07 de Julio 2014
Tailandia lleva casi un siglo de crisis política. Entre golpes militares, elecciones compradas y altas traiciones los habitantes de aquel país asiático han padecido todo tipo de gobiernos y de crisis económicas. Actualmente el golpe de Estado ha llevado a los militares al poder, quienes han implementado una severa política de censura que roza la paranoia.
El delirio del poder en Tailandia ha provocado una serie de arrestos absurdos y prohibiciones que revelan el estado de paranoia en el que vive el gobierno militar. A tal grado que actividades como leer la novela 1984 de George Orwell, utilizar camisetas con mensajes políticos, comer un sándwich o realizar el saludo de Los Juegos del Hambre son perseguidos enérgicamente.
El gobierno advirtió sobre la “inconveniencia” de leer la novela de Orwell en lugares públicos, hasta que el 22 de junio seis policías que iban de incógnito arrestaron a un joven lector afuera de un centro comercial. Ese mismo fin de semana y en la misma zona, unos jóvenes que se dedicaban a repartir sándwiches y bocadillos gratuitos también fueron llevados a la cárcel. La idea era emular la campaña “sándwiches por democracia” que llevaron a cabo estudiantes de la Universidad de Thammasat. Se los llevaron porque “comer sándwiches para burlarse del gobierno es ilegal”.
Por si fuera poco, en recientes manifestaciones arrestaron a un hombre que llevaba en la mano una playera con la leyenda “paz, por favor”, y a una anciana de 70 años que tenía la leyenda “respeta mi voto”. Adicionalmente, en las manifestaciones un grupo de personas realizaron espontáneamente el saludo de la serie de libros y películas Los Juegos del Hambre. Básicamente se trata de un brazo levantado con tres dedos; representa un gesto de respeto a los muertos y solidaridad con la gente común. Pues bien, el gobierno ha reprimido a decenas de personas que han realizado esta señal en las manifestaciones pacíficas.
El gobierno militar ha estado mostrando señales alarmantes y Amnistía Internacional ha declarado que se trata de un “peligroso precedente”. Un gobierno con ese nivel de paranoia y dispuesto a tomar las decisiones más absurdas puede ser una amenaza para la sociedad civil y un caldo de cultivo para las respuestas violentas.
La estrategia de las autoridades pasa por enfrentar a los civiles entre ellos. Además de impulsar actos musicales y presentaciones cinematográficas de propaganda, han pedido que los civiles denuncien a los vecinos que realicen “actos de traición”. No es la primera vez que una medida como esta se toma en gobiernos militares de todo el mundo, y el resultado siempre es la división de las personas, la paranoia y la imposibilidad de vivir pacíficamente entre vecinos.
Más allá de las decisiones delirantes de la policía militar, lo cierto es que la escalada de este tipo de medidas sólo construyen un panorama cada día más aterrador para el país asiático.
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