miércoles, 15 de diciembre de 2010

EL GORDITO, cuento de ETGAR KERET, EDITORIAL SEXTO PISO




EL AUTOR: ETGAR KERET

Uno de los Cuentos:
Un hombre sin cabeza

Etgar Keret
Traducción del hebreo de Ana María Bejarano


El gordito


¿Sorprendido? Pues claro que estaba sorprendido. Sales con
una chica. Una primera cita, una segunda cita, un restaurante
por aquí, una película por allá, siempre en sesiones matinales,
exclusivamente. Empiezan a acostarse, el sexo es espectacular
y después llega también el sentimiento. Cuando de pronto,
un buen día, viene a ti llorando, tú la abrazas y le dices que se
tranquilice, que no pasa nada, y ella te contesta que ya no puede
más, que tiene un secreto, pero no un secreto cualquiera, que
se trata de algo tenebroso, de una maldición, un asunto que ha
querido revelarte todo este tiempo pero no ha tenido valor para
hacerlo. Porque se trata de algo que la oprime constantemente
como si de un par de toneladas de ladrillos se tratara. Algo que
te tiene que contar, porque tiene que hacerlo, aunque también
sabe que desde el momento en que te lo revele la vas a dejar, y
con razón. Y al momento vuelve a ponerse llorar.

—No te voy a dejar —le dices—, yo no, yo te quiero.

Puede que parezca que estés algo emocionado, pero no, y
aunque lo estés es porque ella sigue llorando, no por el secreto
en sí. La experiencia te ha enseñado que esos secretos que repetidamente
llevan a las mujeres a hacerse trizas son la mayoría
de las veces algo de la importancia de haberse echado un
palo con un animal, con un familiar o con alguien que les dio
dinero a cambio.

—Soy una puta —acaban diciendo siempre.
—No, que no —insistes tú abrazándolas, o—: Shshshsh —si
siguen llorando.
—De verdad que es algo muy gordo —insiste ella, como si
hubiera descubierto esa despreocupación tuya que tanto has
intentado ocultar.
—Puede que dentro de ti suene espantoso —le dices—, pero
es por la acústica. Ya verás cómo, en cuanto lo saques, de
repente te parecerá mucho menos grave.
Ella casi se lo cree y tras dudar un instante dice:
—¿Si te dijera que por las noches me convierto en un
hombre peludo y enano, sin cuello y con un anillo de oro en el
meñique, entonces también seguirías queriéndome?
Y tú le dices que por supuesto, porque qué vas a decirle,
¿que no? Lo único que está intentando es ponerte a prueba
para ver si la quieres incondicionalmente, y tú siempre has
estado soberbio ante cualquier prueba. Además, la verdad es
que en cuanto se lo dices ella se derrite y ya están cogiendo,
así, en el salón. Después se quedan abrazados y ella llora, porque
se siente aliviada, y tú también lloras, sin saber por qué.

Pero a diferencia de otras veces ella no se marcha. Se queda a
dormir contigo. Y tú te quedas despierto en la cama, mirando
su hermoso cuerpo, el sol que se está poniendo ahí afuera, la
luna, que aparece de repente como de la nada, la luz plateada
que le toca el cuerpo acariciándole el vello de la espalda. Y en
menos de cinco minutos te encuentras con que a tu lado, en la
cama, tienes a un hombre bajito y regordete. El hombre en
cuestión se levanta, te sonríe y se viste algo turbado. Sale del
dormitorio, y tú tras él, hipnotizado. Ahora ya está en el salón,
pulsando con sus rollizos dedos los botones del control de la
tele, dispuesto a ver los deportes. Futbol, un partido de la Liga
de Campeones. Cuando fallan el tiro maldice y con los goles se
levanta y hace la ola. Después del partido te dice que tiene la
garganta seca y el estómago vacío. Que se le antojan unos bocadillos,
de ser posible de pollo aunque también podrían ser
de res. Así que te subes con él en el coche y lo llevas a un restaurante
cercano que conoce. La nueva situación te tiene preocupado,
muy preocupado, pero no sabes muy bien qué hacer
porque la central neuronal de la decisión está paralizada. La
mano cambia las marchas mientras bajas hacia Ayalon, como
la de un robot, y él, en el asiento de al lado, tamborilea en el
tablero con el anillo de oro que lleva en el meñique; cuando en
el semáforo que hay junto al cruce de Beit Dagon baja la ventanilla
electrónica, te guiña un ojo y le grita a una soldado que
está haciendo autoestop:
—Chata, ¿quieres que te subamos atrás como una cabra?

Después, en Azor, te pones a comer carne con él hasta reventar
mientras lo ves disfrutar de cada bocado y reírse como
un niño. Y todo el rato te dices a ti mismo que no es más que un
sueño, un sueño extraño, es verdad, pero de esos de los que
enseguida te vas a despertar.

A la vuelta le preguntas dónde se quiere bajar, pero él se
hace el sordo y pone cara de pobrecito. Así que te ves volviendo
a tu casa con él. Son casi las tres de la mañana.
—Me voy a dormir —le comunicas, y él te dice adiós con la
mano desde el puf y sigue con la mirada clavada en el canal de
la moda.

Por la mañana te despiertas cansado, con un poco de dolor
de estómago y la encuentras en el salón, todavía dormitando.
Pero en cuanto has terminado de bañarte se levanta, te abraza
con cierto aire de culpabilidad y tú te sientes demasiado confuso
como para decirle nada. El tiempo pasa y siguen juntos.
El sexo no hace más que mejorar día con día, ella ya no es tan
joven, ni tú tampoco, así que un buen día te encuentras hablando
de tener un hijo. Por la noche tu gordito y tú se la pasan
en grande cuando salen, como nunca te la habías pasado en la
vida. Te lleva a restaurantes y a bares de los que antes no te sonaba
ni el nombre, bailan juntos encima de las mesas y rompen
platos y más platos como si el mañana no existiera. El
gordito es un poco grosero, sobre todo con las mujeres. A veces
tú no sabes dónde esconderte por las majaderías que hace. Pero,
aparte de eso, la verdad es que está muy bien estar con él.

Cuando se conocieron, a ti el futbol no te interesaba demasiado,
mientras que ahora ya conoces a todos los equipos y cada
vez que el equipo del que son hinchas gana te sientes como si
hubieras pedido un deseo y éste se hubiera cumplido, un sentimiento
tan poco frecuente, especialmente en alguien como
tú, que normalmente no sabes ni lo que quieres. Y así, todas
las noches, te duermes con él cansado viendo los partidos
de la liga argentina y por la mañana vuelves a despertarte al
lado de una mujer guapa y comprensiva a la que también amas
a rabiar.
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Todos los derechos reservados.
Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, transmitida
o almacenada de manera alguna sin el permiso previo del editor.
Título original
Anihu
Copyright © Etgar Keret
Worldwide Translation Copyright © The Institute
for the Translation of Hebrew Literature
Primera edición: 2010
Traducción
Ana María Bejarano
cedida por Ediciones Siruela
Fotografía de portada
Donna Ferrato
Copyright © Editorial Sexto Piso, S.A. de C.V., 2010
San Miguel # 36
Colonia Barrio San Lucas
Coyoacán, 04030
México D.F., México
Sexto Piso Espa ña, S. L.
c/Monte Esquinza 13, 4.º Dcha.
28010, Madrid, España
www.sextopiso.com
Diseño
Estudio Joaquín Gallego
Formación
Quinta del Agua Ediciones
ISBN 978-84-96867-77-2



LIBRO DE CUENTOS DE ETGAR KERET
Tú recuerdas al cerdito o aquellas gotas milagrosas que nos trajo "imaginantes".
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Una postal navideña

Etgar Keret

Había una vez un tipo que podía caminar sobre el agua. No es para tanto. Mucha gente puede caminar sobre el agua. Por lo general no lo saben porque no lo intentan. No lo intentan porque no creen que puedan hacerlo. Como quiera que sea, ese tipo sí creía, lo intentó y lo logró. Y ahí empezó el desastre.

Ese tipo tenía un apóstol que le era muy cercano y lo traicionó. Eso tampoco tiene nada de especial. Mucha gente es traicionada por alguien muy cercano. Si no fueran cercanos, entonces no sería considerada una traición, ¿o sí? Luego vinieron los romanos y lo crucificaron. Eso tampoco tiene nada de particular. Los romanos crucificaban a mucha gente. Y no sólo los romanos. Muchos pueblos más crucificaban y mataban a mucha gente. A todo tipo de gente. A quienes hacían milagros e incluso a quienes no. Pero ese tipo, tres días después de ser crucificado, resucitó. Por cierto, ni siquiera aquello de la resurrección sucedió aquí por vez primera, o última, para el caso. Pero ese tipo, dice la gente, ese tipo murió por nuestros pecados. Mucha gente muere por nuestros pecados: avaricia, envidia, orgullo u otros pecados menos conocidos que no existen desde hace tanto tiempo. Mucha gente muere como moscas a causa de nuestros pecados y nadie se toma siquiera la molestia de escribir un artículo para Wikipedia sobre ellos. Pero sí se escribió uno sobre ese tipo. Y no cualquier artículo, sino uno muy largo con muchas fotos e hipervínculos en azul. No es que un artículo de Wikipedia sea la gran cosa. Hay perros que tienen sus propios artículos de Wikipedia. Como Lassie. Y hay enfermedades que cuentan con sus artículos, como la fiebre escarlata y la esclerosis múltiple. Pero ese tipo, dicen, a diferencia de la esclerosis múltiple o de Lassie, logró lo que logró mediante el poder del amor. Que es algo que también ya hemos escuchado. Después de todo, ahí tenemos a esos cuatro tipos británicos de pelo largo y barbados, igual que él, aunque ellos fueron un poco menos famosos, que cantaron muchas canciones sobre el amor. Dos de ellos ya murieron, justo como él. Y ellos, por cierto, también tienen su artículo de Wikipedia. Pero ese tipo tenía algo de especial. Era el hijo de Dios. Pero, en realidad, todos somos hijos de Dios, ¿o no? Fuimos creados a su imagen y semejanza. Así que, ¿qué demonios tenía ese tipo que lo convirtió en algo tan importante? ¿Tan importante como para que tanta gente a lo largo de la historia haya sido salvada o asesinada en su nombre?

Como quiera que sea, cada año, hacia finales de diciembre, la mitad del mundo celebra su cumpleaños. En varios lugares, el día de su cumpleaños cae nieve y todo el mundo está feliz. Pero incluso en lugares donde no nieva, la gente está contenta ese día. ¿Y todo por qué? Porque un tipo delgado que nació hace más de dos mil años nos pidió que viviéramos vidas de amor y moralidad y lo mataron a causa de ello. Y si eso es lo más feliz que esta extraña raza tiene para celebrar, entonces también merece su artículo de Wikipedia. Y de hecho existe uno. Vayan a la computadora más cercana. Tecleen “humanidad” y aparecerá el artículo. Breve. Muy breve. Pocas fotografías. Pero aun así. Un artículo completo para una raza fascinante y un poco desconcertante. Una raza capaz de asesinar a todos aquellos que creyeron que el mundo puede ser un mejor lugar y que, en la mayoría de los casos, se ha encargado de hacerlo.
Así que les deseo una feliz navidad.

E.K.
Traducción del inglés de Eduardo Rabasa



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