CRÍTICA DE LA PELÍCULA “SUBMARINO”: DRAMA MAGISTRAL DE THOMAS VINTERBERG CON GRANDES INTERPRETACIONES
Hombre de celuloide
Sin bautismo y sin Dios
Fernando Zamora
@fernandovzamora
Cuando Dogma 95 comenzó a ponerse de moda, Thomas Vinterberg y Lars von Trier, supieron que era tiempo de lanzarse por nuevas búsquedas. Hoy, renovados por fin, los autores nórdicos presentan en México, país de tribulaciones sin sentido, dos películas que hablan de sufrir, sí: pero siempre con un sentido. Submarino ha sido nominada recientemente a mejor película en el Festival de Cine de Berlín.
Vinterberg declaró a la prensa que, lejos de las limitaciones auto-impuestas por Dogma se sentía renovado. “Virgen”, dijo, como un adolescente que toma por vez primera la cámara para contar una historia. Difícil olvidar, sin embargo, que ya la “virginidad” la había perdido con una de las mejores películas que yo haya visto: Festen. Si aquellos eran tiempos de gestación, en el decir de Vinterberg, con Submarino, ha nacido.
Esta película y el nuevo filme de Lars von Trier (Anticristo) se complementan. No sólo en la belleza nórdica de sus planos, no sólo en la disquisición teológica que se atreve, como Nietzsche, a preguntar desconcertado “Si hemos matado a Dios, ¿qué será de nosotros?” Mas formalmente se parecen también: tanto en Anticristo como en Submarino resultan fundamentales los primeros minutos en la pantalla. Si el inicio del Anticristo hunde al espectador en el asiento, como Beethoven con los primeros acordes de su Tercera Sinfonía, Submarino lo hace con una delicadeza etérea que recuerda a la Octava: dos niños de diez años juegan debajo de una sábana con un bebé. Los blancos, muy saturados, resaltan la piel de estos niños, sus ojos azules. Sabemos que el bebé aún no tiene nombre y que los hermanos mayores intuyen que hay que hacer algo. Abandonados en un apartamento siniestro, los hermanos grandes deciden actuar: es necesario un rito, un bautizo. Origen —y salvación— de toda tragedia. Vale la pena recordar, sin embargo, que tragedia no significa una resolución atroz. En el clasicismo, un héroe tiene que dar orden al mundo. Este héroe es el hermano mayor de la primera secuencia. Se llama Nick y cuando crezca, se volverá alcohólico. Tendrá uno o dos amores casuales y sobre todo, la aventura de perdonarse. En este perdón, Nick es un héroe que pone orden en el caos de sí mismo. Y lo hace por amor a otro niño que le recuerda a su hermano. Lejos de la modita insana de los filmes “cultos” que hoy vive México, el cine danés apuesta no tanto por la sordidez de los golpes como por la entereza de sus personajes para encarar al destino.
Vinterberg trasciende así, el sin-sentido y demuestra que no es ni la belleza, ni la inteligencia la que nos hermana con todos los hombres. No es ni siquiera el amor: es el sufrimiento, pero un sufrimiento que implica transformación. Sin sufrimiento no hay cambio y sin cambio no hay compasión. Si no fuésemos capaces de padecer con un personaje en pantalla, el arte tampoco tendría sentido y estaríamos entonces sí, irremediablemente arrojados en un mundo: sin bautizos, ni Dios.
Submarino. Dirección: Thomas Vinterberg. Guión: Thomas Vinterberg y Tobias Lindholm basados en la novela de Jonas T. Bengtsson. Fotografía: Charlotte Bruus Christensen. Música: Kristian Eidness Andersen. Con: Jakob Cedergren, Peter Plaugborg y Gustav Fischer Klaerulff. Dinamarca, Suecia, 2010.
Thomas Vinterberg, mi danés favorito
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Por Fernando Carrasco
La filmografía danesa no ha ocupado un papel central en la historia del cine. Países como Alemania, Italia, Rusia, Francia o Inglaterra tienen una más nutrida y difundida producción.
Con todo y que Carl Dreyer era danés de nacimiento, no será hasta 1995 cuando Dinamarca sea asociado con el cine y sobretodo con la vanguardia artística.
Ese año, cuatro cineastas daneses se reunieron para formar un movimiento llamado DOGMA 95. El punto de partida era crear una Doctrina, un decálogo, que buscaba replantear el cine, refundarlo. Eliminar todos los artilugios de los que una industria como Hollywood se vale para contar historias.
Ellos eran Kristen Levring, Soren Kragh-Jacobsen y, a la cabeza del movimiento, estaban el genial y polémico Lars Von Trier y Thomas Vinterberg. Sé que Von Trier atrae las miradas y los elogios de todos y que pasará a la posteridad. Pero hacer estrategias publicitarias como la de Cannes –aludiendo a una simpatía nazi y avergonzando a una actriz- no hace más que demeritar al creador y por ende su obra, pues no podemos disociarles del todo.
El decálogo en términos generales buscaba eliminar las ventajas que otorga la postproducción (corrección de color, agregar audio a lo ya filmado, musicalizar), optimizar usando los recursos mínimos de producción (jamás filmar en foros, usar el hombro como el único soporte para la cámara, no ponerle a esta ninguna clase de filtro) y, sobretodo, cuidar la estructura de la historia a partir el guión (se prohibía el asesinato, se negaba la película de género y no se podía romper la secuencia natural del tiempo y espacio, es decir, no podría usarse el flashback, recurso constante en el cine). La cereza incluía eliminar el efecto narcisista de los créditos en la obra, eran películas “sin director”.
Tras el saldo de las cuatro primeras obras Dogma, se demostró que era prácticamente imposible mantener incólume al decálogo sagrado. Desde el que usó un árbol como soporte de la cámara, hasta el que agregó música en postproducción, rompieron las reglas. Ellos avanzaron más allá de los 10 mandamientos, no sin antes contagiar a una serie de nuevos realizadores que buscaban el certificado de autenticidad –la aprobación de los cuatro dogmáticos para estas obras-.
Y es acá cuando llegamos a Vinterberg. Él ocupa una posición secundaria gracias a que los reflectores se dirigen a Von Trier. Sin embargo, retomo su obra, pues me parece constante y esta cualidad es difícil de encontrar en una filmografía.
Si bien tiene una primera obra, comenzaremos a partir de Festen (1998). Llamada en español “La celebración”, trata de una importante reunión familiar para celebrar al Patriarca. Un fin de semana en la casa de campo nos remite a la fiesta de cualquier familia ordinaria. Sin embargo, los recuerdos atroces de los hijos, traídos al presente por la confesión del primogénito (Ulrich Thomsen, quien también ha protagonizado Allegro de Christoffer Boe), provocarán un cisma al interior de esa familia en apariencia normal.
Más caótico aún resulta este microcosmos cuando la cámara nos lleva de aquí para allá sin estabilidad alguna; la cámara al hombro corre despavorida persiguiendo a los actores, se preocupa muy poco por enfocar lo que nuestros ojos perciben. La textura granulada remite a una obsesión en esos años de Vinterberg (filma un video para Blur y la imagen es muy similar).
Tras algunas obras para la TV, llega a Hollywood y filma “It´s all about love”, con un envidiable reparto: Joaquin Phoenix, Claire Danes y por supuesto Sean Penn.
Vinterberg nos habla de un mundo donde encontrar seres muertos en una escalera eléctrica o en un bote de basura es algo habitual. Donde la clonación se usa como un recurso para la sobreexplotación del hombre. Una patinadora –Danes- y su ex esposo –Phoenix- se encuentran en medio de una red de intrigas. Los que consideran amigos parecen no serlo y, como en Festen, los personajes esconden secretos. Mentir quizá como posibilidad para mantenerse con vida. Los amantes buscan escapar de todo y el final es una suerte de homenaje a Dolls de Takeshi Kitano (con la pareja en medio de la nieve).
Por último, retomaremos una obra donde las dos mentes maestras detrás de Dogma se unen para hacer una radiografía de la violencia en los Estados Unidos.
Dear Wendy es una película dirigida por Vinterberg y con guión de Von Trier. Dick, un chico que queda huérfano en un pueblo donde todo lo que hay es una mina, nos narra el profundo amor que siente por Wendy, un arma con nombre femenino. Gracias a la conformación de un club secreto, Dick y otros jóvenes estigmatizados como perdedores por una sociedad que les niega posibilidades de ser, harán de sus armas los elementos a partir de los cuales girará su vida.
Estoy armado luego existo, axioma que se sostiene en una de las enmiendas de la ley norteamericana. Justificación para una violenta cultura donde –como en la película- jóvenes pacifistas o belicistas quedan a mitad del camino, pues unas balas perdidas terminan con sus planes y proyectos de vida. Una sociedad patológica produce sujetos afectados física y emocionalmente. Cruda metáfora que muestra las entrañas del imperialista vecino musicalizado con Time of the season de The Zombies.
Valga este texto para revisar la solvente y constante obra previa de Vinterberg, o Submarino (ahora en cartelera) que mantiene las obsesiones del autor (infancias sórdidas, secretos, desolación, crudeza) o incluso la de otros daneses como Lars Von Trier, los Dogma, Jorgen Leth, Susanne Bier o Christoffer Boe, que van poniendo a Dinamarca en el mapamundi cinematográfico.
Imagen principal vía: Politiken
Si algo define Submarino en contraposición a Después de la boda o a la mismísima Celebración es la atracción por un entorno marginal poco explorado en esta cinematografía que tanto nos atrae. Esta es la historia de dos hermanos marcados por un episodio que vivieron en su infancia y que ahora continúa en una ciudad que nieva. Uno ha heredado el alcoholismo de la madre, el otro se encierra en el baño cada dos por tres para que su hijo no vea cómo se inyecta su dosis de heroína. Así de crudo es este submarino que viaja a conciencia a las cloacas del bienestar y al epicentro de un trauma infantil no superado. Pero Vintenberg no siente gozo por el lado feo de su monstruo. Él mismo ha declarado que su película es esperanzadora, y debemos creerle. Estos dos hermanos tienen su corazoncito, y la cinta no deja de ser esa recurrente historia que se repite: el tío que se preocupa por su primo de la misma forma que veinticinco años atrás cuidaba de su hermano menor. Vaya, hay mucha luz en este retrato de drogadicción, culturismo, prisión y frío. Estéticamente triste y oscura, pero nunca de una truculencia gratuita. Una de esas películas que pasó de puntillas por la cartelera y que vale muchísimo la pena recuperar, ni que sea por la vía de la descarga.
Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities http://cachecine.blogspot.com
El danés Thomas Vinterberg (Copenague 19 de mayo de 1969) es cofundador junto a Lars Von Trier del movimiento Dogma 95, buscando la pureza del cine estableciendo estrictas reglas para simplificar la producción. El movimiento tuvo gran repercusión, pero desde hace unos años Vintenberg ya no cumple estos postulados. Su película más conocida es “La Celebración” (1998). Vintenberg es un realizador muy personal al que le gusta escarbar en la naturaleza humana desde una perspectiva radical.
“Submarino” es la nueva película de Thomas Vinterberg, una obra apabullante y de gran calado. Partiendo del pesimismo consigue transmitir esperanza.
Utilizando saltos en el tiempo flash backs y narración no lineal, Vinterberg nos contará la historia de dos hermanos, desde que son niños y deben cuidar a su hermano recién nacido ya que su madre es alcohólica hasta la actualidad donde sus vidas se volverán a cruzar tras un trágico suceso de su infancia y del que nunca han conseguido olvidarse.
“Submarino” es un drama sin concesiones, duro y muy espiritual que muestra las fisuras del Estado-niñera llamado Dinamarca.
En “Submarino”
Con elementos de thriller, el final es un balsamo liberador y catártico.
Distribuida en España por Golem “Submarino”, séptimo film de Thomas Vinterberg, se estrenará en España el próximo 3 de septiembre, es una de las mejores películas estrenadas en España en este 2010.
Puntuación Factoría del Cine: 8
José López Pérez
ENTREVISTA EN INGLÉS CON EL DIRECTOR:
TRAILER CON SUBTÍTULOS EN INGLÉS
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