sábado, 10 de diciembre de 2011

SABINA BERMAN CHARLA CON HERTA MÜLLER EN FIL GDL: TALENTO, INTELIGENCIA Y AUDACIA. RESULTADO SORPRENDENTE:





En Reforma.com

Entrevista Sabina Berman a Herta Müller

'No escribo literatura'

(10-Dic-2011).-

Menuda, vestida de negro, siempre, siempre; hoy con un vaquero y una chaqueta negras, Herta Müller habla de prisa, pasionalmente, en esta charla de 90 minutos que sostuvimos ante un auditorio repleto en la FIL de Guadalajara. Aquí algunos trozos.

Hola Herta Müller. Para empezar a hablar de las palabras y los relatos que las palabras hilvanan, empecemos por hablar del silencio. Naciste en el seno de una familia silenciosa. ¿Por qué callaba tu madre?

Provengo de un pueblo pequeño de campesinos. Mis padres también eran campesinos, rumano-alemanes. Y los campesinos no hablan mucho. Los campesinos callan sobre sí mismos. Además, en los años 50 reinaba el estalinismo y en esa época estaba prohibido hablar, y la gente se acostumbró a callar. Especialmente, mi madre se callaba la historia de su deportación a un campo de trabajo soviético.

¿Tu padre, qué era lo que principalmente callaba?

Mi padre había estado en la SS, durante la Segunda Guerra Mundial, y no quería volver a reconocer su culpa una vez más.

Vas a la ciudad, estudias, empiezas a escribir sobre ese mundo silencioso de tu pueblo y tu familia. Cuando publicas, tu madre te dice "escribe de otra cosa, de cualquier cosa, déjanos en paz".

Mi madre vivía en el pueblo y la gente empezó a atacarla. Iba al campo y nadie quería trabajar a su lado; a mi abuelo, que entonces ya tenía 90 años, su barbero de toda la vida se negó a atenderlo. Fueron excomulgados. Y si yo llegaba al pueblo, me escupían a la cara. Así que yo nunca regresé al pueblo.

En la ciudad escribes sobre la vida en la dictadura de Ceausescu. De nuevo rompes con palabras un pacto de silencio. La policía te interroga, te quita tus escritos. De nuevo la exigencia: "escribe de otra cosa". ¿Por qué no escribes de otra cosa que no fuera la dictadura?

(Luego de reirse) Bueno, pues entonces no hubiera hecho falta que yo escribiera. Yo no escribo literatura, yo cuando escribo quiero saber cómo funciona la vida. Yo sólo puedo escribir sobre lo que está alrededor mío, lo que yo veo y lo que yo vivo, y lo que yo veo que está viviendo la gente. Pero sí, entiendo a qué te refieres, escribir fue una locura. De hecho a mí me veían como enemiga en los dos lados, en mi propia minoría y en el Estado. En Rumania en los últimos tiempos hay una autoridad que se encargó de procesar los expedientes que el Servicio Secreto hizo, y yo ví mi expediente: dos mil páginas detallando las agresiones y el espionaje a los que me sometieron. Pero, ¿sobre qué otra cosa podría haber escrito?

Sobre el amor. ¿Por qué no escribiste historias de amor?

(Luego de reirse) Historias de amor también figuran en mis textos. Te digo algo interesante. En las dictaduras se ama muchísimo, porque lo erótico es lo único privado que uno tiene. En Occidente se habla tanto del erotismo pero no pasa mucho; en Rumania no se hablaba, se hacía.

(…)

Yo pertenecía a un grupo de escritores llamado Grupo de Acción Banat. Todos proveníamos de minorías. La formación de grupos estaba prohibida, esto ya era un acto de provocación, pero encima nuestra postura era contra la literatura por encomienda del Estado. Por tanto llamábamos al realismo socialista una mierda. Dijimos: la experiencia es lo único valioso. Destruyeron al grupo, fuimos perseguidos.

En los interrogatorios, ¿te reclamaban tus relatos?

Conmigo no hablaban de literatura. Solo me decían: eres una parásita, una perra, has traicionado a la patria, te dedicas al contrabando, eres una prostituta. Inventaron que yo sostenía relaciones sexuales con ocho estudiantes árabes a cambio de pantimedias.

¿Y sobre los relatos, nada?

Bueno sí, me decían que yo escribía pornografía. Las dictaduras son muy son muy puritanas. Además el megalómano de Ceausescu quería que cada familia tuviera cinco hijos, y no habían anticonceptivos y los abortos eran castigados. Muchas madres jóvenes murieron en abortos clandestinos, o fueron encarceladas.

¿Qué piensas de que un Estado prohiba a las mujeres interrumpir su maternidad?

Yo me imagino que en México sucede por razones religiosas. El Papa va a los países más pobres y declara que el aborto es un pecado y los condones son un pecado y el SIDA tampoco es problema y morirse del hambre no es pecado. La Iglesia está integrada por hombres viejos que no tienen experiencia de vida, y no deberían de meterse en los problemas reales de otros seres humanos. Toda mujer tiene derecho a disponer de su cuerpo.

(…)

¿Por qué en las dictaduras surgen tantos chistes? En México, durante la dictadura del PRI abundaban los chistes políticos.

Las personas en tiempos de represión aprenden a regocijarse rápidamente, con lo que sea. La felicidad se sabe efímera. Por eso abunda también el alcoholismo.

Y a juzgar por tus retratos de los momentos de comicidad de los obreros rumanos, tus compatriotas tienen un enorme poder de inventiva.

Muy cierto. Por ejemplo, la gente se reía a carcajadas de los plafones donde solo colgaba un foco con un alambre pelón y le decían "candil ruso". A las semillas de girasol comestibles las llamábamos "chicle ruso". Cuando en las tiendas no había para comer más que patitas de puerco, las renombramos "zapatos tenis rusos". Era una forma de separarse de la miseria, de adquirir un grado de dignidad propia, y una forma de crítica al régimen.

(…)

Los libros que escribes en Rumania, ¿los escribes para ti, para tus amigos, o para delatar ante el extranjero al régimen? Cuando los escribes, ¿es claro para quién estás escribiendo?

No. De hecho no sé para quién los escribí. Creo que en primer lugar para mí misma, fue una ocupación para poder aguantarme a mí misma.

¿Para poder existir en tu circunstancia?

No, no. Yo hubiera existido también sin escribir. Hay autores que dicen que si ya no pudieran escribir, ya no quisieran vivir. No saben de qué hablan. Evidentemente nunca han sufrido, nunca han arriesgado la vida. Yo amo la vida por sobre todo. Y después amo esa cosa intangible, la dignidad de la persona. La literatura queda en un lugar distante.

Rilke expresa que un escritor es el que no puede vivir si no escribe. ¿Te parece lenguaje figurado?

No sé. Tal vez Rilke pudo decirlo porque tuvo suerte de no tener realmente que decidir entre las letras y la vida.

Mi patria es la lengua, decían los exiliados alemanes de la dictadura de Hitler. Escapo de Alemania nazi, pero me llevo mi patria, el alemán. A México llegaron cientos de estos exiliados, muchos aún viven, y hablan el alemán en sus casas. Tú, en cambio, citas a Semprún cuando afirma: La patria es lo que uno habla.

Entiendo a los exilados alemanes. pero mi caso fue otro. Si uno se queda en un país donde se te designa enemigo del Estado, en tu propio idioma, ¿puede uno sentirse en casa? Si un autor persa es encarcelado por una frase que ha pronunciado en persa, ¿el persa es su idioma, es su hogar? Si el Estado te sentencia a muerte en tu idioma, ¿es ese idioma tu patria?

¿Es verdad que el gobierno alemán pagó por tí un rescate?

La dictadura vendía a su gente. Años antes la dictadura había vendido a los judíos a Israel. Era una fuente de ingresos para Ceausescu. Y no estoy segura, pero probablemente Alemania pagó por mí. Una vez la esposa de un diplomático alemán me reprochó que criticara a Alemania, porque había pagado tanto por mí.

¿Cuánto?

(Luego de reirse) No sé cuánto, no lo sé. No sé cuánto valgo.

(…)

En la televisión en Alemania se ven 300 asesinatos por día. Yo me asusto al ver los disparos, los muertos, la sangre. Yo siento cada asesinato, como lo siente la gente que ha pasado por el sufrimiento verdadero. Y me asusta también que la gente normal no reaccione vivamente. Que en cambio esté cómoda viendo aquello. El umbral de indiferencia es espantoso... eso me asusta.

Reflexión sobre la vida

Una joven lectora le pregunta: Dices que amas la vida. Mi pregunta es: ¿cómo viviendo tanta desesperación y terror, podías amar a la vida?

Bueno, por esa misma razón. Sabía que me podían matar en cualquier instante y notaba que no quería morir, que quería vivir. Tampoco quería enloquecer.

Tenía amigos que no soportaron las represalias de la policía y terminaron en el pabellón psiquiátrico. La verdad nadie sabe cuánto es capaz de soportar hasta que lo soporta. Ojalá a ti nunca te toque, pero lo cierto es que hay personas, como yo, tal vez como tú, que pueden vivir en cualquier parte, que poseen ese instinto de sobrevivencia feroz. Y otros no: amigos míos se suicidaron, no porque no les gustara la vida, sino porque no soportaban la vida específica que tenían. Te confío algo. Las cosas siempre son muy complejas.

3 comentarios:

  1. Gracias por publicar el contenido de esta charla. Por favor, si pudieras anadir todas las respuestas a las preguntas del publico, seria estupendo. A mi me contaron que hubo preguntas de los asistentes mas interesantes que las de Sabina.
    Cordial saludo,
    Andres Duran

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  2. Andrés, lo intentaré. Deben estar videograbadas.

    Beto

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