"El de Sunset Park es un Brooklyn muy distinto. Es un barrio que no tiene nada de chic, no hay gente de dinero ni turistas. Allí está el cementerio de Greenwood, un lugar fascinante:
Su extensión es más de la mitad que Central Park, y es muy anterior a él. Se trazó en 1838. En aquella época la gente venía de excursión desde Manhattan, porque era el parque más bonito de todo Nueva York, un remanso de la naturaleza en medio del espacio urbano:
Al principio el cementerio ocupaba apenas un rincón, pero creció desaforadamente hasta convertirse en una verdadera ciudad de los muertos, con más de 600.000 tumbas. Luego está el puerto abandonado, desde el que hay una vista espectacular de Manhattan:
y todo un paisaje espectral de fábricas, almacenes y naves industriales. Paseando por allí me tropecé con una casa de madera abandonada que tenía las ventanas y las puertas selladas. Y de esa imagen de desolación surgió la novela. Veía que expulsaban a un hombre que se quedaba sin saber adonde ir".
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