viernes, 31 de enero de 2014

¿UN 'ADORNO' NECESARIO?


Los puentes peatonales no son para los peatones. Te lo explicamos con 14 razones para verlos desde otra óptica.


En el poco tiempo que llevo haciendo activismo pro movilidad, el tema de los puentes peatonales es uno que me saca de mis casillas. Tenemos tan metida la cultura cochecentrista que es muy difícil que entendamos que los puentes no nos hacen ningún bien, sino todo lo contrario. Ahora explico por qué.

1. Son feos: en verdad, pocos son los puentes peatonales que pueden embellecerse. Son estructuras de cemento y metal sin ninguna estética y que con el paso del tiempo y el poco mantenimiento, se ponen cada vez más feos.

2. Son caros: En México, cada puente peatonal cuesta alrededor de 5 millones de pesos MXN (25-30 metros de ancho). Pintar una cebra a nivel piso y adaptar la infraestructura alrededor para hacer pasos peatonales es mucho más barato y resulta en muchos más beneficios.

3. Segregan y llevan años haciéndolo: ¿Cómo? encierran al peatón en un lugar donde no “estorbe”. ¿a quién? Pues a los coches. Si esto no es segregación, entonces no sé qué sea.

4. No son democráticos: Contribuyendo con la idea anterior de la segregación. El ciudadano de primera clase: el automovilista; el de tercera: el peatón. Tenemos esta idea errónea que el automovilista tiene más derecho (sigo sin entender bien por qué) a ir más rápido.

Los puentes dejan clara esta idea: “el coche sí tiene derecho a ir rápido y tú, peatón, te aguantas. Vas a tener que caminar más o hacer más esfuerzo. Sí, no seas huevón, si estás bien sanito, tú sí tienes que hacer ese esfuerzo. Pobre del automovilista, del ciudadano de primera clase, él tiene que ir rápido y no puede hacer el esfuerzo de mover su piecito al freno”.

Sueño con el día en que dejemos de ver al auto como la opción rápida y barata en la ciudad y lo veamos simplemente como la opción cómoda. Claro que esto tiene que venir acompañado de mejor infraestructura ciclista y peatonal,políticas de reducción del uso del automóvil y mejor transporte público.

5. No son universalmente accesibles: Dígame, ¿puede una mujer embarazada, una persona de la tercera edad, una persona cargando bolsas, alguien con fobia a las alturas, una persona en silla de ruedas o muletas subir un puente? Los puentes con rampas incrementan casi en 400 metros la caminata al peatón que de por sí ya realiza parte de sus trayectos caminando, sin contar con el esfuerzo de subir rampas con inclinación. El artículo 11 de la Constitución Mexicana habla del libre tránsito como un derecho. ¿No estaremos violando con los puentes peatonales el derecho de algunos?

6. Suelen ser peligrosos: Escenarios perfectos para asaltos a mano armada y hasta violaciones. Se recomiendan aún menos por las noches.

7. Agravan problemas de movilidad: Porque nos hacen continuar el círculo vicioso de asumir que el coche es la opción rápida e incluso más barata (quizá no en DF, pero sí en muchas ciudades mexicanas); compramos más coches, generamos más tráfico, queremos más puentes para que el peatón no nos estorbe y el coche siga siendo la “mejor” opción, la opción de movilidad que más externalidades causa, que más cara nos resulta, que sólo el 30% de la población usa, pero que pagamos todos, tristemente.

8. Han moldeado nuestro pensamiento a uno cochecentrista: Creemos que si el peatón no va por el puente, es por flojo y por ignorante, en la idea de que el coche sí tiene derecho a ir rápido y tener todas las facilidades para ello. Apoyamos y hasta vemos como signo de progreso que se construyan puentes o que se hagan súper distribuidores viales. Pero jamás reparamos en las muy necesarias (o inexistentes) mejoras a la infraestructura peatonal. ¿Por qué nunca pensamos en por qué el peatón no usa el puente o en por qué el automovilista no puede detenerse para dejar pasar al que camina? Lo dicho: pensamiento cochecentrista.

9. No son usados por lógicas y humanas razones: Primero, porque no son de fácil acceso para las personas con discapacidad. Pero, ¿qué pasa con los que no tienen esta condición? Las razones pueden ser variadas. La flojera sí es una de ellas, pero ese argumento queda invalidado cuando entendemos que el peatón ya de por sí camina, no contamina y prácticamente no nos cuesta (como el coche) y a él no le damos las facilidades que le damos al coche.


El tiempo también es una razón: todos queremos llegar rápido a nuestros destinos, la cosa es que al automóvil se la ponemos fácil y al peatón no. A él le ponemos puentes, al automóvil a veces no le ponemos ni semáforos. Los puentes peatonales son un espacio que, por naturaleza, rechazamos.Pareciera que la idea es a fuerza cambiar la conducta del peatón y no la del automovilista, no señor.

10. Contribuyen a culpar siempre al más vulnerable: Osea, al peatón. Si bien, uno no es más importante que el otro, lo cierto es que el peatón es y siempre será el más vulnerable: él no tiene una máquina de X toneladas que lo protege; él tiene sólo a su cuerpo.

Según la “pirámide de movilidad” el peatón es el rey (para disgusto de algunos). Solemos siempre culparlo a él cuando hay atropellamientos sin entender que todos transitamos por las ciudades y que directa o indirectamente podemos ser corresponsables en accidentes. Enarbolados todos los puntos que he mencionado aquí, ¿no es ridículo que siempre culpemos al peatón por no usar el puente? ¿Cuándo empezaremos a culpar a la infraestructura no humana que no permite que la caminata sea un medio de transporte seguro donde no corra uno el peligro de que el coche que va a exceso de velocidad lo atropelle?

11. Muchos son innecesarios: existen puentes peatonales hasta donde hay cruces semaforizados, y donde, si el automovilista decidiera respetar, el peatón podría cruzar sin ningún problema.

12. Contribuyen a la sumisión peatonal: En México, el mismo peatón cree que hace mal por no usar los puentes y que el automóvil tiene preferencia. ¿no me cree? ¿A quién siempre dejamos pasar cuando somos transeúntes? Ahí tiene, al rey coche. Ya va siendo hora de que el peatón se empodere.

13. No humanizan la calle: Segregan, contribuyen al cochecentrismo, a que la calle no se camine, cuando las ciudades más hermosas, con un tejido social más fuerte son aquellas que se pueden caminar y que son seguras para el peatón. Los puentes peatonales no contribuyen a esto. Las calles no deben ser para las máquinas, deben ser para las personas.

14. Los puentes peatonales no son para los peatones: “Son infraestructura vehicular, disfrazada de espacio peatonal”. Que no le den gato por liebre.

Así que, la próxima vez que se apresure a tildar de huevón y estúpido al peatón, mejor piense en que urge empoderarlo. El peatón es el más importante y vulnerable en la vía pública y es deber de todos cuidar las vidas de esa mayoría que camina (el 70% de los viajes no se hacen en coche). Sólo así podremos aspirar a ciudades más humanas, caminables e incluyentes.

FUENTE

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