Álvaro Mutis, el entrañable amigo de Gabo,
falleció ayer domingo en la Cd. de México.
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México fue testigo de la enorme amistad que había entre Gabriel
García Márquez y Álvaro Mutis. Curiosa historia la de estos dos escritores
colombianos, pues ya se habían conocido desde la universidad, periodo durante
el cual, silenciosamente digerían buena música en una pequeña sala de la
Biblioteca Nacional de Bogotá. Cuenta García Márquez que, de todos los
visitantes de la biblioteca, odiaba especialmente a uno de nariz heráldica con cejas
de turco. Pasaron 40 años para que se diera cuenta que su amigo, Álvaro Mutis,
era aquél chico.
Tiempo atrás, cuando Gabo empezaba a escribir Cien años de
soledad, Álvaro iba todas las noches para escuchar los avances de la novela.
García Márquez declara que le debe muchísimo a Mutis, pues es el único al que
le ha confiado sus originales y que, incluso, sin él, no podría haber escrito
como ahora. Una tarde le regaló una de las primeras ediciones de Pedro Páramo
diciéndole: «Toma, para que aprendas». Gabo asegura que gracias a la lectura de
la novela de Rulfo, nunca volvió a escribir igual.
Pero bueno, en lugar de seguir contándoles acerca de la
buena amistad entre Gabriel y Álvaro, mejor los invito a que lean un discurso
que Márquez dio en honor a su compañero (diciembre 2001), titulado Homenaje al amigo (haz clic) En él,
cuenta varias de las aventuras memorables que tuvo con Mutis, y que su amistad
sobrevive gracias a que casi no se veían, incluso radicando en la misma ciudad en la que fueron vecinos.
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