13 de Noviembre 2014
Una de las cosas que más me indigna de todo este desastre en el que estamos metidos, es la incongruencia de todo aquel que marcha pacíficamente, está enojadísimo y harto (con justa razón, ojo, no quiero minimizar el asunto,) pero llega el fin de semana y sube una foto de su toquesote a Instagram. Quiero pensar que es de su propia cosecha y que no le pagó a un narcomenudista que, ok, a la mejor sólo le vendió un toque y no 3 kilos de cocaína, pero que sigue siendo narco y su dinero irá a parar a manos de otro narco más poderoso y otro y otro, hasta llegar a cualquiera de las familias más fuertes que controlan la droga.
Full disclosure: en enero cumplo 5 años de estar sobrio, la verdad es que antes sí era como Keith Richards en sus peores épocas, pero a la fecha sigo teniendo efectos colaterales gracias a mi consumo y pude haberme muerto, literal, si no hubiera empezado a ir a terapia de adicciones. Como a los dos años de ya no consumir, tuve que hacerme una tomografía porque me dolía la cabeza todo el tiempo y mi neurólogo me diagnosticó con síndrome de abstinencia, al día de hoy tengo que tomar un antidepresivo (de los que no produzca adicción, para no engancharme) todos los días para regular mis químicos cerebrales que están todos dados al catre.
Pero el hecho real es que las drogas son ilegales de momento y, si el tarado de Mondragón Kalb mete mano, muy posiblemente así sea para siempre. Muchos de mis amigos se enojan y me dicen que comprar mota no es comprar drogas, o que su bueno no es de “esos.” No se confundan, el bueno puede ser todo, menos bueno: definitivamente no es su amigo, cualquiera que te venda algo que potencialmente te puede hacer daño, no quiere tu bien y, créeme, en una situación de peligro, es casi seguro que te pondría a ti con las autoridades antes de decir “sí, fui yo, déjenlos ir a todos, acepto toda la responsabilidad.”
Ahorita estamos todos preocupados por lo virulenta que es la violencia del narco y por todos los lugares en los que está infiltrado, en Italia se dice popularmente que no ha habido un gobierno que no haya sido elegido por la mafia y, durante la era de Pablo Escobar, la violencia en Colombia era tal, que dinamitaba edificios de gobierno con la mano en la cintura. Es tal vez momento de que no tomen sólo mi palabra y se avienten un par de lecturas y documentales cruciales para entender nuestro momento histórico.
Excellent Cadavers.- La historia del intento del gobierno italiano de meter a la mafia en cintura, sobra decir que acabó muy mal, pero lo más impresionante es ver el tamaño de poder que tienen las familias de mafiosi en el país de la botita.
Pecados de mi Padre.- Un documental sobre el hijo de Pablo Escobar y su intento de hacer sentido a la vida de su padre, como narco, como figura histórica, como papá y como el enemigo público número uno del pueblo colombiano.
The Chemical Carousel.- Una explicación de por qué las drogas son adictivas y, por ende, por qué el adicto es un enfermo que requiere tratamiento y no cárcel, mientras que el que merece ir al tambo es el traficante.
Addiction.- Una serie documental de HBO que explica menos científicamente lo que se dice en The Chemical Carrousel, pero no sin bases serias o un esfuerzo periodístico profesional, sino más bien gracias a un lenguaje más cotidiano. Es tal vez la mejor serie que puede tener alguien que convive con un adicto activo o uno mismo como adicto activo o en recuperación, para entender qué pasa allá en la cabeza y por qué es tan complicado dejar las drogas y el alcohol.
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