13 de Agosto 2014
La vida cuando eres niño es la más divertida. Recuerdo cómo cada día era una nueva aventura; el jardín, mi paraíso, y en la calle era toda una exploradora. Mi mochila rellena de galletas y una libreta –por si llegaba a escribir algún suceso increíble-, y un bastón –rama de árbol-, por si llegaba a encontrarme a un “salvaje” en las calles recónditas y me tuviera que proteger a ramazos. La vida era más sana cuando no tenías objetos distrayéndote de las puestas de sol, de la lluvia, de la tierra para ensuciar tu ropa. Hoy los niños llegan a pasar días y tardes enteras sumergidos en una pantalla, no importa si es la de la computadora, la del celular o la televisión.
Con los años, nos olvidamos de la sencillez del juego, de convertir algo en una actividad divertida, y esa es la magia de la niñez: todo es posible; el mundo es un terreno abierto en el que cada invento de un niño es una opción que puede cambiar el futuro.
En el pasado, cuando no existía el entretenimiento digital, los chamacos debían encontrar la forma para distraerse y hacer de cualquier momento un juego, en los que normalmente había una actividad física importante mezclada con la imaginación para representar
Con los años, nos olvidamos de la sencillez del juego, de convertir algo en una actividad divertida, y esa es la magia de la niñez: todo es posible; el mundo es un terreno abierto en el que cada invento de un niño es una opción que puede cambiar el futuro.
En el pasado, cuando no existía el entretenimiento digital, los chamacos debían encontrar la forma para distraerse y hacer de cualquier momento un juego, en los que normalmente había una actividad física importante mezclada con la imaginación para representar
“La estaca farfullona” (Mumbly Peg) fue un juego popular entre los niños del siglo XIX y principios del siglo XX. Básicamente consistía en aventar cuchillos con distintas técnicas; con cada lanzamiento el cuchillo debía clavarse en la tierra, o lo más cerca posible al pie de otro integrante. Si alguno no lograba hacerlo, le tocaba la estaca farfullona: un pedazo de madera que clavaba el ganador utilizando el cuchillo como mazo; el perdedor tenía que sacar con los dientes la estaca clavada, de ahí el nombre del juego.
“Progreso” era una fila de jugadores con el mismo objetivo: llegar a un punto específico en un jardín. Para lograr esto cada integrante debía moverse de una forma distinta al resto y así avanzar. Lo divertido era ver los movimientos graciosos que los jugadores hacían para progresar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario