El mensaje de Verlaine
José Gordon
1 Oct. 10
"Fuxcdu hñ Uxelfrp". Si no entendió, se debe a que se trata de un mensaje secreto que se genera con el llamado Código de César. Este término honra a Julio César, quien lo usó para cifrar sus mensajes militares sin que el enemigo los interceptara. El historiador Suetonio explica la sencilla técnica de Julio César así: "Si tenía que decir algo confidencial, lo escribía usando el cifrado, es decir, cambiaba el orden de las letras del alfabeto para que ninguna palabra pudiera entenderse. Si alguien quiere decodificarla, y entender su significado, debe sustituir la cuarta letra del alfabeto, es decir, la D por la A, y así con las demás".
Hagamos el ejercicio con la primera expresión de este texto (tomemos en cuenta que no usamos la CH). Tres letras antes de la F, nos encontramos con la C; tres letras antes de la U, está la R; tres letras antes de la de X aparece la U; cuando hablamos de la C tenemos que irnos para atrás hasta la Z. El resultado final de esta decodificación nos da la frase: "Cruzar el Rubicón". Esta orden de Julio César fue clave en el año 49 A.C., para romper las fronteras prohibidas por el Senado romano e iniciar una guerra. Cruzar el límite del río Rubicón significaba que no había marcha atrás.
La atracción por los mensajes secretos forma parte de todas las culturas. En Estados Unidos se transmite actualmente una nueva serie televisiva titulada Rubicón. El personaje central es un brillante experto en el reconocimiento de patrones ocultos. Descubre así que en el inocente crucigrama de un periódico se encierra la comunicación de un espía. Este tipo de recados públicos y a la vez cifrados son parte de lo que vivimos cotidianamente. Desafortunadamente se usan en mensajes de secuestradores y en amenazas del crimen organizado.
Recientemente, se dio a conocer una novedosa forma de comunicación entre agentes secretos. Los mensajes se codifican en fotografías fuera de toda sospecha. De acuerdo con Tak Malkin, profesor del laboratorio de criptografía en la Universidad de Columbia, la técnica básica implica cambiar el código numérico que las computadoras asignan a los colores. Al generar una imagen en una pantalla, la computadora asigna a cada pixel tres valores numéricos que corresponden a la cantidad de rojo, verde y azul que expresa. Con tan solo cambiar estos valores levemente, los espías pueden ocultar los unos y ceros del lenguaje de las computadoras dentro de los números establecidos en los pixeles de la imagen, sin alterar la apariencia que tiene la fotografía al ojo humano. Internet se vuelve un gran tablero abierto de sofisticados mensajes secretos.
Uno de los esfuerzos más interesantes que se han realizado para transmitir de manera oculta la orden de "Cruzar el Rubicón", se llevó a cabo durante la Segunda Guerra Mundial. Los aliados utilizaban ya las emisiones de la BBC de Londres para coordinar acciones entre tropas y miembros de la Resistencia. Esta emisora de radio desempeñó un papel esencial para anunciar la proximidad del llamado Día D. Un oyente dijo unas palabras aparentemente inofensivas que ordenaban la movilización total de la resistencia francesa ante el inminente desembarco en Normandía. Unos versos de Paul Verlaine -Canción de otoño (1886)-, serían la clave: el 1 de junio de 1944 se transmitió el primer verso ("Los largos sollozos de violines del otoño") y el día 5 de junio, el segundo ("Hieren mi corazón con monótona languidez").
El servicio secreto alemán, infiltrado en la Resistencia, supo la clave pero se dice que el problema fue, entre otros factores, que sus mandos no podían creer que esta alerta se diera a través de un poema romántico. El mensaje de Verlaine funcionó: el 6 de junio comenzó el Día D. La resistencia francesa estaba enterada que no había marcha atrás. El código no fue matemático, fue poético. No es extraño, desde siempre la poesía guarda importantes secretos.
pepegordon@gmail.com
Back in Time: October 6. Sandy Koufax | 1965
"Sandy Koufax refuses to pitch the first game of the World Series against the Twins because the game is scheduled on Yom Kippur, the most sacred of the Jewish holidays. As the Dodgers' southpaw attended shul and fasted on the Day of Atonement, his teammates loses to Minnesota, 8-2.
EL CUADERNO VERDE
Yom Kipur en La Condesa
José Gordon 17 Sep. 10
"A ver, ¿saca la lengua?" Teníamos 13 años y la lengua seca era la prueba de que estábamos ayunando en Yom Kipur, el Día del Perdón. Ya aguantábamos, como nuestros padres, no probar alimento ni agua desde las seis de la tarde en que comenzaba el ayuno hasta las ocho de la noche del día siguiente.
Nos reuníamos en la sinagoga de las calles de Acapulco, en la Colonia Condesa. En la banqueta platicábamos de la comida que se nos antojaba como un espejismo en el desierto. ¿Qué tal unas quesadillas? Se nos hacía agua la boca, pero no faltaba quien recordara que la cena ("des- ayuno") tendría más bien platillos como gefilte fish (pescado relleno); kugl (pastel de papa); kreplaj (pastas rellenas de pollo); jalá (pan trenzado), blintzes (crepas dulces) y frutas. Yo prefería mil veces la comida mexicana.
En todo caso, lo importante era seguir alimentando el hambre con la plática. Al entrar al templo, mi hermano y yo tratábamos de sentarnos al lado de mi papá. En medio de los rezos se colaba un periódico con las últimas noticias vespertinas que se intentaban leer con disimulo. También aparecía una radio portátil que pegábamos al oído para tratar de saber cómo iba el béisbol de las grandes ligas. Me impresionaba la confluencia de lo sagrado y lo mundano. Tal vez eso ha marcado mi idea de la espiritualidad: no la puedo disasociar de lo cotidiano. De vez en vez, un hombre con aspecto severo nos conminaba a todos a mantenernos en silencio.
Unos instantes después se reanudaba el murmullo de los rezos y de las pláticas beisboleras: "Sandy Koufax no lanzó hoy por ser Yom Kipur" -me decía mi papá asombrado-. "Óyeme lo que te digo. Es el mejor pitcher de la historia". Es el año de 1965. Se enfrentan los Dodgers de Los Ángeles y los Mellizos de Minnesota. Los Dodgers, sin Koufax, pierden el primer juego.
Termina el rezo. Ya es de noche. En el vestíbulo de la sinagoga hay una mesa con unos cubitos de pastel dulce. Mi papá nos consigue unos. Nos saben a gloria. Él sonríe. Caminamos unas calles hasta llegar a la casa. Poco a poco llega toda la familia a la cena. Comemos con ojos grandes. Después de unos bocados nos llenamos, pero la fantasía del hambre aún no se sacia. Mi mamá me hace unos tacos de frijoles de contrabando.
Mi hermano y mi hermana se acomodan con dulzura al lado de mi papá. Estoy en una escena ancestral que pertenece a todas las culturas. Años más tarde la encontraré retratada de otra manera en la novela de Amos Oz, Una historia de amor y oscuridad. La tía del escritor le cuenta de los viejos tiempos cuando la familia vivía en Rusia a principios del siglo XX: están reunidos en la tarde antes de empezar el ayuno de Yom Kipur (en un día como hoy). Para finalizar la comida, el papá le pide a su hija de cinco años que le traiga agua del pozo. La niña obedece. El papá le echa tres terrones de azúcar al agua. La remueve con el meñique. Bebe y le dice: "Ahora gracias a ti el ayuno me resultará más llevadero". Dice la tía de Oz:
"No puedo explicarte, no puedo explicarme ni siquiera a mí misma, qué alegría, qué felicidad produjeron en mí estas sencillas palabras (...), el caso es que todavía ahora, cuando ya han pasado ochenta años, me siento feliz, exactamente igual que aquel día, cada vez que lo recuerdo".
Es una felicidad parecida a la que vi en la cara de mi papá durante los días en que Sandy Koufax, después de Yom Kipur, abrió tres juegos y logró dos blanqueadas, una de ellas en el séptimo encuentro que definió la Serie Mundial. Sus palabras sencillas: "Es un zurdo de oro. Tiene un corazón de oro". Así se condensaban las lecciones de Koufax y de mi papá: uno debe respetar sin fanatismo sus raíces y, al mismo tiempo, debe participar en el juego con todo el alma.
pepegordon@gmail.com
EL CUADERNO VERDE
Luces mexicanas
José Gordon 3 Sep. 10
Podría ser la torre de Babel, pero no lo es. Hoy por hoy es el más importante proyecto que haya emprendido la humanidad. Se localiza cerca de Ginebra en la frontera entre Francia y Suiza. A cien metros bajo tierra hay un túnel de 27 kilómetros por el que viajan los protones a una velocidad tal que darían siete vueltas y media a la Tierra en un segundo.
En el Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN) se realizan los experimentos más apasionantes para tratar de explorar las fronteras del conocimiento. El colisionador de partículas elementales se vuelve un teatro para recrear las condiciones de energía presentes en los primeros instantes después del Big Bang, la gran explosión que originó el universo.
En la construcción de este anillo han participado más de 2000 físicos de 34 países y cientos de universidades y laboratorios de investigación. Uno de estos científicos es Gerardo Herrera, investigador del Departamento de Física del Cinvestav del IPN, pionero de la colaboración mexicana en el CERN y uno de los principales especialistas en física de partículas en el País. Hace unos días conversé con Gerardo, en el marco de la preparación de la próxima temporada de La Oveja Eléctrica, el programa de ciencia y pensamiento de Canal 22.
Se trata de un proyecto de largo aliento para capturar un suspiro, para detectar partículas que aparecen como fuegos artificiales en menos de un nanosegundo (una milmillonésima de segundo). Cuando lo oigo hablar pienso en lo que nos falta hacer en nuestro país: proyectos a largo plazo que anteponen el bien común a la torre de Babel. No se trata de un proceso fácil. Los problemas humanos son una realidad con la que hay que vivir, me dice Gerardo. Este tipo de esfuerzos requiere desarrollar cohesión de grupo, pensar en grande, mirar al futuro, tener cierta certeza en el financiamiento. Los problemas técnicos también representan un gran desafío.
El doctor Herrera tiene 15 años trabajando en el acelerador de partículas en el que participan y colaboran las más altas instituciones de investigación en México. Así, se han elaborado dispositivos muy importantes dentro de los detectores del colisionador. Esto implica un desarrollo tecnológico que va desde montar laboratorios, y equiparlos, hasta entrenar a estudiantes. Uno no puede ir a la tienda a comprar este tipo de detectores -me dice Gerardo con humor-. Hay que hacerlo en el laboratorio. Se tienen que cumplir los requerimientos que amerita el experimento.
Me habla del reto que enfrentaron: el sistema que les tocó elaborar tiene dos detectores al lado del punto de interacción. Son dispositivos muy veloces. Dice el doctor Herrera: "Cuando se planteó en el CERN la posibilidad de construir este dispositivo se vio la conveniencia de que la parte izquierda la construyera la Universidad de Lyon en Francia y que nosotros construyéramos la del lado opuesto. Como los dos detectores se tienen que comunicar y forman parte de un mismo sistema, era conveniente que la tecnología por lo menos se pareciera, para que el procesamiento de las señales no creara un conflicto. Así, se generó una competencia con el grupo francés. Ellos propusieron una manera de hacer el detector que no coincidía con la nuestra. Entonces se tomó la decisión de que la tecnología con mejor resolución temporal sería adoptada por el otro grupo. Fue muy satisfactorio que nosotros, con el diseño propuesto, logramos resoluciones de 600 picosegundos muy por debajo de un nanosegundo. Ellos difícilmente llegaron al nanosegundo. Nuestra tecnología, al final, fue la mejor. Esto nos llena de satisfacción ya que nos muestra lo que somos capaces de hacer al más alto nivel de conocimiento".
Esas son las verdaderas luces mexicanas, las que debemos celebrar si es que -más allá de la pirotecnia- queremos pensar en grande en el proyecto de nuestra patria.
pepegordon@gmail.com
Twitter: @pepegordon
No hay comentarios:
Publicar un comentario