miércoles, 24 de octubre de 2012

LA EMOCIÓN DE LAS COSAS, FLAMANTE EDICIÓN EN SEIX BARRAL DEL NUEVO LIBRO DE ÁNGELES MASTRETA (LEE AQUÍ EL PRIMER CAPÍTULO):


“Tengo que contarme, aunque me dé tristeza”: Ángeles Mastretta


MILENIO. CULTURA •  OCTUBRE 2012 —
JESÚS ALEJO SANTIAGO

La escritora poblana habla de la importancia de la vida cotidiana. Su más reciente novela, "La emoción de las cosas", se trata de un retorno a los orígenes, la búsqueda de las raíces en los recuerdos compartidos con sus padres, abuelos, hermanos e hijos.


La literatura de Ángeles Mastretta tiene una apuesta muy clara: contar la vida, sobre todo cantarla, convencida de que la realidad de todos los días es tan fuerte y ya cuenta con sus voceros, que resulta necesario ir por otro lado en la creación, como se refleja en su más reciente novela, La emoción de las cosas (Seix Barral, 2012).

“De repente puedo parecer frívola, pero me parece que eso puede ser importante: crecí en un medio en el que la vida diaria era muy importante, aunque a lo mejor era un mundo políticamente bastante silenciado, y no me cuesta trabajo recuperar la vida cotidiana; me parece incluso crucial hacerlo, no nada más por mí, también por los otros. Uno puede escribir para sí mismo, pero cuando publica lo hace para los demás.”

Se trata de un retorno a los orígenes, la búsqueda de las raíces en los recuerdos compartidos con sus padres y sus abuelos, con sus hermanos y con sus hijos, en la niñez y en la adultez de quien sabe que cada vez está más rodeada de muertos: una apuesta por recuperar la emoción de un pasado, segura de que le puede importar a los del presente.

“Estas cosas, aunque sean personales, cuando las escribo pienso en que alguien las va a leer. ¿Por qué? No nada más porque las quiero contar o sacármelas de encima, sino porque me parece que a los otros les va a ser de utilidad.

“La vida está hecha de la suma de los detalles y de las emociones: arte es lo que conmueve y a mí sí me resulta importante conmover. No quiero decir que todo lo que escribo sea arte, pero lo que sí me importa es acercarme al arte conmoviendo y no nada más con penas sino también con alegrías, con descubrimientos.”

En La emoción de las cosas se puede percibir nostalgia, mas no tristeza. Dice Ángeles Mastretta que a veces la nostalgia llega a enriquecer la vida, porque permite recuperar a los otros, en especial a los que ya no están, sin que ello signifique que el mundo de antes fuera mejor: “Era distinto y vale la pena invocarlo”.

“Creía que era posible hacer una novela con mi ombligo, que se podía hacer ficción: quería hacer un libro lineal que contara a estos papás, a la familia… y me di cuenta que eso no lo quería hacer. Los personajes no se volvían tal, seguían siendo personas. Por eso dije que no haría ficción; tengo que contarme, aunque me dé tristeza.”

Sin problema alguno, sin pudor, Mastretta reconoce que en la novela el lector se mete a su mundo, a sus fantasmas, de cuya recuperación se dice experta, si bien al mismo tiempo puede ser un libro espejo, porque al leer las historias de otros, te encuentras con la tuya.

“Cuando hacía el libro estaba triste y me estaba sintiendo vieja: lo terminé y lo entregué, y me entró sensación de viernes en la tarde. Me pesaba no poder hacer una novela sobre mis papás y de pronto me decidí a entregar lo que tengo, a ver a quién le interesa. Si no, no me moriré de la tristeza, pero me habré quitado de encima esto: mis fantasmas ahí van a estar, sólo que ya quiero que se conviertan en unas compañías alegres.”


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