domingo, 31 de marzo de 2013

FEDERICO CAMPBELL ES UNO DE MIS CONSENTIDOS: ¡MAESTRO, ME ENCANTA!






La última edad
 FEDERICO CAMPBELL


Parece que la vejez ahora empieza un poco antes de los ochenta años porque la expectativa de vida se he recorrido de los sesenta a los ochenta. No era así en tiempos del hombre de las cavernas ni en los años de las guerras nepoléonicas.
  “Tengo una vejez melancólica”, dice Norberto Bobbio en su antepenúltimo libro, De senectute (sobre la vejez). Con ello se refiere a lo que no pudo alcanzar en la vida y a lo inalcanzable. Si la vida es un camino (o un río, o un viaje), en el que la meta siempre se desplaza hacia delante, cuando uno cree haberla alcanzado resulta que no era la que se había figurado. La vejez se convierte entonces en el momento en que uno tiene plena conciencia de que no sólo no ha recorrido el camino, sino que ya no tendrá tiempo de recorrerlo y tendrá que renunciar a la última etapa.
  Cuando el maestro de Turín medita en la sensación del tiempo perdido, recapitula y llega a la conclusión de que más que de los libros y las conferencias sus conocimiento vienen de su vida de relación: del intercambio con los otros, maestros y alumnos, parejas, camaradas políticos, amigos, nietos.
  El mundo de los viejos es el mundo de la memoria. Al final uno es lo que ha pensado, amado, realizado. Uno es su historia personal, uno es lo que recuerda, uno es la narración que lleva adentro puliéndose, editándose. La memoria lo constituye y en ella reside su identidad más profunda. La persona es la memoria. Mientras que el mundo del futuro está abierto a la imaginación, y ya no le pertenece a uno, el mundo del pasado es aquel donde a través de la memoria uno retorna a sí mismo, reconstruye su individualidad, que se ha ido formando a lo largo de todos los actos de una vida, concatenados entre sí, enlazados por una continuidad nunca interrumpida: su quehacer histórico personal.
  “El viejo vive de recuerdos y para los recuerdos, pero su memoria se debilita día con día. El tiempo de la memoria avanza al contrario que las manecillas del reloj: los recuerdos que afloran en la reminiscencia son tanto más vivos cuanto más alejados en el tiempo estén aquellos sucesos”, piensa el gran filósofo del poder. Entre más pasan los años uno recuerda con más nitidez las cosas del pasado más remoto, las más lejanas en el tiempo, que las cosas que tuvieron lugar ayer o la semana pasada, o en el desayuno de esta mañana, en una suerte de extraña presbicia de la memoria.
   Esté donde esté, cuando uno empieza a descubrir su vejez, uno se da cuenta de que es el de mayor edad en todos los lugares y en cualquier circunstancia: al entrar en un elevador, entre los pasajeros de un avión, en la mesa de un restaurante, al hacer cola en un cine. Siempre es el más viejo. Y hay que hacerse a la idea. Cuando a uno le empiezan a gustar los árboles es que ya se está volviendo viejo. 
  A esa edad las comparaciones resultan, pues, inevitables. Uno se da cuenta de las diferencias en el uso del lenguaje que cambia de una generación a otra porque en todas partes de hablan tres lenguas: la de los jóvenes, la de los de mediana edad y la de los viejos. 
  Los jóvenes han llegado a la edad de la razón cuando vocablos como “iniciar” en lugar de “empezar” se han legitimado por el uso. Dicen “buen día” y no “buenos días”, como los viejos. Hacen la pausa del “güey” en lugar del “este…”.  

domingo, 24 de marzo de 2013

10 AÑOS SIN AUGUSTO MONTERROSO. "CUANDO DESPERTÓ, EL DINOSAURIO TODAVÍA ESTABA ALLÍ":




Autorretrato de Monterroso


Monterroso, mejor tortuga
El escritor guatemalteco es mucho más que su minicuento del Dinosaurio
Encarna un intelectual latinoamericano en las antípodas del 'boom'

Por ANDRÉS NEUMAN  para EL PAÍS
20 MAR 2013


Lo peor que le pudo pasar a Monterroso fue que aquel empecinado dinosaurio siguiera y siguiera allí. La radicalidad narrativa de Monterroso, su microscópico don para el desorden y esa falta de solemnidad con que desafiaba su propia erudición merecerían, de una vez por todas, confirmar la extinción de tan prehistórico reptil.

Augusto Monterroso encarna cierto tipo de intelectual latinoamericano en las antípodas del boom, cuya ambición no persigue el proyecto total ni las esencias nacionales, sino el atentado contra el tótem y la discreción irónica. A dicha estirpe, tan desertora del canon como fronteriza en lo estético, pertenecen también Alejandro Rossi, Marco Denevi o Rodolfo Wilcock. Quizá no casualmente, en la obra de estos cuatro autores, humor e inteligencia son dos formas de leer entre líneas. A caballo entre el ensayismo bonsái y la micronarrativa, todo texto de Monterroso contiene un género y su parodia. Los motivos de esa confrontación interna tienen que ver sin duda con una poética, pero también con una actitud. A diferencia de quienes consideran que un ceño fruncido es signo de genialidad, Monterroso (Tegucigalpa, 21 de diciembre de 1921 – Ciudad de México, 7 de febrero de 2003) no aspiraba a exhibir su conocimiento, sino a desconfiar de él.

Acaso la consagración del cuento breve, demasiado anunciada como para que llegue algún día, se parezca a aquel texto de Monterroso en el que Ribeyro, Bryce, el narrador y su esposa esperan a un invitado para cenar. El cuento sucede en París, donde acaba de celebrarse el enésimo congreso de escritores. Todos los comensales han llegado y sólo falta Kafka, que se ha retrasado para recoger una tortuga que desea obsequiarle a Monterroso, en reconocimiento por la rapidez con que el congreso ha terminado. Kafka, que viaja en metro con la tortuga, primero se equivoca de andén, luego se topa con una salida clausurada y finalmente, tras parar en un café para darle un poco de agua a su tortuga, localiza la calle pero no acierta con el piso. Mezcla de Godot y Aquiles, aunque esté cada vez más cerca, el autor de El castillo jamás llega a la cena.

En esta historia de lentas velocidades y eternos aplazamientos, me pregunto quién representa al cuento: Kafka o la tortuga. ¿O quizá Kafka sería el cuentista y la tortuga, su editor? En tal caso, ¿quiénes serían esos comensales que aguardan la llegada del cuentista y su editor? ¿Los pacientes lectores? O acaso sean los propios editores quienes ven cómo su cena se enfría, mientras cuento y cuentista se desaniman antes de encontrar su casa. Leído así, el vagón que avanza en dirección equivocada podría ser el mercado. O la crítica. O el desorientado dinosaurio. Lo único seguro es que esta historia habla del cuento, quiera o no Monterroso, y opine lo que opine la elíptica tortuga.


*Andrés Neuman es autor de los libros de cuentos El último minuto, Alumbramiento y Hacerse el muerto (Páginas de Espuma), y de las novelas El viajero del siglo y Hablar solos (Alfaguara).

sábado, 23 de marzo de 2013

MARISOL SCHULZ, DIRECTORA DE LA FIL DE GUADALAJARA, EN LA PRENSA:




Marisol Schulz, nueva directora de la FIL de Guadalajara

Guadalajara Book Fair Names Marisol Schulz Director
PUBLISHERS WEEKLY: http://bit.ly/11ukQXF


Designan a Marisol Schulz nueva directora de la FIL de Guadalajara
VANGUARDIA: http://bit.ly/10x1GBz


Marisol Schulz dirigirá la FIL de Guadalajara
EL UNIVERSAL: http://bit.ly/16PE7GY

Marisol Schulz, nueva directora de Feria del Libro de Guadalajara
EL UNIVERSAL, CARACAS: http://bit.ly/YvPKzn







lunes, 18 de marzo de 2013

HILLARY CINTON, CUESTIÓN DE CARRERA POLÍTICA; PERO TAMBIÉN DE DERECHOS HUMANOS: EL MATRIMONIO ENTRE PERSONAS DEL MISMO SEXO.



Hillary Clinton apoya el matrimonio gay
La ex-secretaria de Estado realiza un vídeo para el grupo “Human Rights Campaing” en el que dice que los homosexuales tienen los mismos derechos que los demás ciudadanos



domingo, 17 de marzo de 2013

JULIO ORTEGA, ESCRIBE ACERCA DE CRISTINA IGLESIAS EN EL MUSEO NACIONAL CENTRO DE ARTE REINA SOFÍA

JULIO ORTEGA en su Blog en EL PAÍS,

Escribe acerca de Cristina Iglesias 
en El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

CRISTINA IGLESIAS, escultora



TOYO ITO, "...POR LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL Y POÉTICA DE SUS OBRAS" HA SIDO GALARDONADO CON EL PREMIO PRITZKER DE ARQUITECTURA QUE SE LE ENTREGARÁ EL 29 DE MAYO EN BOSTON, EUA.



Sendai Mediatheque Toyo Ito Pritzker 2013




El japonés Toyo Ito ha sido galardonado recientemente con el premio Pritzker de Arquitectura 2013 por una obra "que combina innovación conceptual con edificios soberbiamente ejecutados", por una arquitectura "excepcional" y por "la dimensión espiritual y poética que transciende de todas sus obras".

A sus 71 años, el arquitecto japonés "es un creador de edificios atemporales, con los que audazmente propone nuevos caminos. Su arquitectura proyecta un aire de optimismo, ligereza y alegría, y está impregnada de un sentido de unicidad y universalidad", según las consideraciones del jurado, presidido por lord Peter Palumbo.









TOYO ITO: GRIN GRIN PARK, FUKUOKA


jueves, 7 de marzo de 2013

CONTINUAMOS CELEBRANDO A GABO EN SU ANIVERSARIO 86. IMAGINANTES DE PEPE GORDON Y "LA LUZ ES COMO EL AGUA"



Gabriel García Márquez:
La luz es como el agua



En Navidad los niños volvieron a pedir un bote de remos.



–De acuerdo –dijo el papá, lo compraremos cuando volvamos a Cartagena.



Totó, de nueve años, y Joel, de siete, estaban más decididos de lo que sus padres creían.



–No –dijeron a coro–. Nos hace falta ahora y aquí.



–Para empezar –dijo la madre–, aquí no hay más aguas navegables que la que sale de la ducha.



Tanto ella como el esposo tenían razón. En la casa de Cartagena de Indias había un patio con un muelle sobre la bahía, y un refugio para dos yates grandes. En cambio aquí en Madrid vivían apretados en el piso quinto del número 47 del Paseo de la Castellana. Pero al final ni él ni ella pudieron negarse, porque les habían prometido un bote de remos con su sextante y su brújula si se ganaban el laurel del tercer año de primaria, y se lo habían ganado. Así que el papá compró todo sin decirle nada a su esposa, que era la más reacia a pagar deudas de juego. Era un precioso bote de aluminio con un hilo dorado en la línea de flotación.



–El bote está en el garaje –reveló el papá en el almuerzo–. El problema es que no hay cómo subirlo ni por el ascensor ni por la escalera, y en el garaje no hay más espacio disponible.



Sin embargo, la tarde del sábado siguiente los niños invitaron a sus condiscípulos para subir el bote por las escaleras, y lograron llevarlo hasta el cuarto de servicio.



–Felicitaciones –les dijo el papá ¿ahora qué?



–Ahora nada –dijeron los niños–. Lo único que queríamos era tener el bote en el cuarto, y ya está.



La noche del miércoles, como todos los miércoles, los padres se fueron al cine. Los niños, dueños y señores de la casa, cerraron puertas y ventanas, y rompieron la bombilla encendida de una lámpara de la sala. Un chorro de luz dorada y fresca como el agua empezó a salir de la bombilla rota, y lo dejaron correr hasta que el nivel llegó a cuatro palmos. Entonces cortaron la corriente, sacaron el bote, y navegaron a placer por entre las islas de la casa.



Esta aventura fabulosa fue el resultado de una ligereza mía cuando participaba en un seminario sobre la poesía de los utensilios domésticos. Totó me preguntó cómo era que la luz se encendía con sólo apretar un botón, y yo no tuve el valor de pensarlo dos veces.



–La luz es como el agua –le contesté: uno abre el grifo, y sale.



De modo que siguieron navegando los miércoles en la noche, aprendiendo el manejo del sextante y la brújula, hasta que los padres regresaban del cine y los encontraban dormidos como ángeles de tierra firme. Meses después, ansiosos de ir más lejos, pidieron un equipo de pesca submarina. Con todo: máscaras, aletas, tanques y escopetas de aire comprimido.



–Está mal que tengan en el cuarto de servicio un bote de remos que no les sirve para nada –dijo el padre–. Pero está peor que quieran tener además equipos de buceo.



–¿Y si nos ganamos la gardenia de oro del primer semestre? –dijo Joel.



–No –dijo la madre, asustada–. Ya no más.



El padre le reprochó su intransigencia.



–Es que estos niños no se ganan ni un clavo por cumplir con su deber –dijo ella–, pero por un capricho son capaces de ganarse hasta la silla del maestro.



Los padres no dijeron al fin ni que sí ni que no. Pero Totó y Joel, que habían sido los últimos en los dos años anteriores, se ganaron en julio las dos gardenias de oro y el reconocimiento público del rector. Esa misma tarde, sin que hubieran vuelto a pedirlos, encontraron en el dormitorio los equipos de buzos en su empaque original. De modo que el miércoles siguiente, mientras los padres veían El último tango en París, llenaron el apartamento hasta la altura de dos brazas, bucearon como tiburones mansos por debajo de los muebles y las camas, y rescataron del fondo de la luz las cosas que durante años se habían perdido en la oscuridad.



En la premiación final los hermanos fueron aclamados como ejemplo para la escuela, y les dieron diplomas de excelencia. Esta vez no tuvieron que pedir nada, porque los padres les preguntaron qué querían. Ellos fueron tan razonables, que sólo quisieron una fiesta en casa para agasajar a los compañeros de curso.



El papá, a solas con su mujer, estaba radiante.



–Es una prueba de madurez –dijo.



–Dios te oiga –dijo la madre.



El miércoles siguiente, mientras los padres veían La Batalla de Argel , la gente que pasó por la Castellana vio una cascada de luz que caía de un viejo edificio escondido entre los árboles. Salía por los balcones, se derramaba a raudales por la fachada, y se encauzó por la gran avenida en un torrente dorado que iluminó la ciudad hasta el Guadarrama.



Llamados de urgencia, los bomberos forzaron la puerta del quinto piso, y encontraron la casa rebosada de luz hasta el techo. El sofá y los sillones forrados en piel de leopardo flotaban en la sala a distintos niveles, entre las botellas del bar y el piano de cola y su mantón de Manila que aleteaba a media agua como una mantarraya de oro. Los utensilios domésticos, en la plenitud de su poesía, volaban con sus propias alas por el cielo de la cocina. Los instrumentos de la banda de guerra, que los niños usaban para bailar, flotaban al garete entre los peces de colores liberados de la pecera de mamá, que eran los únicos que flotaban vivos y felices en la vasta ciénaga iluminada. En el cuarto de baño flotaban los cepillos de dientes de todos, los preservativos de papá, los pomos de cremas y la dentadura de repuesto de mamá, y el televisor de la alcoba principal flotaba de costado, todavía encendido en el último episodio de la película de media noche prohibida para niños.



Al final del corredor, flotando entre dos aguas, Totó estaba sentado en la popa del bote, aferrado a los remos y con la máscara puesta, buscando el faro del puerto hasta donde le alcanzó el aire de los tanques, y Joel flotaba en la proa buscando todavía la altura de la estrella polar con el sextante, y flotaban por toda la casa sus treinta y siete compañeros de clase, eternizados en el instante de hacer pipí en la maceta de geranios, de cantar el himno de la escuela con la letra cambiada por versos de burla contra el rector, de beberse a escondidas un vaso de brandy de la botella de papá. Pues habían abierto tantas luces al mismo tiempo que la casa se había rebosado, y todo el cuarto año elemental de la escuela de San Julián el Hospitalario se había ahogado en el piso quinto del número 47 del Paseo de la Castellana. En Madrid de España, una ciudad remota de veranos ardientes y vientos helados, sin mar ni río, y cuyos aborígenes de tierra firme nunca fueron maestros en la ciencia de navegar en la luz.






miércoles, 6 de marzo de 2013

CAL Y ARENA EN LIBRERÍAS. AQUÍ, LA CUARTA DE FORROS.






El doble, el otro, el mismo. Cuentos clásicos
Autor: Bruno Estañol


¿Por qué el tema de El doble ha sido preferido por autores y lectores a lo largo del tiempo? En última instancia me pregunto a mí mismo por qué este tema ha sido de interés infatigable para mí. ¿Es que toca un tema universal? ¿Es el doble un verdadero fantasma de todos los seres humanos? ¿Es un gran mito creado por el cerebro humano? La lectura y la relectura de estos cuentos me han planteado diversas preguntas. Sospecho que toca el corazón de la elección del tema en la narrativa y también que toca lo más íntimo del Yo del narrador. La apabullante conclusión es que los cuentos de el doble tocan una fibra sensible de todos los seres humanos; en estos cuentos siempre se encuentra algo de uno mismo. ¿Tenemos todos un doble? Si tenemos un inconsciente o tenemos un alma, la respuesta a esta pregunta es indudablemente positiva.





Febrero de Caín y de metralla. La Decena Trágica. Una antología
Autor: Antonio Saborit

A cien años de La Decena Trágica lanzó CAL Y ARENA el primer libro del año “Febrero de Caín y de metralla” antología compilada con documentos pocos conocidos por el escritor, historiador, ensayista y actual director del Museo Nacional de Antropología Antonio Saborit.

Selección de artículos periodísticos, memorias, entrevistas, ensayos y caricaturas políticas sobre el gobierno maderista, de sus saldos fatídicos y de los hombres que acabaron con él.

Sobresalen los textos de: Francisco I. Madero, Rafael de Zayas Jr., Nemesio García Naranjo, Rejúpiter, José Juan Tablada, Porfirio Barba Jacob, Rafael de Zayas Enríquez, Félix Díaz. Artículos de medios: The Mexican Herald, El Tiempo. Diario Católico, El Diario del Hogar, La Iberia, El Imparcial, Diario de la Mañana, La Patria, Multicolor. Semanario humorístico ilustrado. El resultado es un panorama que, como pocas veces, logra devolvernos la vida, el aliento, las esperanzas y ambiciones de un tiempo y sus seres.

La sucesión dictatorial de 1911:
Si la revolución de 1910 ha de ser eficaz en algo, debe producir irremisiblemente un gobierno mejor que el autocrático del general Díaz. Pero ya hemos visto que D. Francisco Madero, cegado por la ambición o enloquecido por un falso concepto de la propia grandeza, ha creído que el país se alzó en armas y se inundó de sangre y se expuso a todos los riesgos que desde hace un año lo acechan desde las márgenes del río Bravo, tan sólo para que él, Madero, se instalara en el viejo palacio virreinal y se ungiera dictador…





CRUZAR LA SOMBRA. Cuentos reunidos
Autor: Silvia Molina


Una de las voces que ha destacado en la narrativa mexicana por la virtud de lo sencillo y lo directo es, sin duda, la de Silvia Molina, quien se ha empeñado desde su primera novela, La mañana debe seguir gris, en ejercer una prosa fundada en la transparencia y la serenidad: dos virtudes que hacen de su narrativa una de las más agradecibles de la literatura mexicana contemporánea.

Cruzar la sombra reúne, además de cuentos nuevos donde afloran la ironía y el humor, dos volúmenes publicados anteriormente por Cal y arena: Dicen que me case yo y Un hombre cerca, ambos de larga vida editorial porque desde su aparición habían sido reeditados constantemente debido al seductor universo de los relatos que le han permitido a Silvia Molina colocarse como una de las escritoras con más personalidad en la literatura contemporánea.

Los cuentos aquí reunidos abarcan la piel de todas las edades y dejan oír una variedad de voces que van de la infancia a la edad adulta, y en ellos ronda la vida vista desde múltiples ángulos por una voz que deja al descubierto los sentimientos y las pasiones humanas en toda su sencillez o frescura o en toda su brutalidad e intemperancia.



martes, 5 de marzo de 2013

"ÉL HA VUELTO" ES UN ÉXITO EDITORIAL QUE SE SUMA A LAS NOTICIAS RECIENTES ACERCA DE LA BARBARIE NAZI: EL HOLOCAUSTO





Alemania se ríe de Hitler

El libro 'Él ha vuelto', del periodista Timur Vermes, traza un retrato cómico y moderno del dictador
La obra ha vendido medio millón de ejemplares

Por ENRIQUE MÜLLER Berlín 5 MAR 2013

El libro ('Er ist wieder da', traducido como “Él ha vuelto”) que apasiona a los alemanes tiene una portada singular, cuesta 19,33 euros, un precio que no fue elegido al azar (fecha en que subió al poder Hitler), ha vendido casi medio millón de ejemplares y relata las aventuras de un personaje que provocó la mayor tragedia en el país, inventó el Holocausto y que aún sigue siendo considerado como uno de los hombres más siniestros que haya vivido en el siglo XX. Timur Vermes, un periodista de 45 años, en su libro Er ist wieder da, (traducción al español: Él ha vuelto) hace despertar a Adolf Hitler, 66 años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, en el corazón de Berlín.

El 30 de agosto de 2011 el Führer, que aun viste su uniforme, se despierta en un descampado de Berlín. Le duele la cabeza y no sabe dónde está, ni tampoco cómo pudo llegar a ese lugar. Su amnesia no está causada por la borrachera (¡el Führer es abstemio!) y, tumbado sobre el suelo no ve más que cielo azul sobre él y se asombra al oír el canto de los pájaros. "¿Acaso una pausa en los combates?" se pregunta Hitler.

Cuando logra levantarse grita "¡dónde está Bormann!", y, al no obtener una respuesta de un grupo de jóvenes que juegan con un balón, se pone a caminar, asombra de los vehículos modernos que transitan por las calles de la capital del Reich hasta que llega a un quiosco de periódicos, donde el dueño le dice, junto con ofrecerle trabajo: "Te pareces a Hitler".

El dictador comienza a vender periódicos hasta que un día, una productora de televisión lo "descubre" y lo convierte en una estrella. Desamparado y sin su guardia pretoriana y asesina de las SS, Hitler termina siendo un protagonista estelar de una sociedad donde el éxito se mide por la audiencia y por la difusión que tiene en las redes sociales.

"¡Vales tu peso en oro, querido! ¡Y no es más que el principio, créeme!", le dice la productora a la nueva estrella emergente del mundo del espectáculo germano. "El libro es terriblemente divertido", admitió Peter Hetzel, el crítico literario de la cadena de televisión SAT 1, al justificar el éxito que ha tenido la primera novela escrita por Vermes.

El libro, en efecto, ya engancha con su portada que está ilustrada por el famoso mechón de pelos del dictador y un título, que ocupa el lugar del famoso bigote de Hitler. El precio -19,33 euros- alude al año en que Hitler llegó al poder. Él ha vuelto se ha convertido en el mayor éxito de librería en el país y, algo raro en un libro de ficción, está provocando una inédita polémica en torno a una idea capital que sigue estando vigente en el país: ¿es legítimo y necesario reírse de Hitler?

Vermes no tiene ninguna duda al respecto. "La gente se está riendo de Hitler desde 1940 y en la actualidad, muchos programas hacen parodias sobre el dictador", dijo el periodista, quien está convencido de que Hitler podría volver a tener éxito en la Alemania del siglo XXI. "Si tantos le ayudaron a cometer sus crímenes fue porque les gustaba. No se elige a un loco. Se elige a alguien que atrae o al que se encuentra admirable", declaró el autor a la prensa alemana.

"Se dice a menudo que si volviese un nuevo Hitler sería fácil pararle los pies. He intentado mostrar, por el contrario, que incluso hoy Hitler tendría una posibilidad de triunfar, solo que de otra manera", añadió.

De hecho el autor muestra en su libro que un demagogo como Hitler podría volver a tener éxito en la Alemania del siglo XXI, un país donde los medios para conquistar a las masas han cambiado y ya no es necesario un Joseph Goebbels, porque las nuevas tecnologías pueden prescindir del genial y malévolo ministro de propaganda.

"En Alemania hay una extraña fijación por Hitler, algo casi maníaco", señaló el periódico Süddeutsche Zeitung, al hacerse eco del éxito del libro escrito por Vermes, pero añade que el libro es "políticamente ingenuo". Y para la revista STERN la obra es "de un mal gusto grotesco". La sátira del autor también ha sido criticada en el país: Daniel Erk, un conocido especialista del nazismo, dijo que presentar a Hitler como una figura cómica es una peligrosa "banalización del mal" y desvirtúa los hechos históricos.

Pero, ¿cómo explicar el éxito arrollador que ha tenido el libro, que ocupa desde hace dos meses el primer lugar en la lista de superventas de la revista Der Spiegel? Aunque Hitler se suicidó en su búnker hace casi 68 años, dejando a un país en ruinas, en Alemania aún sigue existiendo una extraña y maníaca fascinación por el dictador, pero también el país sufre un ataque de neurosis cuando el fantasma del dictador reaparece, como sucedió con el estreno de la película El hundimiento, que relata los últimos días del dictador encerrado en su búnker.

La cinta provocó un debate nacional porque el director se atrevió a retratar a Hitler como un ser humano, un hombre que era capaz de tener sentimientos y de llorar. Poco después, críticos y publico maldecían y alababan por igual la cinta Mein Führer: la realmente verdadera verdad sobre Hitler, del director de origen judío Daniel Levy, que mostraba al dictador como un pobre diablo que se orinaba en la cama y no poda hacer el amor con Eva Braun.

Por eso, el escándalo y la polémica están asegurados cuando el libro escrito por Vermes llegue a la pantalla. El escritor ya vendió los derechos a un productor que aún se mantiene en el anonimato.



Haz clic en los siguientes enlaces, gracias:



domingo, 3 de marzo de 2013

BENITO PÉREZ GALDÓS: ¿DÓNDE ESTÁ MI CABEZA? CUENTO EN SEIS FRAGMENTOS. ¡HILARANTE!


¿Dónde está mi cabeza? por BENITO PÉREZ GALDÓS

haz clic en:   http://bit.ly/TnSism



SUBRAYADOS DE MILENIO: JOSÉ LUIS MARTÍNEZ PRESENTÓ SU LIBRO: EL SANTO OFICIO EN LA FIL MINERÍA: "...la amistad es un milagro, y qué bueno que ese milagro pueda multiplicarse".


Y después de la presentación...!



          JOSÉ LUIS MARTÍNEZ     








'El Cartujo'
LA LETRA DESOBEDIENTE por Braulio Peralta
2013-03-04 •

Lo presento como currículum por si alguno de sus “cinco lectores” no lo conoce:

José Luis Martínez S., defeño de corazón, tiene en el ambiente cultural al menos 35 años. Ha pasado por las redacciones más diversas del periodismo mexicano, desde las revistas eróticas Su otro yo y Diva, o el diario Esto, de deportes, donde escribía de cine y música en la sección de espectáculos, hasta las páginas de La Jornada Semanal —bajo el mando de Fernando Benítez—, El Nacional, La Crónica de Hoy, la agencia Notimex y la revista Etcétera.

Hoy su casa es el medio del que es fundador: MILENIO Diario, del que ha sido editor de la sección “tendencias” y actualmente es director del suplemento cultural Laberinto; es también coordinador editorial del Dominical, donde escribe la columna “El Santo Oficio”, que ha publicado desde 1986 en los medios mencionados.

Justo acaba de publicar un libro bajo el nombre de El Santo Oficio. Periodismo, literatura y cultura popular, en la colección de periodismo cultural, editado por Conaculta. Escribo en la contraportada:

“Pocas columnas hay en el periodismo cultural mexicano tan entrañables como la de José Luis Martínez S. El autor ha hecho de ella su casa escritural a través de su álter ego o desdoblamiento intrépido, pero también subversivo: El Cartujo, que no debiendo hablar, habla, o mejor: escribe. Creación literaria al fin, El Cartujo es un personaje visitador de nuestro variopinto ámbito cultural.

“El libro reúne parte del material publicado en todos estos años. Tratándose de textos breves, no demeritan su cortedad la sobriedad y la eficacia de síntesis del escritor. El estilo chispeante con el que construye retratos memoriosos y trasmite hechos de lo que, queriéndose fugar, avizora ya una meta hacia lo mítico de nuestra cultura”.

Fuimos el sábado a la presentación en la Feria del libro en el Palacio de Minería, saludamos a escritores, periodistas, profesionales de muchos años y lectores jóvenes que demostraban que El Cartujo tiene más de cinco lectores. En un medio poco propenso al triunfo de los otros, el evento demostraba el cariño de los compañeros al autor de El Santo Oficio.

Pero no habla mi afecto por José Luis Martínez S., ni la barbería clásica del arrastrado. Es el gusto de haber sido editor de un libro suyo, igualmente indispensable: La vieja guardia. Protagonistas del periodismo mexicano.

Enhorabuena.







I. El Santo Oficio
Por Emiliano Balerini Casal para MILENIO.

El Cartujo, ese monje que cada semana retrata los hechos periodísticos, culturales y nocturnos más importantes de la Ciudad de México y el mundo, apareció ayer en la Feria Internacional del Libro (FIL) del Palacio de Minería durante la presentación de su libro El Santo Oficio. Periodismo, literatura y cultura popular.

El célebre personaje —creado por José Luis Martínez S., director del suplemento Laberinto— surgió en 1986, en la columna periodística “El Santo Oficio”, publicada originalmente en Ovaciones y después en Diva, El Nacional y MILENIO.

Flanqueado por Julio Castillo, Fernando Solana Olivares y Héctor de Mauleón, el autor se mostró feliz de ver entre el público a personas con las que ha compartido diversas experiencias: José de la Colina, Braulio Peralta, Mónica Lavín, Javier García Galeano, Sandra Lorenzano y Adriana Malvido, entre otros.

“Siento un profundo aprecio por quienes me acompañan en esta mesa: Julio, Héctor y Fernando, y desde luego por ustedes, que al estar aquí confirman ese privilegio que es la amistad. En estos tiempos la amistad es un milagro, y qué bueno que ese milagro pueda multiplicarse”, dijo emocionado.

Héctor de Mauleón, subdirector de Nexos, explicó que conoció a Martínez S. hace 16 años en la redacción de un diario y, aunque seguía su columna, creyendo que su nombre respondía al Tribunal de la Santa Inquisición, no imaginó que en realidad su autor hablaba del santo oficio llamado periodismo.

“Al recorrer las páginas de este libro lo que uno encuentra es lo que un periodista, a lo largo de más de 30 años de ejercicio profesional en revistas y periódicos, vio y anotó. Por aquí desfilan los personajes notables del periodismo, como Renato Leduc, y los reporteros de la vieja guardia; al mismo tiempo se retratan los acontecimientos culturales, de relevancia de estos años: las grandes muertes, los aniversarios, las apariciones de libros, los sucesos notables que han acompañado la cultura”, dijo De Mauleón.

El cronista agregó que Martínez S. retomó una tradición periodística que Salvador Novo recreó en los años treinta, en la que el autor de una columna se escudaba en el anonimato para poder arremeter contra las cosas que eran necesarias; sin embargo, por una decisión de ética periodística la empezó a firmar.

El colaborador de MILENIO, Fernando Solana Olivares, mencionó que el director de Laberinto ha hecho en su columna el registro de una época trascurrida y también la memoria nostálgica de un oficio y sus oficiantes, ahora en irreparable transformación tecnológica y acaso conceptual.

“Pensar, diría la tradición pietista, es invariablemente agradecer. Escribir como lo hace José Luis Martínez S. también, pues la memoria significa aquella función de la conciencia que se sabe integrante de lo humano: el ser, afirmaba el filósofo griego, está cifrado en lo que conoce, y mientras más conoce más logra ser. Con dicho talante, ejercicios mayúsculos de la pertenencia, este libro se divide en tres apartados: periodismo, libros y autores y cultura popular, entendidos como manifestaciones diferenciadas e indelebles de una sola realidad”, dijo.

Solana añadió que Martínez S. consigna un fenómeno determinante, pero hasta ahora desatendido, como un indicador de la barbarización mexicana: la desaparición de las secciones y de muchos suplementos culturales en los diarios nacionales: “El homo videns va hegemonizando el medio por excelencia que hasta hace menos de una década fue del ahora acosado homo sapiens, del lector cada vez más combativo”.

José Luis Martínez durante su intervención en la FIL MINERÍA


II. LA HORA DEL LOBO. Federico Campbell


LA PERSONA Y EL PERSONAJE





III. A SALTO DE LÍNEA por Braulio Peralta 

Dos amigos…enemigos
Braulio Peralta  para Laberinto


Cuando ingresé oficialmente al mundo editorial en Plaza y Janés, un periodista, Víctor Roura, se asombraba de que “los españoles” hubieran contratado a “un ignorante” como yo. El artículo, publicado en El Financiero , lo pegué en la entrada de mi oficina de avenida Coyoacán: que los autores supieran a qué atenerse con semejante bestia. Fue la última vez que leí los insultos del periodista que cumple 25 años dirigiendo la sección cultural del diario mencionado.
Roura y un servidor nos conocimos en el UnoMásUno. Con dos maneras de pensar absolutamente divergentes, no parecería que pudiéramos ser amigos. Pero lo fuimos. Del UnoMásUno a La Jornada, de la que fuimos fundadores y accionistas, en los 80. Él, más cerca de Miguel Ángel Granados Chapa y yo, de Carlos Payán Velver (hoy sabemos que esos grupos se dispersaron, y quedó uno solo, al mando de Carmen Lira). Conversábamos de música —su delirio—, y el teatro —mi pasión—.
No dejábamos títere con cabeza del mundo cultural: las mafias, el amiguismo, la corrupción, las becas, las dificultades de ser editor de cultura en los diarios. En el UnoMásUno él ya era jefe de información de la sección cultural con Humberto Musacchio de responsable. Para cuando llegamos a La Jornada, lo natural era la sección cultural para Roura. Entonces él —nadie más—, me adjudicó el puesto de jefe de información. Ahí empezó nuestro alejamiento. Y su encono.
Mi amigo hoy enemigo perdió la sección cultural porque dejaba de publicar muchas noticias del ámbito cultural. La Jornada quería exclusivas pero también la cobertura de eventos fundamentales, como el Premio de los libreros de Frankfurt al poeta Octavio Paz, que no cubrimos oportunamente, por ejemplo. Quejas desde la dirección general. Roura, indignado, presentó su renuncia. Se la aceptaron. Me ofrecieron el mando. Lo acepté. Ese fue mi delito. De ahí su rencor. No me meto en intimidades porque está fuera de lo estrictamente informativo, pero diré hasta qué punto fuimos amigos: con su mujer vivió en mi departamento de Cuba 12, poco menos de un año. Así de cuates fuimos.
No pienso volver a escribir del tema. Hoy sé que hay un libro de más de 400 páginas donde me infama y dice cosas que muy difícilmente pueden comprobarse. Lo escribo ahora porque me cansé estos años de guardar silencio en respeto a nuestra amistad. Un hombre con problemas para discernir entre la verdad y su verdad, de la que nadie somos dueños. Aprecio nuestras conversaciones/confrontaciones, sí, pero no sus arrebatos donde el enemigo acecha a cada paso y todos son responsables, menos él. Creo que la amistad nunca termina a pesar de los finales donde aparece la enemistad. Por eso guardé silencio estos años. Este es mi punto final.

Coda
Por cierto, al lujoso y costoso libro de Humberto Musacchio, México: 200 años de periodismo cultural, le faltó un prólogo más extenso para tantos años de diferencias culturales. Cubrir 200 años en 15 páginas es difícil. Eso sí: el libro está bien bonito.

juanamoza@gmail.com














IV. El Santo Oficio por José Luis Martínez
Elba en su jaula
POR JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S. 


El cartujo cometió la imprudencia de ver a Elba Esther Gordillo sin maquillaje, desde entonces lo atormentan las pesadillas y no puede cerrar los ojos sin recordarla, ojerosa rendida, detrás de las rejas de los juzgados del Reclusorio Preventivo Oriente.

Nunca pensó mirarla así, aunque, Dios lo perdone, lo deseó con el alma. Sin embargo, blandengue como es, lo conmueve hasta las lágrimas su recién estrenada fragilidad, su larga lista de supuestas enfermedades, su provecta edad. Es una anciana cuya legendaria ferocidad se esfumó tan rápido como la flama de un cerillo en una tarde de viento. Un día en la cárcel —el primero de muchos— bastó para amansarla, cuando menos en apariencia, para volver inofensivos sus afilados colmillos.

Cuando en la televisión apareció con su uniforme de reclusa, despintada y con la voz apenas audible, el monje murmuró aquella vieja canción de Cuco Sánchez: “A dónde está el orgullo/ a dónde está el coraje…”. No encontró en ella a ninguna guerrera, nada en su actitud revelaba el espíritu combativo, beligerante, ante el cual sucumbieron, por conveniencia y quizá también por miedo, los gobiernos panistas.

En el periódico La Razón, Carlos Jiménez narra el momento cuando, en el penal de Santa Martha Acatitla, La Maestra se desprendió de su bolso Louis Vuitton, tan popular entre las profesoras de educación primaria en el país, y de su ropa de diseñador.

Era la medianoche del martes, sentada en una banca lloraba y repetía: “Me la hicieron a la mala, fue a la mala”. Dos celadoras le pedían quitarse su lujosa vestimenta y ponerse el uniforme reglamentario, ella no quería. Pensaba, tal vez, en su piel escamosa pero delicada, acostumbrada solo a lo mejor, a las telas más finas, a los más caros afeites; miraba el atuendo carcelario, descolorido, áspero, usado, y sus gimoteos se hacían más grandes.

¿A quién con un poco de sensibilidad no se le derrite el corazón ante una escena como ésta? Con un soplo se derrumbó su castillo de naipes edificado con sangre, sudor y lágrimas de los maestros del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, con un golpe la dejaron tambaleante, al borde del nocaut. Faltaría rematarla, aunque al parecer ya no será necesario cuando es la viva imagen de la desgracia.

Esa noche —dice Carlos Jiménez—, La Maestra fue fichada, le tomaron las huellas digitales, le pidieron sus generales y la fotografiaron con su número de presa. Esa noche se acabó su buena suerte.

Nadie, excepto sus incondicionales y un fraile sentimental, llora por ella. Le quitaron, literalmente, las garras y ahora es una más en la siempre incompleta lista de políticos corruptos defenestrados en este país. Ojalá aproveche el tiempo, y si durante su encierro el ingeniero Jorge Díaz Serrano lo utilizó para darles lecciones de inglés y tenis a sus compañeros, ella bien podría aprender a leer y escribir. Nunca es tarde para hacerlo.

Queridos cinco lectores, con aullidos a la luna llena, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.