CORRIENTE SECRETA
Voceador de periódicos, 1905, Guadalajara, Jal.
Tamaño 17x22 cms.
AGNM: Colección fotográfico propiedad Artística y Literaria:
Fotógrafo: J. Lupencio. Serie: Niños.
Los dueños de la mañana
Jacobo Zabludovsky cuenta que durante sus tiempos como director de Ovaciones acostumbraba mostrar el primer ejemplar que salía de la rotativa a los voceadores que esperaban inquietos a las puertas del diario. Zabludovsky sabía si aquel ejemplar se iba a vender o no, según la reacción de éstos. Nadie como los voceadores para tomar el pulso de un encabezado, de una noticia: eslabón final un ciclo que comienza con la redacción de una nota y termina al momento de entregarla impresa a los lectores, conocen al público mejor que los propios periodistas. No en vano andan voceando cosas por las calles desde que en 1541 un impreso ofreció la “relación del espantable terremoto que agora nuevamente ha acontecido en las Yndias en una ciudad llamada Guatimala”. Medio milenio más tarde, los voceadores pueden preciarse de haber acompañado el desarrollo de la prensa mexicana: por sus manos han pasado todas las publicaciones editadas en el país, desde la fundación de la Gazeta de México a fines del siglo XVIII, hasta la llegada del Últimas Noticias, de la Extra!, de El Gráfico. El periodista Rafael Cardona los considera “dueños de la mañana y señores de la última verdad”. Desde las montañas de papel que han delimitado su territorio histórico —las calles de Humboldt, Artículo 123, Donato Guerra, Iturbide—, Cardona los ve clavando puñales en el corazón de la gente: repartiendo los 385 mil ejemplares que en 1957 vendió la muerte de Pedro Infante, o entregando las imágenes del mundo en ruinas que siguió a los sismos del 85. ¿Durante cuántos años la Ciudad de México despertó diariamente con sus gritos? El investigador José Luis Camacho rescata uno de los más memorables:
“¡La muerte del emperador de Alemania que está muy malo!”.
La Unión de Expendedores y Voceadores de los Periódicos de México acaba de presentar, con casi un centenar de fotografías (exhumadas de los fondos Casasola y Nacho López) y una veintena de artículos, algunos de ellos entresacados de diarios y revistas del pasado, un libro que traza a grandes saltos la historia de uno de los gremios más antiguos de la urbe: Voces de la libertad. El recorrido visual —lo mejor del libro— inicia con una imagen de 1895 en la que gendarmes porfirianos se lanzan contra un grupo de “papeleritos” a un costado del Zócalo (Ciro B. Ceballos recordó en sus Memorias que el régimen porfirista decidió cortar de tajo el voceo de noticias pues, “para inflar noticias aquellos muchachuelos endiablados no había reputación que no hicieran añicos ni crimen que no elevaran al máximo horror”). El viaje prosigue con una extensa galería de niños voceadores de El Nacional y El Demócrata (1925), que parecen ajustarse a la estampa que en julio de 1893 hizo un redactor de El Siglo Veinte:
“Aquí tienen ustedes al granuja
más simpático de la población.
Es una abeja que recorre la
ciudad en todas direcciones,
voceando su periódico.
Maltratado, hecho pedazos, con
la oreja saliéndose entre la copa
y el ala del sombrero. Alegre,
peleonero, decidor y más vivo
que una ardilla”.
Las noventa fotografías que completan el libro narran la transformación de una urbe que se va poblando de autos y rascacielos. Pero los granujas más simpáticos de la población siguen voceando, maltratados y hechos pedazos, en los amaneceres negros “de un día que al cabo de las horas se transformará en ayer y después en Historia”.
Entre 1823 y 1828 se prohibió varias veces el pregón de noticias en plazas, calles y lugares públicos (varios voceadores fueron reprimidos e incluso asesinados). En 1853 se ordenó a los vendedores “gritar” sólo el título de los diarios y no el contenido de las noticias. En 1895 los voceadores sufrieron cárcel al lado de los redactores de El Diario del Hogar y El Demócrata. Voces de la libertad revela que este gremio “perjudicial, escandaloso e intolerable”, que este gremio invisible, arraigado desde siempre en la vida de la urbe, ha sido pieza clave en la libre circulación de ideas, y en varias de las conquistas de hoy.
Héctor de Mauleón
REVELACIONES
Entre estos dos cineastas hay muchos parentescos creativos. Uno de ellos es el interés por retratar México a través de la obra de Juan Rulfo. Rafael Corkidi, director de fotografía de cintas como El topo o La montaña sagrada de Alejandro Jodorowsky y realizador de una veintena de películas, se reunió en 1998 en tierra tapatía con Juan Carlos Rulfo, celebraban el rodaje de Del olvido al no me acuerdo, que se presentaría un año más tarde, entre otras cosas, como un homenaje a la obra del padre del cineasta pero también a la memoria del México de finales del siglo XX.
Rogelio CuéllarA SALTO DE LÍNEA
Carlos Monsiváis: Que se abra esa puerta
Que se abra esa puerta. Crónicas y ensayos sobre la diversidad sexual, de Carlos Monsiváis, empezará a circular en 15 días bajo el sello de la editorial Paidós y debate feminista. Marta Lamas escribe en la presentación:
“Revisamos sus ensayos y crónicas y encontramos que había publicado muchos más textos sobre la cuestión gay y la diversidad sexual que sobre mujeres y feminismo… Le llevé la selección ya impresa, y tanto le gustó la idea que le puso título en seguida… Seguro más de uno pensará que es la puerta al clóset, como sugiere el poema de Pellicer. Pero, según Carlos Monsiváis, era la puerta de la dignidad.”
(Dice el poema de Carlos Pellicer: “Que se cierre esa puerta/ que no me deja estar a solas con tus besos…”)
El escritor, fallecido el pasado 19 de junio, cronica la historia de los 41 homosexuales descubiertos en una fiesta en el año de 1901, en la Ciudad de México; la persecución homofóbica de que fue objeto el poeta Salvador Novo y el grupo literario Los Contemporáneos; una crónica de cómo vivían los gays en la primera mitad del siglo XX; un repaso a la poesía y literatura homoerótica de México, España y América Latina; un testimonio de la vida y obra de Nancy Cárdenas, primera lesbiana que se abre públicamente ante los medios de comunicación, en 1974, entre otros textos clave. Un libro para entender costumbres y creencias sexuales en nuestro país.
Una obra que cambiará el espectro biográfico sobre el autor de Días de guardar y Apocalipstick.
Escribe Alejandro Brito en el prólogo:
“Carlos Monsiváis documenta y recrea la expresión social y cultural de las minorías sexuales. Movimientos marcados, al principio, por el escándalo social, iniciando el siglo XX; después, por la creación y expresión artística, en los años veinte y treinta; y finalmente por la reivindicación política y social, desde finales del siglo pasado hasta despuntar el XXI.
“Que se abra esa puerta describe y hace visible un mundo que permaneció oculto y al margen de reconocimiento social e institucional alguno durante mucho tiempo en la historia de nuestro país”.
En el libro, publicado con autorización de los herederos de la familia, el autor escribe:
“Es notable la resonancia de las palabras clave del nuevo vocabulario de la tolerancia: homofobia, sexismo, desclosetarse (come out), y sobre todo gay, el vocablo internacional que explica y acentúa el estallido del clóset. Si los términos han sido círculos de infamia, burla, menosprecio, invisibilización (maricón, joto, puto, volteado, de los otros, le gusta el arroz con popote, le gusta el puré de vampiro), el desprestigio ya no alcanza a gay, un vocablo de la globalización que vincula simultáneamente los derechos civiles y la sociedad de consumo.”
Que se abra esa puerta se presentará en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el cuatro de diciembre próximo.
No es una mala noticia.
Coda
Vaya a la sala Xavier Villaurrutia a ver Cayetano Ordoñez o África, escrita y dirigida por José Alberto Gallardo, quien advierte: “no es el pretexto para que observes a un grupo de actores trabajar frente a ti justificando los años que pasaron en la escuela o fuera de ella, su salario o para que escribas favorablemente una nota… Si acaso tu profesión es la de crítico teatral”.
Golpe al hígado y valiente confrontación del teatrero. Sábado, domingo y lunes, últimas funciones. Se arrepentirá si no va.
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