Paul
Auster reivindica disfrutar de su poesía
MILENIO.CULTURA •
OCTUBRE 2012 –
Paul Auster se adentró
en la literatura a través de la poesía con tan solo nueve años, cuando empezó a
componer unos versos "atroces" pero con los que aprendió
"a
disfrutar de escribir".
Pese a que
el éxito le llegó gracias a novelas como las que integran "La Trilogía de
Nueva York", Paul Auster se adentró en la
literatura a través de la poesía con tan solo nueve años, cuando empezó a
componer unos versos "atroces" pero con los que aprendió "a
disfrutar de escribir".
"Cuando
tenía ocho años mi madre me dio un montón de libros de Robert Louis Stevenson,
pero sus historias y novelas eran demasiado complejas para mí", recuerda
el escritor estadounidense durante una entrevista con Efe en su casa del barrio
neoyorquino de Brooklyn, escenario de múltiples de sus narraciones.
Sin embargo,
entre esos libros descubrió "A Child's Garden of Verses", escrito
desde el punto de vista de un niño y que le marcó al convertirse en el primer
libro de poesía que leyó, detalla con una memoria inquebrantable mientras da
otra calada a uno de sus interminables puritos.
"Quise
hacer algo parecido y aunque mis poemas eran absolutamente atroces, lo más malo
que cualquiera pueda llegar a hacer, con ellos descubrí el placer de escribir,
el sentimiento que me produjo fue de estar conectado con el mundo de una forma
en la que no lo estaba cuando no escribía", explica.
Poco a poco
fue desarrollando el estilo que plasmaría a los veinte años en poemarios como
"Radios" (1970), "Exhumación" (1970-1972), "Escritura
Mural" (1971-1975) o "Aceptando las consecuencias" (1978-1979),
en los que ya están presentes temáticas tan "austerianas" como el
azar, el lenguaje o los muros tanto interiores como exteriores.
"Traté
de trabajar con lo mínimo posible, me hice una demanda espiritual a mí mismo de
eliminar todo lo que pudiera. En ellos no hay automóviles, no hay teléfonos, no
hay aviones, no hay nada que tenga que ver con la vida contemporánea. Son todo
paisajes y estados internos", relata.
Ahora su
"Poesía completa" ha sido reunida por primera vez en español por la
editorial Seix Barral, en una edición bilingüe con traducción y prólogo de
Jordi Ponce que trata de dar a conocer una de las facetas menos conocidas de
Auster, también novelista, traductor, guionista e incluso director de cine.
"Puede
ser lo mejor que he escrito. Hay algo tan puro en estos poemas cuando los miro
ahora... Realmente son el producto de un esfuerzo supremo de articular cosas
que no pueden ser articuladas", dice el autor, quien reconoce que el paso
del tiempo le ha permitido "mirarlos con una cierta distancia".
No ocurre lo
mismo con sus celebradas novelas, como "La ciudad de cristal" (1985),
que integra junto a "Fantasmas" (1986) y "La habitación
cerrada" (1986) su reconocida trilogía de Nueva York, de las que afirma
que le producen "un sentimiento de asco y decepción, incluso horror".
Pese a ello,
Auster, nacido en Newark (Nueva Jersey) el 3 de febrero de 1947 en el seno de
una familia judía de origen centroeuropeo, dejó de escribir poesía hacia los
treinta años al sentir "como si hubiera explorado ese territorio y no
pudiera encontrar nada más en él".
Habría de
pasar todo un año hasta que volviera a tomar el bolígrafo inspirado por un
espectáculo de danza, pero esta vez abandonando para siempre la poesía y
volcándose en las novelas que no había logrado completar durante su
adolescencia, cuando escribió cientos de páginas sin terminar un solo libro.
Y si bien
ahora su creación es distinta a entonces, el "acercamiento es igual",
puesto que a su juicio "todo está en la música".
"Hay un
ritmo en una frase, en un párrafo y en un libro. Creo que cada vez que he
empezado a escribir he escuchado esta música en mi cabeza, sabía cómo quería
sonar, no sabía cómo alcanzarlo pero tenía esta cadencia, ritmo, melodía
...", afirma.
Para plasmar
mejor esa "música", el estadounidense escribe siempre sobre papel
para pasar después sus manuscritos a máquina - "escribí, recuerda, un par
de guiones en el ordenador y lo odié"-, y también prefiere el papel en
lugar de la pantalla de un lector electrónico para leer.
"¿Por
qué querría alguien leer poesía en una pantalla?", se pregunta mientras se
acerca el libro de su "Poesía completa", inspirando profundamente con
los ojos cerrados. Y bromea: "Además lo puedes poner en la estantería,
sirve para la decoración de interiores".
El escritor,
Premio Príncipe de Asturias de las Letras (2006), un galardón que este año
recae sobre el también estadounidense y residente en Nueva York Philip Roth,
también toma partido en la batalla política que se libra el próximo 6 de
noviembre en las elecciones presidenciales de su país, unos comicios que a su
juicio tienen algo de "urgente".
"Estamos
atravesando un momento de gran división en Estados Unidos, incluso más que en
los años 60, y eso que entonces estábamos totalmente divididos por la guerra de
Vietnam", subraya Auster, para quien "la derecha se ha vuelto tan
poderosa" que "pone en peligro la sociedad civilizada en la que todos
los demás queremos vivir".
Así, confía
en que el presidente Barack Obama consiga imponerse ante el aspirante del
Partido Republicano, Mitt Romney, a quien califica como "un hombre hueco,
muy ambicioso pero que no tiene nada que ofrecer a nadie".
La
"Poesía completa" de Auster por primera vez en español
Dolores
Pruneda Paz. Para www.telam.com.ar
"Escribir es lo
más cercano a la música que conozco, música y lenguaje son fuerzas físicas y
las palabras articuladas en la literatura pueden percibirse como una infonía,
tienen su propio ritmo", dice el estadounidense Paul Auster en el marco de
la primera edición bilingüe de su "Poesía completa".
La
publicación de Seix Barral reúne por primera vez la obra poética que el
renombrado novelista, autor de "Leviatán", "La música del
azar" y "Mr.Vértigo" entre otros, escribió durante la década del
70, aunque el apéndice del libro va más adelante, "Notas de un cuaderno de
ejercicios" fue escrito en 1967.
El libro
traducido y prologado por Jordi Doce está construido con ocho poemarios
ordenados cronológicamente: “Radios"; “Exhumación”;“Escritura mural”;
“Desapariciones”; “Efigies”; “Fragmentos del frío"; “Aceptando las
consecuencias” y “Espacios blancos”.
Acá están
los poemas de `Groundwork (cimientos): Selected poems and essays 1970-1979`,
señala Doce en la introducción, y es ese título de esa primera selección que "da
la idea de una poesía como preparación, trabajo preliminar, cimiento" de
las ficciones en prosa que Auster desarrolló hasta el presente sin volver a la
poesía.
-Télam:
¿Qué hay de ese joven Auster y de este ya maduro, que variaciones sufrieron sus
composiciones?
-Auster:
Dirás el viejo Auster (corrige). Hay más similitudes que diferencias, creo que
los dos son bastante parecidos pero éste posiblemente tenga más cosas que decir
y sea un poco más profundo.
Mi manera de
pensar hoy las cosas quizá sea la misma, pero tal vez más amplia y eso viene de
la experiencia, aunque no creo haber cambiado de manera drástica a través de
los años.
En los mis
poemas trabajaba a conciencia un terreno muy restrictivo, con un vocabulario
muy pequeño intentando expresar mis intereses desde muy adentro. Creo que lo
que me pasó según iba haciéndome mayor fue que ese territorio se expandió y así
llegué a los terrenos de la ficción, era una forma de abarcar más mundo.
-T:
¿Volvería a escribir poesía?
-A: Nunca
puede preverse qué pasará en el futuro pero no he escrito poesía en los últimos
30 años y no espero hacerlo por ahora, aunque nunca se puede estar seguro.
-T:
¿Qué significan las palabras para usted, siguen exigiendo un esfuerzo
captarlas, colocarlas en el lugar indicado, imponen condiciones propias a sus
textos?
-A: Por
supuesto que sigue siendo difícil, en eso consiste escribir, si no todo el
mundo sería escritor. Uno como escritor sabe cuándo se ha equivocado e insiste
en encontrar lo que realmente quiere escribir aunque no sepa aún qué es. Y
cuando decís `sí, así es exactamente como tenía que ser`, sentís una
satisfacción inmensa que se esfuma a la frase siguiente.
De niño
quiso ser bombero, luego beisbolista, tripuló un barco, fue traductor en
París... El escritor nacido en New Jersey en 1947 captó la atención de los
lectores, no de los editores, a mediados de los 80 con "La ciudad de
cristal". Tuvo que pasar por más de 15 sellos para finalmente publicar el
volumen que dio pie a la "Trilogía de Nueva York", que se completó
con "Fantasmas" y "La habitación cerrada".
Auster fue
guionista y codirector de "Cigarros", "Humos del vecino" y
"Lulú en el puente". En el prólogo de "Poesía completa",
Doce recupera parte de una entrevista donde el escritor define a la poesía como
una fotografía y a la narrativa como una película; y en el mismo movimiento que
marca su obra y personajes, el novelista cambia el ángulo y el objeto se
transforma.
-A: Cada
obra de arte es un espacio prefabricado, ninguna puede abarcarlo todo, cuando
elegís hacer algo empezás a tallar ese espacio y lo explotás lo más y mejor
posible. Si tuviera que explicarlo, si todo se expusiera o aclarara, sería otra
cosa. Para mí lo más maravilloso de una obra de arte son los espacios vacíos,
los silencios, porque uno mismo puede completarlos, y en ese sentido ya no es
como una fotografía, es una sinfonía.
Escribir es
lo más cercano a hacer música que conozco, música y lenguaje son fuerzas
físicas. Estoy hablando ahora y las palabras salen de mi garganta y aunque no
puedas verlas las escuchás. Estoy haciendo un esfuerzo con mis pulmones, con mi
lengua, mi boca... es algo físico y las palabras articuladas en la literatura
pueden percibirse como una sinfonía, tienen su propio ritmo, su melodía y
pueden encontrar entendimientos más allá de los diccionarios, como en la
música.
Aunque creo
que la literatura no sale de mi ser abrazable, de la persona que usa medias,
lleva el sweater en la espalda, saca la basura y paga impuestos. El escritor es
algo dentro de ese ser biológico, otra cosa.
-T:
¿Se encuentran en algún momento ese escritor que habita su cuerpo y el hombre
que habita el mundo?
-A: Sí, creo
que los dos se juntan en algún lado pero no sé dónde. Posiblemente en el
trabajo físico de escribir, sentado frente a una mesa, escribiendo palabras
sobre el papel.
-T:
¿Se puede leer su obra como una continuidad de obsesiones que mantienen una
coherencia estética?
-A: Estoy
ocupado con ciertas obsesiones que me habitan desde que empecé a escribir
poesía. Desde hace años trato de empezar todo de nuevo con cada novela, dejar
atrás el pasado y reinventar un futuro, pero siempre me encuentro en lo mismo.
-T:
¿Así llegó a la prosa?
-Tenía 10
años y escribía historias, toda mi vida leí de todo, mi primera ambición fue
convertirme en novelista pero de joven lo sentía muy difícil, no podía ver el
final.
Recientemente
me puse a mirar papeles escritos entre los 19 y 23 años, hay casi mil páginas
de ficción que nunca publiqué porque nunca terminé, pero gran parte de ese
material fue el que dio forma a lo que luego serían "La ciudad de
cristal" y "El palacio de la luna".
En esa época
no estaba listo para hacer ficción y ahí decidí concentrarme en la poesía, pero
cuando maduré descubrí que podía hacerlo y eso es lo que he estado haciendo
desde entonces.
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