5 de Noviembre 2014
Son los años cuarenta y el olor a cigarro inunda la habitación donde José Revueltas está sentado frente a su máquina de escribir. Tendría unos 24 años y su semblante parece divertido mientras uno de los hermanos Mayo comienza a tomar las fotografías. El escritor se ha soltado un poco la corbata, intenta concentrarse en la hoja en blanco en tanto sus dedos aporrean el teclado. Luego observa la página y vuelve a fumar mientras lee la página.
Ésta es una de las cien imágenes que fueron incluidas en el libro José Revueltas. Iconografía, editado por el Fondo de Cultura Económica (FCE) y al que Excélsior tuvo acceso. El volumen contiene la colección de retratos más completa del escritor, cuya vida estuvo dedicada a la crítica y la rebeldía, y que comenzará a circular en los próximos días para homenajear al autor de Los muros de agua en el centenario de su nacimiento.
El volumen cuenta con una cronología detallada y fotografías de los hermanos Mayo, Julio Priego, Héctor García, Nacho López, Ricardo Salazar, Rogelio Cuéllar y Manuel Fuentes, para mostrar por primera vez un amplio cúmulo de imágenes sobre la vida del autor de Dormir en tierra, que será homenajeado el próximo 20 de noviembre.
La iconografía, explica, es una forma de aproximarse a un ensayo: el deseo de entrar en un paisaje que eventualmente haga pensar a los lectores con las palabras de José Revueltas.
Entre otras de las imágenes incluidas en la iconografía aparece Revueltas con Olivia Peralta, su primera esposa, y su hija Andrea, a quien sostiene con un brazo en algún punto de la Ciudad de México. O aquella donde el autor recibe el Premio Xavier Villaurrutia en diciembre de 1967 de manos del también escritor Agustín Yáñez; y en otras con la barba naciente y los necesarios lentes de pasta.
Dentro del estudio introductorio, José Manuel Mateo explica la idea del libro: “sería falso, con todo, pretender que la presente respuesta iconográfica se realizó bajo parámetros que superan el ejercicio del compilador: muy al contrario, se trata, en efecto, de una colección de retratos; menos un corpus en el sentido académico y más una reunión de instantes que postulan su singularidad, tanto como una armonía relativa cuando se va de un elemento a otro”.
También comenta que en general se incluyeron tres tipos de fotografías: las captadas en público, las que corresponden a la intimidad familiar y unas cuantas inéditas.
Las fotografías se dividen en nueve grupos. El primero intenta “reconocer” al Revueltas más próximo en el tiempo; le sigue su encarcelamiento en Lecumberri, y un tercer momento después de ser liberado bajo palabra.
El cuarto grupo aborda su presencia literaria y política; el quinto entra a su intimidad; el sexto vuelve sobre su papel como intelectual; el séptimo muestra al hombre “humildemente orgulloso”; el octavo hurga en sus libros y amistades, y cierra con dos imágenes que sin tener por qué fundirse nos dan una idea de su presencia entera.
Algo cercano a las memorias
La idea original del libro estuvo orientada con la ayuda de los papeles autobiográficos de Revueltas, reconoce el también académico por el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, y la recopilación final procuró atender la divisa que él mismo formuló cuando se propuso escribir algo que pudiera llamarse “memorias”.
En su Pasaje hacia José Revueltas, como José Manuel Mateo tituló la introducción, explica que Revueltas es casi siempre, en la imaginería de universitarios, políticos, críticos y literatos, el hombre rejuvenecido por su decisión de llevar el cabello largo y esa emblemática barba entrecana, más abundante que la del líder vietnamita con quien se le compara a causa del atributo facial.
También alude al libro Las evocaciones requeridas, el cual agotó su primera edición, aparecida en 1987, donde Andrea Revueltas y Philippe Cheron organizaron los escritos autobiográficos y las cartas de José Revueltas en siete etapas distribuidas en dos tomos.
La vida del escritor se divide esencialmente en cuatro secciones, refiere el compilador: militancia, escritura teórica y literaria, su actividad como escritor de cine y sus tres matrimonios.
Es a partir de esos ámbitos como puede trazarse el perfil de la intensa vida de Revueltas, “con experiencias que se multiplican más allá de lo imaginable como parte de una existencia individual.
Pese a todos los testimonios, han quedado muchas preguntas abiertas sobre los diferentes domicilios de la familia Revueltas en la Ciudad de México, la quiebra del negocio paterno y su paso por las organizaciones de izquierda que siguió durante su juventud.
Así que al momento de elaborar la cronología que incluye el volumen, el académico de la UNAM consideró los datos que le parecieron más certeros. Pese a todo considera que estamos lejos de conocer bien a Revueltas.
Aunque reconoce que el horizonte formado por las imágenes reunidas en la iconografía, “tal vez nos brinde la experiencia de quedar por un instante bajo el aura de esa lejanía luminosa llamada José Revueltas”.
La iconografía, con fotos inéditas
En José Revueltas. Iconografía hay una serie interesante de fotografías inéditas en donde se puede ver al autor de El luto humano junto a Manuel Álvarez Bravo, durante la dirección de una película experimental.
Esa película se titula Cuánta será la oscuridad y está basada en un cuento del propio Revueltas, dice José Manuel Mateo en entrevista con Excélsior. “Hasta donde sabemos, estas fotografías no habían ido publicadas y si se habían visto… no se sabía que el personaje joven que ahí aparece es Revueltas. Eso lo supimos hasta el curso de esta investigación.”
También hay una fotografía muy poco conocida donde se puede ver a un muy joven Revueltas acompañando al poeta chileno Pablo Neruda. La instantánea está dedicada por el propio Neruda, y aunque existen versiones de que fue publicada en una revista de la Biblioteca de México, hace décadas que no se había visto.
“Y sobre esta imagen lo que puedo decirte es que durante mucho tiempo estuvo conservada entre las páginas de un libro en la biblioteca que conservaba Andrea Revueltas”, detalla.
Otra foto poco vista es una que corresponde a 1968, la cual encontró en el AGN, donde se le puede ver meses antes de ser apresado. “Esa prácticamente no ha circulado, pero conseguimos incluirla en este libro, considerando que hay muy poco material fotográfico sobre Revueltas”, añade.
Lo cierto es que la carta de intenciones para esta iconografía era que el lector no se quedara con una imagen única del autor, “y por eso me pareció importante contrastar sus distintas facetas”.
Así que es una forma distinta de acercarnos a este escritor rebelde. “Como se podrá ver, la iconografía no está organizada de forma cronológica, sino que más bien trata de aproximarnos a la imagen más frecuente de Revueltas, aquella del año 1968 para alternarlo con otros momentos de su vida como figura intelectual, sujeto público, personaje político, como teórico y con sus amigos, como Héctor Javier.”
El también crítico reconoce que existen muy pocas fotografías de Revueltas, así que resultó complejo compilar y ordenar el material suficiente para abarcar todos los aspectos en la vida del escritor, aunque sí era importante compilar lo mejor y más posible para mostrarlo más allá de su escritura densa.
Un aspecto significativo en este libro serán las cartas, pues no sólo incluye la que Andrea Revueltas le escribió a su papá cuando ella tenía ocho años, sino un pequeño recuento que muestra los detalles de esa correspondencia personal y teórica tan intensa que mantuvieron ambos durante los últimos años de José.
“Lo interesante era poner esa cartita de la infancia y llegar hasta los últimos momentos de la comunicación epistolar que sostuvo con su hija”, explica.
Hacia el final del libro también se incluyen detalles de la relación entre Revueltas y Pablo Neruda, una persona a quien el autor de Los muros de agua admiraba y quería, pero con el que también tuvo conflictos, aunque hacia el final de su vida no dejó de sentir afecto por Neruda, a pesar de sus diferencias abismales, explica.
¿Cómo era la personalidad de Revueltas? Se le pregunta Mateo. “Creo que era un hombre con una gran capacidad para desdoblarse dependiendo el lugar. Él mismo dice en sus memorias que gran parte de la vida de un escritor está dedicada a reunir experiencias biográficas”.
Sin duda, es uno de esos hombres necesarios en la historia de un país, añade. “Yo creo que este país sería más miserable de lo que ya es si no hubiera tenido por lo menos entre sus figuras intelectuales a José Revueltas, pues no sólo es uno de los grandes narradores de nuestro país dentro del siglo XX, sino también uno de nuestros grandes teóricos e intelectuales”, asegura.
Incluso, considero que el peso de su producción literaria y teórica es de una importancia tal que apenas hemos empezado a definirla, explica. “Revueltas es un interlocutor indispensable de figuras como Walter Benjamin o Theodor Adorno, y te aseguro que hay facetas que apenas estamos aprendiendo a atisbar después de años de leerlo”.
Por último, reconoce que espera que esta iconografía sirva para aproximar a quienes aún no lo conocen; quizá es una forma de que se animen a leerlo.
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