miércoles, 5 de marzo de 2014

YAKIRI


Yakiri tras las rejas saluda tímidamente a su madre a unos 20 metros de distancia, durante la audiencia se permiten ni cámaras ni celulares.

En las próximas horas quedará libre Yakiri Rubio, la joven encarcelada por haber matado a su violador en defensa propia. Según su abogada, Ana Katiria Suárez, Yaki saldrá del penal de Tepepan, donde pasó dos meses. Este lunes en una audiencia el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal se le cambió el cargo de homicidio calificado a exceso de legítima defensa, lo que le permitió a salir bajo de fianza. Yakiri seguirá el proceso en el Juzgado 68, y podría enfrentar una condena de hasta diez años de la cárcel.

El caso de Yakiri ha permitido ver la serie de irregularidades y abusos por parte de las autoridades que muchas mujeres víctimas de violencia sexual sufren en el país.

Imagina que eres una joven de veinte años y vas caminando una noche a encontrarte con tu pareja. Dos tipos se te acercan en una motoneta y te dicen: “Amiga, te llevamos”. Los mandas a la chingada, pero nel; a la fuerza te suben a su moto y momentos después has llegado a un hotel donde ellos son VIP. Con un cuchillo picándote la espalda te llevan a un cuarto. Ahí te golpean, te cortan, y uno de los tipos te viola. Cuando va a meterte el cuchillo otra vez, tú se lo quitas y le das una puñalada en el yugular.

Lo matas. Pero, horas después, eres tú la que enfrentas cargos de homicidio calificado.

Esto le pasó a Yakiri Rubí Rubio Aupart, una chica de la Ciudad de México quien hasta ahora se encontraba en el Centro Femenil de Readaptación Social Tepepan, en el sur de la ciudad. Yakiri está viviendo una pesadilla donde ella como víctima de un ataque se convierte, ante los ojos de las autoridades, en una criminal. ¿Cómo puede estar ocurriendo esto hoy en día en nuestra supuesta “ciudad de vanguardia”?

Hace varias semanas, vi una foto circulando en Facebook con su cara y el refrán, “#YakiriLibre La Violencia Machista es un crimen que te encarcelen por defenderte también” y me llamó la atención. Empecé a leer sobre el caso y me dio escalofríos. Justo en este momento estaba trabajando en la colonia Obrera y cuando iba a salir de mi chamba iba a pasar casi por las mismas calles de Yakiri. Yo soy una mujer joven que anda en esta ciudad en la noche sola. Eso me podría pasar a mí también.

Marina Beltrán, madre de Yakiri, habla con la abogada desde su casa, minutos antes de partir al Reclusorio Femenil de Santa Marta para la audiencia de su hija.

Lo que pasó

Lo que describo a continuación es lo que pasó la noche de 9 de diciembre de 2013, según Yakiri y su abogada. A las siete de la noche Yakiri salió de Metro Doctores y caminaba por la calle Dr. Liceaga para encontrarse con su novia, Rosa Gabriela Sánchez Vásquez, con quien Yakiri llevaba saliendo siete meses. Dos hombres la acercaron y quisieron que ella subiera a su motoneta. Cuando ella los ignoró, uno bajó y la subió a la fuerza, le acercó una navaja en la espalda y así la subió al vehículo. Tanto el conductor de la motoneta como el que la amagó, la llevaron unas cuadras más adelante, al Hotel Alcázar, ubicado entre el Tribunal de Justicia del DF y la Arena México.

Yakiri dice que ella no pudo escapar porque la llevaban agarrada y amenazada, y que aunque el velador vio que la llevaban en contra de su voluntad, él no les impidió el paso inmediato a un cuarto. Luego pasó lo que ya describimos. Según ella, alcanzó a quitarle el cuchillo al violador y se lo encajó en la yugular. Después de eso él se fue corriendo, derramando sangre. Según la familia de los hermanos Ramírez Anaya, Miguel Ángel llegó a su casa en una unidad por la calle Dr. Jiménez y murió al lado de sus parientes, a pocos metros de la entrada al estacionamiento de la Procuraduría.

Ella salió desde el hotel semidesnuda buscando apoyo. Yakiri dice que los empleados no estuvieron dispuestos a brindarle ayuda. Entró a una paletería, donde los empleados la regalaron agua y servilletas para limpiarse. De ahí encontró a dos agentes de la policía, a quienes dio su testimonio y ellos la llevaron al Ministerio Público 50, donde ella denunció su violación. Mientras que ella esperaba, Luis Omar llegó al mismo acusando a Yakiri de haber asesinado a su hermano. Ellos se encontraron en la misma sala. Este procedimiento, según La Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, es completamente ilegal porque una víctima de violencia sexual “debe estar en todo momento en un área de espera exclusiva para no tener ningún tipo de contacto con sus posibles agresores”.

Después de pasar doce horas en el Ministerio Público, Yakiri se enteró que le habían dictado auto de formal prisión y que ahora enfrentaba cargos de homicidio calificado.

¿Y qué les paso a los tipos? Uno, Miguel Ángel Ramírez Anaya, está muerto (causa por la que Yakiri fue encarcelada) y el otro, Luis Omar Ramírez Anaya, está libre. Yakiri lo ha acusado de privación de la libertad y violencia sexual, pero por el momento no tiene orden de aprehensión. Se supone que la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) lo está investigando, pero mientras, sí ha aparecido para testificar en contra de Yakiri.

Ella sigue sin entender cómo puede estar encarcelada mientras que uno de su asaltantes sigue libre y sin que el Ministerio Público haya cumplido con los protocolos adecuados para las víctimas de delitos sexuales. Si es cierto que Luis Omar y su hermano Miguel Ángel Ramírez Anaya eligieron a Yakiri para atacarla, nunca imaginaron que esta flaquita iba a lograr a defenderse y matar Miguel Ángel quien medía 1.80 metros de estatura y pesaba casi doble de Yakiri. Tampoco que iban a enfrentarse a una familia preparada para luchar por la libertad de su hija.

Los miembros de la familia de Yakiri son salseros y activistas del barrio bravo de Tepito. La familia dejó su puesto de música y parafernalia salsera en el barrio para dedicar todo su tiempo a liberar su hija. Ellos han luchado para una diversidad de causas incluyendo la reducción de violencia en Tepito y también en lugares lejanos como en comunidades zapatistas en Chiapas.

Los conocí en una junta del Comité Ciudadano por la Libertad de Yakiri, conformado por su familia, abogadas feministas, defensoras de derechos humanos y artistas. Yo asistí como miembro del colectivo de arte Mujeres Grabando Resistencias, quienes han apoyado con gráfica en la campaña para excarcelar Yakiri. Cuando conté a la familia que yo era periodista con mucho interés en el caso y que además ando por el barrio donde todo pasó, me invitaron a platicar en su humilde departamento en Tepito. Mientras me hablaban sobre la corrupción tan arraigada en el sistema judicial mexicano, el papá de Yakiri, José Luis Rubio, me mostró fotos de sus aventuras bailando y enseñando salsa y en varios rinconcitos del Gabacho y el Caribe. Después de unos rones me enseñaron pasos de cumbia y sólo paramos cuando el timbre del teléfono sonó. Se escuchó la voz de Yaki (como su familia la llama) en el otro lado de la línea. Ella llama diario para saludar a la familia y esta noche intercambiamos algunas palabras y le comenté que iría a visitarla.

Una semana después me encontré frente al penal de Tepepan junto con 13 miembros del Comité Ciudadano por la Libertad de Yakiri. Ésa fue la primera visita que la acusada recibió por parte de personas externas a la familia, ya que los padres de Yakiri no han permitido las visitas de periodistas, dicen, por su seguridad.

Un grupo de activistas se manifiesta frente al vidrio donde se está llevando a cabo la audiencia de Yakiri.

¿Dónde está la justicia?


En el caso de Yakiri Rubio hay irregularidades por parte de las autoridades.

Según la CDHDF, la actuación del Ministerio Público y el juez de primera instancia, “estuvo enfocada a perseguir un delito de homicidio y a ignorar y encubrir un delito de violación sexual”.

Según la ley, las mujeres en México tienen el derecho a “una vida libre de violencia” y el gobierno tiene que “proporcionar atención psicológica y legal, especializada y gratuita a quien sea víctima de hostigamiento o acoso sexual”. Cuando Yakiri entró al Ministerio Público, no recibió el examen para confirmar la violación. Ni siquiera le permitieron una llamada a su familia. Lucía Lagunes Huerta, la directora de CIMAC, una agencia feminista de noticias, me comentó que la ley escrita y la ley implementada no es la misma cosa. “Realmente, es una lógica mundial que las mujeres no importamos y que la violencia contra las mujeres es provocada por nosotras”, dijo Huerta.

De hecho en los primeros días la procuraduría se enfocó mucho en la posibilidad de que si Yakiri conocía a esos güeyes o no, o que si uno era su novio. De casualidad ella portaba cartas de amor de un amigo con el mismo nombre del agresor, que fueron la base sobre la cual el Ministerio Público acreditó la falsa relación de confianza y concubinato con Miguel Ángel Ramírez Anaya. Un joven Miguel Ángel Camacho Campos dijo que el escribió las cartas porque estaba atraído a Yakiri e incluso ha querido hacer una examen de caligrafía para probar que las cartas eran suyas pero hasta ahora el procu no lo ha aceptado. Si ella conociera a este Miguel Ángel o no, o incluso si fuera realmente su novio, ¿se descarta la posibilidad de que pudiera ser violación? Así es como piensa la procuraduría. La procu hasta ahora no ha permitido a Gaby, la novia de Yakiri, testificar, lo cual ayudaría a desmentir el mito de que el agresor era su pareja sentimental, según el comité en su defensa. Tampoco han tomado en cuenta el testimonio de José Edgar Vázquez Medina, el tío del occiso, quien dijo que su sobrino era soltero y vivía con su familia.

En su morral Yakiri portaba un cuter y un cuchillo para cortar verduras que según la procu son las armas que pudo haber usado para asesinar Miguel Ángel, pero Yakiri dice que eran las herramientas que usa en su trabajo para abrir cajas. El Hotel Alcázar se encuentra en frente del Instituto de Ciencias Forenses de DF pero irónicamente la policía encargada de investigar la escena del delito no cumplió con los protocolos y por eso ahora no tiene los peritajes necesarios sobre las armas, según declaró la abogada de Yakiri.

No fue sino hasta el año 2000 cuando se reconoció que puede existir violación entre cónyuges. Tal vez por eso no me parece sorpresivo que hoy en día el gobierno y la prensa descartaran la posibilidad de violación en el caso de que Yaki hubiera conocido a sus agresores o, incluso, si ella hubiera entrado al hotel por su propia voluntad.

José Luis Rubio, padre de Yakiri, habla por celular frente a la audiencia en el Reclusorio Femenil de Santa Marta.

En la cárcel

Enfrente del penal hay una tienda donde rentan ropa a los visitantes. Al igual que pasa en muchos penales del país, para entrar en el que Yakiri ha pasado los últimos dos meses, los visitantes tienen prohibido portar colores azul de cualquier tono, negro y beige. Esto es porque son los colores asignados a los guardias y a las presas. Algunas de las chicas que esperaban ingresar al penal llegaron vestidas de azul, y tuvieron que ir a rentar faldas rojas en esa tienda.

Para entrar al penal tuvimos que dar nuestros nombres con una semana de anticipación al Comité quienes lo entregaron al penal. Una guardia nos llamo de nombre y cuando presentamos nuestras identificaciones nos permitió a pasar al segunda nivel de seguridad donde nos basculearon asegurándose que no lleváramos celulares, cámaras, grabadoras, armas etc. Después de pasar al basculeo nos dio fichas en cambio por nuestras identificaciones y nos estamparon con tinta fluorescente. Sin esta tinta no puede salir del penal.

Había hablado mucho con la familia de Yakiri y el rostro de la chica ha recorrido todas las redes sociales. Aunque que estas historias y fotos mostraron a una mujer fuerte y determinada, todavía me la imaginaba tímida, muy sacada de onda por su situación.

Nos prestaron una sala por media hora y formamos un circulito para recibir a la presa. Antes de que Yakiri llegara, reorganizamos la sala para hacerla más amable y pusimos las sillas en un circulito, con una para ella en el centro. Irónicamente cuando Yakiri entró se sentó en una mesa, sin darse cuenta que habíamos reservado un lugar específico para ella.

Yakiri entró vestida en mallas de mezclilla, chanclas adornadas con bisutería y un reloj grande color oro. Hubo una pausa de anticipación. Parecía que Yakiri estaba un poco sorprendida con la visita de tanta gente ajena. Yo sólo pude pensar que si estos atentados me hubieran pasado a mí, ¿qué haría? No pude imaginarme tan quieta como ella después de sufrir un ataque tan grave ni mucho menos teniendo una sentencia de décadas en un penal.

Preguntamos cómo estaba y nos contó que todo ha mejorado desde que la movieron del penal femenil de Santa Marta Acatitla. En Santa Marta ni pudo comer ni descansar y sólo pasó el tiempo llorando. Nos comentó que allí sufrió mucha violencia. Cuando estuvimos saliendo desde el penal pregunté a su familia qué le había pasado en Santa Marta y me contó que suponen que los familiares de los hermanos la habían atacado. Ellos creen que Yakiri llegó “recomendada” o sea con una mancha que la señala ante la mafia para que se metan con ella o que le hagan la vida imposible adentro del penal.

Desde mi visión limitada de nuestra corta visita, Tepepan parecía más o menos tranquila, y nunca vimos otras presas. El cuarto que nos prestó tenía mesas cubiertas con manteles color vino, puestos como si fuéramos a tener un banquete.

Yakiri nos contó que no sólo su vida ha cambiado completamente sino también su pensamiento. “Antes mi forma de pensar era simple: ‛Vida sólo hay una y hay que vivirla’. Ella pasaba sus días trabajando con su familia como comerciante de mochilas, y no pensaba mucho en su futuro. “Ahora estoy consciente de lo que puede pasar. Sé que estar aquí es de fortaleza, valentía”, nos dijo Yakiri en la sesión en Tepepan.

Yakiri dijo que salió de su depresión porque tenía “que ser fuerte por mi familia quienes esta luchando por mí”. Sonrió hablando de los cientos de cartas de apoyo que recibió en Navidad, muchas escritas por chicas que han sufrido lo mismo, dijo.

Cuando yo por fin encontré el momento de hablar le pregunté si su opinión de la justicia había cambiando y me respondió: “Antes confiaba en la policía, pensaba que me iban a ayudar. Pero cuando los necesité, no me ayudaron, mientras que estuve más de 12 horas en el ministerio sólo me dieron el avión, diciendo que iba a salir, pero nunca salí. Ya no creo que sirva la justicia. Si la justicia existiera, los que están afuera estarían adentro”, comentó.

Hablé con Jesús Robles Maloof, un abogado y defensor de derechos humanos, sobre la importancia de eso en el caso.

“Después de tres décadas de incidencia del movimiento amplio de mujeres por incorporar la perspectiva de género en la procuración e impartición de justicia, y tras millones y millones de pesos invertidos en la que se supone es la procuraduría con el más alto estándar de todo el país, el caso de Yakiri nos muestra que en solo un año este esfuerzo se ha esfumado”, me comentó Robles.

Cuando llamé a la procuraduría y también al Consejo de Judicatura del Tribunal Superior de Justicia, con preguntas específicas sobre el caso de Yakiri Rubio, las dos entidades me dijeron que no pueden comentar sobre casos que todavía están en la corte. “Tenemos testimoniales en la averiguación previa, donde ella entra con una persona de manera voluntaria y derivado del dicho de ella no está acreditada que existiera una violación”, afirmó Rodolfo Ríos Garza, titular de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF).

¿Cómo puede seguir Yakiri encarcelada en un caso lleno de irregularidades? Su abogada me contó que Yakiri dijo que Miguel Ángel se había llevado el cuchillo pero luego el arma apareció en el cuarto del hotel. También me comentó que Yaki dijo que los hombres fumaban mota y dejaron su bolsita ahí pero luego esta droga nunca apareció. La página en Facebook Yakiri Libre publicó fotos de ella sangrada con comentarios diciendo que estas fotos habían desaparecido del expediente y sólo habían reaparecido porque su familia tenía copias. Su abogada confirmó lo mismo.

La PGJDF no ha realizado un peritaje concluyente en torno a la denuncia de violación. Tampoco cumplió con el protocolo que obliga a la autoridad a ofrecer asistencia psicológica y suministrar anticonceptivos y antirretrovirales a toda mujer que reporte haber sido víctima de un ataque sexual. El juez, Santiago Ávila Negrón, quien dictó auto de formal prisión fue acusado de corrupción y acoso sexual en 2004.

La Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal emitió un amicus curiae conjunto con el Comité de Yakiri denunciando las irregularidades en el caso y su negligencia para cumplir con una perspectiva de género.

“El Ministerio Público realizó una construcción histórica de los hechos sustentada en una visión parcial y patriarcal que pugnó por la minimización del testimonio de Yakiri como víctima de violencia sexual, y que sirvió de base para que durante todo el proceso fuera tratada como presunta responsable, más que como presunta víctima”.

El grupo de activistas feministas en apoyo a Yakiri le muestran a través del vidrio una cartulina con la palabra "Violador".

En la Doctores


Fui a tomar la temperatura del barrio donde pasó la agresión. Aquí es el territorio de los judiciales y también de las madrinas, los que históricamente hacen el trabajo sucio de los judiciales en cambio de quitar sus propios cargos o para recibir otros beneficios. Llegando a la calle de Dr. Jiménez irónicamente se encuentra una decena autos con letreros diciendo “Averiguación Previa Privación de la libertad en su modalidad de Secuestro Express o Trata de Personas” como si fuera algo muy normal tener coches involucrados en secuestros libres en la calle. Esto es la parte de La Doctores, colinda del centro de la ciudad, donde encuentra todos los tribunales de justicia, la corte suprema del DF y “el búnker” de la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal.

Un señor amable me echó aguas. “Ten cuidado por aquí, es peligroso para andar solo en la noche por estas calles”. Cuando le pregunté sobre los hermanos Ramírez Anaya, me respondió: “Claro. Así son, todos saben que eran malandrines”.

Hablé con varios vecinos. Una chica de la edad de Yakiri no tenía ni idea que este crimen había pasado en su cuadro, y otros defendieron a los tipos echando la culpa a Yakiri.

“Esta chica es la mala, andaba en drogas y quién sabe qué más”, comentó un señor. Cuando le pregunté sobre la violación, él respondió “no fue violada, sólo dice eso”.

La familia de los hermanos testificaron en Milenio que Miguel Ángel y Yakiri eran novios pero incluso con uno contradiciendo el otro que si ella era amante o novio o algo así. Pero ya sabemos que según Yakiri, su novia y su familia, ella es lesbiana, algo que su papa José Luis Rubio siempre subraya públicamente.

José Luis me enseñó fotos del perfil de Facebook de Luis Omar, que el habia bajado antes de que la cuenta estaba cerrada donde se ve que tenía armas, usaba muchos motos diferentes y tenía relaciones en esta red social con policías y militares.

El occiso ya había pasado tiempo en la cárcel por un robo y en el expediente se encuentran otros delitos que se le imputaron, según las abogadas de Yakiri. Hablé con Edith López Hernández, una abogada que ha defendido a mujeres encarceladas por situaciones de autodefensa y me habló sobre cosas que le llamaron la atención en el expediente. Según ella se encontró varios SMS en el celular de Miguel Ángel direccionado al búnker, algunas hablando de la venta de piedra y que estos mensajes son parte del expediente pero el MP no sigue investigando este enlace.

Despidiéndonos de Yakiri

En el penal, a los treinta minutos de que empezó nuestra audiencia con Yakiri, llegó un guardia para avisarnos que el tiempo de la visita ya se había agotado y cada una de nosotras formamos una fila para dar y recibir abrazos de esta presa, quien había inspirado a tantas mujeres a luchar no sólo para su libertad sino también contra la violencia patriarcal integrada en el sistema judicial.

Yakiri estuvo muy agradecida por el apoyo de todas las personas que habíamos ido a visitarla. Cuando la abracé no pude encontrar las palabras adecuadas para dar a esta mujer tan valiente y sólo logré darle las gracias. Parecía que algunas de las chicas habían visto a una estrella de cine, y quedaron inspiradas por las palabras y actitud que compartió esta presa.

Cuando salimos del penal nos recibió la familia de Yakiri. Ellos no habían entrado porque sólo tienen permitido verla ciertos días de la semana y éste no fue uno de ellos. Su mamá, Marina Beltrán, me abrazó y me preguntó cómo la vi y le dije: “Fuerte, con muchas ganas de seguir luchando”, y ella me respondió que está “muy orgullosa de Yakiri, de su valentía y su fuerza y el valor que tuvo y que sigue teniendo mientras que sigue allí”.

También nos recibió el grupo Credo Feminista, cantando y rapeando “Yaki corre, Yaki grita, defiéndete. Yo hubiera hecho lo mismo, acuérdate”.

En todas las protestas afuera de los penales, juzgados y ministerios por los que ha pasado Yakiri, ellas hacen ruido. Son un grupo de mujeres que han adoptado el estilo de las rusas feministas, Pussy Riot, y cubren sus caras con playeras, bufandas y máscaras de lucha libre. Una de sus mantas reclama: “A las mujeres que se defienden, aplausos, respeto, apoyo y admiración; ¡no castigo! Yakiri, no estás sola”. Ellas no sólo se tapan la cara para tener un look cool, sino para su propia seguridad. Comentaron que los familiares de los hermanos las han fotografiado durante esas acciones. También los padres de Yakiri me comentaron que Gaby dijo que dos hombres intentaron a llevársela cuando ella salió del penal, fingiendo que ellos eran miembros del comité de apoyo.

Cuando nosotros camínanos hacia la Calzada de Tlalpan a agarrar un pesero para llevarnos al centro, su papa José Luis nos contó que le pusieron el nombre Yakiri por una guerrera apache y dijo que ella siempre ha tenido un carácter fuerte, de luchadora. “La lucha no se termina, tenemos que seguir hasta que ella esté afuera y cuando ella ya esté afuera”, agregó su mamá.

En los siguientes días Yakiri tendrá que presen­­­tarse a las audiencias y careos enfrentando todos los personajes de un sistema machista plagado por errores y con quienes quieren testificar en su contra. Su abogada, su familia, el comité por su liberación, Credo Feminista, y las miles de personas que han mostrado su apoyo por todo México dicen que seguirán intentando mostrar que la vida de una mujer sí tiene valor en este país, y que la autodefensa no sólo es un derecho en papel sino en la vida real.

FUENTE

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