jueves, 31 de marzo de 2011

¡AHHH! ESCRIBIR DE JACARANDAS EN PRIMAVERA COMO LO HACE ALBERTO RUY-SÁNCHEZ, ¡NADIE!

NOTAS PARA

UN POEMA URBANO

CON JACARANDAS





Hoy las jacarandas me crecen y se me desgajan también por dentro.

Me invade la sensación, por ejemplo, de que por cada flor de jacaranda en el suelo alguien terminó de hacer el amor con una sonrisa.

Por cada flor de jacaranda en la rama, una promesa, un deseo, un acto de amor a punto de cumplirse.

En el instante que dura la caída de una flor de jacaranda alguien está haciendo el amor y siente que ese vuelo es eterno.

Hay que decirlo sin decirlo: de la rama de la Jacaranda al piso el vuelo de la flor es nuestro secreto.


La flor de la Jacaranda crece en racimo como ilusión de besarte pero cae una por una, como tus besos.


La flor de la Jacaranda es una copa sonriente, algo torcida, como un beso que se vuelve mordida.



La flor de la Jacaranda es como una mano que hace magia girando. El tiempo la detiene a su manera, que nunca es la nuestra.

La jacaranda tiene nombre tan sólo cuando florece, después nadie la mira ni la identifica siquiera.

Cuando la jacaranda tiñe el suelo y el cielo escribe en mi cuerpo dos palabras: plenitud fugitiva.

El barrendero me dice sonriente: son como pellizquitos que dejan la calle amoratada. Y no presume ser poeta.

La jacaranda fluye callada. Los autos rugientes bloquean la calle. En la misma esquina dos realidades lejanas.


Una vecina triste dice que la jacaranda ensucia su banqueta y su auto mientras otra sonríe con las manos llenas de flores moradas, caídas. Llena una canasta con ellas.


Una calle sin jacarandas es como un enamorado sin besos.


La jacaranda nos hace levantar la vista y notar que, tal vez, la ciudad tiene más árboles que nunca.

La ciudad es hoy un bosque de ficus que corre entre vómitos de concreto. Las jacarandas nos recuerdan que donde sea puede florecer la poesía.

Esperada e intempestiva, la jacaranda sorprende, es como despertar juntos tantos años y siempre decirse, de pronto, "buenos días".



Dicen que el florista y jardinero Sanshiro Matsumoto las trajo a México desde Brasil. Pero que su nombre es guaraní, y se pronuncia el Jacarandá. ¿Cómo perdió el acento y se volvió femenina?


Yo no escribo jacarandas, las cultivo. Y a veces las recojo del suelo y del cielo de la poesía.

Porque los poetas le han hecho tantos versos como flores ha tirado la jacaranda al viento.

Juan L. Ortíz se preguntaba de dónde le viene al cielo ese anhelo de morado cuando está a punto de florecer el jacarandá.


Darío le dice: "Erguido en la nostalgia te pintas de un azul blancuzco como el cielo y fino como un tul".


Machado de Assis confiere a la Jacaranda arquitectura de oratorio y dice que de su madera se hacen bellos libreros.

Enriqueta Ochoa la llama "sueño lila que tira la llovizna de abril y arde sobre el rostro gris de la calle como tierna flama".

Eugenia Noriega nota que llegaron las jacarandas y las lluvias de abril. Ella, enamorada, sueña que huele a flores y tierra mojada.


Sasha Sokol evoca y convoca el poder que tienen las jacarandas de ser alfombra y nube a la vez.

Orlando González Esteva dice que al pie del jacarandá caen las balas y los pájaros.

Alberto Blanco las ve detrás del muro vecino y evoca batallas de su infancia entre flores caídas.


Frank Lozano la vuelve flor antípoda del narciso: "Por más hermosas que son, las jacarandas no pierden el piso."

Severo Sarduy, comentando al primer Carlos Drummond de Andrade, sugiere que a la sombra morada del jacarandá es como mejor se escucha a los contadores populares de historias en las plazas públicas.


Aurelio Asiain nos lleva de la jácara a la jacaranda y así le pone música y parranda para decirnos que hay cosas muy distintas que son la misma: "¡Ah, quién la calle, si en la jácara anda y enamorada! Aquí en la calle, si en la jacaranda llena, morada..."


Y en la misma fiesta florida, cuando Aurelio me dice: "La jacaranda es morada y los ojos moradores, adoradores de mirada demorada." Le respondo al calce: La jacaranda sueña que mira cómo, desde el piso, alguien de morado, demorado, la admira.

¿Habrá imaginado Matsumoto ver a su ciudad adoptiva teñida así de jacaranda? Somos, en primavera, la huella florida se sus sueños.


Ojalá cultiváramos las jacarandas y aprendiéramos a venerarlas como los japoneses hacen con los cerezos. Seríamos ciudadanos diferentes. Mejores, tal vez, por un instante.

¿CONOCÍAS A IVÁN THAYS? UNA ENTREVISTA EN EL PAIS CON INTERESANTES REFLEXIONES HEREDADAS DE LA LITERATURA:


SU BLOG: http://ivanthays.com.pe/ ¡VISÍTALO!


"Cuando tienes una mirada más esencial de la vida, el éxito o el fracaso resultan igual de ridículos"


El escritor peruano, finalista del Premio Herralde 2008 y popular bloguero literario, publica 'Un sueño fugaz', novela de cuentos y reflexiones sobre la literatura, la vida y el fracaso

JUAN CARLOS GALINDO - Madrid - 31/03/2011


A Iván Thays (Lima, 1968) no le preocupan el éxito y el fracaso. Ya no. Alejado de la idea que tenía en sus inicios de la literatura como una carrera "en la que había que ir ascendiendo por postas", el escritor peruano publica ahora una novela sobre el paso el paso del tiempo y, paradojas, el éxito y el fracaso en el arte y en la vida.

Mi única vanidad es creer que siempre puedo hacer las cosas mejor

Desde niño siempre me dio miedo perderme en una feria o en el mercado. Ahora, le tengo pánico a perder la memoria, a no saber regresar a casa

Desde el año pasado las cosas para mí se han complicado y esa complicación hace que muchas cosas en que me fijaba más antes, sobre todo porque me aburría, ahora me interesen menos

Perú no esta de ninguna manera mejor que hace unos años

Un sueño fugaz (Anagrama) es una novela de cuentos, historias con personajes que han conocido la fama y la miseria. Mientras se recupera de la reciente muerte de su padre y de una grave lesión de rodilla, Thays nos habla de sus temores, de los trolls que pueblan Internet y que tantos paseos se han dado por su blog Moleskine Literario y del deseo de que el libro digital sustituya al de papel y calme el ansia que le produce ahora la espera para que las obras que quiere leer lleguen a Lima.

Pregunta ¿Qué le ha llevado a crear un universo literario, a modo de pequeño taller, en el que de una u otra manera están representados el éxito y el fracaso, la calidad y lo mediocre, la fama y el olvido en la literatura?

Respuesta: En la novela La disciplina de la vanidad, una suerte de retrato del artista adolescente, la obsesión por el triunfo era insistente. Por eso, decidí introducir un contrapunto con el fracaso. Y concluir que, cuando uno tiene una mirada más espiritual, más esencial o más mística, de la vida, el éxito y el fracaso resultan igual de ridículos o de vanos. De ahí el título Un sueño fugaz, que parte de un poema de Basho.

P: ¿Se ha encontrado en su vida literaria con muchos personajes como Tomás (uno de los protagonistas de la novela, el que ha llegado a la fama y la riqueza gracias a la literatura), henchidos de éxito, premiados por una literatura más bien dudosa?

R:Muchísimos. Y a veces resultan tan obvios que uno se pregunta si ellos, en lo profundo de sí mismo, no son capaces de verse a sí mismos como lo que son. Y deduzco que no, no lo ven. Duermen felices su sueño fugaz.

P: ¿Antes y después de ser finalista en el Herralde los elogios sobre su obra (Vargaso Llosa, Herralde, Cueto) se han sucedido ¿Cómo se vive, cómo se asume? ¿Teme ser devorado por la vorágine y olvidado si no publica de manera más o menos regular?

R: En realidad, el éxito literario me interesaba mucho más en la época en que empecé a publicar. Entonces nadie hablaba de mí y yo creía que la literatura era una carrera en la que había que ir ascendiendo por postas. Agradezco mucho la generosidad de lectores como los que menciona, y otros, algunos anónimos, pero ya no creo que la literatura sea esa carrera. Me interesa mucho más que mis obras representen de manera fiel, honesta, lo que hay dentro de mí, lo que tengo/quiero/debo decir.

P: ¿Qué tal se lleva con el éxito y el fracaso, "esos dos impostores", que diría Kipling?

R: La frase, que le gustaba repetir a Borges, es acertadísima. Todos los días estoy lleno de fracasos y éxitos en todos los ámbitos de mi vida. Uno se acostumbra a uno y al otro, y al final casi es difícil trazar la línea divisoria entre uno y otro.

P:¿Un sueño fugaz es una especie de road movie en el tiempo, con un final tristísimo, con el protagonista preguntándose "¿Tan viejo soy?" pero sin una línea cronológica claramente fijada ¿Por qué?

R: No quería hacer una línea cronológica obvia. Quería lograr que los lectores saltasen de cuento en cuento y sintieran que, más allá de la autonomía de cada relato, se les estaba contando una novela que avanzaba en el tiempo y que el protagonista de esa novela envejecía un poco más, de manera natural, con cada relato. Verlo envejecer casi sin darse cuenta, de manera que luego de leer el libro, al retroceder hasta el principio, tengan la sensación de que han visto a un hombre disminuirse, perder sus facultades, pero casi sin darse cuenta. Así sucede con las personas que envejecen a nuestro lado, ¿no?

P:¿En acabar Un lugar llamado oreja de perro tardó ocho años ¿Ha sido más fácil escribir Un sueño fugaz?

R: Un sueño fugaz es una novela en cuentos que estaba inserta en una novela mía anterior, no conocida en España, llamada La disciplina de la vanidad. Demoré un tiempo en afinar las referencias y aumentar algunos textos para hacer redondo el libro, pero el grueso ya estaba escrito.

P: ¿Ha escrito una novela generacional?

R: Me gustaría creer que sí, pero no soy yo quien debe decidirlo.

P: ¿En la vida del protagonista vuelve a estar presente el fantasma del hijo muerto, como en su anterior novela, de la que en su momento me dijo que no era una obra autobiográfica. ¿Y ésta? ¿Hay elementos de la tan manida autoficción?

R: No, ninguna autoficción felizmente. La pérdida del hijo, así como la pérdida de la identidad, es un tema que me angustia desde siempre. Desde niño siempre me dio miedo perderme en una feria o en el mercado. Ahora, le tengo pánico a perder la memoria, a no saber regresar a casa. Y desde luego, a perder a las personas que amo, lo que me acaba de suceder con mi padre y es una sensación extraña, indefinible.

P: ¿Hace unos meses decía en la entrevista que le hizo mi compañero Quino Petit que los blogs eran cosa del pasado. Y sin embargo, el suyo sigue a pleno rendimiento...

R: Bueno, por lo general soy una persona bastante anacrónica para ciertas cosas.

P: ¿Siguen 'acosándole' los trolls que, escudados en el anonimato de Internet, encienden cualquier tipo de debate?

R: Muchísimo menos. O me entero menos de esos ataques. Desde el año pasado las cosas para mí se han complicado mucho (de hecho, desde octubre tengo una fractura en la rodilla y usaré muletas por un año o más, y voy diariamente a la dolorosa rehabilitación) y esa complicación hace que muchas cosas en que me fijaba más antes, sobre todo porque me aburría, ahora me interesen menos.

P: ¿Por cierto, a pesar de dedicarse a la literatura, ninguno de los personajes de Un sueño fugaz tiene un blog. ¿Por qué excluyó el tema?

R: No sé por qué. Pero en la novela que estoy terminando ahora hay chats, blogs, tuits y facebook.

P: ¿El Perú real y político, con todas sus implicaciones, recorría la anterior novela, pero ahora han desaparecido de su relato. ¿Está mejor su país y ya no hay que hablar de esos temas? ¿Están agotados?

R: Es una novela completamente diferente. No siempre me dan ganas de escribir novelas con tema político, al contrario,Un lugar llamado Oreja de perro era una rareza en mi obra. Pero de ninguna manera está mejor el país. Y dudo que el tema político esté agotado.

P: ¿Cómo se encuentra el panorama literario en español actual? ¿Y su generación? ¿Qué relación tiene con sus compañeros de Bogotá 39 ?

R: Me interesa mucho lo que está pasando, las relaciones que se forman entre escritores de la misma generación pero de distintos países. Leo a Marcos Giralt, por ejemplo, y me siento identificado no solo literariamente sino anecdóticamente. Vidas paralelas. Los Bogotá 39 están haciendo cada uno lo suyo. Tres premios importantes, como los dos últimos Alfaguara y el actual Herralde, han sido ganado por miembros del B39, por ejemplo. Y he leído novelas estupendas de varios de ellos. Mantengo contacto con algunos de ellos aun, no con todos desde luego. Pero la buena vibra que nació en ese evento yo creo que se mantiene intacta. Y eso es maravilloso.

P: ¿De verdad cree, como dijo hace poco, que al libro de papel le quedan 10 años de vida, o incluso menos?

R:Lo creo y quiero que sea así. Eso de estar esperando que los libros lleguen a las librerías de Lima es una odisea. Siento que me pierdo de todo. Y desde Perú no se puede comprar ni siquiera ebooks de muchos sellos en castellano. Las cosas tienen que mejorar y para eso, el libro en papel debe perder su fuerza.

P: ¿Y termino como hice hace dos años ¿Qué queda de la 'famosa vanidad de Iván Thays?

R: Un mito. Mi única vanidad es creer que siempre puedo hacer las cosas mejor. E insistir una y otra vez, hasta que el espejo me entregue una imagen al menos ligeramente parecida a lo que realmente creo que soy capaz de dar. Y luego, al releer lo publicado, siento que pudo ser mucho mejor. Mi vanidad, en ese sentido, es insaciable.

miércoles, 30 de marzo de 2011

EN EL CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE EMIL CIORAN, LA ENTREVISTA QUE LE HICIERA ESTHER SELIGSON EN 1985


ACERCA DE CIORAN: http://bit.ly/hIvwmA


MIÉRCOLES, JULIO 07, 2010

Esther Seligson: Entrevista a E.M. Cioran




Entrevista con E. M. Cioran
Esther Seligson

Para E. M. Cioran no basta con ser hombre. No es suficiente. Tampoco hay ninguna posibilidad de llegar a ser siquiera “como dioses”. “No lucho contra el mundo -dice en su último libro publicado en 1979, Écartèlement, y recién traducido al español por la editorial catalana Montesinos con el título de Desgarradura, lucho contra una fuerza mucho mayor, contra mi fatiga del mundo”.
¿Y qué es lo que “fatiga” a este filósofo que desde hace cuarenta años reflexiona, en una continua paradoja, sobre la inutilidad de todo, empezando por el hecho mismo de existir, con una actitud de apasionado rechazo e incansable cuestionamiento? Alguna vez Cioran confesó que la vida valía la pena ser vivida a causa de algunos momentos de plenitud y que, a pesar de lo que pensaba, no dudaría, en caso de que la posibilidad existiese (la reencarnación, por ejemplo) en optar por vivir nuevamente...Hace más o menos unos veinte años que leí por primera vez a Cioran y pronto se cumplirán trece de haberlo conocido. Durante todo ese tiempo en el que pasé de ser un lector exultante a un espectador “reconfortado”, nunca dejó de sorprenderme la coherencia que tienen sus contradicciones (las más obvias: el seguir vivo cuando aboga por el suicidio; el escribir cuando no cree que nada merezca tomarse ningún trabajo), su afán por desmenuzar los procesos de la historia (que él define como “el Destino en marcha”) y las sutilezas del comportamiento humano, la lucidez con que se mira así mismo, sin indulgencia pero tampoco con agresividad, su ocio y la energía que gasta en hablar con y de sus amigos y conocidos, en relatar anécdotas que pongan al descubierto lo absurdo, intrigante, inesperado y frágil de la condición humana y, sobre todo, el hecho de que aún no haya cedido a las tentaciones de la fama, al halago de los premios, a la seducción de los medios masivos.

A veces hemos comentado que quizá sería más interesante escribir lo que relata de viva voz, lo que obtiene de su contacto con las personas de carne y hueso, que las conclusiones y las reflexiones que de ello saca en sus ensayos. La sabiduría de Cioran, en el sentido oriental del término, se acerca de muchas maneras a la de sus añorados sabios griegos o hindúes y a la de algunos anacoretas cristianos. Sus conocimientos nunca se dan por satisfechos y siempre anda a la caza de un nuevo detalle, ya sea de la estupidez humana o de su genialidad e ineditismo. Cioran es un escéptico, un dudador “profesional”, pero hay algo en él -o mucho- de un romántico, de un curioso impertinente y travieso, demasiado burlón e irónico como para, incluso en sus más agrios escritos y pensamientos, considerarlo un incrédulo impasible y desafectado.

El contexto en que se desarrolló la presente entrevista fue el de los acontecimientos de los últimos días de octubre y primeros de noviembre del año pasado. Días de pérdidas artísticas y políticas (Truffaut, Michaux, Indira Gandhi) que Cioran se negó a comentar arguyendo que una entrevista debe consistir en una serie de indiscresiones y no en discutir lo que ya está dicho en los libros. De esas indiscreciones supimos que nunca había oído hablar del cineasta muerto (“Me quedé con -y sigo frecuentándolas- las películas de Greta Garbo, Conchita Montenegro y Dolores del Río”); que gusta de Brahms, sobre todo la sonata número dos para piano y violoncelo, y de los tríos de Mendelssohn; que, dada su gran amistad por Michaux, le fue preciso asistir a su cremación y horrorizado con el olor y el humo que el cuerpo incinerado desprendía, se pregunta aún si sólo a eso nos reducimos en tanto seres humanos. Como corolario afirmó, a raíz de los sucesos en India: “sí, creo que la Democracia es el único régimen soportable... a condición de que dure...”(1)


ES. -Se dice que usted es pesimista

EMC. -No es verdad. No tengo la impresión de serlo. No exagero: lo que digo es cierto; tal vez esté más acá de la realidad, pero tiene una explicación, y es que todo lo que he escrito ha sido en momentos de depresión y entonces escribir se convierte en una suerte de terapia inventada a mi gusto. No se escribe cuando se tienen deseos de bailar. Sin embargo, hay quienes pueden escribir en un estado neutro, y no sólo los profesores. Generalmente escribir es inútil, pero como nadie puede hacer nada por nadie, pues entonces uno mismo debe hacerlo, para “curarse”, aunque sea momentáneamente. Las páginas más siniestras que he escrito después me dan risa. A la relectura son de nuevo deprimentes, pero lo que corrijo es el estilo, no el pensamiento. Si de verdad fuera pesimista, la mayor parte de la gente no me leería. Incluso me encuentran “reconfortante”. Soy un pequeño benefactor. Pero mi remedio no es universal.


ES.-Desde que escribió Historia y Utopía,* ¿se ha modificado su visión de Rusia y de Europa?EMC. -Esencialmente, no. Rusia me interesó porque su literatura es la más profunda. En cambio, no hay poetas comparables a los ingleses. Dos grandes genios hay en la literatura: en poesía, Shakespeare, y como visionario, Dostoievski, éste último a causa de su dimensión religiosa que toca, a la vez, el delirio y el límite posible de esa dimensión. El personaje de Kirilov no ha sido sobrepasado. Transformó sus estados patológicos en visión. A primera vista parecería mórbido, en realidad elevó la epilepsia al grado de Metafísica. Yo me considero como un epiléptico frustrado. Shakespeare y Dostoievski me marcaron profundamente. Por otra parte, en el origen de Historia y Utopía está María Zambrano, a quien conocí en el Café de Flore. Hablamos de sus maestros -de Ortega- y sobre la Utopía. Entonces le dije que escribiría algo al respecto. Y así surgió. Me puse a leer la literatura utópica. Swift escribió la más bella antiutopía, aunque Gulliver sea en sí mismo una utopía. Su comparación entre el hombre y los caballos, que son lo contrario del hombre, es la descripción más terrible que se ha dado. Es el humor negro llevado al absoluto. El carácter de la Utopía es admitir que el estado de perfección es posible. En cuanto a Europa, pienso que aún va a ceder frente a Rusia. No creo en una agresión, pero sí en las presiones cada vez más fuertes sobre una Europa agotada. Esta visión la tengo desde siempre, desde el liceo cuando leí la teología rusa. Mi padre era un sacerdote dependiente de un obispo que tenía una biblioteca en alemán sobre los rusos, quienes, por cierto, siempre se han creído en el deber de salvar al mundo. Bajo qué forma no importa, lo importante es la voluntad de llevar a cabo esa misión que es lo que a Rusia le da su sentido como nación. Mientras que Europa occidental ya no cree en sí misma, sus naciones se han gastado. Y conste que hablo de realidades históricas, no ideológicas o políticas. Lo ideológico implica siempre una situación local, mientras que una perspectiva histórica es más vasta. La fórmula política es la respuesta a una situación inmediata.


ES. -¿Piensa todavía en el final de la Historia como en un Apocalipsis?

EMC. -No. Creo que el hombre está condenado, pero no puedo decir cómo va a terminar. Hay muchas posibilidades. Creo, sí, en su destino trágico. Hablar de la bomba atómica es vulgar, pero real. La catástrofe no será total. Para precisar: desaparecerán Europa, Rusia y Estados Unidos. Son las naciones que han hecho la Historia. El apocalipsis atómico es ya una visión para porteras: verosímil y fundada, sí, pero no es interesante. Es el destino del hombre -fuera de estos “accidentes”- lo que interesa. Siendo un aventurero por naturaleza, no terminará en su cama. Si todo va bien, terminará como un degenerado, achacoso, una caricatura de sí mismo, un animal desgastado. No puede renovarse indefinidamente dado el ritmo acelerado de la Historia, pero puede arrastrarse aún durante siglos como un sobreviviente. Todo lo que el hombre hace se vuelve en su contra: ése es su destino y ésa es la ley trágica de la Historia. Se paga por todo, por lo bueno y por lo malo. Es la gran ironía de la Historia como destino del hombre, destino que consiste únicamente en desgastarse. Todo tiene una finalidad, salvo el hombre, fanático agarrado a sus objetivos. Y todo fanático es un simulacro de Dios. ¿Se puede vivir si no se cree en el objetivo de la Historia? ¿Tiene la vida un objetivo? Cuando uno asiste a un entierro, no puede decirse que morir haya sido el objetivo de esa vida. Y no hay objetivo en sí mismo. Es la ilusión del objetivo lo que constituye el gran motor. Sólo que aquel que lo tiene no sabe que se trata de una mera ilusión. Y el Conocimiento consiste en saber que lo es, todo lo demás es la vida ( no necesariamente con mayúsculas)... En fin, estas mi visión optimista, en caso de que el hombre no se destruya violentamente por sus propios medios...


ES. -Usted ha dicho que su única patria es la lengua en la cual se expresa. Así pues, la escritura sería para usted su documento de identidad.

EMC. -Algo hay de cierto. Simone Weil escribía en su Carta a un religioso que “cambiar de religión es una cosa tan grave y peligrosa como lo es para un escritor el cambiar de lengua”. Para mí, que adopté el status de apátrida, la lengua es una amarra, una base, una certeza. No se es de una nacionalidad, sino de una lengua. Fuera de ella todo se vuelve abstracto e irreal. Entonces, sí, una lengua es una patria y yo me desnacionalicé. En cierto sentido me liberé, pero también resulta doloroso. Para un poeta eso sería una catástrofe.


ES. -¿Todavía le seduce tanto París?

EMC. -No. Para mí París fue la idolatría. Pero estoy cansado de ella, porque envejezco, y la ciudad también. El encanto se ha terminado. Y si no la dejo es porque he vivido en ella durante cuarenta años. Pero ya no me inspira más. Chamfort escribió antes de la Revolución Francesa: “París, ciudad de luz, ciudad de placer donde las cuatro quintas partes de sus habitantes mueren de pena”. Es una ciudad triste. Se ha desgastado. Se ha convertido en un infierno -o una pesadilla- que no logro abandonar. No sabría vivir en otra parte.


ES. -¿Cuál fue su relación con Henri Michaux?

EMC. -Lo conocí hace más de treinta años. Hicimos muy buena relación y fuimos amigos siempre. Hablábamos horas por teléfono y nos veíamos seguido. La edad en él no tenía importancia, pues siempre fue vivaz, combativo, crítico y burlón, curiosamente no desgastado por la vida. Yo me sentía más viejo que él. El no tenía esa amargura que los años nos enseñan y a menudo lo sorprendía yo en flagrante delito de optimismo. Era muy burlón e irónico. Daba la impresión de estar fuera del mundo, pero en realidad siempre estaba al corriente de todo, de cine principalmente. Su vida fue un logro pues hizo exactamente lo que quiso. Escribió, profundizó. No era un fracasado** (y la mayoría lo somos en cierta medida. En mí el logro es ser precisamente un fracasado, aunque pude haberlo hecho mejor), por eso su muerte no tiene nada de triste. Mi debilidad es por aquellos que tienen algo de irrealizados. Yo le reprochaba que se entristeciera ante la posibilidad de la desaparición del hombre; me sorprendía ese aspecto naif de parte de un ser tan lúcido e inteligente. Le reprochaba también el haber profundizado demasiado en la droga. Un escritor no debe profundizar demasiado en su tema, a riesgo de parecer un científico. El escritor debe sugerir. Michaux tenía mente de científico; en realidad quiso ser médico, pero abandonó la carrera. Para mí, él es el tipo exacto del hombre logrado...


ES. -El hombre le fascina, ¿no es así?, aunque esté usted contra la condición humana. ¿O es al revés?

EMC. -Es evidente que lo que me interesa es el aspecto ambiguo del hombre. Los hombres me provocan horror, pero no soy un misántropo. Si fuera todopoderoso -Dios o el Diablo- suprimiría al hombre. Todo está dicho de él en el Génesis. Atraído por aquello que lo niega, optó por el peligro, es decir por la Historia. Desde el comienzo escogió mal y sin ese exilio no habría habido historia. Optó por su condición trágica... No, yo no acepto el Génesis como revelación, sino como concepción del hombre, como punto de vista. Aquellos que escribieron esos libros no hacían nada más que reflexionar, tenían todo el tiempo, y vieron, antes del desarrollo de la Historia, lo que el hombre era, su destino y su condición: escogió el Conocimiento y, en consecuencia, el drama. La aventura humana empezó por una incapacidad de modestia. Dios le pidió que fuera humilde, que se estuviera quieto en su rincón, que no se ocupara de nada. hombre es metiche entremetido, ése es su principio demo- niaco; y si no se acepta este principio, no se comprende la Historia. El hombre estaba corrompido desde el principio. No creo en el pecado original a la manera cristiana, pero sin él no se entiende la historia universal. La naturaleza humana era ya corrupta en el huevo. Y no, no hablo como creyente, pero sin esta idea me veo en la imposibilidad de explicar lo que ocurrió. Mi actitud es la de un teólogo no creyente, un teólogo ateo.


ES. -En caso de que se le ofreciera la inmortalidad, ¿qué mundo imaginaría usted para vivir en él?

EMC. -No puedo responder, a menos que creyera en la realidad de la Utopía. En el fondo, para mí el interés de la Pero el vida está en que no hay respuestas. Sí, ocasionalmente, o por accidente, existen, pero no como respuestas en si Para mí no hay certezas. Soy un escéptico...


Notas

*Editado por Gallimard en 1960 y publicado en español en México por Artífice Ediciones en 1981.

**El término que Cioran utiliza en francés para hablar del fracasado es raté, que tiene una connotación más como de infortunio y de algo malogrado y frustrado, irrealizado. Y hemos traducido como “logro” lo que él llama réussite, que en cierta habla popular mexicana se diría “hacerla”


(1) Esta entrevista data de 1985. Cioran, escitor rumano, nació en 1911 y murió en 1995.

lunes, 28 de marzo de 2011

LA GRAN MATANZA DE PERROS de Héctor de Mauleón en El Universal



¡PERROS ELECTROCUTADOS! MEJOR ESTERILIZARLOS...
LEE LA CRÓNICA DE HÉCTOR DE MAULEÓN: http://bit.ly/edxYwG


OTRAS ENTRADAS

DISFRUTA DE UNA LECTURA VERTIGINOSA CON DERROCHE DE TALENTO:
NO TE LA PIERDAS: http://bit.ly/hhol9Y

domingo, 27 de marzo de 2011

"Japón ha entrado en una nueva era" KENZABURO OÉ, NOBEL DE LITERATURA 1994



"...de Williams y Taylor hubiera querido hablar el cartujo en vez de comentar (en silencio) el Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia"




En camisa de once varas

El santo oficio

José Luis Martínez S.

  • 2011-03-27 | Milenio Semanal
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Foto: Especial

El cartujo no aprende, se mete en camisa de once varas y desbarata su precaria estabilidad emocional. Ahora mismo, al redactar esta homilía, la mano le tiembla y la prudencia le aconseja detenerse, pero él prosigue encaprichado hacia el despeñadero de la insensatez. Podría, si fuera juicioso, intentar una oración por Elizabeth Taylor, la última diva de una generación incomparable, protagonista de películas como La gata en el tejado caliente, De repente en el verano y Dulce pájaro de la juventud, basadas en textos de Tennessee Williams, de quien este 26 se cumplió el centenario de su nacimiento. Latigueado por los demonios del desencanto y la amargura, Williams escribió sobre las cuchilladas en el alma, creando personajes inolvidables como el Stanley Kowalski de Un tranvía llamado Deseo, interpretado extraordinariamente en el cine por Marlon Brando en la obra maestra de Elia Kazan. En sus Memorias, publicadas en español en 2008 por la editorial Bruguera, el dramaturgo explica: “El tema mayor de mis obras, el dolor de la soledad, me sigue como mi sombra, una sombra formidable, demasiado pesada para arrastrarla tras de mí, todos mis días y noches”. Homosexual y borracho, Williams no tuvo una vida fácil, repetidas veces visitó el fracaso y anduvo en busca de amantes alquilados; siempre a la deriva, sólo conoció la certeza de su vocación. “Tal vez soy una máquina, un dactilógrafo. Un dactilógrafo compulsivo y un escritor compulsivo”, dice en esas memorias donde no deja lugar a la duda cuando apunta: “Mi vida más intensa es mi trabajo”. El monje piensa en los ojos violeta de Elizabeth Taylor (Maggie) mirando con ternura, con coraje, con odio, con esperanza, a Paul Newman (Brick) en La gata sobre el tejado caliente, recuerda a los personajes de El zoológico de cristal o La noche de la iguana, y no puede sino darle la razón a Edwina Dakin, la madre de Tennessee, cuando afirma: “No hay un acto despreciable que mi hijo no haya descrito: asesinato, canibalismo, castración, locura, incesto, violación, infidelidad, ninfomanía, homosexualidad”. En una autoentrevista, citada por el maestro Fernando Martínez Monroy en el suplemento Laberinto, el dramaturgo descubre la raíz de su teatro. “¿Por qué no escribe sobre personas agradables, buenas? ¿No ha conocido a ninguna persona agradable en toda su vida?”, se pregunta, y responde: “Mi teoría sobre la gente buena es tan simple que me da vergüenza comentarla… nunca he conocido a alguien a quien no pudiera querer si se le conocía y comprendía del todo, y en mi obra, al menos he intentado llegar al conocimiento y a la comprensión”. El conocimiento y la comprensión, ahí está el origen de todo… De esto, de Williams y Taylor hubiera querido hablar el cartujo en vez de comentar (en silencio) el Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia, pero ya lo ven ustedes, nada más no entiende… QUERIDOS CINCO LECTORES, con pupilentes color violeta en señal de luto, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.

joseluis.martinez@milenio.com