sábado, 29 de mayo de 2010
Los huesos de los huesos
SOBREAVISO. REFORMA
Los huesos de la Patria
René Delgado
29 May. 10
Con toda pompa y circunstancia, el presidente Felipe Calderón pondrá en marcha mañana un posible embrollo.
El gobierno echará a andar una muy padre, pero quién sabe qué tan oportuna ocurrencia: exhumar, a punto de conmemorar el Bicentenario de la Independencia, los restos de los Padres de la Patria para -según el animador de la puntada, José Manuel Villalpando- aclarar, confirmar o desmentir si son o no son ellos. Como se dice en la jerga electoral: se abrirán las urnas, se hará el recuento de los huesos y se determinará si son legítimos y legales o si se les nulifica.
A ver si el asunto no para en una Fiscalía Especial o en una monumental e histórica mentira... ¡en plena fiesta patria!
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En vísperas del festejo conmemorativo, tamaña puntada obliga a formular algunos fervorosos y patrios deseos.
Ojalá esa loca aventura antropológica no quede en un boletín de la Procuraduría General de la República, asegurando que los próceres de ningún modo están perdidos, sino "técnicamente desaparecidos".
Ojalá esa loca aventura política no se justifique con el socorrido argumento de que se procedió a operar, sin suponer que dentro de las urnas hubiera unos desconocidos.
Ojalá esa loca aventura patria no concluya en el establecimiento de un número 01-800-Hi-dal-go para dar con el paradero de los héroes y, luego, informar que un testigo protegido reveló su localización.
Ojalá esa loca aventura científico-policial no finalice la noche del 15 de septiembre con un operativo espectacular para decomisar una osamenta presuntamente heroica, hallada gracias a la de- nuncia anónima de una casa de seguridad.
Ojalá esa aventura confirme que los restos sí son de quienes se supone, porque si no... la revelación cimbrará a la misma Columna de la Independencia o dará a luz un nuevo mito genial.
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El origen de la ocurrencia deriva, de seguro, del problema de celebrar la historia sin entenderla.
Tan mal, con tanto desgano, menosprecio y desorden se organizó la conmemoración del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución que de la manga el gobierno se ha ido sacando descabellados e incomprensibles proyectos, eso sí, con un elevadísimo presupuesto.
Ejemplos sobran. El Arco Bicentenario no será tal, sino una estela edificada con materiales cien por ciento importados. El Parque Bicentenario, con tanto esmero diseñado por sus creadores, va con retraso y a contracorriente. La ruta de ambos movimientos sociales se resume en la enigmática carretera 2010 que nadie sabe dónde empieza y termina... mucho menos a dónde lleva.
Y, desde luego, el festejo estelar a cargo del mago del show, el australiano Ric Birch, abrirá otra duda: ¿la cuna de la Independencia fue en Dolores o en Las Vegas?
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Sólo así se entiende la exhumación de los sospechosos restos de los Padres de la Patria, en tan inoportuna temporada.
A ver si mientras se verifica la autenticidad de los huesos de la Patria, el gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva, no aprovecha para organizar una procesión del Cristo Rey -cuyo vínculo con la Independencia no está del todo claro, pero aparece en el Himno Bicentenario de Guanajuato- al altar de la Patria rogando porque los restos exhumados sean los esperados.
¡Háganos la antropología el milagro! Si no, nómbrese a Alberto Bazbaz coordinador de los festejos, para que todo cuadre.
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Como quiera, firme está el día de mañana para que el presidente Felipe Calderón encabece, a las diez de la mañana, el acto solemne de la exhumación con base en el riguroso protocolo del ceremonial militar.
Luego de los debidos honores y guardias, los restos en duda se llevarán al Museo Nacional de Historia, donde se certificará si cráneos, huesos y polvos son o no de quienes se anhela.
Allá por agosto, en principio con su certificado, los restos se trasladarán a la nueva galería de Palacio Nacional, donde serán expuestos y, luego, no está muy claro qué será de ellos.
La cosa está en que los restos sean de los héroes, porque si no menudo lío será explicar que la Fiesta Bicentenaria se celebrará sin sus auténticos protagonistas.
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No será, desde luego, la primera vez que se ponga en duda la autenticidad de los restos de los Padres de la Patria.
En distintos momentos, los restos han sido exhumados, trasladados y analizados, pero esta vez será la primera en que se remueva el pasado sin una idea de futuro, o sea, sin un propósito político. Tal parece que el espíritu o el capricho científico juega sus cartas por la libre, sin responder a la política.
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En 1823, cuando el Congreso ordenó el rescate de los restos, su reivindicación y traslado a la Catedral Metropolitana se entendió el motivo: adiós, Agustín de Iturbide. Igual ocurrió, en 1925, cuando Plutarco Elías Calles resolvió llevarlos de la Catedral Metropolitana a la Columna de la Independencia: uno es el Estado y otra es la Iglesia.
Mas allá de la curiosidad científica, la exhumación y el traslado de mañana no acaban de entenderse desde la óptica política... a menos que, en septiembre, después de confirmar a como dé lugar que se trata de los Padres de la Patria se tenga una noticia guardada con el celo de quien quiere dar una sorpresa.
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Por lo pronto, remover huesos sin entender ni tomar en serio el legado de quienes los revistieron de ideales parece una charada para salir del apuro conmemorativo.
Desenterrar el pasado, sin gobernar el presente ni imaginar el futuro lleva frecuentemente a emprender aventuras, a tener ocurrencias. Sin un objetivo claro, lo de mañana puede ser un espectáculo, solemne si se quiere, pero un espectáculo a fin de cuentas que mal conducido puede desatar un embrollo.
Ojalá tras la exhumación y el análisis de la autenticidad de los restos no venga una terrible decepción difícil de encarar desde la perspectiva de la verdad o una sorpresa celosamente guardada para depositar, después, los restos en un altar distinto.
En todo caso, el nuevo embrollo está por comenzar con aires de solemnidad pero resuello de ocurrencia. Falta por ver cómo termina, pero no sobraría una explicadita de lo que se pretende.
No vaya a resultar que cuando se ejerza el derecho a la información correspondiente -si no media juicio de nulidad otorgado por el Tribunal Fiscal-, se sepa que se interrumpió sin motivo ni necesidad el reposo de los héroes; que se quería dar mantenimiento a los huesos de la Patria; que, durante años, se le han rendido honores a un grupo de desconocidos; o que los héroes se perdieron hace muchísimo tiempo.
sobreaviso@latinmail.com
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