jueves, 22 de julio de 2010

AVANCE Laberinto de MILENIO: Braulio Peralta y Fernando Zamora

Braulio Perlata, de águilas, nichos y cuevas...¡entre otros!
Además, el texto inteligente de Fernando V. Zamora.
Son adelantos de Laberinto de MILENIO.





A salto de línea
Toledo, el águila real y algunas adivinanzas
Braulio Peralta




Hagamos honor al nombre de esta columna:
1. Comencemos con una pregunta: ¿es cierto que está prohibido darle a la directora del Instituto Nacional de Bellas Artes, Teresa Vicencio, críticas negativas a su labor profesional, o simplemente es un rumor de pasillo? Las malas lenguas comentan que su área de información sólo pone en su bandeja aquellas notas o columnas donde el nombre de la funcionaria sale indemne de rozaduras mediáticas. Se aceptan apuestas o, de preferencia, confirmación de los hechos. Claro, también desmentidos.




2. Carmen Parra pinta el águila real, símbolo de la bandera nacional, animal en peligro de extinción. Además: un fotógrafo italiano ha estado captando las imágenes donde el animal posa para la pintora, extendiendo sus alas al viento, mostrando su belleza descomunal. Ahora con el Bicentenario, ¿no sería conveniente asomarnos a la historia de esa ave a punto de desaparecer de la faz de la tierra? Porque pareciera que las autoridades han olvidado las cosas esenciales: la bandera nacional está a punto de quedarse sin animalito vivo que pruebe que ese símbolo está “hecho en México”. Digo, con tanto quehacer en los festejos de la Independencia y Revolución se olvidan de lo fundamental. ¿No sería bueno mostrar esas fotos y pinturas en pleno Bicentenario? Y de paso defender a las pocas águilas reales que quedan en el cielo mexicano, ¿o no?




3. Nadie vio en ningún recinto público a Francisco Toledo en Oaxaca el 17 de julio, día de su 70 cumpleaños. Seguro, haciendo honor a su historia, la pasó con su familia, en corto, alejado de celebraciones y homenajes. Personaje impar de la cultura mexicana. Él y Diego Rivera han sido de los pocos pintores que han aportado a México gran parte de lo que la vida les ha dado como artistas. No construyeron museos para ellos, aunque sí, y con gran entusiasmo, para mostrar el trabajo de los otros. Saben el lugar que ocupan en el mundo de la plástica. Tienen su ego resuelto. No como otro que pretende saltarse las trancas legales y obligarnos a ponerle su nombre a la zona donde vive. ¿Adivinan quién es?




4. ¿Quién es el o la funcionaria cultural que está por encima de sus empleados al responder inmediatamente los correos que le llegan? Asombra su capacidad de respuesta. Y lo mejor: intenta solucionar asuntos rezagados por sus subalternos. ¡Y lo consigue! Como igualmente sorprende que en el último libro de Consuelo Duval, Frases de Consuelo, aparezca su nombre entre los párrafos consentidos de la actriz de La familia peluche y Por qué los hombres aman a las cabronas. No es difícil adivinar de quién se trata.




5. ¿Será? Que Alejandro González Iñárritu está buscando llevar al cine la vida del liberal del siglo XIX, el constitucionalista Ignacio Ramírez, El Nigromante, basado en el libro de Emilio Arellano. Ojalá, porque develaría muchas mentiras de la historia de México, como bien puede leerse en el libro —con documentos dados a conocer por la familia del prócer de la patria, resguardados por 100 años. Personajes como Díaz, Juárez, Altamirano y otros serían protagonistas de un filme alejado del oficialismo sobre las fiestas del Bicentenario, y muy crítico sobre la hipocresía de los mandatarios de la iglesia católica.


Coda
Cuando era responsable de una sección cultural, con tanto chisme, lo que hacía era intentar reportear con los aludidos para beneplácito de los lectores. Resultaban notas muy interesantes para la comunidad cultural.





Hombre de celuloide
El color de la granada
Fernando Zamora


Twitter: @fernandovzamora


En la inmensa biblioteca de tratados de arte que se han escrito, destacan dos particularmente: El sentido del cine, de Sergei Eisenstein y el Tratado de la pintura, de Leonardo da Vinci. Ambos trascienden el arte que analizan (cine y pintura, respectivamente) y los conectan con el todo de la vida misma. Leonardo, aconseja aprender a mirar las nubes, las grietas que se forman en las paredes; Eisenstein retoma el trabajo teórico de Da Vinci y acuña un concepto casi místico que a menudo se confunde con “edición”: montaje.





Pero la edición es al montaje lo que la redacción es a la poesía. No se trata en ella de “juntar palabras”, de darles una coherencia lógica. Se trata, también en el montaje, de crear un universo de significados capaz de trascender el entendimiento común, para adentrarse en el terreno de lo que sólo puede ser dicho poéticamente.





Del 27 al 31 de julio se estará presentando en la Cineteca Nacional la película Sayat Nova del poeta visual armenio Sergei Paradjanov.





Nova fue un trovador armenio que en el siglo XVIII, además de escribir canciones de amor romántico, sirvió a su pueblo en la negociación de libertades, civiles y religiosas, frente a tres imperios que luchaban por controlar el Cáucaso: Rusia, Persia y el Imperio Otomano.
En este filme, que más que narrar busca recrear estados de ánimo, Paradjanov presenta al poeta en su niñez y en el momento de su muerte: Nova fue asesinado por las armadas del Khan Agha Mohammed de Persia. Y en la pantalla esta imagen viene a presencia con un niño rodeado de libros cuyas hojas vuelan al viento. Intercortes y vemos al poeta adulto rodeado de velas rojas sobre las que vuelan, ahora, gallinas torpes y blancas que mueren con él.
Paradjanov es uno de los directores no-narrativos más importantes en la historia del cine. Junto a Walter Ruttmann, Maya Daren y Dziga Vértov, Pradjanov, además, ha influido notablemente en el imaginario de esa cima del arte que es Andrei Tarkovski.





Resultan interesantes los paralelismos entre Paradjanov, el cineasta y Sayat Nova, el poeta en esta película. Como Nova, Paradjanov vivió bajo el poder de un imperio intolerante que encontraba peligrosa la religiosidad del pueblo armenio. La censura soviética comenzó prohibiendo El color de la granada y terminó por encerrar al director en un gulag. Homosexual y cristiano, Sergei Paradjanov resultaba difícil de clasificar, difícil de entender, difícil de manipular: Era un hombre peligroso para el sistema.





Ciertamente El color de la granada es una película difícil. Uno tiene que leerla con el convencimiento de que el cine no sólo es arte narrativo. También es poesía, arte visual. Las imágenes del niño que lee poemas en las cúpulas de un monasterio, los telares, las comadres que gritan, el salvaje sonido de los hombres armenios, todo ello introduce al espectador que se lo permita, en un sueño despierto en que el color de la granada representa a la muerte violenta del cordero a punto del sacrificio.


El color de la granada (Sayat Nova). Dirección: Sergei Paradjanov. Guión: Sergei Paradjanov basado en los poemas Sayat Nova. Fotografía: Suren Shakhbazyan. Música: Tigran Mansuryan. Con: Sofiko Chiaureli, Melkon Aleksanyan y Vilen Galstyan. URSS, 1968

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