jueves, 23 de diciembre de 2010

HERIBERTO YÉPEZ EN Laberinto 393:


contra los Orgánicos

Heriberto Yépez

El cuestionamiento más severo que se ha hecho a los intelectuales mexicanos este 2010 lo hizo Carlos Salinas de Gortari en su libro Democracia republicana. Ni Estado ni mercado: una alternativa ciudadana.

Salinas arremete contra figuras como Sergio Aguayo, Lorenzo Meyer o Jorge Castañeda. Sin embargo, con quien más se encarniza es con el historiador Enrique Krauze, a quien fustiga de encabezar “la lista de intelectuales orgánicos afines a los gobiernos neoliberales que han presidido el país durante los últimos sexenios”.

Salinas critica a Krauze desde el terreno intelectual. Lo acusa de tener una metodología inválida y aun ignorar “el significado preciso del término ‘oligarquía’”.

Insiste Salinas en etiquetarlo “intelectual orgánico”.

La noción de intelectual orgánico es del marxista italiano Antonio Gramsci, quien la apuntaló durante su encarcelamiento político.

Ojo: Salinas emplea el concepto como si “intelectual orgánico” significara algo negativo, donde “orgánico” fuese igual a integrado, comprado o nocivo. Ese uso es erróneo.

Gramsci quería decir algo distinto; en un cuaderno de 1932, contrapuso “intelectual orgánico” a “intelectual tradicional”.

El intelectual orgánico es aquel que nace en el terreno de una clase social en el poder o que puede tomarlo. Digamos, funcionarios gubernamentales con función preponderantemente intelectual (voceros, jueces, etc.) o, por ejemplo, líderes de la clase proletaria o activistas.

“Intelectual orgánico” en su definición gramsciana no posee una connotación forzosamente negativa, como parece creerlo Salinas, que usa la noción incorrectamente, como si siempre fuese un insulto.

Al ex presidente le hubiese sido útil advertir que Krauze más bien cumple con el perfil del “intelectual tradicional”, aquellos que él mismo ironiza “hacen gala de autonomía” y que Gramsci describe como aquellos que se asumen en una “posición autónoma e independiente del grupo social dominante”.

Lo que Salinas ve en Krauze es un intelectual “tradicional”, esos que Gramsci solicita que sean reemplazados por intelectuales orgánicos que los propios trabajadores deben desarrollar.

Los intelectuales tradicionales, según Gramsci, se imaginan por encima de los procesos históricos y no aceptan (o no percatan) su identificación con la hegemonía. De haber utilizado adecuadamente la terminología de Gramsci, Salinas hubiese tenido que clasificar a Krauze dentro de esta categoría.

Si, en realidad, Salinas escribió o dictó ese libro, su imprecisión intelectual merma su argumento. Aunque, claro, pocos se darán cuenta.

Si, por otra parte, tiene un ghost writer que compuso o ayudó a tejer este capítulo contra los intelectuales mexicanos, Salinas tiene que despedirlo por hacerse bolas

2 comentarios:

  1. Efectivamente, Salinas está confundido sobre el concepto "intelectual orgánico"; versus lo que yo entendo de Gramsci es que, un intelectual orgánico es un intelectual que nace en alguna parte del mundo, se desarrolla en un determinado ambiente social, y, de ahí, es que se vuelve -a partir de sus experiencias-en un 'especialista'; puede saltar a otros escenarios y circunscribirse en lo político, lo económico y cultural. Es entonces que concuerdo con usted en que pueden ser -como usted lo menciona- "funcionarios gubernamentales", líderes religiosos, etc.Así es que si lo que tenía en mente este chaparrito era desacreditar a estos personajes confundió su mecanismo.

    Estoy de a cuerdo, y no con Salinas, sino más bien con la idea de reemplazamiento. Como bien lo dijo Gramsci, los especialistas cumplen una función: es su aportación social. He visto los trabajos de Krauze, de Meyer y Aguayo, y lo único que tienen de historiadores es el título,para referencias véanse los trabajos de el Dr. Álvaro Matute, Enrique Florescano, Luis Gonzáles,entre otros y en nada se acercan sus paradigmas. Lo que hace por ejemplo Enrique Krauze es alimentar esa mala idea que tiene y ha tenido siempre la sociedad mexicana sobre lo que es la historia; cuando el trabajo de los historiadores es mucho más complejo y por cierto es muy poco valorado; y que durante años los VERDADEROS HISTORIADORES han tenido que luchar -dando manotadas al aire- para defender su función social.Mientras otros aparecen con el cuello ahusado en revistas de "elite".
    Es importante maracar de manera contundente estas diferencias pero siempre ante todo debe predominar el respeto.

    Parece más un mal chiste que ominoso que este lóbrego hombre quiera adjucarse un papel de severo crítico cuando todos sabemos quién es y qué hizo junto con todas sus huestes.
    Qué demonios piensa al presentarse como si nada a críticar el trabajo de otras personas.
    Me da mucha vergüenza el hecho de que haya sido este hombre el que lanzara a la opinión pública un tema muy "complejo" de abordar por la irrebatible cultura del nepotismo que impera en nuestra sociedad y que impide que "critiques a los cuates".
    Desafortunadamente existe muy poca conciencia y memoria histórica de manera que este hombre puede operar y opinar con total exención. Agradezco su espacio, es grato conocer personas dispuestas a abrir el diálogo...
    Estudiante De Historia Facultad de Etudios Superiores, Acatlán.

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  2. El mismo que el anterior :Que bien le hubiera hecho que su tío Elí De Gortari lo ilustrara!!!

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