31 de Julio 2014
El siguiente poema de Novo posee una interesante historia detrás: la de su amistad y amor con Federico García Lorca. Los dos poetas se admiraban mutuamente desde antes de conocerse y cuando Salvador Novo viajó a Buenos Aires en 1933, por la VII Conferencia Internacional Americana como parte de la delegación Mexicana, se presentó la oportunidad de hacer realidad el suceso. La buena suerte quiso que Lorca estuviera en ese momento en la ciudad. Con la ayuda de Alfonso Reyes y Ricardo Molinari, Novo al fin pudo conocer al poeta Español. Desde ese momento los dos se volverían inseparables en alma.
A pesar de que se reconocieron como amigos de la vida, y más, no pudieron estar mucho tiempo juntos y su siguiente encuentro fue de nuevo en Buenos Aires tiempo después cuando se hospedaron en el mismo hotel y pasaron un “día maravilloso” como el mismo Novo lo relata. Los poetas intentarían verse varias veces de nuevo como anunciarían en distintas cartas pero el encuentro nunca se materializaría. Novo escribiría El Romance de Angelillo y Adela con dedicatoria al autor de Bodas de Sangre. Es claro como Angelillo es Lorca y Novo es Adela dentro de la composición.
Romance de Angelillo y Adela
Ella venía de México
–Quietos lagos, altas sierras–,
cruzara mares sonoros
bajo de nubes inciertas:
por las noches encendía
su mirada en las estrellas.
Iba de nostalgia pálida,
iba de nostalgia enferma
que en su tierra se dejaba
amores para quererla
y en su corazón latía
amarga y sorda la ausencia.
Él se llamaba Angelillo
–ella se llamaba Adela–
él andaluz y torero
–ella de carne morena–,
él escapó de su casa
por seguir vida torera;
mancebo que huye de España,
mozo que a sus padres deja,
sufre penas y trabajos
y se halla solo en América.
Tenía Veintidós años
contados en primaveras.
Porque la virgen lo quiso,
Adela y Ángel se encuentran
en una ciudad de plata
para sus almas desiertas.
Porque la virgen dispuso
que se juntaran sus penas
para que de nuevo el mundo
entre sus boca naciera,
palabra de malagueño
–canción de mujer morena–
torso grácil,muslos blancos
–boca de sangre sedienta.
Porque la Virgen dispuso
que sus soledades fueran
como dos trémulos ríos
perdidos entre la selva
sobre las rutas del mundo
para juntarse en la arena,
cielo de México oscuro,
tierra de Málaga en fiesta.
¡Ya nunca podrá Angelillo
salir del alma de Adela!
1933
A Federico García Lorca.
Ella venía de México
–Quietos lagos, altas sierras–,
cruzara mares sonoros
bajo de nubes inciertas:
por las noches encendía
su mirada en las estrellas.
Iba de nostalgia pálida,
iba de nostalgia enferma
que en su tierra se dejaba
amores para quererla
y en su corazón latía
amarga y sorda la ausencia.
Él se llamaba Angelillo
–ella se llamaba Adela–
él andaluz y torero
–ella de carne morena–,
él escapó de su casa
por seguir vida torera;
mancebo que huye de España,
mozo que a sus padres deja,
sufre penas y trabajos
y se halla solo en América.
Tenía Veintidós años
contados en primaveras.
Porque la virgen lo quiso,
Adela y Ángel se encuentran
en una ciudad de plata
para sus almas desiertas.
Porque la virgen dispuso
que se juntaran sus penas
para que de nuevo el mundo
entre sus boca naciera,
palabra de malagueño
–canción de mujer morena–
torso grácil,muslos blancos
–boca de sangre sedienta.
Porque la Virgen dispuso
que sus soledades fueran
como dos trémulos ríos
perdidos entre la selva
sobre las rutas del mundo
para juntarse en la arena,
cielo de México oscuro,
tierra de Málaga en fiesta.
¡Ya nunca podrá Angelillo
salir del alma de Adela!
1933
El cambio de gobierno de sus respectivos países aumentó la imposibilidad de su encuentro y aunque Lorca dijo que vendría a México nunca llegó a realizar el viaje.
El poeta español moriría en 1936 bajo circunstancias desecrables. Novo lo sobreviviría y sólo podemos imaginarnos el hondo dolor de Adela.
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