18 de Agosto 2014
"A Magaluf hay que ir al menos una vez en la vida”, dice uno de los veinteañeros ingleses que ya va pasado de rosca a las cuatro de la tarde. Cientos de jóvenes extranjeros recalan cada verano en esta localidad mallorquina de 4.000 habitantes, atraídos por la promesa de desenfreno, discotecas y alcohol muy barato.
El cóctel ha acabado muchas veces en tragedia, la última hace dos semanas, cuando un francés murió tras caer de un balcón de un hotel de Magaluf. Al menos seis jóvenes extranjeros han muerto en lo que va de año en el municipio haciendo balconing, el conocido reto adolescente de arrojarse desde un balcón a las piscinas comunes que suelen tener los apartamentos de vacaciones o en saltar de un balcón a otro.
La empresa de los hermanos Daly ofrece una ruta etílica por 30 euros
En las explicaciones que dan los vecinos de por qué Magaluf se ha convertido en el destino favorito de tantos jóvenes, no tarda en salir el nombre de los Daly, dos hermanos ingleses que desde 2012 organizan el Carnage Tour (tour Matanza), una suerte de ruta etílica por el pueblo que, según la publicidad de la empresa, promete acabar con los clientes “a rastras” a cambio de 30 euros. Ese precio incluye una camiseta que les identifica como clientes de Carnage y les da derecho a beber todo lo que quieran en los cinco bares que poseen los Daly en Magaluf. Han hecho fortuna con sus paquetes turísticos, que también ofrecen hospedaje en el pueblo. Los hermanos viven todo el año en las islas Barbados aunque en verano se asientan a diez minutos de Magaluf. Este periódico no ha conseguido contactar con ellos para preguntarles sobre su negocio. Su página web permanece cerrada desde hace días.
La gran mayoría de los jóvenes recalan en la calle Punta Ballena, donde seis discotecas se alternan con bares de copas, locales de comida rápida, salones recreativos y tabernas. Música ensordecedora todo el día. Por allí deambula un chico que dice llamarse Sunny, de 25 años. Ha pagado 400 euros por una semana completa de alojamiento y comida y asegura haber cumplido el objetivo con el que llegó a Magaluf: lleva dos días bebiendo todo el alcohol que su cuerpo puede soportar. La competencia salvaje entre establecimientos hace que los precios de las copas no dejen de bajar. En un cartel se anuncian cócteles a 2,5 euros. “Ayer salté de un balcón a otro. Soy inglés y puedo hacer lo que quiera”, dice. Es el primer viaje con amigos y suelen hacerlo tras los exámenes. Lo llaman “la iniciación”.
El canal de vídeos Youtube alberga gran cantidad de imágenes en las que jóvenes intentan alcanzar el agua de la piscina tirándose desde un balcón. El vídeo Balconing Fail: se rompe las piernas, en el que una chica termina herida al caer al suelo, tiene más de 10.000 visualizaciones.
El origen de esta práctica se atribuye en Internet al roquero argentino Charly García, que en 2000 saltó a la piscina con éxito desde el noveno piso de un hotel de Mendoza. Pero muchos casos se deben simplemente a la temeridad. A veces los balconers se caen al subirse a la barandilla, inclinarse demasiado o tratar de pasar a otra ventana.
En 2011, un chico británico de 18 años llamado Jake Evans se fracturó el cráneo tras caer al vacío desde una altura de 27 metros en un hotel de Magaluf. Evans sobrevivió a la caída y participó dos años después en una campaña del Ministerio de Exteriores de Reino Unido para tratar de concienciar a los jóvenes ingleses. La iniciativa lleva el lema Booze and balconies don't mix (el alcohol y los balcones no se mezclan) y en ella se informa de que en 2013 hubo 1.105 hospitalizaciones de turistas ingleses en España. Evans cuenta en el vídeo que necesitaba un mechero y que los chicos de dos balcones más abajo tenían uno. “Me fui de cabeza”, dice. “Esto es lo que os puede pasar. Tuve mucha suerte, no debería estar vivo”, concluye.
“Salté de un balcón. Soy inglés y puedo hacer lo que quiera”, dice un turista.
El inspector jefe de la policía local de Calviá, José Antonio Navarro, lleva muchos años lidiando con este tipo de turismo. “Creo que ya es un tema cultural, el del alcohol. Vienen aquí y se desmadran”, apunta y confirma que últimamente las caídas desde los balcones se deben a la torpeza.
Además de la sensación de riesgo consustancial a la juventud, el psicólogo José Antonio Luengo, de la Universidad Camilo José Cela, añade otros factores: “La posibilidad de que te vean miles de personas en Facebook, coloca el fenómeno del balconing en una situación de expansividad que nunca antes se había dado”. “El consumo de sustancias es solo un acelerador para una decisión que ya estaba tomada”, señala.
“Siempre hay un elemento de presión de grupo y un líder. El deseo de vivir el peligro se une a un grupo que jalea, graba y difunde”.
Retos peligrosos y redes sociales
A mediados de los noventa, el escritor madrileño José Ángel Mañas se inspiró en sus propias vivencias para relatar las desfasadas aventuras de un grupo de amigos en Historias del Kronen. La novela fue llevada al cine por Montxo Armendáriz en 1995. En una de las escenas más famosas, dos jóvenes se cuelgan de un puente sobre una autopista, jaleados por sus amigos, para ver quién aguanta más.
Los juegos para arriesgar el tipo se hicieron más conocidos cuando la cadena MTV emitió entre 2000 y 2002 Jackass, un programa en el que un grupo de hombres adultos realizan exhibiciones que suelen terminar dolorosamente. La franquicia publicó ocho películas y Jackass 3D (2010) ganó unos 50 millones de dólares en EE UU.
Hoy los retos de los internautas son comunes. “Son fundamentalmente varones, de entre 18 y 22 años, con escasa percepción del riesgo. Se pueden tratar los trastornos en el control de impulsos de forma individual, pero estos se magnifican en el grupo”, explica el piscólogo José A. Luengo. “Buscan el chute de adrenalina pero también las palmadas en la espalda, que los vean sus amigos en Facebook”. En los últimos meses, usuarios de Twitter se rociaron con alcohol y se quemaban a lo bonzo mientras lo grababan sus amigos para luego colgarlo con la etiqueta #firechallenge (reto del fuego). El pasado julio un chico de 15 años de Kentucky fue ingresado por sus quemaduras. También se encuentran imágenes de adolescentes tosiendo tras ingerir una cucharada de canela a palo seco —puede dañar los pulmones— o jugando a ver quién aguanta más tiempo con hielo con sal en la piel —lo que provocó quemaduras de segundo grado a un chico de 12 años de Pittsburgh (EE UU) en 2012, según la cadena CBS—.
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