lunes, 17 de febrero de 2014

SUICIDA A LOS 4 AÑOS



Jennifer Cristini habla sobre su hijo de forma práctica y directa por teléfono. Ansiedad severa. Depresión. Voces y visiones imaginarias. Suicida a los 4 años.

Cristini habla tranquila y metódicamente durante nuestra primera conversación telefónica. Ella dice que es por repetir durante años los mismos síntomas e historias a los médicos, profesores, vecinos y amigos.

Jennifer y su esposo, Vittorio, adoptaron a Giovanni Cristini al nacer. Jennifer lo sacó del hospital en brazos, tan maravillada como si ella misma lo hubiera parido.

Gianni, como lo llama su familia, tiene 10 años pero parece menor.

"¿Sabes qué tienes?", pregunto. "Tengo trastorno bipolar", dice Gianni, bajando la vista y balanceándose. Tiene un poco de energía nerviosa y dificultad para concentrarse. Pero como muchos niños de su edad, solo quiere ser complaciente.

— ¿Escuchas voces?

— Sí, de mis muñecos de peluche y otras cosas. Hizo que me cagara del susto.

— ¿Tus animales de peluche? ¿Qué quieres decir? ¿Oyes cosas de tus animales de peluche?

— Sí. Oí voces en mi cabeza. Así que le conté a mi mamá. Ni siquiera podía escuchar mi música.

— ¿Son amigables? ¿Son amables?

— ¡No!

Gianni habla en voz alta con tono serio y adulto. "Simplemente no son amigables", recalca, enfatizando cada palabra.

Quizás porque es tan joven y de apariencia inocente, es difícil imaginar a demonios aterradores en un niño tan pequeño.

'El fuego en su cerebro'

Cristini capturó en video solo algunos de los episodios psicóticos que han ocurrido en los últimos años.

Gianni se ve más pequeño en el video, de alrededor de 7 años. Pero el sonido que produce son aterradores gritos como de una película de horror. Es terror puro.

"¡No se van!", grita Gianni en el video, con el brazo extendido hacia los fantasmas frente a él.

En el video se escucha la voz de su madre, tranquila y calmada, diciendo a Gianni que practique su respiración. Jennifer explica la escena: "Estoy tratando de sacar el fuego de su cerebro".

Los Cristini eran como cualquier otra pareja de padres primerizos: nerviosos y un poco sobreprotectores con su primer hijo. Se alegraron mucho cuando caminó a los 10 meses. Pero cuando Gianni tenía tan solo 18 meses, Jennifer no estaba segura de si el comportamiento de su hijo era normal y comenzó investigar en internet.

Gianni era obsesivo con los juguetes y la ropa. Exigía la misma playera todos los días y hacía berrinches si no estaba lista. No simplemente lloraba; actuaba como si fuera el fin del mundo. Y los berrinches empeoraron cada vez más.

Cuando Gianni dejó de dormir a causa de sus arrebatos de enojo, su madre estaba aterrorizada. Todos los libros sobre paternidad decían que el sueño era tan importante como la nutrición. ¿Por qué no podía dormir?

Eventualmente sus padres también desarrollaron temor de dormir.

Buscando respuestas

Gianni ha asustado a sus padres. Jennifer explica: "Amenazó con matarnos. Dice: 'Los quiero muertos, quiero matarlos. Los quiero fuera de mi vida'. Y se abalanza sobre nosotros".

El pediatra de los Cristini los envió a un especialista. La lista de espera era de un año.

"Solo para examinarlo y no obtienes un diagnóstico", dice ella. "Preguntas a amigos y vecinos y nadie sabe nada al respecto. Dejan de hablarte. Están hartos de escuchar a tu hijo gritando todo el tiempo. No hay nada que puedas hacer excepto pelear, esperar y llamar".

Los médicos pensaron que Gianni podría estar en el espectro del autismo, aunque no encajaba mucho en el perfil. Aún así, Cristini aprovechó el diagnóstico para obtener una cita con otro especialista.

Los pusieron en una segunda lista de espera.

Cuando tenía casi 5 años, un médico le recetó un antidepresivo. El medicamento no había sido probado en niños, debido a las complicaciones éticas obvias.

Vio a Gianni tomarse la píldora. En una hora se dio cuenta de que había sido un terrible error.

Después de esa única dosis le dijo: "Mamá, me voy a matar'. No puedo soportarlo más. Sólo quiero morir. Quiero ir al bosque y matarme. ¿Puedes dejarme en alguna parte del camino?". Gianni tenía casi 5 años.

El consultorio del médico sugirió otro especialista. Era la tercera lista de espera.

Un médico le advirtió a Cristini que su hijo no avanzaría mucho, así que debería acostumbrarse. Otro médico le recetó a Gianni un medicamento, aunque nunca lo había visto en persona.

Cristini tiene una bolsa de plástico con al menos 15 frascos de medicamentos prescritos, todos con el nombre de Gianni. Muchos de los frascos todavía tienen píldoras.

"Pruebas un medicamento y funciona durante un día o dos, quizás una semana, y luego deja de funcionar", dice Cristini, con frustración.

"Sientes que nadie sabe cómo ayudarte o qué hacer o en realidad qué es lo que están haciendo ellos. Es como un rompecabezas que estás tratando de armar, tratando de averiguar qué pieza va dónde y qué combinación funciona. Y ese rompecabezas siempre está cambiando a medida que (Gianni) crece".

Los Cristini culpan a una cultura que carece de investigación o compasión con respecto a los niños con enfermedades mentales.

Las escuelas públicas presentan problemas para lidiar con los niños con enfermedades mentales. Gianni asiste a Pathways Academy, una institución privada poco común que acepta niños con enfermedades mentales. En esta pequeña escuela, ser bipolar o esquizofrénico no te hace demasiado peligroso para educarte.

Pathways fue creada hace 11 años por un padre frustrado por la falta de recursos en las escuelas públicas para sus dos hijos con necesidades especiales.

"La gente culpa a los padres por el comportamiento de sus hijos", explica la directora de la escuela, Jan Secunda. "Ese tipo de mentalidad aún existe; que es culpa de los padres o que el niño tiene un defecto de carácter, no que se trata de una enfermedad o trastorno neurobiológico".

"Hay mucha más aceptación de las enfermedades mentales en los adultos, que de las enfermedades mentales infantiles. Ellos piensan que es un niño malo, no un niño enfermo".

La escuela es un salvavidas para los Cristini, que están ansiosos por que Gianni socialice con otros niños.

'Voy a mi habitación y me escondo'

Vittorio Cristini es investigador de cáncer. Dice que una infraestructura escolar para los niños con enfermedad mental es más importante para él que cualquier cura. "Gianni necesita un lugar donde pueda crecer", dice.

Como la mayoría de los científicos, es un hombre racional. Entiende la biología de la enfermedad de su hijo. Pero cada día que pasa, Gianni se hace más fuerte, mientras que sus padres se hacen mayores.

Jennifer ha escuchado tantas veces a su hijo amenazándolos, a ella y a Vittorio, de muerte, que perdió la cuenta sobre cuántas veces su hijo le ha gritado esas amenazas.

A los padres les preocupa la protección de sus otros dos hijos, Tizita, de 5 años, y Gabriella, de 7. Ambas saben que su hermano ha sido diagnosticado con trastorno afectivo bipolar y esquizofrenia. Al menos, ese es el diagnóstico actual.

Tizita dice que cuando Gianni tiene un episodio de furia psicótica, "a veces vengo a mi habitación y me escondo".

Comparte su peor temor sobre su familia. "Siento que Gianni va a matara mi mamá y mi papá".

"Levanto pesas para mantenerme fuerte", dice Vittorio Cristini. Pero, "¿qué pasará cuando seamos viejos?"

" (Gianni) No está mejorando", dice Jennifer Cristini. "Vemos que su enfermedad mental empeora cada año. Esperas lo mejor, pero hay que ser realista".

"Cuando él tenga 18 y sea más alto que yo, y pese más que yo. Me preocupo por eso. Me preocupa que se abalance a golpes contra mí ahora, a los 10 años. ¿Cómo será en ocho años? ¿Habrá algún medicamento que funcione para él?"

Jennifer dice que quiere que CNN comparta la historia personal de su familia para que otros padres no se sientan solos. Dice que quiere que los pediatras, las escuelas y su comunidad cambien.

Pero más que nada, dice: "Necesitamos ayuda".

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