25 de Julio 2014
Una película seca, vigorosa y tan obsesiva y cruda como pueda ser lo mejor del director.
Una película redonda en la que Buñuel toma los postulados de ese cine realista tan de actualidad en la época pero haciéndolo completamente suyo (esto es, un Buñuel realista pero Buñuel antes que nada). Con ella pudo acometer un proyecto a la altura de su categoría tras algunas obras menores.
Tuvo muchas reacciones en contra por ennegrecer innecesariamente México (a pesar del discursito inicial que mete Buñuel creo que para que la película molestara menos, o para justificar lo que venía, más que para plantear la cuestión como un problema universal). Aún así, como digo, no se libró de críticas: que si no era mexicano, que si ofendía gratuitamente...
Buñuel se defendió afirmando que lo que sale en la cinta sí existía (estuvo unos meses visitando y empapándose de esos barrios, consultó casos en los archivos del Tribunal de Menores...). Por tanto por ahí trató de dar una visión realista, usando para ello actores no profesionales (algunos personajes son actores pero otros son campesinos, gente sacada de una granja-escuela etc.), reflejando sus sensaciones sobre lo que le rodeaba y tratando una importante problemática social (reclamando soluciones desde la base) mostrándola, según sus palabras, sin juzgar a los personajes.
Pero la cinta incorpora más detalles, no sólo es prima hermana del neorrealismo. En Francia gustó mucho a Breton y a los surrealistas y fue premiada en Cannes. Es por tanto un producto que no se limita al realismo más convencional y que recurre a elementos surrealistas y disparatados (menos de los que al propio Buñuel le hubiese gustado incorporar pero algo hay). En este sentido el sueño es extraordinario (fantástica representación onírica de las obsesiones del niño) y merece la pena verlo sin más, sin comentarios. Como digo, él quería introducir más detalles en este sentido pero el tono realista y crudo de la cinta era ya demasiada concesión para el productor que le pidió que se sujetara un poco y que, por ejemplo, desistiera de su idea de meter un sombrero de copa (?) en una de las chabolas.
Pero también introdujo toques "buñuelianos": el ciego aficionado a las niñitas, la abundancia de gallos y gallinas (una obsesión irracional como el director reconocía), fetichismo (el erotismo de mujeres lavándose los pies y las piernas), el fantasmagórico sueño, el perro como visión que trae la muerte (una visión sacada directamente de la conciencia de ese personaje moribundo) etc.
Curiosidad: en el guión colaboró Max Aub aunque sea Alcoriza el único que aparece. Y Dancigers se ocupó de adaptar los diálogos al lenguaje de la calle en México, creo que esa fue toda su aportación... Crítica de Bloomsday en Filmaffinity.
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