Las esculturas más feas de la ciudad
31 de enero de 2011
En 1972, para conmemorar un siglo de la muerte del Benemérito de las Américas, el gobierno de Echeverría ordenó a Luis Arenal y Lorenzo Carrasco la construcción de la Cabeza de Juárez. De ese modo legó a la ciudad una de las intervenciones urbanas menos afortunadas de su historia. La Cabeza de Juárez, burda, antiestética, descomunal, se convirtió en emblema del burdo, antiestético y descomunal oriente capitalino. En lugar de embellecerlo, parece aplastarlo. Es como una bola de plastilina que un niño descuidado hubiera arrojado desde el cielo. La pobre cabeza no sólo demuestra que el introductor del gel en la política mexicana murió un siglo antes del nacimiento de Peña Nieto: revela también que desde que el ornato público pasó a formar parte de las funciones del Estado, es posible tener ciudades inundadas de iconografías que, lejos de honrar a los héroes, mueven a mofarse de ellos.
Hace poco, el delegado en Tlalpan dispuso la instalación de tres esculturas de Enrique Walbey en el camellón de Acoxpa. Las esculturas se llaman “Tlalpan avanza”, “El triunfo de Tlalpan” y “Clamando justicia”. La reacción de los vecinos fue tan radical que pareció que, en lugar de triunfar y avanzar, la delegación se hundía en un caño. A la obra de Walbey se le asestaron estas frases: “estatuas humanoides horrendas”, “basura seudo-intelectual”, “cochinadas”, “favor de retirarlas y fundirlas como fierro viejo”. Atravesé la ciudad para contemplarlas a velocidad de automóvil.
Según la delegación, Walbey presenta “seres humanos llenos de defectos que están cargados con una tremenda carga de energía (sic) que inquieta a quien las mira”.
Yo sólo encontré personajes a medio hacer, provistos de grandes barrigas e inmensos glúteos. No entendí por qué Tlalpan triunfaba. Me quedó claro es que es bueno que el arte inquiete, pero no hasta ocasionar infartos.
En el siglo XIX los liberales quisieron romper con los símbolos del poder hispánico y forjar una tradición propia: crear una memoria nacional. Por eso Reforma se llenó de estatuas: los espacios públicos recibieron la tarea de crear la identidad cultural, y a los ciudadanos se nos impuso la obligación de incluir a los héroes en nuestros hábitos visuales. No es posible dar paso sin que un Zapata venga a recordarnos de quién es la tierra. El problema, sin embargo, es que México no es el París de Haussmann.
En 1891, la colocación de los Indios Verdes en la entrada del Paseo de la Reforma desató fuertes manifestaciones de repudio. Las efigies de Ahuízotl e Itzcóatl, esculpidas por Alejandro Casarín, fueron acusadas de romper con la armonía europeizante del paseo y traer a la memoria un pasado que se despreciaba. La prensa las tachó de “ridículos y antiestéticos muñecotes”. Cuenta la leyenda que, para colmo, los indios se pusieron verdes tras la primera lluvia.
El gobierno se vio obligado a reubicarlos donde nadie los viera, el pueblo de Jamaica (en la década de los 20 fueron enviados aún más lejos: la entrada de la carretera México-Laredo).
Durante mucho tiempo, los Indios Verdes y la Cabeza de Juárez formaron con el Caballito de Sebastián —esa vulgar papirola de metal que ha cumplido 20 años burlándose de nosotros— la peor trilogía del arte por encargo. Con un amarillo que sobrecoge en Reforma y Rosales, el Caballito pretende continuar la asociación afectiva que en ese mismo espacio dejó la estatua ecuestre de Carlos IV. La muerte de Colosio agregó a la urbe otra pieza aterradora: el busto, en contraesquina del Campo Marte, de lo que parece un cantante de rancheras.
Ignoro quién decide el gusto en esta ciudad. He visto un monumento al perro callejero en Insurgentes, una rana cantora en Bolívar, una representación del Sereno que parece, en realidad, estatua del Príncipe Valiente. Me ataca esta duda: ¿qué hace la efigie de Cantinflas junto a la entrada de urgencias del Hospital Obregón? ¿Les dice acaso a los accidentados: “A volar joven”?
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Sr. Mauleón, le repito lo que le comente en el blog del universal:
ResponderEliminarDesconozco su interés en desprestigiar a nivel nacional a un artista talentoso. Considero que es exagerado, ya que no creo que le haya dado un infarto.
Para mi la gente con barriga y grandes glúteos no son seres incompletos y si hay belleza.
Ojala se hubieran tomado la molestia de observar la obra, no a velocidad de coche, para que viera la perfección estética y la propuesta de color, así como, el gran detalle en cada expresión humana.
"En muchos sentidos la labor de un crítico es fácil. Arriesgan muy poco pero tienen el poder sobre quienes someten su trabajo y su persona a su juicio. Prefieren la critica negativa, que es divertida de leer y escribir. Pero la triste verdad que deben enfrentar los críticos es que, al final, cualquier plato común seguramente tiene más sentido que la critica que lo condena.... El mundo suele maltratar al nuevo talento, la nueva creación. Lo nuevo necesita amigos"(Mr. Ego.)
Sr. Buzali,
ResponderEliminarLa dirección que di es mi correo personal.
Ojala también publique lo comentario positivo que hay de la obra. le transcribo un escrito del escultor:
(Con la crudeza que caracteriza mi obra, presento tres esculturas monumentales sobre el camellón de Av. Acoxpa.
La intervención de las esculturas en la vía pública provoca sensaciones de extrañeza, indignación y sorpresa “hasta ocasionar
infartos...” o así se ha escrito.. será?
Al mostrar figuras famélicas y desgastadas de vientres protruídos, se reflejan en el exterior de cada pieza imágenes que quisiéramos
que no existieran pero existen y no podemos maquillar más. Expresión de indiferencia, lasitud y desesperanza se muestran ante el peatón.
Cuando se nos llena la boca hablando de belleza o fealdad, no podemos dejar a un lado siglos de evolución en la historia del arte desde monumentos monolíticos hasta instalaciones conceptuales.
Para señalar solo algunos momentos de esta historia, cito al historiador E. H. Gombrich refiriéndose a la corriente expresionista de finales del S. XIX.
“Lo que iirritó al publico en el arte expresionista no fue tanto, tal vez, el hecho de que la naturaleza hubiera sido trastocada como que el resultado prescindiera de la belleza”. Y sin embargo me pregunto, ¿Cuántas veces en la historia de la humanidad hemos cambiado el concepto de la belleza?, ¿Cuántas personas
se obsesionan por alcanzar en sí mismas un ideal, de tal forma que están dispuestas a arriesgar su salud y vida por llegar a el?, ¿Acaso no existe belleza
en el desgaste del quehacer humano?
“Ni la <> ni >>la belleza ideal>> que fueron temas gemelos del arte europeo, parecían haber preocupado a aquellos artesanos primitivos, pero sus obras poseían, justamente, lo que el arte europeo dijérase que había perdido en su prolongada carrera: expresividad intensa, claridad de estructura y una espontánea simplicidad en su realización técnica.” (E. H. G.)
México no es el París de Haussman, ni tiene por que ser, ya que su grandeza
radica en su diversidad y complejidad cultural. O será que seguimos siendo atraídos por la idea de una estética napoleónica-porfirista?
“el acento se carga en la creación y sobre las cosas”, “no precisamente una copia de un objeto real, por hábil que sea, no un trozo de decoración, por diestramente que se realice, sino algo mas importante y duradero, algo que considera posee mayor realidad que los objetos vulgares de nuestra monótona existencia. Si queremos comprender esta situación espiritual, debemos retroceder a nuestra infancia..” (E.H.G.)
La sociedad avanza en la medida en la que se enriquece su diversidad cultural
y logra salir del deseo de permanecer en un pequeño caño que lo limita e impide su desarrollo.
Enrique Walbey
Escultor
www.walby.com.mx, www.walbey.com
elia olascoaga
Estimado señor Buzali,
ResponderEliminarQué bueno que esté subiendo las columnas de Héctor de Mauleón en El Universal. Me cuesta trabajo consultar ese periódico en internet. Muy buen blog. MRM
Si su obra fuera cruda, ‘pero’ de valor no habría servido para vaporizar los fondos públicos; y perjudicar espacios públicos pertenecen a la comunidad. La imposición de estas horribles estatuas que carecen, no sólo de gusto, sino incluso de toda profundidad conceptual. Vamos, ¿qué verdadero escultor pone a su obra el título Tlapan avanza?
ResponderEliminarEvidentemente este fue un elefante blanco, y a la delegación no le importó llevarse entre las piernas a los ciudadanos que debe representar.
Traveler,
ResponderEliminarCuáles fondos públicos?,fue una donación. y el escultor también es mexicano y tlalpense, y tiene el derecho de libertad de expresión.
Si no te gustan es respetable, pero para opinar deberías informarte.
El escultor tambien es un ciudadano, y no entiendo en que les afecto el que pusieran unas esculturas de arte, "¿cómo los llevaron entre las patas?".
Me sorprende ver este tipo de comentarios solo se quejan de unas esculturas y no se dan cuenta de la manera en que CENSURAN, exigen derechos pero QUITANDO el derecho a otros,
en fin, que tengan una buena semana.