Victoriano Huerta se mantuvo 15 meses en el poder
Crónica de una traición
Centenario de la Decena Trágica
REFORMA/Redacción
Ciudad de México
(3 febrero 2013).- Rafael de Zayas, el hijo mayor del polígrafo Rafael
de Zayas Enríquez, se sumó a las conspiraciones contra Francisco I. Madero
hacia el verano de 1912. En una carta de la época reproducida aquí narra los
preparativos del golpe contra el gobierno legítimo de Madero, describe sus
estrategias y da nombres de quienes participaron en él.
Se trata de una extensa misiva, inconclusa por
cierto, dirigida a uno de sus hermanos, el artista y escritor Marius de Zayas,
quien vivía en la ciudad de Nueva York desde 1907. El original está en el Fondo
Marius de Zayas de la Biblioteca de Libros Raros y Manuscritos, en la
Universidad de Columbia, Nueva York, N.Y.
La carta, de la que ofrecemos fragmentos, está
fechada el 24 de agosto de 1913. Respetamos la redacción y la ortografía del
original.
***
En febrero tratamos el dia 1º de dar un golpe en la
noche y apoderarnos de Madero y gabinete en Palacio Nacional, Mondragón nos
suplicó que no lo hiciéramos - Tuvimos una junta en casa de 25 conspiradores,
entre ellos oficiales con uniforme; salieron a altas horas de la noche y como
otras veces nadie los notó; de todos ellos el único muerto fue el general
Gregorio Ruiz. Viejo valiente y simpático! El 5 de febrero tratamos de dar un
golpe en la estatua de Juárez, las tropas rodearían a Madero y gobierno y allí
mismo los pasaríamos por las armas. Celebramos una junta la noche del 2 en una
maderería en la calle de Limantour; parecía un cuartel por la cantidad de
oficiales que había. A las 10 se presentó Mondragón con Ruiz para hacernos
desistir y Ruiz dio su palabra de honor de que antes de ocho días nos llevaría
a la victoria.
El miercoles 5 comimos paisanos y militares en el
Café Colón para engaratuzar a los oficiales huertistas; allí sacamos que Huerta
trabajaba muy activamente y que dijo que si Mondragón se levantaba lo fusilaría
Los vazquiztas en cada reunión trataban de sacar promesas de que en caso de
triunfo uno de los Vázquez Gómez entraría al gabinete. El 7 salió en la Tribuna
un artículo de Papá vibrante sobre la renuncia de Madero. En la noche tuvimos
gran junta en una casa por la plaza de toros; allí estuvimos la crema, llegaban
autos y salían autos, eran los últimos toques que se daban para estar listos
domingo o lunes. Cuando nos veamos te contaré muchos detalles graciosos.
El sábado 8 de febrero estábamos todos en pie desde
muy temprano llevando órdenes a los cuarteles y a nuestros compañeros.
Mondragón se escondió en Tacubaya, el general Reyes mandó por sus caballos y
armas que se escondieron en la plaza de Santiago, Félix se bañó, se recibieron
ofertas de dinero, todos querían contribuir pues ya la veían segura y querían
tomar acciones sobre el porvenir. Se acordó que el general Reyes fuera el
General en Jefe, que tomara la presidencia como dictador militar y que luego
entraría Félix. A medio día comenzó a correr la plata y teníamos dinero a manos
llenas entre la oficialidad y los cabecillas de $100, $500, $1000 y hasta $3000
por cabeza. Como a las 12 se recibió la noticia de que Mondragón decía que no
era conveniente dar el golpe el domingo, que mejor el lunes. En eso se recibió
la noticia de que Blásquez nos había denunciado con Ojo Parado (Gustavo A.
Madero) y que en la noche se nos fusilaría. Eso fue el grito de bota fuego y con
rabia comenzamos a aprestarnos y [a] convencer a todo el mundo de que el dilema
era o revolución o fusilada. Mondragón se resistía aún a levantarse el domingo
en la madrugada - Fuimos Ocón, Berea y yo a ver a Rodolfo Reyes para que se
fuera a Tacubaya y hablara con Mondragón diciéndole que había orden de
fusilarnos. Esto pareció decidirlo, pero no fue así pues hubo necesidad de que
volviéramos en la noche a Tacubaya y se hablara muy alto y fiero para
decidirlo. a las 10 me fui a mi casa, ya en la calzada de Tacubaya había varios
autos porristas patrullándola.- Conchita Rafael y Óscar se fueron a la casa de
Duval y allí me despedí de ellos!
En la mañana de ese sábado fui a la prisión de
Santiago Tlaltelolco a ver a Reyes, allí me encontré con el general Gregorio
Ruiz y sus hijas! Los dos viejos simpáticos morirían a la mañana siguiente! - A
las 12 tenía un automovil America de 60 caballos detrás de la casa y otro con
unos civiles en otra calle, a la una llegó Rodolfo Reyes con el lic. Cosío
González, llenos de tiros, rifles, etc. - Alisté mi máquina y Rodolfo escribió
el Manifiesto a la Nación que deberíamos lanzar al día siguiente, cuando Reyes
ocupara la presidencia de la República!!!
Atravesamos la Ciudad, se notaba una estrecha
vigilancia, mucha gendarmería, cerca de Santiago había en cada esquina 2 ó 3
policías! Anclamos detrás de la prisión y esperamos a la columna que debería
mandar Mondragón. A las 5 comenzaba a sentirse el día, empezaba el tráfico de
los carros de pulque, deliberamos y fui en el auto a dar una vuelta por la
ciudad, mientras Cosío González exploraba la plazuela de Santiago.
El día comenzaba, eran cerca de las 6. Nos
encontramos todos y rabiamos y blasfemamos de los mexicanos, nos descorazonamos
y creímos todo perdido. Cosío González me dijo - Mire mi coronel, vamos a dar
juntos otra paseada - Volvimos a hacer el mismo recorrido y al pasar por S.
Cosme nos encontramos al capitán Romero López con varios aspirantes montados y
amagando al mayor del regimiento de artillería que solo estaba detrás de la
puerta de fierro. Allí gritamos mueras a Madero y vivas a los generales. Los
artilleros se salieron por detrás y los dejamos rumbo a Santiago. Nosotros
tomamos por la Reforma - Antes pasé a casa de Duval a decir que nadie saliera,
que la revolución había comenzado - En la Reforma vimos a los Bomberos y a
algunos gendarmes de la Montada que se dirigían a Chapultepec a proteger a
Madero. Nos informaron que ya la columna había pasado. Pasamos por Plateros a
todo escape; al pasar por Palacio Nacional lo vimos coronado en sus azoteas por
los valientes aspirantes, así como las torres de Catedral; gritamos mueras al
gobierno y vivas a los generales, no sospechábamos que momentos después Reyes y
Ruiz caerían allí! - Llegamos a Santiago después de haber buscado a Rodolfito y
en los momentos en que el general Reyes montaba su caballo. Qué guapo se vio,
con su levitón gris, sin insignias de general, su silla de ordenanza, elegante
y bravo! Allí vi [a] Ruiz y a Mondragón y a todos los conspiradores civiles, no
faltó ni uno a la cita! Los gritos atronaban el aire, el pueblo se unía a
nosotros, muchos gendarmes, a quienes se había desarmado, suplicaban se les
devolviesen sus armas para pelear con nosotros.
El camino de Santiago a la Penitenciaría fue un paseo
triunfal! Llegamos a la Penitenciaría, los cañones se dirigieron a las puertas
y se rodeó la prisión - Los guardias del Batallón de Seguridad nos hacían señas
de que estaban con nosotros - Salió al balcón la familia del director Lavista
suplicando no se hiciese fuego - Se abrieron las puertas y entró solo el
general Reyes a conferenciar - Allí vi llegar a un capitán [se]gundo del 22 ó
54, el cual con su gente me hizo pasar un mal rato en el cuartel de Teresitas,
aquel donde recibíamos instrucción con el coronel Echeveste. Figúrate que
pasamos en auto y lo paramos para ver a Romero López y Espinoza de los Monteros
que a caballo reclamaban a ese capitán el que no se les uniera, en eso llegamos
Cosío y yo y discursamos a la tropa que dirigía y apuntaba sus mausers a Romero
y Espinoza, en eso estos dicen una última palabra y salen a mata caballo
dejándonos encampanados. Los soldados enseguida dirigieron sus fusiles hacia
nosotros. Instante de angustia! Cosío muy bajo dijo al chauffeur - a escape! -
Yo me paré y dirigiéndome al capitán le hablé así, Vamos, compañero, los
esperamos en la Penitenciaría, ya murió Madero y Pino también... el auto
arrancó y me sentó - Pasaban los minutos y Reyes no aparecía, en eso se apuntó
un cañón pesado a la puerta y se hizo valla para el disparo, apareció Liceaga
en la puerta y entró Mondragón - otra cadetada - Liceaga se negaba a entregar a
Félix, pero Mondragón le dijo, no sea tonto, no ve que volamos la prisión,
telefonee a Palacio participándolo - Qué bruto! Participar dónde estábamos!!! -
Por fin salió Félix del brazo de Reyes y Mondragón, se hizo una salva general -
otra cadetada - Se dio un toque de reunión de oficiales y Reyes tomó el mando,
dictó sus ordenes. Ya el sol picaba! Qué falta de juicio hacer eso tan tarde! -
Recuerdo cómo se lanzó de vanguardia el general Gregorio Ruiz con sus dragones,
qué bello se veía el viejo! Galopaba hacia la muerte! - En eso Rodolfo nos dijo
a los que íbamos en mi auto (unos 15), vayan a Palacio y háblenles a las
tropas, parece que Ojo Parado está allí y se las está ganando, dimos orden de
dirigirnos allí y en eso la Artillería se formó en dos filas y nosotros
quedamos en el centro sin poder movernos. Eso nos salvó, si no, vamos derecho a
la muerte.- Pasamos por esa sucia barriada de San Lázaro, de los balcones
salían gritos de aliento y víctores para Reyes, el cual iba a la cabeza de la
columna.
Pasamos por la Academia de Bellas Artes, por el
Museo Nacional, llegábamos a la esquina de Palacio, roncos de gritar con
pistolas amartilladas y rifles lo mismo, seguidos de mujeres y de niños, era
una marcha triunfal y loca; de repente comenzaron a tronar las ametralladoras y
los balazos, cayó el general Reyes, cayó Espinoza de los Monteros, cayeron
varios, se introdujo el desorden, de todos lados salían tiros y gritos, después
sólo tiros, habíamos sido cogidos en una ratonera, nosotros no veíamos lo que
pasaba pues nos lo tapaba la cabeza de la columna de jinetes. Pero ellos sí
vieron la linea de ametralladoras por la es[ta]tua de Enrico Martinez, ellos
vieron la línea de tiradores frente al Sagrario y los tendidos pecho a tierra
enfrente de Palacio y ellos, los generales, los militares siguieron impasibles
como quien se dirige a tomar confites!!! Cadetes del general Reyes abajo! Félix
y Mondragón abandonaron a Reyes en el Indio Triste y allí aguardaron bien
prudentes cual Juan Carranza.
[A lápiz, en una letra distinta a la anterior:
"Fueron unos medianos conspiradores, unos pésimos revolucionarios contra
un gobierno de delincuentes. Huerta fue el único que supo lo que quería y que
obviamente qué quiere".]
Adelanto de Febrero de Caín y de metralla. La Decena
Trágica, de Antonio Saborit, publicado por Cal y Arena
De puño y letra
Algunas frases de De Zayas retratan los intereses de
los protagonistas del conflicto.
-Me presentaron y Huerta se adelantó hacia mí y
cogiéndome por el brazo me dijo, mientras me miraba a través de sus enormes
quevedos azul obscuro, empujándome a que me bañaran todas las luces del candil
Venga acá, déjeme ver si es hombre- Lo que es hombre sí lo soy mi general, se
lo dije en tono enérgico y sin petulancia -"Pues siéntese señor; mire, lo
he mandado llamar para darle las gracias por sus atenciones respecto a mí y
para decirle que estoy listo y así puede decirle a sus compañeros, vamos a
derrocar a este mal gobierno, de él no he recibido nada, estoy pobre (ríe) y me
han fastidiado mucho, a mí me lo deben todo, sin mis victorias ya no habría
gobierno.
-Al día siguiente nos movimos, se buscó dinero, se
le participó al general Reyes en la prisión lo de Huerta, y nos dijo a Espinoza
de los Monteros y a mí, Señores, desde este momento el general Huerta es
nuestro jefe y hay que ponerse por completo a sus órdenes.
-La Ciudad se alarmó y nosotros prudenciamos, de
allí para adelante íbamos a jugar con Madero a cartas descubiertas!
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