PHILIPPE HALSMAN (MAGNUM PHOTOS)
MARÍA
FÉLIX
“María
Félix nació dos veces: sus padres la engendraron y ella, después, se inventó a
sí misma” Octavio Paz.
María Bonita, La Doña— estaba en España para asistir al
homenaje que le brindarían en el Primer Festival de Cine de Madrid. Eran las
ocho de la mañana cuando sonó el teléfono de la suite del hotel Ritz: “¡Me
pedían que pagara el desayuno! Tengo dinero para pagar, pero… ¡¿qué desorganización
es esta?!”, soltó con su voz grave y honda ante un centenar de periodistas,
dejando claro su temperamento durante la rueda de prensa que ofreció la tarde
del 7 de abril de 1997.
Había pasado
medio siglo desde que la gran diva del cine mexicano —que cumpliría 100 años el
próximo martes— visitó por primera vez este país. En el verano de 1947 vio en
primera fila de la plaza de toros de Linares cómo un toro de casi media
tonelada acabó con la vida de su amigo Manolete. Luego, bajo la dirección de Rafael
Gil, protagonizó Mare Nostrum, la primera de las seis películas que realizó en
España. Para entonces, buena parte del público hispano ya se había rendido ante
la imponente belleza de “la mexicana” que un lustro antes se había adueñado de
las pantallas cinematográficas.
María era
una veinteañera, recién llegada a la ciudad de México, cuando se topó en la
calle con el director de cine Fernando Palacios. “¿Le gustaría hacer cine,
señorita?”, le preguntó. “Si me da la gana, lo haré. Pero cuando yo quiera. Y
será por la puerta grande”, contestó ella. La puerta grande no tardó en
abrirse, y en 1942 estelarizó El peñón de las ánimas al lado de Jorge Negrete.
Pero el éxito le llegaría con Doña Bárbara, basada en la novela del venezolano
Rómulo Gallegos, un personaje que, a partir de entonces, interpretaría delante
y fuera de las cámaras. Dura, altanera, dominante, hembra-macha, “María Félix
nació dos veces: sus padres la engendraron y ella, después, se inventó a sí
misma”, dijo un día Octavio Paz.
Con la fama
empezó la sucesión de hombres en su vida. “Yo los escogí a todos. Por eso los
podía dejar cuando quería. ¿Luchar por un hombre? ¡Hay tantos!”, se ufanaba. Se
casó cuatro veces, pero sus amores más sonados fueron los que mantuvo con “el
charro cantor” Jorge Negrete y con el compositor Agustín Lara, quien le hizo
“un himno”. Cuentan que, una madrugada, Lara llamó al cantante Pedro Vargas y
al violinista Eulalio Uranga para que le ayudaran a interpretar “una canción
divinamente cursi” que le acaba de escribir a su mujer. Mandó pedir también un
piano blanco, y en el jardín de la mansión de la diva, los tres comenzaron la
serenata: “Acuérdate de Acapulco / de aquellas noches / María bonita, María del
alma…”.
MARÍA BONITA
“Los dejaba
cuando quería. ¿Luchar por un hombre? ¡Hay tantos!”, decía
El romanticismo
de Agustín Lara, sin embargo, era eclipsado por los celos. “¿Cómo no tenerlos
—decía— si es mía, pero todo el mundo se fija en ella? ¿Cómo no tenerlos
—agregaba lleno de inseguridad— si yo soy más feo que muchos de sus
pretendientes?”. Una noche, iracundo, cogió una pistola, entró en la habitación
conyugal, donde María se estaba maquillando, y le disparó. Falló y, por un
instante, la actriz se aterró. “¡Flaco cabrón!” le gritó, y le echó de casa.
Hizo 47
películas entre México, España, Italia y Francia, pero nunca cedió a la
tentación de Hollywood. “Solo me ofrecían papeles de india. ¡Y yo no nací para
llevar canastas!”, sostenía. Dejó los platós cinematográficos en 1970 y se
dedicó a vivir de su leyenda. Cada tanto iba a los programas de televisión para
desparramar sin tapujos sus recuerdos. Recorría festivales internacionales de
cine y pasaba algunos meses del año en su casa de París. La mañana del 8 de
abril de 2002, el cante Juan Gabriel (quien le había compuesto otro “himno”,
María de las Marías) la llamó por teléfono para felicitarla por su 88º
cumpleaños. “La Doña todavía no se ha despertado”, le dijo el mayordomo. La
Doña ya estaba muerta. Nació y murió el mismo día, como si lo hubiese planeado.
Meses
después, cuando se supo que le había dejado todas sus propiedades y dinero a su
joven asistente, Luis Martínez de Anda, y nada a sus hermanos, estos pidieron
que se exhumara el cadáver “para comprobar que María no fue envenenada”. Los
forenses la sacaron de la tumba en directo para la televisión y no tardaron en
decir que “murió por una insuficiencia cardiaca”. Sus familiares dejaron de
hacer ruido y el heredero comenzó a subastar los muebles, los cuadros, los
vestidos y las joyas de la diva. Muchos de esos objetos fueron comprados por
fans. “El próximo martes inauguraremos un museo, cerca del aeropuerto del DF,
donde todo el que lo desee podrá ver el patrimonio que hemos podido rescatar
con nuestros propios recursos”, dice Alejandro Martínez Cadena, presidente del
Club de Admiradores de María Félix. La lujosa casa donde La Doña vivió durante
casi 50 años, en el elegante barrio de Polanco de la capital mexicana, fue
derruida el pasado mes de marzo. Hoy es un descampado de unos 500 metros
cuadrados y pronto será un edificio de pisos caros y ostentosos.
MARÍA BONITA
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