Es interesante hacer un paralelo entre el movimiento hiperrealista de los años´70 en Estados Unidos y algunas manifestaciones y re interpretaciones del arte contemporáneo.
A finales de los años ’70 floreció en Estados Unidos una de las manifestaciones artísticas que mejor han contribuido a la percepción de una determinada manera de vivir de la sociedad norteamericana. La ironía, la crítica a la sociedad de consumo y la traducción literal y fotográfica de la realidad caracterizaron a esta tendencia. Las reproducciones eran extremadamente meticulosas y a menudo sus escenas eran anecdóticas y triviales y representaban una realidad igualmente fría y consumista que invertía la relación del espectador con lo real. Parte del drama de este tipo de expresión es que el espectador es colocado en una inusual y algo descolocada y hasta a veces morbosa posición de estudiar la figura humana en sus más intrincados detalles. A pesar de uno ver gente todos los días, pocas veces la examinamos y menos aún los particulares detalles de personas extrañas.
En escultura, el súper realismo se tradujo en la utilización de moldes de cuerpo humano a gran escala, en fibra de vidrio y resina de poliéster, que serían vestidos con ropas reales. John de Andrea y Duane Hanson fueron sus principales exponentes. Auténticos maniquíes humanos fueron fielmente reproducidos a través de moldes de yeso por George Segal.
Fuertemente consolidado en la exposición “22 Realistas” del Whitney Museum de Nueva York en 1970, el Hiperrealismo volvió a ocupar un lugar destacado en importantes muestras europeas, tales como la VII Bienal de París, 1971, o la dOCUMENTA 5 de Kassel en 1972 y más recientemente la retrospectiva hiperrealista,”The Real Body”, en The National Galleries en Escocia en 2011.
Para muchos, esta tendencia no se trató más que de una maniobra comercial en momentos en que el arte había quedado alejado de los circuitos comerciales, para otros, fue la revancha de los academicistas, mientras que algunos lo compararon con el sentir de los conceptuales. Vivamente alabado por unos y criticado por otros, el hiperrealismo resurge en el panorama contemporáneo con artistas como Maurizio Cattelan y Ron Mueck, esta vez con una connotación irónica y de crítica a la manipulación de la realidad no solo por parte de las nuevas tecnologías, sino también a esta nueva sociedad de consumo.
El pasado Abril el artista australiano Ron Mueck que vive en Londres sorprendió al mundo con una espectacular muestra de sus esculturas foto realistas en la Fundación Cartier para el Arte Contemporáneo de París. Cada escultura se enfoca en la relación entre dos personas. Las esculturas están hechas sobre una base de silicona, resina de poliéster, fibra de vidrio y cabello sintético. A diferencia de las obras de tamaño humano, estas esculturas también se escapan del realismo preciso alterando el tamaño y haciéndolas enormes en escala o miniaturizandolas, donde el espectador queda atrapado en un enganche obsesivo por el detalle, o en un alejamiento de este, alterando la percepción de la realidad.
La muestra de la Fundación Cartier inaugura en Proa y por primera vez en Latinoamérica este mes de noviembre y se extiende hasta febrero cuando viajará al MAM de Río de Janeiro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario