viernes, 28 de octubre de 2011

EL ESPACIO DE PEPE GORDON Y EL CUADERNO VERDE, SU COLUMNA EN "REFORMA"

EL CUADERNO VERDE

Mochileros

José Gordon

11 Nov. 11

Hace 35 años conocí a un joven pelirrojo vestido con un overol de mezclilla y una camiseta rosa descolorida. Sus ojos claros encendían su rostro enmarcado en una barba descuidada. Me dijo que estaba muy interesado en hacer un reportaje sobre los cambios fisiológicos que produce la Meditación Trascendental. Se llamaba Vladimir y era de origen chileno. Me sorprendió su disposición para preguntar, investigar y compartir lo que él consideraba valioso.

Se aparecía de la nada y así volvía a desaparecer, pero siempre enfocado, cumpliendo con sus proyectos. En una ocasión, me dijo que estaba enfermo y requería unos textos y artículos que yo tenía. Quedamos de vernos en su casa. Para mi sorpresa, llegue una vivienda abandonada que tenía un letrero que decía: "En venta". Vladimir me recibió. Me invitó a tomar un té. En un rincón se encontraban todas sus pertenencias: un colchón, una lámpara, una tabla donde colocaba libros y ropa. Me explicó que el dueño le permitía vivir ahí mientras se vendía el inmueble.

Vladimir vivía como gitano. Eso no le quitaba la eficacia. Publicaba sus textos en GeoMundo México y la revista Ciencia y Desarrollo, dirigida entonces por Edmundo Flores. Su casa prácticamente estaba en donde estaba su cuerpo. En unos cuantos segundos podía empacar porque él era todo lo que le pertenecía.

Vladimir me recuerda una imagen de Remedios Varo. En el cuadro Vagabundo (1958), la artista dibuja a un hombre que tenía un traje con todo lo que necesitaba: un pliegue en donde aparece un retrato (tal vez el de la mujer amada) y un mínimo estante para libros. En otro lugar, el traje tenía una cazuela y una maceta con una flor (literalmente su jardín privado). En la parte inferior del vestido se encontraba un gato que también lo acompañaba. El traje tenía ruedas que convertían al vagabundo en una maleta fácil de desplazar.

Se podría pensar que se trataba de un hombre libre e independiente. Sin embargo, con ironía, Remedios Varo plantea que aunque todo indica que puede viajar con ligereza, ese hombre depende de los objetos de su manta, lleva consigo la carga del pasado. La artista reflexiona así sobre esta obra:

"Este cuadro es a mi juicio uno de los mejores que he pintado. Es un modelo de traje de vagabundo, pero se trata de un vagabundo no liberado, es un traje práctico y cómodo, tiene tracción delantera, si levanta el bastón, se detiene; el traje se puede cerrar herméticamente por la noche, tiene una puertecilla que cierra con llave, algunas partes del traje son de madera, pero como digo, el hombre no está liberado: en un lado del traje hay un recoveco que equivale a la sala, allí hay un retrato colgado y tres libros, en el pecho lleva una maceta donde cultiva una rosa, planta más fina y delicada que las que encuentra por esos bosques, pero necesita el retrato, la rosa (añoranza de un jardincito de una casa) y su gato; no es verdaderamente libre."

Al igual que el vagabundo de Remedios Varo, Vladimir también llevaba su carga. Aunque más ligero de equipaje que la mayoría de nosotros, llevaba a cuestas su pasado: el amor de una mujer a la que le había perdido la pista. La buscó en España, en Suiza, en Holanda, en Estados Unidos. Fue estibador, reportero, fotógrafo, excavaba zanjas. Finalmente la encontró, pero esa es otra historia. Como muchos jóvenes de su época se desprendió del equipaje externo. El ideal era viajar ligero, lograr que la mochila fuera cada vez más pequeña. Dormían bajo las estrellas buscando la felicidad en el minimalismo, en lo simple. Sin embargo, muchos de ellos tendrían que descubrir lo que encontró el poeta Antonio Machado: librarse de la carga de lo superfluo era el resultado de la generosidad, del trabajo externo e interno que brinda serenidad: "Y cuando llegue el día del último viaje,/ y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,/ me encontraréis a bordo ligero de equipaje,/ casi desnudo, como los hijos de la mar".

pepegordon@gmail.com














EL CUADERNO VERDE

Narrativas en el Ipad

Por José Gordon

El autor aborda la propuesta de libro electrónico infantil que hace Raghava KK

En la tableta del Ipad se ven las ilustraciones a color de un libro infantil. Se llama Se abre en casa. Una mirada peculiar a la relación entre padres e hijos (Pop it at home). El autor es el artista Raghava KK. El libro interactivo nos permite asomarnos a escenas de la intimidad del hogar en donde se construye el juego, el aprendizaje y la comunicación entrañable que nos marca. Aparecen estampas de amorosos padres que celebran el rito del baño de un niño. En la tina salta un pequeño pez de color naranja mientras otros peces idénticos flotan dentro de unas pompas de jabón. Al mover los dedos en la pantalla, las imágenes se animan, estallan, podemos transformarlas ligeramente, usar un lápiz de color rosa para dibujar unas líneas y participar en la página electrónica del libro. En escenas siguientes vemos a un niño en el momento en que se reconoce junto con su padre en el espejo y explora gestos que ignoraba. En otra página encontramos a una pequeña que ríe mientras se abraza del cuello a su madre que está bailando en la sala. Luego vemos los instantes en que los padres le cambian el pañal a su bebé. El movimiento de nuestros dedos en la pantalla nos hace descubrir con humor la alegría y el olor que acompañan esas imágenes irrecuperables. Aparece después la iniciación en la computadora tanto de los padres como del pequeño.

La sorpresa que nos reserva Raghava es que estas tiernas escenas pueden ser interpretadas por diferentes protagonistas. Si se sacude ligeramente la tableta del Ipad los padres pueden ser un hombre o una mujer o, cuando están juntos con el pequeño, una pareja heterosexual, una pareja de lesbianas o una pareja de homosexuales. Lo importante es ver que el amor y la intimidad es el mismo con diferentes rostros. Hay que aprender a leer lo que tenemos en común más allá de las distintas perspectivas.

En una conferencia de TedTalks, Raghava KK plantea que esta mirada peculiar fue fruto de una historia que se movió en entornos multiculturales:

"Fui a una escuela cristiana muy correcta. Fui educado por monjas, sacerdotes, hermanos y hermanas. Me educaron para ser un buen samaritano, y lo soy. Al final del día, iba a un hogar hindú tradicional que probablemente era el único hogar hindú en un barrio predominantemente islámico. Básicamente, yo celebraba todas las fiestas religiosas. De hecho, cuando había una boda en el barrio todos pintábamos nuestras casas para la boda. Recuerdo que llorábamos a mares cuando las cabritas con las que jugábamos en verano se transformaban en 'biryani'. Todos teníamos que ayunar en Ramadán. Fue una época muy hermosa.

Cuando tenía 13 años ocurrió algo que nunca olvidaré. Babri Masjid, una de las mezquitas más hermosas de India construida por el rey Babur en el siglo XVI, fue derribada por activistas hindúes. Esto causó disturbios importantes en mi ciudad. Por primera vez me afectaron estos problemas comunales. Mi vecinito de 5 años vino corriendo y me dijo: 'Hindúes. Los hindúes nos están matando a los musulmanes. Ten cuidado'. Le dije: 'Amigo, soy hindú'. Él nada más exclamó: '¡Ahh!'".

Al cambiar la perspectiva cultural el amigo seguía siendo amigo. Raghava quiere asomarse a la perspectiva del otro sin demonizarlo. Con una pequeña agitación del Ipad cambia la cultura y el rostro del protagonista, nos podemos adentrar en la narrativa del otro. Así, Raghava piensa hacer un libro infantil sobre la independencia de la India que narre lo que vieron los hindúes; con un pequeño movimiento veremos la misma historia desde el punto de vista pakistaní, con otro más, tendremos la perspectiva británica.

Para Raghava, los niños deben aprender distintas perspectivas desde la más temprana infancia. Solamente así podrán imaginar y ponerse en el lugar de alguien diferente. Raghava subraya: "Sostengo la idea de que el arte y la creatividad son herramientas esenciales para la empatía. No le puedo prometer a mi hijo una vida libre de sesgos; todos somos parciales, pero prometo sesgar a mi hijo con perspectivas múltiples".

pepegordon@gmail.com

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