La soledad de la sepultura
Fernando Zamora
@fernandovzamora
La película Sepultado de Rodrigo Cortés, costó tres millones de dólares. Para una película hollywoodense, estamos hablando de nada, pero él con este dinero ha conseguido llevar al espectador a través de una historia de supervivencia dándose además el lujo de echar miradas sucias sobre las compañías que reconstruyen Irak, el FBI, el departamento de la defensa y en fin, todas esas instituciones que destruyeron la nación árabe para después reconstruirla con los billones de dólares que semejante empresa implica.
Desde la perspectiva del guión, Sepultado es un clásico: nos vamos enterando al tiempo justo, de las razones por las que este hombre despierta de pronto enterrado en un ataúd: ¿hubo una equivocación? ¿revivió? Suena un celular: ¡Primera vuelta!
La actuación de Reynolds transmite cierta claustrofobia, pero estamos hablando aquí de uno de los miedos más acusados en el ser humano: ser enterrado vivo. Para suerte del guionista, los enterradores le han dejado a nuestro héroe, una buena cantidad de gadgets con los que él podrá entretenerse: además del celular, tiene unos tranquilizantes, un encendedor, una lámpara de baterías (con el obligado falso contacto), unos lápices y un cuchillo. Repta por ahí, también, una serpiente.
Las luces sirven, claro, para variar la fotografía y desmarcar la obra de un cine que (no vaya a creerse) podía parecer “experimental”, pero Buried tiene todos los elementos del cine hollywoodense con todo y sus revelaciones predecibles.
El diseño de producción permite a la cámara moverse todo lo que el protagonista no puede y, en general, la película es más bien buena con todo y que deja, al final, un saborcillo a frivolidad. Pero no se me malentienda, no es que no valga la pena la hora y media en que vamos enterándonos de quién es este hombre que se agita frente a nosotros esperando ansioso a que suene el celular. Podría incluso escribir con un poco de cinismo que si esperar una llamada es algo desesperante, peor debe serlo cuando estás dentro de un ataúd. La frivolidad de la que hablo tiene que ver más bien con que el personaje siempre se mantiene distante de nosotros; lejano tal vez por sus circunstancias inusuales.
Recuerdo de niño haber escuchado historias terribles de enterrados vivos. Me preguntaba yo ¿acaso es posible un final más solitario y terrible? Creo que la clave del horror estaba en la soledad, pero Reynolds gracias al celular no se encuentra nunca realmente solo y termina por volverse un torturado más, uno que, pobre, resulta víctima de la guerra. Y sin embargo, Edgar Allan Poe escribió alguna vez que “ser enterrado vivo es, sin ningún género de duda, el más terrorífico extremo que jamás haya caído en suerte a un simple mortal”. ¿Por qué? Me preguntaría yo. Por esa soledad rotunda, ese delirio loco: toda existencia debe transformarse en una burla en ese espacio en el que apenas podemos movernos sin saber ni siquiera ¿es esto la muerte? ¿viviré así para toda la eternidad? Por más que es una buena película, esta verdadera claustrofobia, a mí Buried nunca consiguió transmitírmela.
Sepultado (Buried). Dirección: Rodrigo Cortés. Guión, Chris Sparling. Fotografía, Eduard Grau. Música, Víctor Reyes. Con Ryan Reynolds. España, Estados Unidos, Francia, 2010
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