viernes, 17 de septiembre de 2010
DOKTOR DINERO, Adina Chelminsky, te aclara las cosas de la vida y MÁS ALLÁ:
¡No hagas tu testamento!
Siguiendo estos sencillos consejos tendrás la seguridad de que nadie se va a olvidar de ti; la gente te recordará todos los días de su vida.
Adina Chelminsky
Para todos mis lectores, acostumbrados a que septiembre lo dedique a hablar de testamentos, se les pudo haber hecho raro que este año no he tocado el tema. Esto es porque les ruego a todos ustedes que este año no hagan su testamento. Olviden el tema, ahórrense el trámite, háganlo al aventón y sin prestar atención.
Dejen para mañana lo que tienen que hacer hoy y así asegurarán una vida eterna llena de problemas para los seres queridos. He aquí diez consejos:
1.- No estés preparado: ¿para qué? Suficiente tiene uno que hacer en el día como para preocuparse por temas tan triviales como hacer un testamento. Después de todo, uno tiene la vida comprada. Hay que vivir al día sin preocuparse por la seguridad y la tranquilidad de sus seres queridos. Honestamente, uno puede controlar perfectamente bien lo que va a pasar cuando uno falte, no hay necesidad de dejar nada oficializado por escrito.
2.- Utiliza un machote para hacer tu plan testamentario: la manera más inteligente para hacer un plan testamentario es no adecuarlo a tus necesidades particulares (acaso no dicen que todos los seres humanos somos iguales). A pesar de que hoy en día existen varias opciones para adecuar los planes testamentarios a la medida de tus necesidades, no las estudies, no vale la pena.
3.-No cuentes lo que tienes (es de mala suerte): hacer un inventario de tus bienes (dinero, inversiones, participación en negocios, activos físicos de valor) es una llamada al mal de ojo. Definitivamente no hagas una lista de lo que posees, el chiste es no tener una visión clara y actualizada de tu patrimonio. Si haces un testamento, hazlo al "ahí se va". Que luego sea problema del albacea encontrar los bienes que pudiste haber dejado sin importar si alguno se pierde u omite.
4.-No compartas con nadie tus decisiones: el hermetismo siempre ha sido una herramienta muy útil en cualquier situación. Ni siquiera te tomes la molestia de informar a una persona cercana de la existencia de un testamento (aunque no reveles su contenido) y jamás expliques a tus seres queridos qué mecánica seguir en el momento que sea necesario tramitar la sucesión. Que se las arreglen solitos, ya están grandecitos.
5.- Olvida tus deudas: si contrataste créditos o préstamos de algún tipo despreocúpate; no averigües cuáles son las políticas que tienen aparejados éstos en el caso de que fallezcas (muchas tienen un seguro de vida incluido para solventar el pago del crédito, pero otras no). Imagínate lo "cómico" de una situación si tu familia no pueda enfrentar el pago de la hipoteca.
6.-Las cajas de seguridad deben ser secretas: no informes a nadie sobre la existencia de cajas de seguridad en donde tengas depositados artículos de valor, llévate el secreto a la tumba. Y, por ningún motivo, otorgues a nadie una firma facultada para poder entrar a la caja de seguridad.
7.-No actualices tus decisiones (lo mejor es vivir en el pasado): cualquiera que sea tu plan testamentario, éste debe ser estático e inamovible, por ningún motivo lo debes adecuar a los cambios que va teniendo tu vida (ni en beneficiarios ni en bienes ni en condiciones especiales).
8.-Hazlo tú mismo: el que no oye consejo... es porque es el más inteligente. Los profesionales que existen para asesorarte (notarios, abogados o expertos en fideicomisos) sólo buscan sacarte dinero y, ¿qué pueden saber ellos que no sepas tú mejor? (leer y entender los códigos y leyes de México es facilísimo) No gastes dinero en consejos inútiles que no hacen ninguna diferencia.
9.- Lo más importante es el dinero: si realizas un plan testamentario dedícate exclusivamente a definir lo que se hará con las cosas realmente valiosas de la vida (dinero, bienes, negocios). Si tienes hijos menores de edad o que por alguna razón sigan dependiendo de ti, deja su suerte a la buena voluntad de la gente que los rodea. No pienses mucho en a quién otorgarle la tutoría. Lo que es más, nunca preguntes a estos "tutores designados" si tienen la capacidad y/o la voluntad de cuidar de ellos. Lo mejor es que les caiga de sorpresa.
Éxito garantizado
Siguiendo estos sencillos pasos podrás tener la certidumbre de que nadie se va a olvidar de ti, la gente te va a recordar todos los días. A lo mejor no en los mejores términos, pero lo importante es la cantidad de recuerdos, no la calidad. Y tú vas a poder ver, desde el cielo, cómo todo lo que luchaste por construir en vida (tanto material como familiarmente) se deshace poco a poco.
Adina Chelminsky
Especialista en finanzas personales.
Doctor Dinero
www.doctordinero.com
adina@doktordinero.com
Cómo educar financieramente a los hijos: los adolescentes y la inversión
El punto más importante es enseñar a los jóvenes que la inversión es un arma fundamental para hacer crecer el dinero y maximizar su valor, pero no es un medio para hacerse millonario.
Adina Chelminsky
Última de cuatro partes
El último mes esta columna ha estado dedicada a hablar de una de las tareas más difíciles que tenemos como padres: la educación financiera de los hijos. Es una tarea doblemente difícil. Porque, por un lado, es una misión para la que no estamos completamente preparados (muchas veces carecemos de los conocimientos financieros y/o de las armas para transmitirlos) mientras que, por otro lado, es casi una obligación de vida hacerlo: nuestros hijos van a vivir en un mundo en donde el buen manejo del dinero va a ser aún más importante de lo que fue y es para nosotros.
La buena educación financiera no sólo permite asegurar (o dar mayores posibilidades) el éxito financiero a nuestros hijos, también tiene implicaciones en nuestras finanzas como padres. El educar hijos con sapiencia financiera minimiza la ayuda o el auxilio económico que les vamos a tener que brindar en su adultez (que generalmente coincide con nuestra edad de retiro).
En las tres columnas pasadas hicimos un test para saber qué tan buenos educadores financieros somos, hablamos de los niños y de los adolescentes en su manejo del crédito. Esta semana toca a los adolescentes y la inversión. ¿Cómo enseñar a nuestros hijos a invertir el dinero?
El punto más importante a esta edad es enseñar a los jóvenes que la inversión es un arma fundamental para hacer crecer el dinero y maximizar su valor, pero no es un medio para hacerse millonario. Sobre todo en un mundo donde hay tanto énfasis en la riqueza y se ofertan tantos "productos financieros" que ofrecen riqueza rápida y garantizada (que más bien resultan en pobreza rápida y garantizada) es importante que entiendan que la riqueza se hace trabajando y que la inversión es sólo un arma de apoyo.
1)Ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre: nunca satures de información y de presión a un adolescente, lo único que vas a hacer es ahuyentarlo. Mesura la información financiera que ofreces según el grado de interés que tu hijo demuestre.
2) Primero lo primero: empieza enfatizando que en el mundo financiero existe un principio básico: a mayor riesgo, mayor rendimiento y viceversa.
3) Empieza por aprender: asegúrate de saber lo que estás enseñando, conceptos erróneos pueden ser casi imposibles de borrar. Si tú no sabes de finanzas o inversiones, tómalo como una oportunidad para aprender juntos.
4) Ve a la moda: aprende de los instrumentos más comunes del mercado; hoy por hoy los fondos de inversión son instrumentos que empiezan a cobrar gran popularidad (y ésta va en ascenso), los ETF, el tema de las afores. Son instrumentos que, por sus características individuales, se adecuan a diversos tipos de necesidades y de caracteres, enséñale a tus hijos sobre sus beneficios.
5) Que juegue: los juegos que ofrecen diversos sitios de internet sobre inversión virtual pueden ser una manera muy cómoda, didáctica y divertida de empezar a probar los conocimientos, sin arriesgar dinero real.
6) En el momento de la verdad: cuando tu hijo empiece a invertir enfócalo a instrumentos conservadores, suficiente especula un adolescente con otros aspectos de su vida como para hacerlo con el dinero. Conforme pase el tiempo y vaya teniendo él o ella más seguridad en sus inversiones, que empiece a diversificar con instrumentos de renta variable.
Por último, no puedo acabar esta columna de Bicentenario sin un muy particular grito: ¡Viva la independencia financiera! ¡Viva la cultura financiera! ¡Viva el que cada uno de los mexicanos tengamos control e inteligencia sobre nuestro dinero! ¡Viva México!
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