¿Sophie Calle ó Maria Turner?
Rituales de la casualidad
"Un extraño orgullo nos impulsa no sólo a poseer al otro sino también a penetrar su secreto. No sólo para que nos quiera, sino para resultarles fatales. Placer de la gris eminencia: el arte de hacer que el otro desaparezca. Todo ello precisa de un ceremonial completo"
J. Baudrillard
"Sophie Calle es Maria Turner en Leviatan de Paul Auster. Tanto la artista como el escritor son incansables tejedores de la teoría de la casualidad. Calle a partir de sus rituales privados y los estudios de la personalidad del otro; y Auster como creador de historias por el laberinto de las coincidencias. Entre los dos se crea un juego de reciprocidades que coincide en las páginas deLeviatan. Seducidos por la curiosidad hemos agrupado esta serie de libros que os proponemos alrededor de la obra de la artista y del personaje de la novela. ¿Quién actúa primero, Sophie o Maria?"
LA IMAGEN; EL PAIS
¿Quién manda aquí?
Juan José Millás 09/01/2011
Un abuelo galardonado, una nieta que ni sabe, ni quiere saber, para qué viajan a Estocolmo. Aquí no hay gramática, decida el lector quién lleva la batuta.
Siendo, como somos, una curiosa mezcla de biología y lenguaje, no siempre es fácil averiguar dónde termina una y comienza el otro. La gramática nos constituye tanto como la sangre. El señor de la foto y la niña a la que sostiene en brazos son abuelo y nieta respectivamente gracias a la mixtura de genes y sintaxis con la que están amasados. Las construcciones verbales y los órganos corporales se funden entre sí de tal modo que resultaría imposible dilucidar cuánto hay en cada uno de nosotros de lexicología y cuánto de genética. En multitud de ocasiones, y para saber lo que nos pasa, acudimos equivocadamente al análisis de sangre cuando lo indicado sería el análisis sintáctico.
Decidan ustedes, en fin, qué clase de construcción gramatical es la que se aprecia en la imagen. Pero no lo hagan sin detenerse previamente en cada una de las partículas que la componen. Observen, por ejemplo, la mano izquierda del abuelo sosteniendo con cada uno de sus enormes dedos la cintura de la nieta. Fíjense asimismo en sus labios, intentando alcanzar con suavidad el rostro de la pequeña, que fija narcisísticamente su atención en otra parte. Si alguien tuviera el impulso de señalar al escritor como la oración principal, que se pregunte cuál de las dos construcciones da sentido a la otra. Desde la biología diríamos que la nieta depende del abuelo, pero desde la gramática quien manda, sin duda, es la pequeña, que paradójicamente no ha sido colonizada aún por el lenguaje. Manda tanto que no tiene necesidad alguna de saber que viajan a Estocolmo. Ni para qué.
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