“Tengo que contarme, aunque
me dé tristeza”: Ángeles Mastretta
MILENIO.
CULTURA • OCTUBRE 2012 —
JESÚS
ALEJO SANTIAGO
La escritora poblana habla de la
importancia de la vida cotidiana. Su más reciente novela, "La emoción de
las cosas", se trata de un retorno a los orígenes, la búsqueda de las raíces
en los recuerdos compartidos con sus padres, abuelos, hermanos e hijos.
La
literatura de Ángeles Mastretta tiene una apuesta muy clara: contar la vida,
sobre todo cantarla, convencida de que la realidad de todos los días es tan
fuerte y ya cuenta con sus voceros, que resulta necesario ir por otro lado en
la creación, como se refleja en su más reciente novela, La emoción de las cosas
(Seix Barral, 2012).
“De repente
puedo parecer frívola, pero me parece que eso puede ser importante: crecí en un
medio en el que la vida diaria era muy importante, aunque a lo mejor era un
mundo políticamente bastante silenciado, y no me cuesta trabajo recuperar la
vida cotidiana; me parece incluso crucial hacerlo, no nada más por mí, también
por los otros. Uno puede escribir para sí mismo, pero cuando publica lo hace
para los demás.”
Se trata de
un retorno a los orígenes, la búsqueda de las raíces en los recuerdos
compartidos con sus padres y sus abuelos, con sus hermanos y con sus hijos, en
la niñez y en la adultez de quien sabe que cada vez está más rodeada de
muertos: una apuesta por recuperar la emoción de un pasado, segura de que le
puede importar a los del presente.
“Estas
cosas, aunque sean personales, cuando las escribo pienso en que alguien las va
a leer. ¿Por qué? No nada más porque las quiero contar o sacármelas de encima,
sino porque me parece que a los otros les va a ser de utilidad.
“La vida
está hecha de la suma de los detalles y de las emociones: arte es lo que
conmueve y a mí sí me resulta importante conmover. No quiero decir que todo lo
que escribo sea arte, pero lo que sí me importa es acercarme al arte
conmoviendo y no nada más con penas sino también con alegrías, con
descubrimientos.”
En La
emoción de las cosas se puede percibir nostalgia, mas no tristeza. Dice Ángeles
Mastretta que a veces la nostalgia llega a enriquecer la vida, porque permite
recuperar a los otros, en especial a los que ya no están, sin que ello
signifique que el mundo de antes fuera mejor: “Era distinto y vale la pena
invocarlo”.
“Creía que
era posible hacer una novela con mi ombligo, que se podía hacer ficción: quería
hacer un libro lineal que contara a estos papás, a la familia… y me di cuenta
que eso no lo quería hacer. Los personajes no se volvían tal, seguían siendo
personas. Por eso dije que no haría ficción; tengo que contarme, aunque me dé
tristeza.”
Sin problema
alguno, sin pudor, Mastretta reconoce que en la novela el lector se mete a su
mundo, a sus fantasmas, de cuya recuperación se dice experta, si bien al mismo
tiempo puede ser un libro espejo, porque al leer las historias de otros, te
encuentras con la tuya.
“Cuando
hacía el libro estaba triste y me estaba sintiendo vieja: lo terminé y lo
entregué, y me entró sensación de viernes en la tarde. Me pesaba no poder hacer
una novela sobre mis papás y de pronto me decidí a entregar lo que tengo, a ver
a quién le interesa. Si no, no me moriré de la tristeza, pero me habré quitado
de encima esto: mis fantasmas ahí van a estar, sólo que ya quiero que se
conviertan en unas compañías alegres.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario