8 de Agosto 2014
Kevin Baugh es el presidente de la República de Molossia, un lugar que se encuentra cerca de Nevada, EE.UU.
Pero para algunos, no se necesita una votación que involucre a millones de personas para comenzar una nación.
La Tierra está llena de docenas de reyes, emperadores, presidentes y princesas autoproclamados que presiden una colección peculiar de imperios caseros conocidos como “micronaciones”.
Muchos afirman tener sus propias fronteras y leyes, forman su propia moneda e insignias y presumen un número creciente de “ciudadanos” de todo el mundo.
La doctora Judy Lattas de la Universidad Macquarie en Sydney, Australia, es una de varios académicos que estudian el fenómeno de micronaciones.
Define a una micronación como una entidad autoproclamada que es virtual o muy pequeña (aunque en realidad son bastante grandes comparadas con microestados como Mónaco o el Vaticano).
Lo que comparten son las características de los primeros movimientos utópicos, un espíritu y falta de reconocimiento formal de naciones establecidas y organismos mundiales como las Naciones Unidas. Pero allí es donde terminan las similitudes.
"Hay diferencias increíbles entre ellas y no hay un sentido claro de unidad”, explica la doctora Lattas.
"Muchos rechazan la noción de micronaciones. Algunas son secesionistas y otros no. Algunas son más como un juego virtual, algunas son proyectos de arte, algunas son muy ciberpunk y otras son protestas políticas serias o movimientos indígenas de soberanía”.
De disidencia a ‘independencia’
Muchas de las micronaciones no virtuales, o aquellas con reclamos territoriales, se construyen a partir de una queja con las autoridades locales.
Generalmente estas siguen un modelo de secesión y se inspiran en la Convención Montevideo de Derechos y Deberes de los Estados (firmada en 1933 por Estados Unidos y varios países de Latinoamérica).
Debe haber una queja, miembros y una especie de declaración en contra de un mal percibido. Y si esa afirmación no tiene respuesta; por ejemplo, no recibes ningún tipo de rechazo formal, entonces se asume por defecto que tuviste éxito en la secesión.
También está el modelo de soberanía nacional en el que simplemente te niegas a separarte de un país que no reconoces que existe.
Retando los parámetros legales
La doctora Lattas cree que las micronaciones plantean preguntas interesantes respecto a la ley e historia. Toma por ejemplo al príncipe Leonard y la Principalidad de Hutt River.
Su salida de Australia occidental bajo el modelo de soberanía nacional se documenta en libros de texto legales y de sociología en todo el mundo, mientras su idea galvaniza a muchos otros australianos a que establezcan constituciones y pinten fronteras invisibles alrededor de sus propiedades. George Cruickshank es uno de ellos.
Pintó una línea punteada alrededor de su patio y se convirtió en el emperador de Atlantium en 1981.
También es uno de los principales investigadores del fenómeno geopolítico, al crear un wiki de micronaciones, mantener el grupo más popular de Facebook de micronacionalistas y coordinar la Conferencia Bianual de PoliNación. (La próxima será el 11 y 12 de julio de 2015)."La idea es compartir información y facilitarle a las personas lograr éxito en sus proyectos individuales”, dice Cruickshank.
Sus foros en línea atraen a miles de participantes; incluidos muchos “niños del reino de las alcobas”, y explora las aproximadamente 250 micronaciones de mérito histórico.
Muchos como Cruickshank acreditan al hermano menor de Ernest Hemingway, Leicester, con la popularización del concepto a mediados de la década de 1960 cuando remolcó una balsa de bambú de 2,4 por 9,1 metros a un lugar a 12 millas náuticas de la costa suroeste de Jamaica y la declaró el Nuevo Atlantis bajo la oscura Ley de Islas Guano de 1856.
Esto generó el Principado de Sealand, construido en un fuerte marino abandonado de la Segunda Guerra Mundial en la costa de Gran Bretaña en 1967, y podría verse como un precursor del nuevo Instituto Seasteading del cofundador de PayPal, Peter Thiel.
La doctora Lattas dice que aunque toma en serio al movimiento micronacionalista, no cree que en realidad establezcan países de buena fe que algún día serán reconocidos y prosperarán.
“Realmente no creo eso. Pero los encuentro interesantes como fenómeno social que se ha extendido lo suficiente y que realmente merece una atención seria".
"Los antropólogos escriben en cultos cargo, que son movimientos muy peculiares, pequeños y no muy efectivos, pero son políticamente interesantes debido al tipo de retórica que producen y la forma en la que galvanizan personas para expresar ideas sobre libertad, soberanía y protesta en contra de la desigualdad. Esa es la forma en la me enfoco en las micronaciones”.
Para cualquiera que haya querido acercarse al hombre que será rey dentro de estas, aquí está un vistazo a las ocho micronaciones que puedes visitar.
La República de Molossia
La República de Molossia es el resultado desconcertante de un proyecto infantil de un hombre que se salió completamente de control.
Su excelencia, el presidente Kevin Baugh, soñó por primera vez con su propio reino en 1977 y evolucionó a finales de la década de 1990 en un reclamo territorial dentro del estado de Nevada en Estados Unidos.
Los edictos de Baugh (ningún producto de Texas, nada de morsas) son tan extraños como sus declaraciones territoriales (un gran pedazo del planeta Venus, un lugar llamado Neptune Deep en el Océano Pacífico) y aunque no se necesita un pasaporte para entrar a Molossia proveniente de Estados Unidos, se recomienda traer uno y se sellará a la entrada.
Ubicación: Dentro del estado de Nevada a las afueras de Dayton en Estados Unidos.
Cuota: Gratis, aunque se necesita una cita.
Qué hay que ver y hacer: Toma un recorrido de una hora por la propiedad el presidente Baugh entre el 15 de abril y el 15 de octubre, si es que el clima lo permite. Los lugares destacados incluyen un jardín, oficina postal, empresa de comercio, un palo de la paz y bar tiki.
Sitio web: Molossia.org
La República de Kugelmugel
¿Qué haces cuando el gobierno no está contento con tu casa en forma de bola?
Si eres el artista austriaco Edwin Lipburger, declaras tu independencia, te niegas a pagar impuestos y comienzas a imprimir tus propias estampillas.
Y cuando recibes una sentencia de prisión en la corte por tus acciones, persuades a tu presidente austriaco a que emita un perdón en tu nombre.
El artista de 78 años ahora vive en exilio en Austria y aunque la República de Kugelmugel está cerrada detrás de una cerca con alambre de púas, su centro esférico sigue siendo una atracción turística popular en el parque Prater de Viena.
Ubicación: Dentro del parque Prater en Viena, el segundo distrito de Austria.
Cuota: Gratis.
Qué hay que ver y hacer: Tomar fotografías, admirar la arquitectura y leer sobre la lucha de un hombre para “vencer el sistema”.
Sitio web: Republik-kugelmugel.com (en alemán)
La República Libre de Alcatraz
La República Libre de Alcatraz no solo es un eco-resort quijotesco, es una “utopía en progreso” con sus propios billetes de banco, pasaportes, banderas y estampillas artísticamente diseñados.
El escritor, actor y director italiano Jacopo Fo (hijo del premio Nobel, Dario Fo) fundó Alcatraz en los bosques entre Gubbio y Perugia en 2009 como una protesta contra lo que vio como la degradación de la sociedad italiana a manos el entonces líder Silvio Berlusconi.
Desde entonces floreció en un paraíso para los libre pensadores con su propio museo, restaurante y centro de educación con talleres de todo desde yoga hasta permacultura.
Ubicación: Dentro de Italia en 371,612 metros cuadrados de tierra entre Gubbio y Perugia.
Cuota: Las tarifas comienzan en 47 dólares por una estancia de una noche.
Qué hay que ver y hacer: Recibir un masaje de agua en la piscina, inscribirse a una clase de cocina, visitar el Museo Fantastic Wood de la reina Eleonora Albanese y asistir a uno de los conciertos regulares.
Sitio web: Alcatraz.it/english/index.html
Freetown Christiania
Este vecindario autónomo autoproclamado en Copenhague, Dinamarca, surgió de cuarteles militares en 1971 y se volvió famoso en el mundo por su comercio de cannabis hasta que las autoridades danesas dejaron de hacerse de la vista gorda en 2004.
Hoy en día, alberga a 1.000 residentes que aman la paz, pagan renta a la comunicad y convirtieron los cuarteles recuperados en escuelas, casas y pequeños negocios autodiseñados.
El experimento social finalmente se volvió legal después de 40 años turbulentos cuando los ciudadanos compraron la tierra al gobierno danés en abril de 2011 por 13,9 millones de dólares.
Ubicación: Dentro del vecindario de Christianshavn en Copenhague, Dinamarca.
Cuota: Gratis.
Qué hay que ver y hacer: Prueba cocina vegetariana con una fuerte bebida en la calle Pusher, compra una bicicleta hecha a mano y piérdete en los callejones de la comunidad.
Sitio web: Christiania.org
El Principado del río Hutt
El príncipe Leonard fundó el Principado del río Hutt en 1970 como parte de una gran protesta agricultora.
Este “estado soberano”; que afirma que no paga impuestos al gobierno australiano, incluso aunque dona un “regalo” de valor equivalente, ocupa una franja de tierra árida de casi el tamaño de Hong Kong y subsiste principalmente en exportaciones de flores silvestres, turismo y las ventas de monedas, estampillas y baratijas.
Aunque la ONU no reconoce la presencia de río Hutt, hay una entidad poderosa que sí lo hace: Google.
La Principalidad del río Hutt es una de las pocas micronaciones que en realidad aparecen en Google Maps.
Ubicación: Dentro del estado australiano de Australia Occidental a dos horas aproximadamente de Geraldton.
Cuota: Los pasaportes deben sellarse a su llegada por una cuota de 1.85 dólares, pero no hay impuesto de salida.
Qué hay que ver y hacer: Echa un vistazo a la colección real de arte, juega golf y pasa la noche en el campamento rústico.
Sitio web: Principality-hutt-river.com
Akhziv Land
Solo hay un “país” en Medio Oriente que nunca ha tenido conflictos militares, y es dirigido por un judío nacido en Irán llamado Eli Avivi.
Avivi estableció un campamento en la villa de Akhziv en la costa norte de Israel en 1952 y lo proclamó el estado independiente de Akhzivland después de que el gobierno interviniera en 1970 para destruir sus estructuras ilegales.
Avivi ganó el caso en la corte, se volvió un héroe local y ensalzó sus ideales de pacifismo y libertad a todos los que lo escuchaban.
La nación de 2.5 acres del octogenario sigue siendo un destino turístico popular después de más de 40 años con habitaciones, un campamento y vistas atractivas de Líbano (al norte), Galilea (al este) y el Mediterráneo (al oeste).
Ubicación: Dentro de Israel a cuatro kilómetros de Nahariya.
Cuota: Aproximadamente 25 dólares la noche.
Qué hay que ver y hacer: Relájate en la playa privada, haz que te sellen tu pasaporte y echa un vistazo a los artefactos en el Museo Estatal de Agricultura, Arqueología y Navegación.
Sitio web: Pechkin.rinet.ru/vera
La República Naminara
El occidente puede albergar una preponderancia de micronaciones, pero es Asia quien alberga la más visitada de todas: la República Naminara.
El presidente Kang Woo-hyon declaró “independencia cultural” de Corea del Sur en 2006 y convirtió su isla en forma de media luna en un eco-resort popular con galerías de arte, museos, salas de teatro y un hotel.
Cada uno de los más de dos millones de visitantes anuales deben adquirir un pasaporte de Naminara para entrar y, una vez que son ciudadanos, pueden comprar estampillas, moneadas y tarjetas de teléfono.
Ubicación: Dentro de Corea del Sur en una isla privada en el río Han cerca de Chuncheon.
Cuota: Aproximadamente 10 dólares en “cuotas de visa” para entrar a la isla.
Qué hay que ver y hacer: Visita el Museo de la Canción de instrumentos musicales étnicos y asiste a eventos como el Festival Internacional de Libros Infantiles y YoPeFe, un festival de baile tradicional.
Sitio web: Namisum.com
La República de Uzupis
Si solo Frank Zappa viviera para ver el día en que se convirtió en la inspiración de una diminuta micronación dentro de Lituania.
Tristemente, murió dos años antes de que un grupo de artistas e intelectuales erigieran una estatua en su honor en una esquina bohemia de la capital Vilnius y cuatro años antes de que se convirtiera en el santo patrón del vecindario cuando se separó para convertirse en la República de Uzupis.
Aproximadamente 1,000 de los 7,000 habitantes de la república son artistas, así que los esfuerzos artísticos, naturalmente, son lo principal de la agenda del actual presidente Roman Lileikis.
Ubicación: Dentro de la Vieja Ciudad de Vilnius, un Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Cuota: Gratis.
Qué hay que ver y hacer: Echa un vistazo a la Pared de la Constitución de Uz donde puedes leer los edictos, incluyendo este: “Un gato no está obligado a amar a su dueño, pero debe ayudar en momentos de necesidad”.
Sitio web: Facebook.com/uzupis
Mark Johanson es un escritor ‘freelance’ de viajes y cultura que vive en Santiago, Chile. Puedes seguir sus aventuras en www.markjohanson.com.
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