Un viaje de psicoactividad orgánica y belleza desbordada.
Un sublime video-ejercicio para retratar al bosque como lo que es, un ser vivo, majestuoso, perfectamente consiente del papel que juega en su hábitat, paciente pero implacable. Así podríamos describir, evidentemente emocionados tras contemplarla, esta preciosa pieza obra del fotógrafo Samuel Orr.
Luego de capturar, a lo largo de 16 meses, más de cuarenta mil fotografías, y de ensamblarlas en una secuencia, el resultado es un sublime time-lapse del bosque que se observaba desde la ventana de su casa, en las afueras de Bloomington, Indiana.
La paciencia de Orr floreció en un video de poco menos de tres minutos, que no solo nos permite disfrutar la vida de un bosque, también nos convida lecciones fundamentales: el tiempo es relativo, la naturaleza es perfecta, y nosotros somos seres innegablemente afortunados por compartir existencia con los bosques, los climas, las estaciones y, en general, con todo el engranaje que, exquisitamente orquestado, compone este planeta.
Ahora solo resta estar a la altura del compromiso que significa haber recibido regalos como este, el bosque, y honrar su presencia.
Luego de capturar, a lo largo de 16 meses, más de cuarenta mil fotografías, y de ensamblarlas en una secuencia, el resultado es un sublime time-lapse del bosque que se observaba desde la ventana de su casa, en las afueras de Bloomington, Indiana.
La cámara se mantuvo sobre un tripié inmóvil durante 16 meses. Automáticamente capturaba una imagen a intervalos de 10 segundos y de 10 minutos, durante momentos clave del año (las nevadas, primavera, los colores otoñales), y el resto del tiempo la cámara estaba apagada [...] Más de 40,000 imágenes fueron capturadas, y luego hice pequeños clips de entre 5 y 8 segundos de cada momento clave. Posteriormente, los ensamble en la pieza final a una velocidad de 30 cuadros por segundo.
La paciencia de Orr floreció en un video de poco menos de tres minutos, que no solo nos permite disfrutar la vida de un bosque, también nos convida lecciones fundamentales: el tiempo es relativo, la naturaleza es perfecta, y nosotros somos seres innegablemente afortunados por compartir existencia con los bosques, los climas, las estaciones y, en general, con todo el engranaje que, exquisitamente orquestado, compone este planeta.
Ahora solo resta estar a la altura del compromiso que significa haber recibido regalos como este, el bosque, y honrar su presencia.
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