lunes, 9 de mayo de 2011

PREGUNTAS DESPUÉS DE LA MARCHA: ¿POR QUÉ LA CABEZA DE GARCÍA LUNA? ¿POR QUÉ CAMINA BRAULIO? entre otras. Si no escuchaste a Sicilia, búscalo aquí:

"Escribir (poesía) es una forma de orar"

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Después de la marcha…

¿Por qué la cabeza de García Luna?

Ciro Gómez Leyva

05/09/2011 - 02:24

Javier Sicilia había tenido la virtud de apartarse del facilismo verbal en la marcha Cuernavaca-México. Podría criticársele un tono exageradamente poético, pero no el estacionarse en la comodidad de las frases hechas.

En su discurso, los políticos responsables eran, tabla rasa, todos los políticos. Y el espíritu de los tiempos, “un horror tan grande y profundo, que ya no hay palabras que decir”.

De ahí mi sorpresa cuando, con el Zócalo a sus pies, pidió la renuncia de Genaro García Luna. ¿Por qué el secretario de Seguridad Pública federal y no el de Defensa, Guillermo Galván? ¿Qué no el clamor es que regrese el Ejército a los cuarteles, qué no el Ejército está “violando flagrantemente los derechos humanos”, según organizaciones no gubernamentales?

¿Por qué no el secretario de Marina, Francisco Saynez? ¿No fue un pecado de guerra de sus fuerzas especiales (cebarse con el cadáver de Arturo Beltrán Leyva) lo que, de alguna forma, mandó la violencia en Cuernavaca a una escala de infierno?

¿Por qué no el presidente municipal de Juárez, el gobernador de Tamaulipas, el de Nuevo León, el fiscal de Durango?

¿En qué es más condenable el trabajo de la Policía Federal al de cualquier policía estatal o municipal, la PGR o cualquier policía ministerial?

Pedir la cabeza de García Luna como señal de que el presidente Calderón escuchó el mensaje de la marcha es montarse en la verdad de Florence Cassez. Es pobreza en el discernimiento. Es circo para el pueblo.

En la plaza, Sicilia sacrificó un corazón pulsante para tratar de obtener la recompensa de los dioses. Esa fue la nota y en eso, creo, se centrará el seguimiento a una muy inspiradora movilización.




Destape de tapados y pecado de ingratitud

El asalto a la razón

Carlos Marín

2011-05-09

Sería cómodo atribuir al dolor los tumbos que ha venido dando Javier Sicilia.

Su bamboleante discurso desde la muerte de su hijo Juan Francisco (finales de marzo) responde, sin embargo, a la contraestrategia de la capitulación del Estado frente a la criminalidad: responsabilizar a quien sea, menos al crimen organizado, de cuanto delito se comete en México; cacarear que “los criminales están en Los Pinos”, y exigir el repliegue de las fuerzas federales (policiacas y militares) del combate a la narcoviolencia.

Ni la menor alusión (lástima de oportunidad y escenario) al apoyo social de que goza la delincuencia.

La embestida contra el Ejército empata, ¡chin!, con la de los tapados en Monterrey que, por 200 o 500 pesitos, marcharon en 2009 y fueron imitados en Tamaulipas, Chihuahua y Veracruz.

Candidez o perversidad, los coros, mantas y pintas de ayer (Fuera Fecal/ Militares a sus cuarteles o Muera el narcogobierno) pasan al anecdotario frente al emplazamiento de Sicilia a Felipe Calderón para cesar a Genaro García Luna:

“Quiero pedir la renuncia del secretario de Seguridad Pública. Queremos (sic) un mensaje del Presidente diciendo que sí nos oyó.

A un coro de linchadores, replicó: ¡Que no muera, que lo despidan!”, aunque compasivo arengó: “¡No más muertes, no más odio! Estamos pidiendo esta renuncia para impedir más muertes también”.

De no ser odio, ¿sabe o cree que García Luna se la pasa matando gente? ¿Que fueron policías federales quienes mataron a su hijo y otras seis personas, o que el secretario es “el cerebro” de los homicidios?

El sospechosismo de Sicilia (fe cristiana, religión católica) no escandaliza, pero sí la revelación de que, por una causa más turbia que justiciera, sea capaz de cometer el pecado moral de ingratitud.

¿Ignora que fueron los policías de García Luna quienes detuvieron (en Jiutepec, Morelos) a Jesús Cárdenas, El Manos, y César Galindo, El Guasón, junto con otros seis sicarios, copartícipes confesos en el asesinato de su hijo y seis personas más? ¿Que admitieron trabajar para Julio de Jesús Radilla, El Negro, presunto jefe del cártel del Pacífico Sur en Cuernavaca? ¿Que, según declararon, levantaron a sus víctimas dizque en represalia por un conflicto previo con una de ellas?

Sicilia quizá no confía en su abogado (Julio Hernández Pliego), quien dijo (Radio Fórmula, con Ciro Gómez Leyva) que “la detención de estas dos personas y las pruebas que se recabaron (fundamentalmente huellas digitales en el vehículo donde aparecieron los cadáveres) se acerca más a la verdad (…); la línea de investigación, al parecer, camina más firme…”.

Aun suponiendo que su exigencia de la cabeza de García Luna tuviese algún inconfesable fundamento, ¿por qué Sicilia ni siquiera intentó razonarla? ¿Caminó desde Cuernavaca sólo para complacer los apetitos de quienes gustan de levantar hogueras?

Y no alcanza el espacio para la insensatez de la justicia selectiva de que se resuelvan ocho casos “emblemáticos” en tres meses…

cmarin@milenio.com




Justicia

La letra desobediente

Braulio Peralta

05/09/2011 - 01:23

Hoy que todo mundo habla de la marcha prefiero contarles la historia de dos asesinatos de los que casi nadie se ocupa:

Quetzalcóatl Leija Herrera: muerto la madrugada del 4 de mayo en las inmediaciones del zócalo, en Chilpancingo, Guerrero. Vivo, había denunciado 16 casos de muerte por prejuicio, gaycidio, cometidos en su estado. Era un activista del movimiento homosexual. Antonio Marquet lo escribió en su blog mejor que lo que pueda decirles:

“Pretendieron limitar su destino; acallarlo con sus armas, piedras, con golpes asestados en la oscuridad de la noche, sin testigos. Es la manera de proceder de grupos supremachistas, guiados por el odio, por el sexismo. Sus piedras revelan el momento en el que viven: la Edad de Piedra y la clase de contundencia que anhelan: la muerte violenta para que sobreviva su régimen heterosexista”. (Lo pueden leer completo en mesterdejoteria.blogspot.com.)

Voces públicas de la comunidad gay y homofílicos se levantan en nombre de Quetzalcóatl, a pesar del silencio de los medios de comunicación. (Los gays no son noticia salvo que un artista famoso se destape. Aún somos pasto del espectáculo o la nota roja.)

Otro crimen. Circula en Facebook una petición al gobernador poblano Rafael Moreno Valle Rosas y sus autoridades respectivas:

“La madrugada del sábado 30 de abril fue asesinada en su departamento de la colonia Santa María Cruz Buenavista de la ciudad de Puebla, Bárbara Lezama, una mujer transexual… este crimen de odio… ya no puede permitirse ni dejarse impune en nuestra sociedad. Es un atentado contra los derechos humanos, contra la dignidad y contra la justicia…”

También Bárbara era una activista de los derechos de las minorías sexuales.

Regreso al texto de Marquet:

“¿Acaso debemos esperar el resultado de las investigaciones, cuando sabemos perfectamente lo que pasa cuando se trata de un crimen de odio contra un miembro de la Nación Queer? ¿Debemos esperar, es decir, perder el tiempo cuando la comunidad gay conoce perfectamente el modus operandi de la policía: cuerpo de criminales, protectores y socios de los grupos que proceden con crueldad extrema para tener inmovilizada a la sociedad?”

El libro de Víctor Ronquillo, La muerte viste de rosa, publicado en los 80 sobre los asesinatos de travestis en Chiapas, parece vigente hoy.

También a causa de lo que les cuento aquí, salí a caminar ayer.

2 comentarios:

  1. La poesía pone la Razón al servicio de la Emoción. En su entrevista de hoy con Carmen Aristegui, Javier Sicilia dejó entrever que la emoción causada por los reclamos, los crímenes sin justicia, la ineptitud de la policía y la aberrante impunidad que nos rodea, lo impulsó a buscar la señal de una acción inmediata; una respuesta pronta, un efecto visible de la impotencia ciudadana. Como sea, para mí no es la nota más relevante de la marcha. No es lo sustancial. García Luna tampoco es un ángel y toda la suspicacia de su ineptitud está justificada; tanto la de él como la de incontables autoridades que el mismo Sicilia cita en su discurso. Desde mi perspectiva la nota es el pequeño grado de ciudadanía crítica, consciente y despierta, que conseguimos con la marcha. Hablar del tema, pensar soluciones, discutirlo y darle la prioridad que merece. Dar ese pequeño paso. Imaginar un mejor México. Ésa es la nota.

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  2. El silencio del poeta (y de la poesía) es tanto o más elocuente que las palabras.
    Al poeta le toca denunciar en el silencio.
    Los demás que lo hagan como quieran y mejor puedan expresarse.
    Las palabras a veces empobrecen.
    El silencio es contundente y enaltece.

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