UN CASO EXCEPCIONAL QUE INVITA A LA REFLEXIÓN:
EL CUADERNO VERDE
Profesora imaginante
José Gordon REFORMA
9 Jul. 10
Termina el ciclo de secundaria de los alumnos de la escuela pública Ignacio Chávez, en Iztacalco. A las doce del día se congregan unas cien personas en el auditorio situado en la plaza Jesús Romero Flores, justo frente a la escuela. En las paredes hay huellas de lluvia y de grafitti. Los muchachos preparan los últimos detalles. Van a representar una obra de teatro escrita por ellos mismos.
Antes de que comience la función se anuncia que un grupo de estudiantes va a bailar la danza de los viejitos. No están muy acostumbrados al baile y al teatro, pero se ve que lo gozan. El público ríe. De pronto, se quitan parte de sus ropas, cambia la música y empieza un espectáculo dizque de strippers que recuerda al de la película Full Monty. Suenan los aplausos y las carcajadas. Los muchachos se descubren cómodos con la sensualidad de sus cuerpos. Juegan. Los familiares y amigos en el público están encantados. Ganan la frescura y el humor.
Poco después comienza la obra. Sobre el escenario se proyecta una fotografía que pone en claro que todo sucede en las calles de la misma colonia en donde estamos. Un grupo de estudiantes echa relajo, bromea. De pronto uno de ellos se pone serio. Dice que su mamá está grave, necesitan internarla en el hospital. Deben desembolsar cincuenta mil pesos que no tienen. El protagonista dice que debe salvar a su mamá. "¿Cómo le vas a hacer?", le preguntan sus amigos. "Pues hay que ir con el J.J.". Alguien lo trata de convencer de que esa es una salida falsa.
La fotografía en el fondo del escenario cambia. Aparece la puerta del Bar Bar. Luego se ve el interior de una oficina y siento que me adentro no en ese espacio sino en el interior de las mentes adolescentes marcadas por la brutalidad como noticia cotidiana. El J.J., rodeado de guaruras, le dice al muchacho que le prestará el dinero pero tendrá que devolvérselo y distribuir unos "dulcecitos". Los hilos se enredan de manera melodramática y acaban finalmente en tragedia. En el desenlace surge la pregunta: ¿Puede haber otro tipo de representación?
Cuando termina la obra, los muchachos me piden unas palabras. Ellos han participado en un taller de Imaginantes organizado por la profesora Luisa María Vázquez. Se han interesado en la lectura de libros a partir de cápsulas realizadas por Televisa, que capturan momentos en donde se enciende la imaginación de un creador. Hace unos meses adaptaron a obra de teatro el relato El principio del placer de José Emilio Pacheco. Les digo que su trabajo me conmueve. Están en un parteaguas de sus vidas. Vienen nuevos caminos. Sus profesores los han impulsado a continuar con su educación. Han sido tocados por la belleza y el arte, pero el entorno es muy rudo. Lo saben bien.
Les cuento una historia sobre la incidencia de la imaginación en nuestras vidas: un rey sádico ha decidido matar a un súbdito pero le dice que, "en su infinta bondad", no tomará esa decisión. La responsabilidad recaerá en el súbdito. Le muestra un recipiente en donde hay dos papeles doblados: uno dice "Vida", otro dice "Muerte". El súbdito tiene que elegir. Gracias a la familiaridad con la literatura, sabe leer al rey como si fuera personaje de un libro. Se da cuenta de que el rey le ha puesto una trampa. En los dos papeles está escrita la palabra "Muerte". ¿Qué hacer? Entonces viene el salto de la imaginación: elige un papel y se lo traga. Pide que abran el otro papel para que vean lo que él no eligió. Por supuesto, aparece la palabra "Muerte". Los muchachos ríen. Les digo que lo que viene no será fácil pero será mejor si va acompañado por la inteligencia, el estudio, la creatividad y la solidaridad.
La profesora Luisa María Vázquez observa con ternura a sus alumnos. Su amor por la literatura es un papelito de "Vida", un referente de imaginación y generosidad en el mundo que tendrán que enfrentar estos admirables chavos.
pepegordon@gmail.com
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