Jean Meyer analiza crimen
ritual
Es una leyenda, pero durante siglos
alimentó la violencia contra los judíos
Por Silvia Isabel Gámez
Ciudad de
México (27 julio 2012).- La historia de una pasión criminal. Así
define Jean Meyer La fábula del crimen ritual, un libro que escribió con la
duda de si sería publicado. Al abordar este mito que persigue a los judíos desde
el siglo 12, la principal dificultad radica, dice, en el peligro de que los
antisemitas lo tomen como material para abonar sus teorías.
"Mi
amigo, el historiador Mauricio Tenorio, estaba asustado. Me decía: 'Jean, ¿en
qué te vas a meter? No hagas eso'". Es un tema delicado, afirma, y es
consciente de que puede recibir ataques lo mismo de judíos que de antisemitas.
Esperará las reacciones.
En su obra,
Meyer deja claro que el crimen ritual --matar en cumplimiento de un mandamiento
religioso-- nunca existió entre los judíos. Ningún texto de la ley talmúdica lo
ordena. Pero como planteó el historiador Ariel Toaff con relación al caso de
Simoncino de Trento en 1475, sí pudo existir en las comunidades, señala, algún
"extremista" judío que decidiera vengar agravios asesinando a un niño
cristiano en la Pascua. "Y en esa rendija se pueden meter todos los
antisemitas para decir: si fue cierto en el caso de Trento, ¿por qué no es
verdad en los otros casos?".
Entre 1144 y
1914, los historiadores calculan que se presentaron 150 acusaciones de crimen
ritual en Europa y los Imperios ruso y otomano, escribe Meyer. "Basta que
una vez haya existido (un crimen ritual) para que el mito tome cuerpo, se
reproduzca y después no haya forma de eliminarlo. Forma parte casi del
inconsciente colectivo".
La pasión
antisemita de la revista jesuita Civiltá Cattolica es el "hilo rojo"
que guía el libro del historiador. Entre 1881 y 1914, publicó un gran número de
artículos dedicados al crimen ritual. La publicación, que antes de imprimirse
recibía la aprobación de la Santa Sede, circulaba entre suscriptores, la
mayoría sacerdotes y obispos. "Era leída exclusivamente por el clero, y
eso es importante, porque el clero enseña a los fieles. Si absorbe ese discurso
antisemita y lo hace suyo, luego lo va a transmitir".
Los
artículos de Civiltá Cattolica permiten también a Meyer plantear la
responsabilidad de los cristianos en el desarrollo del antisemitismo. La
acusación de crimen ritual, alimentada por un sector de la Iglesia y con un fuerte
arraigo popular, ha sido un argumento para ejercer la violencia contra los
judíos.
"A lo
largo de la historia", afirma el autor de La Cristiada, "los
monarcas, los Papas y muchos obispos protegieron a los judíos, y siempre
dijeron que el crimen ritual es una locura, una fábula mortífera, por eso hay
que prohibirla, porque ha provocado el odio y el asesinato de los judíos".
El origen de
la fábula, refiere Meyer, se remonta a las matanzas que cometieron en Alemania
los primeros cruzados en 1096 contra los judíos que no aceptaban convertirse al
cristianismo. Muchos adultos, considerados "mártires" se suicidaron y
sacrificaron a sus hijos antes que aceptar otra religión.
"Ese
fenómeno de los padres que mataban a sus hijos impactó tanto a los cristianos que
de ahí surgiría después el mito del crimen ritual. Si (los judíos) habían sido
capaces de sacrificar a sus hijos, con más facilidad podrían matar al hijo de
un cristiano, movidos además por la venganza".
La leyenda
se propagó a partir de 1144 en Alemania, Inglaterra y el norte de Francia.
"Las acusaciones de crimen ritual son el simétrico opuesto del martirio
judío", escribe Meyer. Tiene lugar en Pascua para renovar la memoria del
deicidio, la Pasión del Señor.
Aunque desde
el Concilio de Trento en el siglo 16, la Iglesia negó que los judíos fueran un
pueblo deicida, la acusación permanece, señala el historiador. "El
catecismo del Concilio dice: los judíos no mataron a Cristo. Fue por nuestros
pecados que Cristo murió y sigue en la cruz".
El problema
del antisemitismo, explica, es que constantemente cambia de máscara. Ahora se
escuda en el ataque a Israel y la defensa de los palestinos, dice, un discurso
de la ultraderecha que en estos días también asume la extrema izquierda. Y en
ambos lados se encuentran negacionistas, desde quienes afirman que el genocidio
judío nunca existió, hasta los que atribuyen al Mossad el ataque del 11-S.
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