A
diez años de muerto, 'El hijo de Míster Playa. Una semblanza de Roberto Bolaño'
resulta una obra fundamental para redescubrirlo.
MÓNICA
MARISTAIN, "EL HIJO DE MÍSTER PLAYA. UNA SEMBLANZA DE ROBERTO BOLAÑO"
ALMADÍA,
MÉXICO, 2013.
CULTURA • MILENIO — MAURICIO FLORES
• En la
reconstrucción de la vida de Roberto Bolaño (1953-2003) realizada por la
periodista Mónica Maristain en El hijo de Míster Playa, destacan las voces de
quienes estuvieron al lado de él, y específicamente a su paso por México, donde
se perfiló el derrotero creativo de un autor “que cambió el rumbo de la
literatura de nuestro continente”.
Entre
muchas, llama la atención la de Carmen Boullosa quien, en unas cuantas
pinceladas, dibuja al escritor chileno y específicamente en tanto autor de la
novela Los detectives salvajes, “espejo de mi ciudad y mi generación”.
Como muchos
otros (Jorge Volpi, José María Espinasa, Rodrigo Fresán, Ignacio Echeverría y
varias de las personas más allegadas sentimental y personalmente a Bolaño),
Boullosa identifica en esta novela y en 2666, publicada de manera póstuma, lo
fundamental de esta narrativa.
“Después
vinieron la repercusión y el fenómeno Bolaño que para mí tiene un lado doloroso
y me habla también de la naturaleza cruel de la literatura”, dice Boullosa. “Si
Bolaño no hubiera muerto, el fenómeno no hubiera crecido tanto. Al lector y al
crítico que crean la figura literaria les gusta el hecho del autor muerto
joven, este sacrificio, esta muerte romántica, por decirlo así, y la verdad me
disgusta muchísimo”.
“Me disgusta
porque conocí a Roberto —remata Boullosa—, porque él fue para mí un amigo muy
querido, porque de ninguna manera me gusta la idea de que haya muerto y por
tanto no puedo sentirme satisfecha con esta cultura de comedores de cadáveres”.
Nacido en
Chile, Bolaño murió en Barcelona. Ahí (Blanes) pasó los últimos lustros de su
vida, aquejada por un mal que terminó por destrozarlo. Antes estuvo en México
donde, al lado de un pequeño grupo de creadores conformó (como sin quererlo) un
grupo de extraño culto llamado Los Infrarrealistas.
Aun con una
vasta obra, lo mismo en ensayo que poesía, Bolaño es autor de dos importantes
novelas, la ya citadas Los detectives… y 2666, que en realidad son varias
novelas incluidas en solo volumen y que todos los que transitan por el libro de
Maristain consideran sus mejores obras. Novelas que se sitúan en México (la
gran ciudad y el norte violento) y al que Bolaño no volvió.
Carla
Rippey, otra persona muy cercana al autor en su estancia en nuestro país,
advierte sin embargo que Los detectives… “fue una gran broma privada” con Mario
Santiago Papasquiaro, nacido el mismo año que Bolaño pero muerto cinco antes.
La que consideraba su “gran novela” fue 2666. El centro de su mundo imaginario,
sostiene Volpi, fue siempre México. “Siguió en México y eso lo convierte por
supuesto también en un gran escritor mexicano”.
A diez años
de muerto, El hijo de Míster Playa. Una semblanza de Roberto Bolaño resulta una
obra fundamental para redescubrirlo.
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