jueves, 15 de mayo de 2014

LA COLUMNA DE JOSÉ RAMÓN ENRIQUEZ


20 de Noviembre 2014

La Conjura de los Necios


En la política lo que se ve es la estupidez para manejar situaciones que rebasan a los que deberían al menos preverlas.

Si rechazo las teorías conspirativas es, sobre todo, porque suponen una inteligencia capaz de manejar los hilos. Especialmente en México, que es donde más nos duele, si alguna conjura veo es a la que podría calificarse con el título de la genial novela de John Kennedy Toole: “La conjura de los necios”.

Lo que se ve en los tiempos del capitalismo financiero global es la reproducción de las riquezas cada vez en menos manos frente a la agudización imparable de la miseria. Pero la reproducción y la agudización son virales. No hay inteligencias que las procuren.

Si hubiera Grupos, Logias Malignas o Centrales de Inteligencia Imperial tendrían que ser suficientemente necios para no ver que esos virus nos llevarán a todos entre las patas o ya estarían fabricando la vacuna en vez de contemplar, entre atontados y codiciosos, la llegada de un apocalipsis anunciado.

Y en la política lo que se ve es la estupidez, que parece viral también, para manejar situaciones que rebasan a los que deberían al menos preverlas.

Si Ayotzinapa cayó de repente, las izquierdas que vendieron su alma por votos (a la manera del PRI, compraron caciques), deberían haber planeado salidas de emergencia. Incluida Morena, por ahora, con su Lázaro Mazón y sus ex priistas como los Monreal o Layda Sansores, en el futuro.

Con un grupo conspirador inteligente, el PRI habría limpiado las huellas de sus latrocinios para no caer en sus propias trampas o no hubiese permitido manejar el escándalo mundial (de Ayotzinapa, de la Casa Blanca y del tren rápido a Querétaro) como se ha manejado.

Pero ya cometidas las necedades, qué inteligencia que vaya más allá de la de los Tres Chiflados habría manejado el arresto y liberación de los “terroristas” del 20 de noviembre como se hizo o, cereza del pastel, ordenado el secuestro en plena luz de redes sociales de un poeta y cineasta con cara de bueno como Sandino Bucio.

En la acera opuesta, creo que sería poco inteligente desaprovechar la emergencia y no ayudar en eso que llaman “construir ciudadanías”, así como centrar el problema en una renuncia cuando, ante el desprestigio de todos los políticos y todos los partidos, es hora de volver al debate en democracia que la izquierda abandonara.

Tal vez haya que marcar el 911 porque estemos ante el peor escenario. Los necios conjurados son de mucho temer.



20 de Noviembre 2014

Ayotzinapa, Normal Rural


Las Normales Rurales que deben formar con sentido social a las infancias campesinas, destino ineludible del país, cuyo rescate debería ser consigna principal en un movimiento que tiene la pobreza como una causa del crimen.

Soy hijo de maestros con formación normalista. Nací en Santa María la Ribera, en el DF, a una cuadra del edificio del SNTE, en cuyo auditorio fui por primera vez al teatro. Uno de los mayores orgullos para mi padre fue haber dado clase a los más pobres, en la España rural anterior a la República.

La política de Estado en contra de las Normales Rurales que bebieron el ideal socialista del Artículo 3º. cardenista y fueron condenadas a morir de inanición por los gobiernos del PRI desde Ávila Camacho me es especialmente cercana y dolorosa. Se han resistido a morir y han producido héroes al tiempo de padecer la asfixia y la muerte absurda como en Iguala.
Es el otro extremo de la tragedia. Ya me referí aquí a la guerra contra las drogas.

Las Normales Rurales que deben formar con sentido social a las infancias campesinas, destino ineludible del país, han sido cada día más depauperadas y su rescate debería ser consigna principal en un movimiento que tiene la pobreza como una causa del crimen incalificable.

Debería exigirse el fortalecimiento económico, académico y, en una palabra, institucional que respetara su ideario original, no sólo para apagar un fuego sino porque es una necesidad y un derecho del país entero. Ojalá que la comprensible y compartida indignación por el crimen no vaya a quedar en “trending topic” y la movilización en inicio de campañas electorales de quienes sepan usufructuarlas, sino que siga contra una política que lleva décadas.

Estas cuestiones son el tema de la tesis de maestría del Pino, Salvador Martínez della Roca. Por eso, ahora que es “in” llamar a la Toma del Palacio de Invierno (o al Incendio del Reichstag ya se verá), me pongo políticamente incorrecto y prefiero dar un voto de confianza para el gobernador interino de Guerrero y su titular de Educación, justamente el Pino. Ortega y el Pino tienen poco tiempo para comenzar lo que debería convertirse en una política de Estado a favor de las Normales Rurales.

El Pino no sólo ha teorizado sobre el tema, ha trabajado en Ayotzinapa. Parte de Gramsci en su tesis y de sus “Notas sobre Maquiavelo” toma estas palabras que son especialmente aplicables a las Normales Rurales:

“La escuela como función educativa positiva y los tribunales como función educativa represiva y negativa son las actividades estatales más importantes”.



4 de Noviembre 2014

Ayotzinapa y los Cárteles Impunes


Por más que nuestros narcopolíticos, en todos los órdenes del Estado, sean cómplices, el negocio es de extranjeros. Lo dice la ONU con cifras en la mano.

Mientras el narcotráfico pueda pagar más, cientos de veces más, a los sicarios de lo que el Estado puede legalmente pagar a sus funcionarios, policías o soldados, cualquier guerra estará perdida. Y mientras la base del sistema electoral sean el dinero y la posibilidad de lavarlo, la narcopolítica será imparable. Son cuestiones de aritmética elemental.

Se vea desde donde se vea, la razón del éxito del negocio del narco radica en la prohibición. Después y paradójicamente en el incremento y el éxito de la guerra contra los cárteles. A más éxitos del Estado, mayor incremento en los precios. Todo con otra consecuencia fundamental para los mercados: un mucho mayor éxito comercial en el negocio paralelo de la venta de armas.

Y si la guerra contra el narco la declararon en Estados Unidos y a Estados Unidos va el grueso del tráfico que cruza o se produce en nuestro país, sumado a que los grandes productores de armas son norteamericanos y nosotros no ponemos más que los muertos, estamos haciendo crecer un negocio billonario de otro país.

Por más que nuestros narcopolíticos, en todos los órdenes del Estado, sean cómplices, el negocio es de extranjeros. Esto no lo digo yo, ciudadano del tercer mundo, lo han escrito y gritado aun en la ONU figuras muy sesudas con cifras en la mano.

Desde esta perspectiva sí veo lo de Ayotzinapa como un crimen de Estado. Pero no estamos ante López Mateos contra Genaro Vázquez o Echeverría contra Lucio Cabañas. Ni Pinochet ni Videla, ni ese tipo de terrorismo de Estado son útiles al neoliberalismo financiero. Vender drogas, lavar dineros, corromper estados y, sobre todo, ampliar al máximo sus mercados de armas, eso sí.

Estamos ante la complicidad de los corruptos y ante la estupidez y el moralismo rancio de una sociedad que no exige un paso lógico: legalización y regulación del consumo, la venta y la producción de los estupefacientes. Una exigencia no al Ejecutivo, totalmente rebasado y carcomido por los cárteles, sino al Legislativo, en el que podemos influir con nuestro voto. Sólo eso desinflaría un negocio que lleva muchos muertos.

La indignación y el sentimiento de indefensión que provocan hechos como lo acontecido alrededor de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa también exigen levantar la voz con eficacia, no con la retórica de otras décadas.





24 de Octubre 2014

"GARABATO" DE JOSÉ CASTILLO BAEZA


Con “Garabato”, José Castillo Baeza viaja hacia las raíces mismas de la escritura y se encuentra con las fuentes de nuestra propia lengua.

Dentro de la joven narrativa peninsular se ha ganado ya un lugar importante José Castillo Baeza (Chetumal, Quintana Roo, 1987), quien, con su relato “Lampadoforias”, obtuvo el Premio Nacional de Cuento Jesús Amaro otorgado por la UADY dentro de los Juegos Literarios Universitarios 2013. Antes había publicado su primera novela, “Hojas recicladas” (2005), y el libro de cuentos “A la espera” (2008). Recientemente, Castillo Baeza ha publicado “Garabato” en edición de la Secretaría de la Cultura y las Artes de Yucatán.

Con “Garabato”, José Castillo Baeza viaja hacia las raíces mismas de la escritura y se encuentra con las fuentes de nuestra propia lengua. Por ello, la suya puede considerarse una novela fundacional. Escarba muy hondo para echar cimientos y construir hacia el cielo o hacia algún otro punto cardinal que se encuentra por otra parte, tal vez en los infiernos.

Construye un personaje central, Pedro Stepaneneko, capaz de romper los tiempos, y sabe, como él, que “todo está en el pasado, querido Pedro”, por ello debe viajar hacia el Tigris y el Éufrates para encontrarse con las certezas de que “el Creador no garabatea, escribe” y que “sólo el hombre es capaz de garabato”. Aún más, para encontrarse con la posibilidad de que, tal vez, “el más grande error del hombre fue la creación del lenguaje, artificio que nos hace danzar como puntos y comas...”

Su novela es un libro de aventuras que se alimenta de otros libros y de otros lenguajes para arriesgarse con gran fortuna por caminos narrativos que se antojan a la manera del “Aleph” borgiano, con resonancias ensayísticas de Octavio Paz y en homenaje al Roland Barthes de “Los fragmentos de un discurso amoroso” que muere atropellado justo enfrente de la Sorbona de París y con cuya evocación se abre “Garabato”.

Y es también un discurso amoroso. Novela del amor hacia Julia sobre todas las cosas. Un amor que vuelve de la muerte para salvar a la amada aun a costa de la propia desaparición como garabatos que, bajo la lluvia, se destiñen, se disuelven, desaparecen para sólo quedar en la memoria. En la memoria de Julia y en la de los lectores que comprendemos cómo también nosotros estamos implicados en el viaje que José Castillo Baeza traza entre las páginas de un libro lleno de signos, textos, subtextos y otros simples e infantiles garabatos.

10 de Octubre 2014

PACO MARÍN Y SUS 'GATOS AMARILLOS' 


El autor de la obra teatral se aleja de la historia criminal de Caín y Abel para acercarse al tema de lo Uno entre hermanos, profundizar en él y poetizar su tragedia de otra forma.

El tema de los hermanos como relación primordial estructura de muchas maneras, desde los mitos, una buena parte del pensamiento filosófico en todas las culturas.

Lo tenemos en los Káurabas y los Pándavas del Mahabharata, Cástor y Pólux, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca, hasta el Caín y el Abel judeocristianos.

Tema inacabable que de muchas maneras nos habita a todos. Los odios y los amores entre hermanos, sus rencores y sus recuerdos dulces, la dialéctica, en fin, de lo fraterno es algo que llega a nuestros días, empapa el psicoanálisis e inclusive aterriza en la novela con John Steinbeck y de ahí salta al cine para lanzar al estrellato a otro mito, el de James Dean, con “Al este del Paraíso”, dirigida por Elia Kazan hace 60 años.

En nuestros escenarios de Mérida, y con muy buena fortuna, retoma ese tema un creador tan completo como Paco Marín en su espectáculo “Gatos amarillos”, con un espléndido texto de su autoría.

Al contrario de Steinbeck y Kazan, Paco Marín se aleja de la historia criminal de Caín y Abel para acercarse al tema de lo Uno entre hermanos, profundizar en él y poetizar su tragedia de otra forma. Deja abierto el final, o los posibles finales, para que el espectador decida.

Lo que a él le importa es asomarse sobre todo a los sueños, a los delirios de sus dos personajes y desde ellos reconstruir varios mundos.

Para hacerlo, introduce otro mito, el de “Kikí de Montparnasse” cuyo nombre (Alice Prin) es mucho menos conocido que la foto de su desnudo de espaldas que le hiciera Man Ray (“El violín de Ingres”), que no fuera, por cierto, su único desnudo para el genial fotógrafo.

Los rompimientos oníricos entre la cotidianidad de dos chavos que juegan y los años 20 de Kikí son subrayados por el tratamiento que da Paco Marín a su texto. Verso blanco en el que brillan endecasílabos y heptasílabos construidos con belleza y pleno dominio.

Al propio tiempo, la puesta en escena juega con los ritmos constantes de la pelota de basquetball que hace contrapunto a rítmica y acentuación del texto.

Paco Marín encabeza un grupo teatral que lleva el nombre de su anterior puesta, “Caballo azul”. Encarnan con fervor y cuidado la realidad y el delirio Alfonso y Rafael García Medin, Laura Zubieta, Andrea Urban y Randia Escalante.

La próxima función será el 11 de octubre en el Centro Cultural Tapanco.




26 de Septiembre 2014

El Rey Tin Tan 


Cinco años después de “Ahí está el detalle”, la película insuperada que lanzó a Cantinflas, se estrenó la primera de Tin Tan, “El hijo desobediente”, en 1945.

Si buscamos una auténtica tradición actoral en Occidente de los clásicos a nuestros días sólo podemos contar con los personajes de comedia. La tragedia griega, al cambiar la mitología por el catecismo, dejó su carácter sacro mientras que la comedia continuó con su vocación desmitificadora y sacrílega porque no importaban a sus efectos los cambios en creencias y costumbres.

Aquí, en Mérida, Miguel Ángel Canto demostró la vigencia de Terencio con la risa de un público muchos siglos posterior.

Y, desde la Edad Media, para la escena en nuestro idioma, continuó la tradición con aquellos juglares que no eran sino cómicos de la legua, pícaros como sus personajes, hasta la mitad del siglo 20, cuando la irrupción masiva de los televisores les fue quitando el filo. De ahí en adelante salvo brillantes excepciones (pienso en Cholo) se ha adecentado al pícaro.

Pero el mejor Cantinflas fue un pelado y Tin Tan ni como Tsekub Baloyán se pudo adecentar. Hoy, con el estreno de una película sobre Cantinflas, mucho se habla del mecapalero de La Merced nacido en Santa María la Ribera. No he visto la película y, por tanto, no puedo comentarla, en cambio, acaba de pasar el cumpleaños de Tin Tan, el 19 de septiembre.

Para seguir con fechas hago notar que cinco años después de “Ahí está el detalle”, la película insuperada que lanzó a Cantinflas, se estrenó la primera de Tin Tan, “El hijo desobediente”, en 1945. Si es verdad lo que afirmaba Monsiváis de que el apodo del mimo viene de un grito del respetable en la Carpa Ofelia (“¿Cuánto inflas?”) también la buena briaga los hermanó en sus inicios, porque para decidir que Tin Tan es un genio basta oírlo cantar, con su carnal Marcelo, “El hijo desobediente”.

Aunque también nació en el D.F., venía de Ciudad Juárez para molestar con su pachuquez a las buenas conciencias, sobre todo, a las que buscaban una “raza cósmica” desligada de los gringos. Además de pachuco, pacheco, espléndido bailarín y cantante, cachondo seductor dentro y fuera de la pantalla y simpatiquísimo.

Para mí es el Rey (aun por encima del mejor Cantinflas, que ya es decir) y tal vez por eso veo con cierta frecuencia, gracias a Youtube, la escena con Vitola (ese otro monstruo de nuestro cine) precisamente en el “Rey del barrio”. Insuperable, inabarcable, objeto de toda mi admiración.



9 de Septiembre 2014

80 años de editar y distribuir 


A diferencia de otras editoriales oficiales, el Fondo de Cultura Económica ha sabido distribuir lo mejor posible y desde sus mismos inicios.

Sin pensarlo demasiado puedo enumerar tres colecciones del Fondo de Cultura Económica presentes entre mis libros escolares de los muy lejanos años del bachillerato: Letras Mexicanas, Breviarios, Colección Popular.

Sin esfuerzo, recuerdo sus diseños, las camisas que envolvían a dos tintas Letras Mexicanas, cuadrados, como tabiques de juguete; o las camisas de los esbeltos y delgados Breviarios, de un color que enmarcaba una foto en blanco y negro; o la falta de camisa, como el hombre feliz de Tolstoi, de la Colección Popular.

Después, Letras Mexicanas creció a media carta para la poesía pero siguió en su forma original para las antologías de teatro mexicano con prólogos de Monterde, Gorostiza o Magaña Esquivel, indispensables hasta nuestros días.

Sin grandes esfuerzos podría hablar mucho de otras colecciones y de otros títulos, pero no se trata de ejercicios mnemotécnicos ni de pura presunción. Quiero demostrar que son recordables porque estaban ahí, ya fueran comprados por mí, ya propiedad de mis padres o en bibliotecas. Pero siempre ahí, donde se les necesitaba.

A diferencia de otras editoriales oficiales, el Fondo de Cultura Económica ha sabido distribuir lo mejor posible y desde sus mismos inicios.

En entrevista reciente, uno de sus emblemáticos jefes de producción, Martí Soler, aseguraba que las ediciones “suman casi 10 mil títulos, de los cuales entre 4 mil y 5 mil están siempre en librerías. No creo que ninguna editorial pueda decir lo mismo... En países como Argentina, España, Chile o Colombia, los investigadores universitarios identifican al sello porque estudiaron con los libros de su catálogo”.

Un absurdo y falso problema ha surgido en la octava década de existencia del Fondo: ¿debe seguir editando? En vez de que su misma existencia pruebe su valor y su necesidad, se introduce, desde posturas neoliberales, la pregunta de si corresponde al Estado esa tarea. Desde luego que corresponde.

Podría discutirse en otros ámbitos oficiales, incluida la mayoría de nuestras universidades, la falta de éxito para distribuir la producción editorial, pero el Fondo debe seguir siendo una institución ejemplar.

Existen alrededor de 25 librerías del Fondo en varias ciudades del país que, además, manejan 250 sellos editoriales. Pronto habrá una en Mérida y eso, en sí mismo, es un auténtico tesoro.

15 de Agosto 2014

Caminar en el centro histórico

“En nuestra Mérida ser peatón representa un alto riesgo por la mala condición de nuestras aceras, cuando existen, y la falta de respeto al peatón de parte de los conductores de vehículos".

La falta de preposición tiene sentido en el título de esta columna: no se trata de caminar hacia el Centro Histórico ni desde, ni entre, ni siquiera por, sino de caminarlo, de dejarse sorprender por él como quien charla con un amigo. Caminar es charlar por un espacio de privilegio, pleno de historia.

Estoy hablando de la ciudad de Mérida pero podría hablar de otras: de París con Nôtre Dame como corazón de la villa; del Madrid de los Austrias; Nueva York con su Central Park axial; o en la que nací, esa México, ciudad de los palacios a la que amorosamente declarara su odio el gran poeta que cumple su centenario, Efraín Huerta.

No soy un urbanista ni un guía de turistas. Soy simplemente un escritor, de esos que buscan un lugar donde sentarse a leer, a tomar notas, a imaginar, a ver pasar la ciudad por enfrente de sus narices y a encontrarse con los amigos. Y tengo, como regalo del cielo, el privilegio no solo de caminar, también de vivir en el Centro Histórico de Mérida y elaborar los rituales cotidianos que cumplimentan el clima y los horarios de esta ciudad.

Hace poco más de una década tomé una de las decisiones más felices e inteligentes de mi vida: venir a vivir en el Centro Histórico de Mérida y caminar una ciudad que me sorprende.

No me atrevería a decir nada malo de una ciudad como ésta. Por ello, para hablar de sus peligros, me permito citar a un compañero de estas mismas páginas, don Humberto Sauri Duch:

“En nuestra Mérida ser peatón representa un alto riesgo por dos razones esenciales: la mala condición de nuestras aceras, cuando existen, y la falta de respeto al peatón de parte de los conductores de vehículos que en su mayoría consideran al viandante un estorbo.”

Y tal cual. No vi un agujero en el filo de la acera y vine a caer con medio cuerpo en ella. Resultado: pie adolorido, costillas y un hueso del hombro fracturados, dientes rotos y tendinitis. Afortunadamente el flujo vehicular estaba detenido por un semáforo y los conductores no se indignaron por el estorbo que yo presentaba a los émulos de “Rápido y furioso”.

Hablé al Ayuntamiento y supe que el mal estado de las aceras era culpa del Gobierno del Estado. Como sea, estoy baldado pero quedaré como nuevo (eso espero) y dispuesto a que mi ciudad de elección no me sorprenda por irse convirtiendo en una trampa diseñada por el enemigo.


15 de Agosto 2014

Los Jesuitas


Pocas órdenes religiosas hay tan discutidas y discutibles como la Compañía de Jesús...

Pocas órdenes religiosas hay tan discutidas y discutibles como la Compañía de Jesús, los jesuitas. Desde su nombre que tiene las resonancias militares del oficio que tuviera su fundador antes de convertirse en soldado de Cristo, hasta sus actitudes, epítome de la hipocresía o de lo más avanzado e “izquierdoso” dentro de la Iglesia católica.

Ese contraste de percepciones llevó, primero a la expulsión de los jesuitas de España y sus colonias y, poco después, a la supresión de la orden en 1783. Para unos, fue una victoria de la ilustración sobre el oscurantismo; para otros, entre los cuales me cuento, fue una victoria del despotismo “ilustrado” contra un modo de ser barroco que aún hoy nos explica, por lo menos a los latinoamericanos.

En este mes, el 7 de agosto, se han cumplido los 200 años de la restauración definitiva de la Compañía, por medio de la Bula Pontificia “Sollicitudo omnium ecclesiarum”, promulgada por el Papa Pío VII. Hoy ocupa la sede pontificia un papa jesuita, Francisco, que ha dado signos de cambios indispensables en la iglesia. Para conmemorar la fecha de la restauración definitiva, el actual superior, Adolfo Nicolás, sugería en un texto de fines de noviembre del año pasado a quienes son jesuitas y a quienes somos sus amigos:

“Como bien sabemos, memoria e identidad están ligadas por profundos vínculos: el que olvida su pasado no sabe quién es. Cuanto mejor conozcamos nuestra historia y cuanto más profundamente la comprendamos, mejor nos entenderemos a nosotros mismos y mejor conoceremos nuestra identidad como cuerpo apostólico en la Iglesia.

“Deseo también que durante 2014 nuestra oración personal y comunitaria, por medio de la reflexión y el discernimiento, den profundidad al estudio de la historia. Pienso que el mejor modo de entrar espiritualmente en este año tan especial es buscar la gracia que san Ignacio nos propone en la Contemplación para alcanzar amor: pedir al Señor cognoscimiento interno de tanto bien recibido, para que yo enteramente reconociendo, pueda en todo amar y servir a su divina majestad (EE 233). En otras palabras, no sería deseable que nuestra atención quedara fijada sólo en el pasado.

Desearíamos comprender y estimar mejor nuestro pasado para así seguir caminando hacia el futuro, en nuestra vida y nuestra misión de hoy, con renovado impulso y fervor.


05 de Agosto 2014

Laicismo o Barbarie

No son buenos tiempos para el antisemitismo ni para cruzadas contra los moros. El horno no está para bollos, ni en Oriente medio ni en Occidente. Por menos se inició hace un siglo la Guerra del 14, que terminó hasta el 45.
Es cierto que el sionismo está masacrando Gaza. No es algo nuevo. Desde Ben Gurion es el plan de los sionistas.

Para probarlo ampliamente basta leer “La limpieza étnica de Palestina”, del historiador judío israelí Ilan Pappé y publicada por la prestigiada Editorial Crítica de Barcelona.

Para acercarse al problema es necesario entender, como punto de partida, que se puede ser judío mexicano o argentino o polaco sin ser israelí e, inclusive, que se puede ser israelí sin ser judío. El espacio territorial que ocupan musulmanes e israelíes es Palestina, aunque sólo a los primeros se suela llamar palestinos. Pero, sobre todo, se debe entender que es posible, y ocurre con frecuencia, ser judío e israelí sin ser sionista.

Sobre todo esta diferencia hay que subrayarla, porque en su olvido (casi siempre voluntario) se basa tanto el antisemitismo actual como el apoyo de los judíos de fuera de Israel a las políticas genocidas de Netanyahu, reforzado ahora por el nuevo presidente de Israel, Reuven Rivlin, quien ha sucedido al mucho más abierto Shimon Peres.

Pappé no es el único judío israelí en oponerse al sionismo. En páginas de este mismo periódico, Irene Selser se ha referido al libro del académico Yakov Rabkin “En nombre de la Torah. Una historia de la oposición judía al sionismo”.

Y basta ver las noticias para comprobar cómo, a pesar de la presión de los sionistas que los acusan de traición a la patria, se dan manifestaciones contra la masacre en Gaza y se exige que se detengan las movilizaciones militares del gobierno de Netanyahu.

Creo, sin embargo, que con la demostración de las perversas intenciones del sionismo, poco conocidas por los judíos, no habrá paz ni en la región ni en una Europa pluricultural si no se deja de lado la religión (o el nacionalismo religioso) como manifestación de identidad para los países. Es preciso que, independientemente de religiones y tradiciones nacionalistas, seamos capaces de vivir los unos con los otros en paz y con la voluntad de reconocernos como ciudadanos en un mismo territorio.

Como nunca, el laicismo es urgente. Lo contrario es la barbarie.

07 de Julio 2014

Manhattan Transfer

Resulta lógico que uno de los primeros críticos, en español, del Manhattan Transfer de John Dos Passos haya sido un compositor que además era musicólogo, tan importante como Adolfo Salazar. Después de todo la enorme novela de Dos Passos es sobre todas las cosas una auténtica sinfonía, una Consagración de la primavera con cientos de Nijinskis mucho más crueles, pero no menos litúrgicos, llena de todos los retos, las audacias, la mirada brutal y las exigencias que lanzaron las vanguardias durante los años 20 y que aun nos cuesta trabajo digerir.

Sin embargo, no fue con la música con lo que comparó Salazar Manhattan Transfer sino con el cine. Por la cita que hace Ian Gibson de un artículo de junio de 1929, sabemos que al referirse a la estructura de la novela, Salazar afirmaba: “Es como si intentara proyectar varias películas, soldando los diversos episodios de cada una en una sola proyección”.

Nueve años mayor que García Lorca bien puede considerarse a Adolfo Salazar vínculo entre la generación de Ortega y la del 27. Al igual que Federico, siguió el magisterio de Manuel de Falla y, con toda seguridad, gracias a él, Lorca leyó Manhattan Transfer antes de llegar a Nueva York el 25 de junio de 1929.

Imagino al poeta frente al extraordinario mural de John Dos Passos todavía en un Madrid tan provinciano como los puntos de partida de los cientos de personajes que llegan al Manhattan de la novela, o tal vez en alta mar, porque sabemos que el mar estuvo tranquilo durante el viaje, o ya entre las fauces de una ciudad enorme que era todo lo contrario al título que pone Dos Passos al primer capítulo de la última sección de su novela, “La ciudad alegre y confiada”, título que coincide con el de un melodrama benaventiano del cual, seguramente, el novelista al menos oyó hablar.

Pues al poeta que, alejado por completo del concepto escénico de Benavente, buscaba un teatro impugnador, un teatro en las entrañas del teatro, teatro que deseaba imposible, bien lo puedo imaginar como un personaje más de Dos Passos rompiendo todas sus estructuras para dejar que Nueva York se le clavara en el estómago como a todos esos cientos de víctimas de un capitalismo que ya se mostraba feroz y de una deshumanización de la vida que superaba por mucho el concepto orteguiano dirigido al arte.

Dialogando hoy con el fantasma de Dos Passos, en Mérida la de la península yucateca, sobre sueños, personajes y acontecimientos que se refieren a un siglo antes, siento que ese famoso dibujo de Lorca con su silueta entre rascacielos también me representa. Esa silueta lorquiana es la de mi propio asombro cuando escucho en los primeros capítulos al iluminado profeta anarquista que salmodia su oración remojada en sangre, sudor y lágrimas mientras otros bostezan porque se caen de sueño.

Desoladora, Manhattan Transfer continúa cortando la respiración a una década de cumplir un siglo. Si hay algún personaje que pudiera considerarse eje de su enorme collage es el de Jimmy Herf y, criatura de esperanza, digo a Dos Passos que puedo aferrarme a él en cuanto es, quizás, el único en salvarse al responder la última pregunta y cerrar la novela: “—¿Dónde va? –No sé… Bastante lejos.”



07 de Julio 2014

Agua entre los dedos 

Excepto los que se transmitieron simultáneamente, he visto todos los juegos del Mundial. Me he emocionado como cualquier aficionado y me he indignado como algunos. Leo sobre cuanto ocurre y me fascinan los artículos de Juan Villoro. Todo esto nada tiene de particular excepto por el hecho de que no me gusta el futbol tanto como me obligan a clavarme en él grandes eventos como el Mundial.

El tenis puede provocarme taquicardia y afectarme el humor de slam a slam. Incluso las Olimpiadas me iluminan mucho más que el futbol. Es más, el deporte de balonazos y patadas tiene en mi memoria reflejos dolorosos y estoy seguro de que hay bastantes rayones en mi subconsciente que le debo.

¿Qué ocurre, pues? ¿Por qué me vuelvo fanático de temporada y consumo, con auténtico apetito, el menú mundialista íntegro, solo en mi casa o acompañado en algún café? ¿Por qué pontifico como todo villamelón que se respete si tengo tan poca idea?

Pues simplemente gracias a la correcta conjunción de palabras como publicidad, promoción o marketing, así como a la perfecta sinfonía de los muchísimos millones que nos pone el Mundial en las narices con grandeza de aires wagnerianos.

Lo mío es el teatro y a éste le han quitado hasta las fanfarrias, ¡qué esperanzas de contar con sinfonías! Aquellos tiempos en que el César Augusto y su amigo Cayo Cilnio Mecenas no sólo gozaban el arte sino que entendían la importancia de promover a Virgilio y Horacio han terminado porque en aquellos tiempos Virgilio y Horacio eran más importantes que hoy el Piojo Herrera, y el César podía repetir estrofas de la Eneida con la misma seguridad con que hoy el presidente puede repetir “¡No fue penal!”.

¿Cómo recuperar ese maridaje entre arte y sociedad que terminó en divorcio con la modernidad? No tengo respuestas aunque sé que brillantes profesionales de la promoción andan buscándolas. Uno de los hechos más importantes para el arte en los últimos tiempos es que se hayan creado inclusive carreras universitarias para el promotor de la cultura.

Es indispensable encontrar nuevas formas, nuevos lenguajes y nuevas redes de comunicación porque las que conocemos ya han dado todo de sí, y la pérdida cada vez mayor de públicos o de lectores resulta desoladora.

Pero en realidad lo que me movió a escribir estas notas fue un poco de nostalgia por tiempos que no viví mientras veo cómo el valor del arte se escapa cada vez más como agua entre los dedos y los huérfanos del Mundial no saben qué van a hacer de aquí a cuatro años, porque no se puede jugar con los libros a las patadas.



07 de Julio 2014

Los insurrectos de Stonewall 

La homosexualidad es ilegal en cerca de 80 países; en 10 países podría imponerse la pena de muerte por esta causa.

Los insurrectos de Stonewall eran hombres a quienes les gustaban los hombres, hombres vestidos de mujer y hombres que vendían su cuerpo a otros hombres. Correspondían, pues, a esos que tradicionalmente se han calificado en nuestro país como “putos”. Palabra que hoy se esgrime como sinónimo de cobarde o débil para tratar de rebajar su carga homófoba. Pero aquellos insurrectos ni fueron cobardes ni fueron débiles y, hace 45 años, cansados del pago de cohechos a los policías, de sus burlas, golpes y violaciones, resistieron.

La valentía de aquellos insurrectos, al amanecer del 28 de junio de 1969, en el bar Stonewall del Village neoyorkino, detonó el Movimiento de Liberación Gay (en el sentido de vida alegre) que desde entonces sale a las calles en esa fecha en una Marcha del Orgullo Gay que convoca a homosexuales hombres y mujeres, travestidos, transexuales, o no, levantadores de pesas, nerds “bulleados” en sus salones o prósperos empresarios, porque son idénticos el dolor y la impotencia ante los desprecios y los linchamientos.

La fecha invita también al recuento de logros (aparentemente muchos en el mundo civilizado, incluido el matrimonio entre personas del mismo sexo en ciertos lugares), retrocesos (como las barbaridades de Vladimir Putin en Rusia) y el camino que falta por recorrer que es muchísimo. 

Por ejemplo: la homosexualidad es ilegal en cerca de 80 países; en 10 países podría imponerse la pena de muerte por esta causa; 20 países de Europa exigen la esterilización de las personas transgénero para conseguir el reconocimiento legal de su identidad de género; la cantidad de crímenes de odio es enorme contra gays, transexuales y transgéneros (Yucatán se lleva la palma en nuestro país), pero la situación es especialmente grave en el continente africano.

Este año la irrupción y posterior discusión de un grito futbolero ha coincidido con la conmemoración de la insurrección de hace 45 años, en Stonewall, y en un espléndido artículo en contra de tal grito, Adolfo Sánchez Rebolledo recordaba un libro fundamental para la filosofía de lo mexicano, “Fenomenología del relajo”, del malogrado Jorge Portilla.

Tal vez es tiempo de escribir la “fenomenología del linchamiento” que va desde el cada vez más grave “bullying” escolar hasta la aceptación de la sana alegría de una multitud relajienta.



27 de Junio 2014

México y la República Española

Hay mucho en la historia mexicana del siglo 20, tanto diplomática como jurídica, relacionado con la República

El interés de México por la forma de gobierno que siga en España tras la abdicación del rey no debe ser visto como algo insustancial ni ser relegado a las páginas de sociales en revistas como “Hola”. Hay mucho en la historia mexicana del siglo 20, tanto diplomática como jurídica, relacionado con la República Española.

Vale la pena recordar que México nunca reconoció al régimen de Franco y sí, en cambio, sostuvo relaciones diplomáticas con la Segunda República Española hasta el 18 de marzo de 1978. Hasta entonces existió, en el número 7 de la calle de Londres en la Colonia Roma, una embajada que mantuvo la palabra empeñada por México con la legalidad republicana.

De tal forma que, durante 42 años, de 1936 a 1978, la República Española tuvo territorio, habitantes y gobierno en suelo mexicano.

Desgraciadamente la frivolidad de José López Portillo llevó a México a romper relaciones con la República antes de que ésta desapareciera al ser aceptada libremente la monarquía por el pueblo español mediante un referéndum de ejemplar legalidad.

Según explica el historiador José Antonio Matesanz: “El 18 de marzo de 1977, ante los medios de difusión convocados sorpresivamente, comparecieron el presidente de México y el presidente de la República Española: en menos de tres minutos, don José Maldonado leyó un documento en el cual se anunciaba la cancelación de las relaciones diplomáticas entre los dos gobiernos”.

No pudo esperar el Referéndum del 6 de diciembre de 1978 y a que entrara en vigor la Constitución el 29 de ese mes y, el 8 de octubre de 1977, López Portillo inició su viaje a España porque le urgía visitar Caparrós, pueblo de sus ancestros.

Fuera de tan lamentable mancha en la congruencia diplomática mexicana, nuestros gobiernos dieron una lección a un mundo que, tras la guerra civil, se negó a apoyar la República en el exilio y, al propio tiempo, a desbarrancarse todos en la Segunda Guerra Mundial.

“Como los viejos heraldos de la Edad Media, hoy decimos: ¡la República ha muerto, viva la República!”. Un viejo amigo, republicano de cepa, me recordaba que con esas palabras finalizaba el bando con el que la República Española se disolvió tras entrada en vigor de la Constitución de 1978.

Hoy nos corresponde acompañar los acontecimientos españoles en un tiempo histórico con muy otras necesidades.


19 de Junio 2014

Pánico Escénico / El suyo era otro frío

"En el principio era el caos..." Así arrancaba José Revueltas una de sus novelas más importantes, para mí la preferida, con cuyo título quiso nombrar a su obra completa: Los días terrenales. Novela de fundación, tras definir su principio y fundamento, establecía la composición de lugar como una puesta en escena perfecta de algún auto sacramental barroco. Trasladaba el caudal del río Ozuluapan a la Iglesia de Santo Tomé de Toledo y "la insistencia mística de El Greco" a la espiritualidad mágica de Catemaco donde un Ventura ciclópeo "era un Dios. Tenía voz de Dios". Siempre el Cíclope.

Y ante la imaginación del lector (convertido en espectador de su propia memoria) se abre el grande o pequeño teatro de un mundo: "El entierro del Conde de Orgaz".

En ese teatro del mundo se sitúan, desde los tiempos de fundación narrativa, todas las reflexiones del propio José Revueltas que acudirá, muchos años después, también a El Greco en Los errores, otra de sus grandes novelas: "Estaba seguro de que El Greco escogía los modelos de ciertos retratos entre los agonizantes declarados, entre los muertos recientes -en los hospitales o desenterrando tumbas- como un inquisidor impío o sacrílego".

La mística y la impiedad como unidad dialéctica en el pintor cretense llevaban forzosamente al frío. Pero ese frío era como el que antes encontrara en otro personaje: "el suyo era otro frío". Frío también en los huesos del propio Revueltas, a pesar del fondo siempre cálido de su sangre y de su propia voz. Como en toda la mística: unidad de contrarios. Como en la dialéctica: tesis y antítesis en colisión. Como en el oxímoron barroco o en el propio México que "simbólicamente podríamos representar como un ser que tuviese al mismo tiempo formas de caballo, de serpiente y de águila" (diría en entrevista a Díaz Ruanova).

Dos conmemoraciones que parecerían de imposible coincidencia concurren en este 2014: los cuatrocientos años del nacimiento de Doménikos Theotokópoulos, llamado El Greco, y el centenario del nacimiento de ese enorme narrador mexicano que fue José Revueltas. Dos mundos que parecerían de síntesis prohibida, el de un escritor comunista mexicano, nacido en Durango, y el de un pintor griego, nacido en Creta y contratado por el monarca hispano Felipe II.

Sin embargo, en la década de los cuarenta del siglo pasado, Revueltas no sólo quiso encontrarse con El Greco sino habitar su cuadro más famoso por medio de Gregorio, un "Teseo sin el hilo de Ariadna" que "pensó en el conde de Orgaz, en la suavidad de su rostro, en la blandura de su cuerpo vencido, y en cómo, de ser él mismo una figura de su Entierro, sentiría la angustia de salir cuanto antes de esa admiración sin límites, de ese peligroso estar con el alma -turbia o diáfana, bondadosa o malvada- a flor de labios. Lo extraordinario que sería de todos modos, pertenecer a ese cortejo y mirarse ahí dentro, desde esta lado del tiempo, con el rostro y los ojos del siglo veinte".

En estos días, tres centenarios literarios concurren: los nacimientos de Octavio Paz, de Efraín Huerta y de José Revueltas. Son escritores plenamente vigentes y capaces son sus obras de dialogar con la juventud, no sólo de nuestra patria. Es tiempo de volver a ellos, pero la extensión de estas líneas me permite proponer tan sólo, "desde esta lado del tiempo", con ojos del siglo 21, habitar la misma composición de lugar que planteara Revueltas en 1949, en las primeras páginas de Los días terrenales: un mundo soñado por El Greco.



06 de Junio 2014


Europa y los retos de la izquierda

Europa, la Europa sabia y cruel que surcó los mares para hegemonizar no sólo la cultura del llamado Occidente sino volverse un factor de equilibrio para nuestro mundo y sus alrededores. La Europa que, a sangre y fuego, sembró sus ideales del bien y la belleza, así como su manera de hablar con Dios y con sus dioses. La Europa que ha buscado, tras la Segunda Guerra Mundial, unificarse al fin como nación de naciones, luego de haberse desgarrado con sus constantes ciclos de violencia, sale en nuestros días de las elecciones a su parlamento con un panorama insólito y sumamente preocupante aun para nosotros, tan alejados de su continente en lo geográfico.

Precisamente un siglo después de la Gran Guerra, la de 1914, que también fue producto de crisis económicas y de nacionalismos presentados como puros y demostrados como lo más turbio de una especie intolerante ante cualquier otredad, hasta acabar 40 años después en campos como Auschwitz o bombas como Hiroshima. Tras un siglo de la escalada de violencia que pasó sobre las entreguerras, con la elección de Mussolini y de Hitler, para comenzar su estallido real en el golpe militar contra la Segunda República española, hoy parece que el Viejo Continente vuelve a sufrir su amnesia cíclica para, en sus más recientes elecciones al parlamento europeo, abrazar al fascismo, en apariencia vencido, precisamente dos de las naciones que lo vencieran: Inglaterra y Francia, por señalarlas tan sólo a ellas.

Si bien se trata de votos de castigo, la voz de esos votantes exige racismo e intolerancia contra todos los tipos de diferencia. Sobre todo en contra de los inmigrantes y del ascenso de las mujeres que exigen derechos sobre su propio cuerpo o de los homosexuales que han alcanzado derechos humanos mínimos.

Si la crisis es producto de un capital financiero sin freno alguno, en lugar de ponerle algún tope, se le premia con el rescate bancario y se construye un chivo expiatorio con el rostro de los distintos.

En España, al menos, el voto de castigo favoreció a las izquierdas. Es una buena noticia siempre y cuando se consiga estructurar no sólo un discurso de oposición sino una propuesta programática que las consolide como alternativa. De lo contrario, el solo voto de castigo resultará útil para el ascenso sin freno de un fascismo español que no se ha ido.



Pánico Escénico / Santidad y simonía

José Ramón Enríquez

15-mayo-2014

El teatro siempre ha tenido lo ritual dentro de su propia esencia. Asimismo, y por las mismas razones, todo rito lleva en sí lo teatral. La palabra "liturgia" viene del griego, significaba un "servicio público". Esta connotación de auténtico servicio, de entrega real al público, se encuentra en el hecho escénico (cuando no ha sido pervertido por el comercialismo ramplón) y de la misma manera en el hecho puramente religioso que conocemos como rito.


Nunca ha sido fácil medir la distancia existente entre la liturgia y el hecho escénico porque, muy probablemente, no hay ninguna. Así ha sido por siglos y, estoy cierto, así será por muchos más. Sin embargo, siempre ha sido posible viciar estos "servicios públicos". Es decir, pervertir el sentido del rito para obtener beneficios espurios como lo hizo Simón el Mago al vender los milagros. De sus actos, narrados por los Hechos de los apóstoles, viene el sustantivo "simonía". Una palabra propia de lo religioso pero que también podría usarse con toda exactitud para el hecho escénico.


En El Anticristo, un libro insólito que podría parecer simple provocación de su autor, Joseph Roth (al tomar el título nietzscheano siendo un judío convertido al catolicismo), si no estuviera escrito en carne viva, como toda su obra, el extraordinario novelista austriaco profetiza el desastre de la Segunda Guerra, que vio venir aunque muriera antes de su estallido, y lo diabólico de los totalitarismos que asolarían el mundo desde Hitler hasta la caída del Muro de Berlín.


Como uno de los espacios del Anticristo, Roth señala nada menos que Hollywood, "el Hades del hombre moderno". Él pensaba en cómo el cine robaba las sombras y, en su delirio, profetizó en su contra. Pero creo que no se equivocaba: el espectáculo puramente comercial, gigantesco y manipulador (ya hollywoodesco, ya televisivo) tiene algo de diabólico o, por decir lo menos, de simoniaco.


Acabamos de asistir a los rituales en la Plaza de San Pedro. Al mismo tiempo de canonizar a un santo, se canonizó al espectáculo manipulador. El santo: Juan XXIII. El gran espectáculo, preparado cuidadosa, puntualmente desde su primer viaje: Juan Pablo II.


Inauguró su pontificado al golpear a la Teología de la Liberación en vivo y a todo color, sin la mínima no digamos caridad cristiana sino simple educación, y regañar al sacerdote, poeta y ministro sandinista Ernesto Cardenal en Nicaragua. Gesto tan mediático como los apapachos al sacerdote nada poético y pederasta mexicano Marcial Maciel.


El canon, en su acepción de "modelo de características perfectas", mostró una de sus facetas en la ceremonia de la Plaza de San Pedro. Otra, bien podría ser la entrega de los Óscares en Hollywood.


Tenía razón Joseph Roth, quien le oyó decir algo semejante a El Anticristo en medio del delirium tremens que lo llevaría a la tumba. Los niños y el Santo bebedor que fue Roth dicen las verdades.


De por qué canonizó el papa Francisco a Juan XXIII y a Juan Pablo II se ha escrito mucho.


Sólo vale la pena recordar aquí, también como un guiño escénico, que eso de dar "dos pasos adelante y un paso para atrás" atribuido a Lenin, decían, se basaba en un "entro con la tuya para salirme con la mía" atribuido a los jesuitas.


Como escribiera Michel de Certau en La invención de lo cotidiano: "El creer se agota. O bien se refugia del lado de los medios de comunicación o de los entretenimientos. Se va de vacaciones".


Y los medios se apropian del creer agotado para canonizar la simonía.








enriquezjoseramon@gmail.com


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