EL UNIVERSAL
Una ciudad de violadores seriales
17 de enero de 2011
A finales del siglo XIX, un violador serial conocido como El Chalequero reveló la geografía de una ciudad cargada de puntos muertos: no-lugares a los que iban a estrellarse las aspiraciones del orden, la justicia, el progreso. Entre 1880 y 1888, en vías de tren y llanos próximos al Río Consulado, El Chalequero violó y acuchilló a una veintena de mujeres.
La violación sexual era, como ahora, el delito menos denunciado. Se trataba de un crimen oculto: una forma de la delincuencia en cuyo encubrimiento participaban las propias víctimas; una suerte de ceguera social, con ciclos críticos que explotaron varias veces a lo largo del siglo XX. En medio de una cultura en donde lo natural es la violencia contra las mujeres, la sombra de El Chalequero cubre las calles de nuestros días. En el cercano 2006, la policía aprehendió a Gerardo Delgado Espinoza, un violador serial que actuaba sólo entre semana (sábados y domingos los pasaba al lado de sus hijos) y que en menos de tres años atacó, a las puertas del Metro, siempre entre las cinco y las seis de la mañana, a casi 80 mujeres.
Habitamos una ciudad cuya caja negra no se conoce. En la procuraduría sólo son denunciadas cuatro violaciones cada día. En mayo de 2007, el entonces procurador Rodolfo Félix Cárdenas admitió que el índice se había duplicado: “De tener entre cuatro y cinco denuncias, éstas se han incrementado de ocho a diez”. Al año siguiente, las autoridades reportaron mil 268 violaciones y recibieron 2 mil 642 denuncias por otros delitos sexuales (abuso, hostigamiento, estupro).
En octubre de 2008 fue detenido en el Cerro de la Estrella el violador serial Florentino Guzmán Arcos, un albañil que seguía a estudiantes de secundaria que se iban de pinta: en lugares propicios, los amagaba, ataba a los varones con las agujetas de sus propios zapatos, elegía a una menor y la violaba ante sus compañeros. Una de sus víctimas lo reconoció en la calle. Pronto lo identificaron otras 19. Recibió una sentencia de 90 años.
Ese año crítico la fiscalía de investigación para delitos sexuales detectó en las calles una oleada de violaciones seriales. La mayoría, cometidas por taxistas. Uno de ellos, Hugo Emmanuel Reyes, fue reconocido por ocho víctimas. Juan Alberto López Ramírez, fue identificado por cinco. Había comenzado una de esas crisis que saltan a la vista de cuando en cuando.
Tal vez por eso el gobierno capitalino ordenó un “análisis estadístico de los internos por el delito de violación y abuso sexual en el sistema penitenciario de la ciudad de México” (2008). Los resultados no fueron dados a conocer, acaso porque narraban un fracaso. Los delitos sexuales constituían la cuarta causa de ingreso a los penales capitalinos: 2 mil 490 individuos se hallaban recluidos bajo esos cargos. De acuerdo con el estudio, cada mes llegaba a las cárceles un promedio de 133 delincuentes sexuales. La mala noticia era que, cada mes, los jueces liberaban a 109. Entre enero y julio de 2008, por cada cuatro reos que ingresaron en los reclusorios acusados por estos delitos, las autoridades pusieron en libertad a otros tres. En sólo un año, mil 308 delincuentes sexuales (652 de ellos, reincidentes) se encontraban otra vez en la calle.
El análisis concluía que el 96 por ciento de los presos había obtenido la libertad por falta de méritos, averiguaciones mal armadas, conmutación de pena, libertad bajo caución o preescripción del delito. Del total de internos liberados ese año, sólo 30 habían cumplido su sentencia.
El Chalequero pasó 20 años en San Juan de Ulúa. En 1904 quedó en libertad y atacó a otra mujer. Murió en 1910, mientras aguardaba su ejecución. Aunque la ciudad se encuentra ahora en el otro cabo del tiempo, la violación sexual sigue imperando en los nuevos no-lugares de la urbe. El Río Consulado de hoy son las delegaciones Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Álvaro Obregón.
Aunque no encontramos la caja negra, sólo se sabe que otras mil 281 mujeres fueron violadas el último año.
Como siempre: trabajo serio, periodístico e inteligente. MRM
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