EL LOCO, DE ANDRÉS NEUMAN, NO SABE POR
QUÉ
VICTORIA DANA
Curiosamente, la obra poética de Andrés me recordó a un personaje que
aparece en la subtrama del Rey Lear:
Edgar, el hijo de Gloucester, al ser difamado por su medio hermano Edmundo, el
bastardo, es perseguido y condenado a muerte por su propio padre. Ante el
peligro inminente y con el objeto salvar la vida, decide huir, esconderse
detrás del más vil de los disfraces. Así vemos a este hombre noble por derecho
y noble por sus buenos sentimientos, desnudo, desaliñado, cubierto de barro;
Edgar se convierte en Tom, el limosnero.
Cuando por azares del destino o más bien por la mano genial del
entramado shakespeariano, Tom o el propio Edgar, se encuentra con Lear quien,
en medio de su locura, al verlo despojado de lo más imprescindible, lo
identifica: ¡Déjenme hablar con el filósofo!, grita Lear. Yo añadiría…déjenme
hablar con el filósofo y poeta.
¿Por qué el poeta? Porque sólo un hombre capaz de desprenderse de sus
vestiduras y máscaras puede ofrecer su verdad; el poeta es aquél que
forzosamente, en un acto de supervivencia, huye y retorna hacia sí mismo, para
descubrirse en lo más negro y en lo más sublime…
El que escribe para no ser
huérfano, como dice el mismo poeta
Andrés Neuman quien se presenta ante nosotros en este poema, desnudo, sin nada
que esconder:
NO SÉ POR QUÉ venero la pornografía
esta mansa costumbre del salvajismo
ajeno
cuando contemplo el placer en los
otros
mi parte fugitiva se complace
en espiar al que no soy
en fornicar sin mí
veo películas
perversiones caseras
estoy feliz de estar aquí con nadie
Desnudo, con una franqueza inusitada, se pregunta Andrés en este otro:
NO SÉ POR QUÉ frecuentaremos tu ano
tu revés
celebro la misión de mirar juntos
esa pared donde transpiran nuestras
sombras
ellas se aman mejor de lo que nos
amamos
ahí se ven dos cuerpos que mezclan su
espesor
doblando la canción que canta el otro
La belleza siempre radica en lo más simple y en lo más auténtico. Pero
volvamos por un momento a la figura de Edgar, convertido en Tom, el vagabundo,
y demos un giro imaginario al siglo veinte. Walter Benjamin, el reconocido
filósofo de la época entre guerras, ve al artista de su tiempo como a ese Tom de
Shakespeare: el gran pepenador, el que recoge los desechos, los cataloga y con
amor los colecciona:
“Se ve venir -nos dice Benjamin-, a
un trapero moviendo la cabeza, tropezando y chocándose contra las paredes, como
un poeta”.
Tristemente, ése es el reino de Lear que Edgar, el filósofo-poeta
heredó, el reino de la destrucción absoluta y ése es el reino que en los
albores del S. XXI nos han dejado y
hemos dejado: el de las palabras gastadas, el de los desechos, el de la
basura:
NO SÉ POR QUÉ internet me tiene
secuestrado
el congreso debate irak es una tumba
las películas
piratas
las reseñas wall street boca juniors
hay un vuelo barato elecciones
terremotos
soy efímero efímero
descargo porno en francia le pen
siempre resurge
me busco en google para encontrar
adónde he ido
suben los intereses baja el papa
top model palestina huelga rock
lameré la pantalla quiero ver
¿Qué le queda al poeta en el universo de información escindida,
inaccesible al conocimiento verdadero?
Regresando a Benjamin: “El alegórico toma por doquier, del fondo caótico
que le proporciona su saber, un fragmento, lo pone junto a otro y prueba a
encajarlos.” Si Benjamin percibía, con claridad insólita, la desintegración de
su mundo y su respuesta es esta labor de artesano uniendo mosaicos, ¿qué
hubiera pensado al ver sus fragmentos disparados a toda velocidad por la
tecnología actual sin tiempo para embonarlos? ¿Se habría vuelto loco? Aunque
nada hay nuevo bajo el sol. El mismo Lear, parafraseando a Salomón, nos lo
recuerda:
“Cuando nacemos, lloramos porque hemos llegado a este gran escenario de
locos”. O a este gran Patio de locos, como le llama Neuman. ¡“Lear, Lear,
golpea esta puerta que dejó escapar la razón y dejó entrar la locura”! Andrés
lo invierte y declara: “… afuera canta un grillo como loco/ adentro picotea la
cordura”.
Hay en la obra de Andrés una visión de aldea global donde no sólo se
confunden los espacios sino también los tiempos. No en vano, es el Viajero del
siglo: El ayer y el mañana, el pasado y el futuro, se prefiguran en su andar:
NO SÉ POR QUÉ cuando viajo
recupero mis cosas que están en otra
parte
las experiencias entran
y salen por ventanas enfrentadas
como ropa tendida
el mar no mira si nos lleva o nos
trae
en esta calle ajena camino sin mapa
de pronto una mujer se asoma
con los pechos al aire y su cara
dormida
para recuperar la ropa que ensuciamos
cuando todo brillaba
Pero en medio del caos, de nuevo la pregunta cotidiana. La que nos
hacemos todos los días sorbiendo la primera taza de café: ¿Para qué escribir? Y
el loco de Andrés nos lo pregunta:
al loco veterano no le gustan
las libretas que tiene el loco astuto
porque están todas llenas
de dibujos obscenos frases notas
la letra no se entiende y hay
palabras
que son impronunciables
¿pero qué mierda escribes? pregunta
el veterano
¿no ves que así no hay nadie que te
entienda?
¡viejo idiota! le escupe el loco
astuto
¡lo que yo quiero es eso!
no te entiendo se queja el veterano
¡bien hecho! lo festeja el loco
astuto
¿te asusta que podamos entenderte?
insiste el veterano ¿te da miedo?
un poco sí correcto se incomoda el
astuto
el otro dice
yo lo que tengo es miedo de morirme
Por eso escribimos, para no morirnos. Andrés lucha contra el olvido para
no hundirse en un ser amorfo, con terror a desvanecerse en la nada: “El sentido
de mi propia memoria, dice, de toda memoria: irse dejando algo, desaparecer,
pero no en vano”.
Personalmente, Neuman me ofrece una mirada al mundo del futuro, al que,
a pesar de comprender, ya no pertenezco. El universo que Andrés me deja
entrever como una saeta, mientras yo permanezco impávida en el presente, sin
respuestas.
Porque llega el momento en que ya no somos capaces de dar respuesta
alguna y entonces, como bien dice Andrés Neuman,
YO TAMPOCO SÉ POR QUÉ.
* FIL GUADALAJARA Presentación de los libros de Andrés Neuman
** Andrés Neuman
nació en 1977 en Buenos Aires, ciudad donde pasó su infancia. Hijo de músicos
emigrados, terminó de crecer en Granada, en cuya universidad fue profesor de
literatura hispanoamericana. Actualmente es columnista en la Revista Ñ del
diario Clarín (Argentina) y en el suplemento cultural del diario Abc (España).
Mantiene el blog Microrréplicas. Mediante una votación que convocó el Hay
Festival, formó parte de la lista Bogotá-39 entre los más destacados nuevos
autores nacidos en Latinoamérica. Más tarde fue seleccionado por la revista
británica Granta entre Los 22 mejores narradores jóvenes en español.
A los 22 años
publicó su primera novela, Bariloche (Anagrama, 1999, reeditada en bolsillo en
2008), que fue Finalista del Premio Herralde y elegida entre las 10 más
destacadas del año por El Cultural de El Mundo. Sus siguientes novelas fueron
La vida en las ventanas (Espasa, 2002) y la autoficción familiar Una vez
Argentina (Anagrama, 2003, nuevamente Finalista del Premio Herralde). Su cuarta
novela, El viajero del siglo (Alfaguara, 2009), obtuvo el Premio Alfaguara y
fue votada entre las 5 mejores novelas del año en lengua española por los
críticos de El País y El Mundo. En 2010 recibió el Premio de la Crítica, que
concede la Asociación Española de Críticos Literarios, y fue destacada entre
los libros del año por los dos principales diarios holandeses, NRC Handelsblad
y De Volkskrant. Traducida a 10 lenguas, actualmente está siendo publicada en
Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia, Italia, Brasil, Holanda, Polonia,
Egipto, Portugal y Eslovenia.
Es también
autor de los libros de cuentos El que espera (Anagrama, 2000), El último minuto
(Espasa, 2001, reeditado por Páginas de Espuma, 2007) y Alumbramiento (Páginas
de Espuma, 2006). El volumen El fin de la lectura (Estruendomudo, 2011) ofrece
una reciente selección de sus relatos. Neuman ha desarrollado una intensa labor
de estudio y divulgación de la narrativa breve. Sus libros de cuentos incluyen
apéndices teóricos sobre el género y es el coordinador de Pequeñas
Resistencias, serie de antologías sobre el cuento actual en lengua española
(Páginas de Espuma, 2002-2010). Cabe destacar además su prólogo a los Cuentos
de amor de locura y de muerte, de Horacio Quiroga (Menoscuarto, 2004).
Como poeta ha
publicado los poemarios Métodos de la noche (Hiperión, 1998), El jugador de
billar (Pre-Textos, 2000), El tobogán (Hiperión, 2002, Premio Hiperión), La
canción del antílope (Pre-Textos, 2003) y Mística abajo (Acantilado, 2008), así
como la colección de haikus urbanos Gotas negras (Plurabelle, 2003, reeditado
por Berenice, 2007) y los Sonetos del extraño (Cuadernos del Vigía, 2007).
Todos los poemarios anteriores, revisados y con dos libros inéditos, fueron
reunidos en el volumen Década. Poesía 1997-2007 (Acantilado, 2008). El
libro-disco Alguien al otro lado (La Veleta, Comares, 2011) ofrece una breve
antología de sus poemas, musicados y cantados por Juan Trova. Su poemario más
reciente es Patio de locos (Estruendomudo, 2011).
Es,
finalmente, autor del libro de aforismos y microensayos El equilibrista
(Acantilado, 2005), del libro de viajes por Latinoamérica Cómo viajar sin ver
(Alfaguara, 2010) y de una traducción del Viaje de invierno, de Wilhelm Müller
(Acantilado, 2003).
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