miércoles, 20 de febrero de 2013

DIEZ AÑOS SIN BOLAÑO. CONMEMORA LA FECHA MÓNICA MARISTAIN



A diez años de muerto, 'El hijo de Míster Playa. Una semblanza de Roberto Bolaño' resulta una obra fundamental para redescubrirlo.

MÓNICA MARISTAIN, "EL HIJO DE MÍSTER PLAYA. UNA SEMBLANZA DE ROBERTO BOLAÑO"
ALMADÍA, MÉXICO, 2013.

CULTURA • MILENIO — MAURICIO FLORES



• En la reconstrucción de la vida de Roberto Bolaño (1953-2003) realizada por la periodista Mónica Maristain en El hijo de Míster Playa, destacan las voces de quienes estuvieron al lado de él, y específicamente a su paso por México, donde se perfiló el derrotero creativo de un autor “que cambió el rumbo de la literatura de nuestro continente”.

Entre muchas, llama la atención la de Carmen Boullosa quien, en unas cuantas pinceladas, dibuja al escritor chileno y específicamente en tanto autor de la novela Los detectives salvajes, “espejo de mi ciudad y mi generación”.

Como muchos otros (Jorge Volpi, José María Espinasa, Rodrigo Fresán, Ignacio Echeverría y varias de las personas más allegadas sentimental y personalmente a Bolaño), Boullosa identifica en esta novela y en 2666, publicada de manera póstuma, lo fundamental de esta narrativa.

“Después vinieron la repercusión y el fenómeno Bolaño que para mí tiene un lado doloroso y me habla también de la naturaleza cruel de la literatura”, dice Boullosa. “Si Bolaño no hubiera muerto, el fenómeno no hubiera crecido tanto. Al lector y al crítico que crean la figura literaria les gusta el hecho del autor muerto joven, este sacrificio, esta muerte romántica, por decirlo así, y la verdad me disgusta muchísimo”.

“Me disgusta porque conocí a Roberto —remata Boullosa—, porque él fue para mí un amigo muy querido, porque de ninguna manera me gusta la idea de que haya muerto y por tanto no puedo sentirme satisfecha con esta cultura de comedores de cadáveres”.

Nacido en Chile, Bolaño murió en Barcelona. Ahí (Blanes) pasó los últimos lustros de su vida, aquejada por un mal que terminó por destrozarlo. Antes estuvo en México donde, al lado de un pequeño grupo de creadores conformó (como sin quererlo) un grupo de extraño culto llamado Los Infrarrealistas.

Aun con una vasta obra, lo mismo en ensayo que poesía, Bolaño es autor de dos importantes novelas, la ya citadas Los detectives… y 2666, que en realidad son varias novelas incluidas en solo volumen y que todos los que transitan por el libro de Maristain consideran sus mejores obras. Novelas que se sitúan en México (la gran ciudad y el norte violento) y al que Bolaño no volvió.

Carla Rippey, otra persona muy cercana al autor en su estancia en nuestro país, advierte sin embargo que Los detectives… “fue una gran broma privada” con Mario Santiago Papasquiaro, nacido el mismo año que Bolaño pero muerto cinco antes. La que consideraba su “gran novela” fue 2666. El centro de su mundo imaginario, sostiene Volpi, fue siempre México. “Siguió en México y eso lo convierte por supuesto también en un gran escritor mexicano”.

A diez años de muerto, El hijo de Míster Playa. Una semblanza de Roberto Bolaño resulta una obra fundamental para redescubrirlo.





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