19 de Mayo 2014
La mayoría de las personas asocian al peyote con una droga de chairos ignorando el empleo ritual y medicinal de esta planta.
En gran parte las ideas populares relacionadas con el peyote se deben a la atención mediática que alcanzaron los libros de Carlos Castañeda (pronunciado Castaneda dada su popularidad con los angloparlantes) a finales de los sesenta, los cuales llevaron a la zona habitada por los wixárikas a hordas de aspirantes a chamanes de todo el mundo, así como a curiosos que pretendían tener un viaje iniciático a través del “mescalito”. Esto se debe a que el peyote contiene aproximadamente 30 sustancias psicoactivas; la más popular es la mescalina, los efectos visuales que provoca la ingestión del peyote son denominados por los especialistas como fenómenos entópticos.
Cosmogonía
La cosmogonía wixarika plantea al mundo como una “gran casa”(kiekari). Las fuerzas de la naturaleza son consideradas deidades, al igual que antepasados. Los wixarikas dicen que somos orginarios del mar y caminamos al desierto, bajo una noche eterna. Como “no se podía ver bien”, los dioses formaron el primer grupo de jicareros e iniciaron un largo viaje en búsqueda del Cerro del Amanecer el lugar por donde saldría el sol.
En el transcurso de esta primera peregrinación, algunos de sus participantes se quedaron en el camino, convirtiéndose en elementos de la naturaleza, desde piedras, cerros, peñas, manantiales, lagos o en animales. Sólo los que alcanzaron a llegar a su destino consolidaron al grupo étnico huichol, social y culturalmente. Así, los antepasados se convirtieron en hombres-dioses y se transformaron en cosas que sus descendientes necesitaban para vivir: agua, sol, venados y animales, por eso se entiende cómo todos estos elementos de la naturaleza, aunque tengan una apariencia diferente a la de los seres humanos, son considerados “personas”, a las cuales se les busca respetar.
Peregrinación a Wirikuta
El marakame es el responsable del bienestar de la comunidad, es el guía de los peyoteros y debe tener la capacidad suficiente para conducirlos a su encuentro con el peyote. Para ser marakame se debe por lo menos haber completado cinco viajes a Wirikuta. Debe tener la capacidad para soportar hambre, frío, sed y no dormir para proteger la integridad espiritual de los demás.
Los jicareros, son hombres y mujeres que tienen la misión de cuidar una jícara y una flecha que corresponden a una deidad determinada dentro del panteón huichol. Estos mismos cargos deben peregrinar anualmente al desierto de Wirikuta para buscar el peyote y el venado, y traer el agua sagrada de los manantiales de este lugar, tienen que ser casados; durante ese tiempo solo pueden consumir tortillas de maíz, pinole, y maíz tostado, sin sal.
Vestidos con un atuendo especial que los distinga del resto, como un sombrero adornado con plumas blancas de guajolote, los jicareros, se transforman en peyoteros (hikuritamete) y se dirigen al desierto de Wirikuta, en el Oriente, donde recolectan el peyote.
Según la mitología, los antepasados fueron los primeros en probar hikuri y tener una epifanía y después se transformaron en dioses. Al evocar esta experiencia y obtener nierika, los jicareros tienen la oportunidad de convertirse en marakate.
Aquellos que van por primera vez a Wirikuta tienen que llevar el rostro cubierto. No se debe tener relaciones sexuales ni cinco días antes ni cinco después de consumir peyote, porque en la cosmovisión wixarika es un vínculo entre lo terrenal y lo divino. Se paran en línea recta, mirando hacia Wirikuta; el marakame pasa sus plumas sagradas por el cuerpo de cada uno y se dejan ofrendas.
El marakame mira hacia el horizonte buscando un venado azul, sino lo ve, tendrán que regresar a casa con los costales vacíos. Cuando el marakame ve al mítico animal, utiliza las flechas y dispara cuatro de ellas alrededor del peyote, simbolizando las cuatro direcciones del mundo, hace un hoyo en la tierra donde esconde al primer grupo de peyotes. El grupo de peyoteros, forma un círculo alrededor del lugar y le llevan ofrenda al “peyote-venado muerto”. El marakame ofrece a los peyoteros un pedazo del peyote recolectado por él para que lo mastiquen. Ahora, los peyoteros tienen que adentrarse en el desierto para cazar su propio peyote. Se dividen en parejas o algunos parten solos.
Cuando los peregrinos encuentran peyote en el desierto, disparan flechas a la izquierda y a la derecha para alejar a los malos espíritus toman la parte que se ve, conocido como botón. El botón debe cortado por encima del nivel del suelo.
Si se dejan las raíces intactas, se formarán nuevos brotes donde los antiguos fueron extirpados, y podrán ser recolectados de nuevo. Lo cortan y lo guardan junto a otros que van recolectando. Le hablan y le agradecen dejarse ver y se disculpaban por sacarlo de su casa.
Los wixárikas clasifican al peyote en dos, el de los dioses (con un sabor más amargo) y el de las diosas (más joven y con un sabor más neutro).
Cada persona comparte su peyote, lo corta en pedazos pequeños, que dando a cada uno del grupo, recibiendo un pedazo a cambio. Al regresar al campamento, realizan una ceremonia de agradecimiento por la protección brindada en su búsqueda del híkuri y consumen peyote toda la noche. Nadie cuenta su experiencia.
Los wixárikas clasifican al peyote en dos, el de los dioses (con un sabor más amargo) y el de las diosas (más joven y con un sabor más neutro).
Cada persona comparte su peyote, lo corta en pedazos pequeños, que dando a cada uno del grupo, recibiendo un pedazo a cambio. Al regresar al campamento, realizan una ceremonia de agradecimiento por la protección brindada en su búsqueda del híkuri y consumen peyote toda la noche. Nadie cuenta su experiencia.
Los peyoteros parte a la cacería del venado para liberarse de la condición sagrada por haber consumido peyote, al cazar al venado regresan a su condición normal.
El peyote tarda hasta 30 años en alcanzar la madurez, el desconocimiento de esto ha provocado que excursionistas atraídos por el viaje con peyote, lo recolecten dañando la raíz y mermando su regeneración.
¿Cómo ven? Parece interesante ¿no? Si quieren conocer más del tema, “Huicholes. Los últimos guardianes del peyote” iniciará su ciclo de exhibición con cinco proyecciones gratuitas en plazas públicas:
- Real de Catorce (Sierra de Catorce, Wirikuta), estreno mundial, función pública: 17 de mayo, Alameda, 19:30 hrs.
- Estación Catorce (Bajío, Wirikuta), función pública: 18 de mayo, Plaza de Catorce, 19:30 hrs
- San Andrés Cohamiata, Sierra Huichola, Jalisco, función pública: 20 de mayo, 19:30 hrs
- Ciudad de Guadalajara, Jalisco, función pública: 22 de mayo, Cine Foro, 20 hs
- México D.F., función pública en el Monumento a la Revolución: 24 de mayo 19:30 hrs.
Además, a partir del 18 de mayo también estará disponible vía online por Internet.
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