanza, el cambio, como cuando cantan "¡Busquemos todos la
solución!" o "La paz es un susurro que suena ya, pues hoy me paro de
frente a la libertad".
En
su primera producción discográfica, Macario hace un cover de José Pérez León,
canción de Los Tigres del Norte que habla sobre un campesino de Nuevo León que
arriesgó su vida por cruzar del otro lado, incluye como bonus track una
bendición en zapoteco cantada por Susana Harp y en la rola titulada Línea
Federal musicaliza un poema de José Gordon:
"Nunca
jamás / tercamente / nunca jamás / a pesar de todo/ nunca jamás / aunque la
violencia se repita / nunca jamás / en medio de la densa obscuridad / nunca
jamás / porque nos negamos a la barbarie / nunca jamás / porque hay que
pararnos frente a la libertad / porque el nunca jamás enfrenta al miedo con la
luz de la fraternidad".
Macario
grabó el CD a lo largo de cuatro días en una hacienda del siglo 17 en Dolores
Hidalgo, Guanajuato, que pertenece a la familia del rockero Billy Lesser y que
conserva en algunos de sus muros playeras de conciertos memorables como el que
dio Led Zeppelin en los años 70.
"Fue un
reto hacer el disco con techos muy altos y unos domos que acústicamente eran
una pesadilla, pero tenía otros espacios muy amigables para el sonido. En la
troje, sin luz y llena de guano por todos lados, grabamos las guitarras y los
coros en plena madrugada. Capturamos los ambientes, por eso oyes perros y
grillos", comenta el guitarrista.
El nombre de
la banda proviene del título de un grabado sobre la negritud y de la película
mexicana dirigida por Roberto Gavaldón en 1959, basada en la novela de Bruno
Traven, donde un campesino hace un pacto con la muerte.
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