sábado, 6 de agosto de 2011

SUBRAYADOS PARA EL FIN DE SEMANA: PEPE GORDON, JUAN VILLORO Y ADINA CHELMINSKY (3a de tres partes)

juan villoro
adina chelmisnky

pepe gordon


EL CUADERNO VERDE

El pollo feliz

José Gordon

(05-Ago-2011).-

En el relato Servir al hombre (1950), el escritor de ciencia ficción Damon Knight presenta un escenario en el que llegan unos extraterrestres a la ONU. Se llaman kanamitas y no son muy atractivos: tienen un gran parecido a una mezcla de cerdos y hombres. Su nariz parece trompa, sus ojos son pequeños y sus manos muy gruesas, de tres dedos cada una.

Los kanamitas, como en la película de Tim Burton Marcianos al ataque (1996), explican que vienen en son de paz. De hecho, proponen una serie de regalos que su civilización quiere darle a la nuestra: una nueva fuente de energía potencialmente ilimitada; una tecnología que incrementa el terreno cultivable y resuelve el problema alimenticio; y un aparato que impide cualquier explosión. De esta manera, evita las guerras.

Los terrícolas tienen sus dudas. Sin embargo, la tecnología efectivamente funciona: ya no hay escasez, desempleo o necesidad de ejércitos. Los kanamitas estudian también la bioquímica humana para hacer que nuestra especie sea más alta, más fuerte y más sana.

En medio de tanta felicidad, un hombre llamado Gregori quiere saber más sobre los herméticos kanamitas: poco se sabe de su lengua, que se escribe en complicados ideogramas. Gregori se las arregla para robarles un libro. Después de muchos esfuerzos empieza a descifrar el título. Se llama Servir al hombre. Efectivamente, eso es lo que están haciendo los kanamitas. Semanas después, al comprender el primer párrafo, queda aterrorizado. Se trata de un libro de cocina.

Es la misma sensación que tengo al leer el libro Comer animales (Seix Barral, 2011), del escritor Jonathan Safran Foer, quien habla de un proyecto industrial realizado en 1946 (con el apoyo del Departamento de Agricultura de Estados Unidos) para crear un pollo maravilloso al que llamaron "El pollo del mañana".

Se trataba de crear un ave que pudiera producir más carne. Así, se introdujeron sulfas y antibióticos en la comida de los pollos, para estimular su crecimiento y reducir las enfermedades provocadas por el terrible confinamiento que implica su proceso industrial (la jaula típica para las gallinas ponedoras tiene un piso del tamaño de una hoja tamaño carta). Hacia los años cincuenta, la manipulación genética y del entorno de los pollos había desarrollado dos especies: una para carne (sobre todo de pechugas) y otra para huevos. Dice Safran Foer: "De 1935 a 1995, el peso medio de las aves aumentó un 65 por ciento, mientras que el tiempo que tardaban en llegar al mercado se rebajó en un 60 por ciento y sus necesidades de comida en un 57 por ciento. Para tener una idea de lo radical del cambio, hay que imaginar a unos niños que llegan a pesar 136 kilos en diez años alimentándose únicamente de barritas de cereales enriquecidos con miel".

Esta historia que podríamos llamar Servir al pollo, genera una industria alimenticia del orden de 50 mil millones de pollos anuales. Para que sea "eficiente" este proceso, la tasa de crecimiento diario de los pollos se ha incrementado en un 400 por ciento. El resultado es la deformidad de estas aves (sus huesos se quiebran bajo el peso) y la reducción de su expectativa de vida: si antes era de 15 a 20 años, hoy los pollos mueren aproximadamente en seis semanas. El proceso industrial es el que manda. Somos poco conscientes, por ejemplo, de lo que ocurre con la descendencia masculina de las gallinas ponedoras. Como no se les ha escogido para servir de comida ni pueden poner huevos, simplemente se les sacrifica. La mitad de los pollitos nacidos en Estados Unidos (más de 250 millones al año) son destruidos.

Ante esta crueldad, hasta dan ganas de volverse vegetariano como el escritor Isaac Bashevis Singer, que decía: "A mí no me preocupan mis arterias, me preocupan las arterias de los pollos".

Toda esta reflexión viene a cuento porque hace unos días vi en la calle un restaurante llamado, muy antropocéntricamente, El pollo feliz, pollos asados al carbón. ¿De qué son felices los pollos?

pepegordon@gmail.com



Juan Villoro

Eliseo Alberto

(05-Ago-2011).-

En una ocasión, Eliseo Alberto me contó la inusual visión del mundo de su abuela. Aquella mujer había atestiguado de cerca la Revolución Cubana y de lejos dos guerras mundiales y la conquista del espacio. Cuando su nieto le preguntó cuál era el acontecimiento central de su existencia, ella contestó sin vacilar: "la invención de los insecticidas".

En el Caribe la vida depende de los moscos. Curiosamente, el nieto tendría la obsesión contraria. Eliseo, a quien conocimos como Lichi, descubrió su vocación cuando su padre, el poeta Eliseo Diego, tradujo La bella durmiente del bosque y sometió su versión "al tribunal de la inocencia" de sus hijos. Los niños dejaron de jugar en los columpios para oír la historia. El primogénito experimentó la magia de lo invisible que se vuelve cierto. El asombro se perfeccionó en la última línea: "Se durmió el Rey en el trono, el caballo en el establo... ¡y la mosca en la pared!". En Una noche dentro de la noche, recuerda el momento: "Sentí un vacío en el estómago... Un injustificable zumbido se instaló en nuestras orejas, como una nota de marimba. Mi padre, Eliseo Diego, acababa de regalarme lo más preciado que aún poseo entre cielo y tierra: me enseñó a mirar". A partir de ese día, entendió la inmensidad de lo pequeño y no mató una mosca.

Dueño de una ironía tan suave que se mezclaba con la melancolía, Eliseo fue una presencia esencial entre nosotros. Guionista de cine, conocedor del bolero, poeta, novelista, ajedrecista inspirado, escribió historias donde la felicidad tenía una rara manera de sentirse cómoda. Sin embargo, su libro esencial, Informe contra mí mismo, es un doloroso ejercicio de ética literaria. Invitado a denunciar a su padre, Eliseo conoció la represión. Lejos del dogmatismo, convirtió la autocrítica en voz narrativa y recogió testimonios discordantes que prefiguran una Cuba por venir, gozosamente contradictoria.

Lo acompañé a la presentación del libro en Miami, donde algunos sectarios quisieron diferenciar a los honrosos exiliados de los ambiguos "quedaditos". Ese día (23 de noviembre de 1997) me invitó a comer al Versalles, santuario del arroz cubano en Miami. Fui a lavarme las manos y oí un estruendo en la cocina: alguien había dejado caer 50 platos. Al volver a la mesa entendí la causa: había muerto Jorge Mas Canosa, opositor a Fidel Castro en el exilio.

Con el mismo respeto con que trató los vicios y las virtudes de sus personajes, Eliseo escuchó las formas discrepantes de decir "Cuba". Abundan los isleños que son vendavales retóricos. Más escasos son los que saben escuchar. Lichi fue uno de ellos. Tras el humo de su cigarro -su cómplice y su verdugo- sonreía mientras los demás lanzaban certezas ditirámbicas.

Obtuvo el Premio Alfaguara con su novela Caracol Beach, que primero fue un guión de cine, y, con ayuda de Francisco Hinojosa, transformó un proyecto de novela en el libreto de la ópera Salsipuedes, que compuso Daniel Catán, también recientemente fallecido.

Lichi hacía memorables las reuniones sin caer en pecado de protagonismo. En casa del editor Diego García Elío lo oí recitar un soneto que celebraba la belleza interior de la mujer, incluidos los rosados alveolos de sus bronquios. En casa del pintor Carlos Pellicer López, leyó con poderío asmático Puñal de melancolía, borrador de Informe contra mí mismo. En casa del novelista Jorge F. Hernández, habló de las huelgas de hambre que anuncian la rebelión pendiente en Cuba, la de los negros.

Le gustaba lo dulce y odiaba el frío. Cuando vivió cerca de El Desierto de los Leones, hablaba de su estancia en Oslo (que pronunciaba "Ojlo"). Se movía con tranquilidad entre la ruidosa gente del cine. Le bastaban segundos para proponer un argumento que daba dos años de trabajo a los productores. Su guión más conocido, Guantanamera, fue filmado por dos grandes: Tomás Gutiérrez Alea comenzó el rodaje y Juan Carlos Tabío lo concluyó.

Cuando la enfermedad llamó a su puerta, pensó en un último ataque a la novela. "En el momento en que se acaban las fuerzas hay que escoger una biografía que ya esté casi escrita", me dijo, y agregó con satisfacción: "Ya me reservé la de Capablanca".

El ajedrecista tenía la dimensión de los floridos héroes que cautivaban a Eliseo. Dominó los tableros con la seguridad con que seducía a las mujeres, pero en 1927 perdió el título en su más larga disputa, contra Alekhin. El ruso fue el primer sorprendido del desenlace. Capablanca no se preparó para el duelo; cortejó la derrota como un héroe trágico. Se parecía a Julián Dalmau, protagonista de El retablo del Conde Eros, que anhela un último éxito teatral para ahorcarse en la primera función.

Eliseo murió el 31 de julio, a los 59 años. Lo hizo en domingo, como si no quisiera alterar las costumbres de la ciudad que tanto lo quiso.

Su primera novela lleva por título un verso de su padre: La eternidad por fin comienza un lunes. Repito lo que escribió su entrañable amigo, Jorge F. Hernández: Eliseo Alberto confirmó que la eternidad comienza un lunes.





50 maneras de ahorrar un poco más

Aprende a decir NO. Compra sólo lo que necesites, no compres por compromiso. No adquieras nada cuyo valor sea superior a 500 pesos sin antes comparar precios en tres lugares distintos.

Última de III partes

Sea como sea, lo diga quien lo diga, sea la corriente financiera que sea, las cosas son simples; TODO PLAN FINANCIERO EMPIEZA CON AHORRO. En la manera en que puedo guardar un poco de lo que gano, tengo las armas para poder vivir mejor en el futuro, para poder saldar mis deudas, para poder vivir mejor protegida, para poder comprarme ESO que siempre he querido.

Así es que durante tres semanas tendremos en esta columna 50 consejos para poder ahorrar, de una manera fácil e indolora, un poco más.

(El resto de los consejos los podrás consultar en esta columna o en el archivo en línea de www.excelsior.com.mx)

Aprende a decir NO. Si tus amigos venden joyería, ropa... compra sólo lo que necesitas, no compres por compromiso.

Comparte los gastos de transporte: consigue una pareja para hacer carpool. No utilices el coche para manejar una cuadra, si es factible, camina.

Déjate de morder las uñas... Así podrás espaciar los manicures semanales a mensuales (al igual que el resto de gastos de belleza).

Si tienes la opción de estacionarte tú misma (dentro de un estacionamiento) o utilizar el servicio de valet parking, opta por la primera. Un ahorro diario de diez pesos se traduce en un incremento anual de tres mil 650 en tu cuenta de ahorros.

No compres ningún artículo de más de 500 pesos sin comparar su precio en tres lugares diferentes, te sorprenderá las diferencias que pueden existir. Consulta la Revista del Consumidor y otros estudios publicados por la Profeco.

Enfatiza el ahorro en agua, luz y gas. Las medidas de conservación ambiental (apagar luces, cerrar la llave del agua, etcétera) no sólo son buenas para el mundo, son muy sanas para el bolsillo.

Todos los días revisa tus bolsillos y deposita todas las monedas de denominación menor a cinco pesos en una alcancía. Una vez al mes lleva ese cochinito al matadero (o sea al banco), te sorprenderá de la carnita que da.

Los dulces y regalitos que le compras a tu hijo “para pasar el día” (el helado, las burbujas y demás chácharas), son una fuga de dinero (que acaban, generalmente, rotos o en un dolor de estómago), limítalos y quédate segura que el mejor regalo para tus hijos es pasar el día contigo.

Retira dinero del cajero automático con cordura. Existen comisiones de uso (si es de otro banco) que se acumulan si sacas dinero por convivencia.

Haz de tus hijos buenos hermanos... que los grandes le hereden a sus hijos ropa y libros de escuela (de por sí les heredan también muchas mañas).

¿Estás inscrita en el gimnasio y no vas? Una de dos o idealmente, empieza a hacer ejercicio (puedes reducir drásticamente tus gastos médicos) o vende tu membresía a otra persona.

Sé inteligente y evita pleitos legales. Como bien dice el refrán, más caro sale un buen pleito que un mal arreglo. Asegúrate de que sea un asunto que valga la pena o el gasto en abogados y trámites lo puede ahogar.

Aprovecha los puntos (o millas) de usuario frecuente que ofrecen diferentes establecimientos, aerolíneas y tarjetas de crédito. Pero con cuidado. Muchas veces estas promociones son ganchos para promover más consumo. Evalúa muy bien cuánto te cuesta acumular y redimir esos puntos.

Si te gusta jugar juegos de azar (tipo Melate) o apuesta en eventos deportivos y establece límites predesignados. Jugar en “el calor del momento” puede dañar tu plan de ahorro. Recuerda que estos juegos son una diversión, no un canal para ganar dinero.

Si disfrutas de un buen vino, pero no eres un experto conocedor, no bebas por moda (generalmente son vinos más caros), asesórate en las tiendas especializadas o restaurantes donde te podrán recomendar excelentes opciones a precios más reducidos.

Duérmete temprano. Deja las salidas sólo para el fin de semana. Te levantarás con la tranquilidad de que, tanto tú como tu patrimonio están más alertas.

Haz de tus hobbies o aficiones un negocio. Tus pequeños “encantos ocultos”, como acomodar arreglos de flores, cocinar pasteles, dar consejos financieros; se pueden volver en un atractivo “segundo frente de ingresos”.

No compres moda, compra calidad. Elije para la mayor parte de tu guardarropa, prendas clásicas que puedas utilizar por un largo tiempo; si quieres darle color y “vanguardia” a tu guardarropa, compra un par de piezas, nada más. Recuerda que la moda de hoy, es el ridículo de mañana.

Sé un buen maestro, enseña a tus hijos cómo manejar el dinero. Mientras ellos sean tus dependientes económicos el dinero que malgasten será en detrimento de todo el patrimonio familiar.

Papelito habla. Pide todos los reportes y evaluaciones (tanto médicas como sicológicas) por escrito y guárdalas en un expediente. Evita tener que repetirlos en caso de que pidas una segunda opinión o tengas que hacer tratamientos subsecuentes.

Y siempre lleva en mente las inmortales palabras de los Beatles “El dinero no compra el amor”.

ADINA CHELMINSKY

*Especialista en finanzas personales

adina@doktordinero.com/

www.doktordinero.com

Twitter: @caymill

Adina Chelminsky*

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